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El año 2020 abrió la nueva década con una pandemia global, un evento que hacía un siglo que la humanidad no vivía a la escala en que ha ocurrido y que tendrá efectos notables en nuestro futuro a largo plazo, pero durante el año han ocurrido otro hechos igualmente relevantes. El propósito de este trabajo que traemos desde el equipo de Descifrando la Guerra es hacer un repaso de lo más relevante del año desde la perspectiva que da la distancia para recuperarlos y comprenderlos mejor, a la vez que ayudar a recordar lo ocurrido en 2020 para todos aquellos que quieran hacer un repaso por estos 366 días.
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Primer trimestre de 2020
El año comenzaba con una estruendosa crisis por el asesinato por parte de Estados Unidos de Qassem Soleimani, Comandante de las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica, y Abu Mahdi al-Muhandis, comandante iraquí de las Fuerzas de Movilización Popular, el día 3 de enero. Como continuación de la crisis de diciembre de 2019 la escalada continuaría a pasos agigantados con el mundo conteniendo los respiración durante 5 días hasta llegó la respuesta iraní el 8 de enero. Con un ataque de misiles la Guardia Revolucionaria golpeó las bases estadounidenses en Iraq en la Operación Mártir Soleimani hiriendo a más de 100 soldados, pero diciendo que esta no era la culminación de la venganza, que debiera venir en “el momento apropiado”. Pero esta no sería la única consecuencia, el parlamento iraquí exigiría la expulsión del ejército de Estados Unidos por matar a un enviado de Irán invitado por el propio Primer Ministro a negociar una solución a la crisis. Estados Unidos no aceptaría los términos ni la resolución del parlamento, pero quedó claro durante el año que Washington debía abandonar el país si no quería una nueva crisis.
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Otra consecuencia se hizo patente en febrero con las elecciones parlamentarias del país persa con una victoria abrumadora del sector conservador de los principalistas que exigen una reducción de los compromisos de Irán en el Acuerdo Nuclear iraní (JCPOA) así como una línea más dura en política exterior, frente al multilateralismo y aperturismo del sector reformista del presidente Hassan Rouhani.
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Durante el primer cuatrimestre Donald Trump revelación del tan esperado «Acuerdo del Siglo» para el conflicto israelí-palestino que serviría principalmente como regalo al Primer Ministro Benjamín Netanyahu de cara a las elecciones de marzo, las terceras consecutivas. El acuerdo, negociado solamente entre Estados Unidos e Israel, excluyendo a la principal parte afectada, consistía en una rendición incondicional de Palestina que podría establecer un Estado propio, pero totalmente subordinado como Estado vasallo a los intereses de Tel Aviv. Las elecciones por su parte arrojarían una victoria de Netanyahu con suficiente margen para negociar un gobierno e tratar de salvar la crisis política del país.
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En Rusia el Presidente Vladimir Putin anunciaba el 15 de enero en su discurso anual sobre el Estado de la Nación ante la Asamblea Federal las reformas constitucionales que llevaría a cabo en los próximos años. El objetivo asentar una institucionalidad rusa con un reparto de poder más descentralizado que concentrará los poderes en la presidencia. Putin prepara así al país para un futuro sin él de presidente y menos dependiente de una figura fuerte al mando del ejecutivo, dando más prerrogativas a la Duma (cámara baja), al Consejo de la Federación (cámara alta), a la Corte Constitucional, al jefe de gobierno (primer ministro) y a un nuevo órgano: el Consejo de Estado.
El 31 de enero también se daba por finalizado el Brexit, Reino Unido salía de las instituciones políticas de la Unión Europea abandonando su posición como Estado miembro, las banderas de la Union Jack eran arriadas de los edificios comunitarios. Se iniciaba el periodo de transición pos-Brexit para negociar un acuerdo comercial antes de que terminase el año 2020, mientras Londres permanecería en el mercado comunitario.
El 11 de enero de 2020 se registraba la primera muerte por el nuevo COVID-19 en Wuhan, China, con unos 40 casos. El virus fue tratado en un primer momento como un asunto local, internacionalmente la noticia de este brote fue vista como una segunda epidemia del SARS que golpeó Hong Kong en 2003 y daño seriamente a China, que comenzó una serie de reformas sanitarias. A medida que se expandió durante el mes de enero la preocupación aumentó con advertencias desde Beijing de que era un asunto grave, pero minimizado en general como un problema de China, o como algunos la calificaron “su Chernóbil”, no se aplicaron medidas en la mayoría de países. El 20 de enero comenzaban los confinamientos y restricciones a la movilidad en China a la vez que se cancelaban las festividades del año nuevo chino, con apenas 500 casos registrados. La Organización Mundial de la Salud continuaba deliberando, se quería evitar dar una alarma sobredimensionada como ocurriera con la pandemia de la gripe A-H1N1 que les hiciera perder credibilidad, a la vez China tampoco quería dar una alarma internacional de manera inmediata por lo que supondría para su economía con el posible cierre de rutas y movimiento a mercancías y personas. El 30 de enero la OMS se decidía por declara la alerta sanitaria internacional con unos 9 mil casos confirmados en China y 100 en otros 20 países, la sexta ocasión en que lo hacía desde 2009.
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Durante el mes de febrero la pandemia se encontraba en su punto álgido en China con millones de personas en confinamiento, hospitales en construcción y movilización como en tiempos de guerra decretada. A medida que la preocupación por China aumentaba en el resto del mundo comenzaron a notarse levemente los efectos del COVID-19 con la cancelación del Mobile World Congress de Barcelona o los brotes significativos de Italia, Corea del Sur e Irán. Sería Italia el primer país europeo en tomar medidas significativas y el epicentro de la pandemia hasta abril. El 31 de enero el primer ministro Giuseppe Conte decretaba el Estado de Emergencia, el 22 de febrero comenzaban los confinamientos perimetrales del norte del país con 79 casos registrados. Pero no sería suficiente, mientras los médicos chinos que fueron a proveer apoyo insistían en la necesidad de confinar inmediatamente a todos no fue hasta el 7 de marzo que se decretaron estas medidas en las zonas más afectadas del norte y el 9 de marzo en todo el país. De hecho estudios posteriores señalan a que hubo distintas variantes de la cepa de COVID-19 ya presentes en Italia cuando Wuhan, en China, ya no reportaba casos. La cuestión es que a finales de marzo el eje de la pandemia, declarada por la OMS el 11 de marzo, estaba ya en Europa y no en Asia, habiendo casi todos los países europeos aplicado ya medidas estrictas de confinamiento u otros tipos de restricciones a la movilidad, corte de vuelos y enormes paquetes de estímulo a la economía, que terminarían por acabar con el paradigma de las teorías económicas de Estado mínimo para traer de nuevo a la mesa la idea del Estado benefactor como regulador del mercado y el bienestar social. A su vez también quedaba claro que estábamos ante la mayor recesión económica desde la Gran Depresión de 1929, con una grave crisis de los precios del petróleo y una guerra comercial entre Rusia y Arabia Saudí ante la drástica reducción de demanda, y la mayor crisis de la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial.
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Por otro lado El Salvador y Guinea-Bissau tenían sus breves crisis políticas, en el primero el presidente Bukele exigiría a los parlamentarios la aprobación del paquete económico negociado con Estados Unidos llegando a ingresar a los militares en el hemiciclo haciendo un ademán de auto-golpe que no terminó de completar, pero diciendo: “Ahora creo que está muy claro quién tiene el control de la situación”, preparándose para conseguir el control de la cámara en las elecciones de 2021. En Guinea-Bissau una disputa por el resultado de las elecciones y acusaciones de fraude al ganador de las elecciones, Umaro Sissoco, terminaría en que el portavozdel parlamento, Cipriano Cassama, se autoproclamara presidente mientras el candidato a la presidencia asumía los poderes con el apoyo de los militares tomando las principales instituciones del Estado. La crisis o golpe de Estado, se resolvería con la derrota de Cassama y el inicio de la presidencia de Sissoco.
El mes de febrero la política estadounidense tuvo dos importantes eventos. En primer lugar, terminaba el impeachment al Presidente Donald Trump por los cargos de abuso de poder y obstrucción a la justicia, iniciado en septiembre, siendo absuelto en el Senado con el apoyo de la mayoría republicana. También comenzaban las primarias demócratas que concluirían en un clásico establisment demócrata, Joe Biden, contra el ala progresista del partido, Bernie Sanders.
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El 29 de febrero Estados Unidos y los Talibán firmaban en Doha el “Acuerdo para Llevar la Paz a Afganistán” que signaría la hoja de ruta para salida de las tropas estadounidenses y el fin de las hostilidades entre ambas partes. El gran ausente fue el gobierno de Kabul, cuya paz y transición política en Afganistán para integrar a los Talibán quedaría como una negociación posterior, toda una victoria de los insurgentes que se han asentado como un actor político de pleno derecho mediante la fuerza de las armas.
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Entre finales de febrero e inicios de marzo la crisis de Idlib terminó en una guerra limitada entre Turquía y Siria después de que más de 30 soldados turcos murieran en un bombardeo. En respuesta Ankara lanzaba la Operación Escudo de Primavera frente a la Operación Amanecer de Idlib de Damasco. Este breve conflicto sirvió a las fuerzas turcos como campo de prueba para sus drones, que tendrían gran relevancia en otros conflictos a los largo del año. A pesar de la ventaja de Erdogan, provocando múltiples bajas en material y vidas, tuvo que firmar un alto al fuego con Rusia desventajoso estableciendo un nuevo statu quo en que sus aliados perdían territorio debido a la necesidad de girar hacia Libia, donde necesitaba concentrar los esfuerzos de guerra.
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Libia ha sido un país que ha atravesado un gran número de momentos relevantes a lo largo este año. El primero de estos momentos estaría protagonizado por Turquía, uno de los principales actores internacional en el conflicto, cuando el 2 de enero cuando el parlamento turco aprobó el despliegue de tropas en el país norteafricano tras haber firmado pocos meses antes varios acuerdos bilaterales con el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de Trípoli al cual ya había estado apoyando con envíos de armamento a lo largo de 2019. La Unión Europea, como bloque, también trataría de incrementar su participación en el conflicto mediante el lanzamiento de la Operación IRINI, una misión militar aeronaval desplegada en el Mediterráneo y destinada a supervisar el embargo de armas al país, pero esta operación tendría escaso éxito debido a que la mayor parte de las violaciones del embargo se producían por tierra y aire.
Aunque sin duda los primeros meses del año estuvieron marcados por la paz, o al menos por los intentos de alcanzarla mediante la celebración de varias cumbres internacionales para la resolución del conflicto como las de Moscú o Berlín. Pero todos los acuerdos de alto el fuego alcanzados en, o como consecuencia de, dichas reuniones demostraron no tener vigencia alguna sobre el terreno por lo que la guerra continúo, con altibajos, durante este periodo casi sin interrupciones.
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Segundo trimestre de 2020
El segundo trimestre de 2020 estuvo marcado por la continuación del Gran Confinamiento, la pandemia de coronavirus COVID-19 siguió siendo central en la agenda internacional con un desplazamiento del foco de contagios de Europa a América, siendo los principales focos Estados Unidos y Brasil. Ambos países sufrirían durante estos meses una profunda crisis política que la situación sanitaria solo agravaría, agudizando las contradicciones ya de por sí severas.
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En el caso de Brasil la negativa del presidente Jair Bolsonaro a tomar medidas de confinamiento le llevó a un choque frontal tanto con su ministro de salud como con los gobernadores, señalando a la pandemia como una “gripecilla” y negándose a cerrar para “salvar la economía”. Esto derivo en desacatos por parte de los gobernadores al gobierno federal, con disputas judiciales sobre las competencias y manifestaciones promovidas por el presidente contra el confinamiento. Bolsonaro también despediría al ministro de salud por ir contra sus decisiones. Pronto la crisis política, con llamadas al impeachment al presidente por parte de algunos legisladores, tornaría en crisis institucional con manifestaciones abiertas de los seguidores de Bolsonaro pidiendo un golpe de Estado mediante intervención militar y el cierre del Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF), el máximo órgano judicial.
La dimisión del superministro de justicia, Sergio Moro, por acusaciones al presidente de interferencia en la Policía Federal para beneficiar a su familia supondría el desgajamiento de un importante sector conservador que apoyaba a Bolsonaro, que se vería debilitado y también radicalizaría su discurso. Esto se vería claramente en los vídeos de una reunión ministerial que sacaría al público el STF en que decía: “Mira lo fácil que es imponer la dictadura en Brasil, por eso quiero que la gente se arme. Llega una mierda de alcalde y le dice que se quede en casa. Si se hubiera armado, irían a la calle. Quiero que todos estén armados.” La crisis, que quedaría irresuelta, terminaría en una serie de protestas entre partidarios y contrarios a Bolsonaro que se unirían a la creciente ola de manifestaciones contra la brutalidad policial en esas fechas, en Brasil por las operaciones policiales en las favelas.
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Es en Estados Unidos donde se daría el pistoletazo de salida a estas protestas con el homicidio de George Floyd en Minneapolis por parte de la policia al asfixiarle. La indignación espontanea se traduciría de distintas formas con manifestaciones pacíficas, pero también con saqueos o disturbios, en un intento de buscar una reparación histórica a la estado de marginalización de la comunidad afroamericana. Al igual que en 2014 con los disturbios de Ferguson el movimiento Black Lives Matter (BLM) tuvo gran presencia, en esta ocasiones podríamos decir que se propulsó con mucha más fuerza haciéndose central en la política estadounidense de cara a las elecciones presidenciales, engarzándose en el Estado con candidatos al Senado y el Cámara de Representantes. Fue durante este trimestre que Joe Biden fue elegido como candidato a la presidencia por el Partido Demócrata e hizo de esta una cuestión central de su campaña en oposición al presidente Donald Trump.
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El movimiento espontáneo de masas inundo las calles, múltiples gobernadores impusieron toques de queda, estados de emergencia y el despliegue de la guardia nacional en numerosas ocasiones para contener las protestas. Por su parte el republicano en la Casa Blanca canalizó el descontentó con los confinamientos con protestas impulsadas desde su cuenta de Twitter a las que acudieron grupos conservadores así como milicias armadas, uno de los momentos de mayor tensión fue con el asalto al Capitolio de Michigan en la llamada Operación Gridlock, pero al que seguirían de manera similar otro intentos en Oregón o Colorado. La participación de grupos fascistas y supremacistas blancos como los Proud Boys marco una clara tendencia en el escenario político estadounidense, y que con las protestas de BLM dio lugar a un escenario de choque que veríamos en escenario como el tiroteo de Kenosha. El momento definitorio para Trump sería cuando el 1 junio ordenó a las fuerzas de seguridad reprimieran la protesta en la Plaza Lafayette de Washington DC para dar un discurso en que llamaba a la “Ley y el Orden” y pedía invocar la Insurrection Act de 1807 para desplegar al ejército mientras se podían escuchar las cargas policiales y se veía el humo del gas lacrimógeno para posteriormente hacerse la foto con biblia en mano en la iglesia de San Juan.
La pandemia por otro lado ha afectado a las relaciones sino-estadounidenses, hubo una declaración clave de Trump que cambió el rumbo inicial de tregua pactado con China a inicios del año. El anunció del 29 de mayo en que Estados Unidos cortó toda relación con la Organización Mundial de la Salud, por la influencia de China en la institución internacional y por hacerla responsable de la pandemia, la cual calificó de “china-virus” y “kung-flu”. También una batería de sanciones a Beijing por la situación de Hong Kong, la pandemia de COVID-19 e investigaciones a empresas chinas, además de la abrogación del estatus especial a Hong Kong como centro de finanzas asiático. Desde entonces las sanciones y acciones punitivas contra China, así como respuestas recíprocas por parte del gigante asiática, se dispararían. Estos son algunos de los efectos de la pandemia sobre la economía mundial, que ha provocado una recesión global, dejando en papel mojado el acuerdo comercial de Fase 1 firmado en enero.
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En el frente interno de China ha promulgado la Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong, penando delitos de secesión, subversión, terrorismo y colusión con fuerzas extranjeras, aumentando así el control sobre la metrópoli, sobre la que ahora podrá intervenir directamente a través de esta ley cooperando con las fuerzas de seguridad hongkonesas y llevando de facto la legislación china a Hong Kong.
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En el Himalaya China e India han tenido la mayor crisis militar desde los enfrentamientos en Doklam de 2017. La crisis de Ladakh, aún no resuelta completamente a fines de 2020, ha marcado un punto muy significativo en la competición entre las dos potencias regionales creando un distanciamiento de Nueva Delhi que si bien no es un punto de no retorno si marca una tendencia que puede llevar a un mayor realineamiento hacia Washington. El punto de mayor tensión se produjo el 16 de junio cuando por primera vez desde 1975 China e India tuvieron bajas mortales con al menos 20 soldados indios y un número desconocido de chinos. La principal respuesta de India han sido sanciones a empresas y aplicaciones digitales chinas en el mercado indio.
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Mientras Venezuela vivía durante este trimestre un último intento de golpe de Estado con la Operación Gedeon, organizada por contratistas estadounidenses junto a militares exiliados y parte de los soldados venezolanos que desertaron a Colombia. La intento fue un fracaso, sin apenas apoyo, se trato más de los últimos estertores de aquellos que esperaban ganar notoriedad y recompensas que un plan serio con capacidad de hacer tambalear al chavismo pues todos los cartuchos ya se quemaron en 2019 y solo un levantamiento militar tenía capacidad de cambiar las tornas. Lo que si tuvo relevancia durante este trimestre ha sido el aumento de la ayuda iraní a Venezuela en forma de combustible entrelazando las tensiones de Estados Unidos con el país persa en las aguas del golfo pérsico y caribeñas, donde Washington desplegó una operación anti-narcóticos.
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Libia ha vivió durante este segundo trimestre una reconfiguración del statu quo en que se encontraba la segunda guerra civil, la intervención turca en el país cambio completamente las tornas pasando el escenario de uno de ofensiva del Ejército Nacional Libio (LNA) y cerco a la capital de Trípoli a otro en que la iniciativa a pasado a manos del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) consiguiendo desplazar al LNA de la Tripolitania estableciéndose la línea de Sirte como nuevo punto. Sobre el terreno esto se concretó en la Operación Tormenta de Paz lanzada por el GNA en abril con apoyo de Turquía, que arrebató la supremacía aérea al mariscal Haftar con su campaña de drones, sumándole la toma de la base aérea de Al-Watiya, como punto de inflexión de la guerra al permitir establecer una base de drones, y tras lo cual se puso fin a la batalla de Trípoli desde esa posición estratégica.
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Después de esto el GNA tuvo que hacer una retirada hacia la Cirenaica y reorganizarse militar y políticamente. La intervención de Egipto, con apoyo de Emiratos Árabes Unidos y Siria, imponiendo la línea roja de Sirte como advertencia a Turquía asentaron el frente así como dejaron clara una conformación de bloques en la guerra civil libia con el peligro de un choque militar.
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En Israel la crisis política, con tres elecciones consecutivas, alcanzaría un descanso con un acuerdo de gobierno de unidad nacional entre Benjamin Netanyahum, que permanecería como Primer Ministro, y Benny Gantz, que pasaría a ser Primer Ministro Alterno y Ministro de Defensa. El acuerdo establecía esta alternancia por la que a finales de 2021 Gantz debía pasar a ser Primer Ministro, también establecía que Netanyahu debía aceptar acudir a sus juicios por corrupción sin plantear oposición. A su vez el acuerdo no planteaba si iban a detenerse los planes de la práctica anexión de Cisjordania y estipulaba implementar con el apoyo de Estados Unidos el llamado «Acuerdo del Siglo», la Autoridad Palestina aseguraría romper todos los acuerdos con Israel y Estados Unidos, pero no tardaría en volver a cooperar a pesar del considerable aumento de anexiones de territorios colonizados que ha realizado Israel en 2020.
Otras cuestiones de menor importancia fueron la salida de Chad de la coalición G5 Sahel de lucha contra el “terrorismo yihadita”, el abandono de Estados Unidos del Tratado de Cielos Abiertos, la formación de gobierno en Iraq con el Primer Ministro Al-Kadhimi y la destrucción de la oficina de enlace intercoreana de Kaesong por parte de la República Popular Democrática de Corea.
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Tercer trimestre de 2020
Julio – Agosto – Septiembre
La segunda mitad del año comenzaba con un incremento en las tensiones entre Estados Unidos y China. Más allá del puntual intercambio de nuevas sanciones entre ambas partes, al que ya estamos más que acostumbrados, destacan el cierre del consulado estadounidense en Chengdu y el chino en Houston (Texas), descrito por el Secretario de Estado Mike Pompeo como “un centro de espionaje y robo de propiedad intelectual”, y el anuncio del cambio de postura de Estados Unidos en lo referente a la disputa del Mar del Sur de China.
Disputas territoriales
La decisión estadounidense de cambiar su postura formal respecto a la disputa por el Mar del Sur de China, resumida por Pompeo en la frase “El mundo no permitirá que Pekín trate el Mar de China Meridional como su imperio marítimo”, implica básicamente que tras el anuncio Estados Unidos ha tomado oficialmente parte en la disputa territorial rechazando las reclamaciones de la República Popular China. La primera consecuencia inmediata de esto es que Estados Unidos considerará cualquier posible incidente en la región como un acto ocurrido en aguas internacionales con las connotaciones políticas y legales que esto tendría.
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Las tensiones internacionales provocadas por la existencia de disputas territoriales no se verían limitadas en este periodo al Mar del Sur de China. En los meses de julio y agosto destaca especialmente la escalada de tensiones entre Turquía y Grecia en torno al Mediterráneo Oriental iniciada después de que Turquía, que reclama una extensión mucho mayor de espacio marítimo de la que le es reconocida internacionalmente, enviara la embarcación prospectora “Oruç Reis” a explorar las aguas al sur de la isla griega de Kastellorizo escoltada por varios buques de guerra de la flota turca abriendo un periodo de tensiones que, con sus más y sus menos, continúa hasta la actualidad.
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Pero si tenemos que hablar sobre cuestiones surgidas de disputas territoriales el indudable protagonista de este periodo es el Cáucaso Sur. En el mes de julio estallaría una escaramuza entre Armenia y Azerbaiyán en la región de Tovuz, ubicada en la mitad norte de la frontera entre ambos países, que duraría unas semanas y resultaría ser la antesala de la Segunda Guerra de Nagorno Karabakh. Este nuevo conflicto armado estallaría el día 27 de septiembre cuando las tropas azeríes atacaron las posiciones defensivas armenias a lo largo de toda la línea de contacto, delimitación establecida en 1994 para separar el territorio bajo el control de las fuerzas armenias del resto de Azerbaiyán, dando comienzo a una nueva ofensiva que se prolongaría a lo largo de más de un mes y medio.
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Protestas
Las elecciones presidenciales de Bielorrusia, celebradas el 9 de agosto, marcarían un antes y un después para la oposición del gobierno de Alexander Lukashenko. Tras el anuncio la victoria de Lukashenko comenzarían a producirse un gran número de protestas por todo el país, aunque especialmente en Minsk, debido a las acusaciones de fraude electoral. La represión organizada por los servicios de seguridad estatales solo agravaría la situación provocando que el país entrara en una grave crisis política sin precedentes en la que aún se mantiene y que todo parece indicar que llevará a que el gobierno bielorruso redacte una nueva constitución en los próximos meses.
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Líbano continuaría en una gravísima crisis durante este tercer trimestre del año. Las continuas protestas antigubernamentales y la hiperinflación harían tambalearse al gobierno de Hassan Diab que acabaría dimitiendo en pleno el día 10 de agosto. La caída del gobierno ocurriría una semana después de producirse una devastadora explosión en el puerto de Beirut al estallar una gran cantidad de nitrato de amonio mal almacenada provocando daños gravísimos en numerosos edificios y la muerte de más de 200 personas. El colapso de este gobierno, el segundo en menos de un año, sumado a la incapacidad del país de lidiar con las consecuencias de la explosión daría lugar a una mayor intervención internacional en la política de Líbano dando lugar a la aparición de iniciativas como la “hoja de ruta” francesa para la resolución de la crisis política.
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Las protestas también serían particularmente relevantes en Mali durante los meses de julio y agosto. La oposición, agrupada en torno al Movimiento 5 de junio, se había echado a las calles tras la victoria del presidente, Ibrahim Boubacar Keita, en las elecciones de marzo y abril denunciando fraude electoral y reclamando la dimisión del presidente y la disolución del parlamento. Estas protestas crecerían en tamaño sin cesar y serían duramente reprimidas por el gobierno provocando la muerte de decenas de manifestantes por lo que la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (ECOWAS) intervendría tratando de solucionar la situación convocando una serie de reuniones de mediación entre el gobierno y la oposición que fracasarían estrepitosamente. La crisis política entraría en una nueva etapa el 18 de agosto cuando varias unidades del ejército, encabezadas por el coronel Asimi Goïta, dieron un golpe de estado derrocando al gobierno de Keita y estableciendo el Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP), una junta militar, que posteriormente nombraría a Bah Ndaw, exministro de Defensa, como presidente del país.
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En Bulgaria un incidente menor revelaría la ya conocida corrupción endémica y conciliación entre el gobierno y las mafias haciendo estallar unas protestas de más de 100 días consecutivos con marchas en la capital y acampadas. El primer ministro conservador, Boiko Borisov, utilizaría un subterfugio para ganar tiempo de cara a los comicios legislativas de 2021 y poder completar su mandato sin convocar elecciones anticipadas: la Gran Asamblea Nacional de Bulgaria. Este es el mecanismo para lanza una reforma constitucional, es un proceso largo en que se necesitaba el apoyo de la oposición, pero con el Borisov prometía hacer reformas al sistema judicial. La Gran Asamblea Nacional sería rechazada tanto por la oposición socialdemócrata como por el presidente que apoyo abiertamente las protestas contra el gobierno, pero el primer ministro conseguiría su objetivo, completar su mandato y realizar las elecciones según su fecha, en 2021.
Acuerdos internacionales
Uno de los principales acontecimientos diplomáticos del año ha sido la firma de los Acuerdos Abraham, un conjunto de acuerdos de normalización de las relaciones bilaterales firmados entre varios países del mundo árabe e Israel mediados por Estados Unidos y que parecen marcar el fin formal del conflicto árabe-israelí. Los primeros de estos acuerdos, y los más emblemáticos hasta la fecha, han sido los firmados entre Emiratos Árabes Unidos, Bahréin e Israel para el establecimiento de la paz, las relaciones diplomáticas y la cooperación. En los meses posteriores también se han dado pasos para que otros países, como Sudán o Marruecos, se incorporen próximamente a este marco de normalización con Israel. Es importante señalar que, a pesar de lo que hemos indicado anteriormente, la firma de estos acuerdos no supone en absoluto el final del conflicto palestino-israelí sino simplemente el fin definitivo de su antigua naturaleza arabista.
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Serbia y Kosovo han continuado sus negociaciones para la normalización económica con varios parones por las imputaciones de crímenes de guerra de líderes kosovares, la caída de sus sucesivos gobiernos y las elecciones en Serbia. EEUU y la UE han amparado procesos con diferentes objetivos, siendo el norteamericano el que logró la firma de acuerdos de bajo perfil político. Sin una solución política, Serbia y Kosovo reafirmaron acuerdos ya establecidos, pero no implantados sobre transporte, comercio, educación y quizá una de las cuestiones que se acercan a un perfil político: la posibilidad de compartir la gestión del lago Gazivode, relevante en el ámbito energético y el suministro de agua. La falta de contenido político, de nuevo, compromete la implantación real de los acuerdos económicos. Además, la realidad de estos aporta acuerdos bilaterales entre ambos territorios y los Estados Unidos: limitación a China en el 5G, reconocimiento de Israel con capital en Jerusalén, reconocimiento de Kosovo por Israel y moratoria a la guerra diplomática entre Serbia y Kosovo. Estos puntos claramente negativos para Serbia y favorables a Kosovo e Israel, así como la designación de Hezbollah como organización terrorista.
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Cuarto trimestre de 2020
Octubre – Noviembre – Diciembre
Cuarto trimestre de 2020
El último trimestre del año ha sido una verdadera tormenta de acontecimientos. Sin embargo, y como ya es bien sabido, en este periodo debemos destacar la llegada de la segunda ola de la pandemia de COVID-19 a nivel global y, como consecuencia, la implementación de nuevas medidas de restricción y confinamiento que continúan en vigor hasta el día de hoy, donde se está hablando ya de una tercera ola especialmente en aquellos países donde levantaron las restricciones de cara al periodo vacacional. En relación directa con esto no podemos olvidar que el último mes del año ha sido también el primero en el que han comenzado a distribuirse las primeras vacunas contra el coronavirus en numerosos países.
Una vez hecha la mención a este fenómeno global nos centraremos ya en los principales eventos políticos y trataremos de recordar aquí aquellos que sean más importantes. Sin embargo, debemos reconocer que lo más seguro es que los próximos meses nos hagan ver que alguno de aquellos que omitimos hubiera merecido en la lista.
La Segunda Guerra de Nagorno Karabakh se desarrollaría principalmente durante este periodo y también llegaría a su fin con una contundente victoria de Azerbaiyán. El acuerdo del 9 de noviembre entre Rusia, Azerbaiyán y Armenia daría lugar al establecimiento de un nuevo statu quo protagonizado por el despliegue de más de 2000 soldados rusos en la región. La presencia de estas fuerzas de paz de Moscú, que se desplegarían en menos de una semana, ha convertido al Kremlin en uno de los principales vencedores de la contienda incrementando su influencia en la región y permitiendo su regreso a territorio azerí tras más de tres décadas de ausencia.
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La Karabakh no sería la única guerra de este periodo. Tras varios meses de tensiones, disputas e incidentes, el gobierno federal de Etiopía declaró, a principios de noviembre, el estado de excepción en la región norteña de Tigray y comenzó una operación militar para desmantelar al Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF). Esta operación militar continúa hasta el momento, aunque la capital regional, Mekelle, sería capturada por las autoridades federales el día 28 de noviembre. Por si la situación no fuera lo bastante complicada esta guerra por el control de Tigray ha provocado la reactivación del conflicto fronterizo entre Sudán y Etiopía y en las últimas semanas se han producido combates entre los ejércitos y milicias de ambos países que tratan de hacerse con el control del “Triángulo de Fashqa”, una rica región agrícola, y otras regiones fronterizas cercanas.
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El Sáhara Occidental se enfrentaría a una nueva crisis cuando el Frente Polisario anunció, el pasado 14 de noviembre, que daba por roto el alto el fuego con Marruecos y declaraba el estado de guerra comenzando pequeñas acciones militares contra posiciones marroquíes. Estas puntuales escaramuzas han continuado sin mayor repercusión y, aunque no hay suficiente información disponible para confirmarlo, todo parece indicar que Marruecos ha logrado consolidar su posición especialmente después de que, en un movimiento no relacionado con esta crisis, Estados Unidos reconociera el Sáhara Occidental como parte de Marruecos en lo que se entiende como una acción destinada a facilitar la normalización de las relaciones entre Marruecos e Israel.
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Otra considerable crisis surgida de este periodo es la de República Centroafricana. El país ha vivido una reactivación del conflicto civil después de que gran parte de las facciones rebeldes anunciaran el establecimiento de la alianza conocida como “Coalición de Patriotas por el Cambio” (CPC), apoyada por el expresidente François Bozize. Los rebeldes trataron de impedir el desarrollo de las elecciones del 27 de diciembre, algo que no consiguieron, y desde entonces están inmersos en una ofensiva contra el ejército gubernamental en la cual no están consiguiendo grandes éxitos gracias al apoyo que ha recibido el presidente Touadera de la MINUSCA, Rusia y Ruanda. El papel de Rusia está siendo particularmente destacado, ya que sus empresas militares privadas se encargan de la seguridad del gobierno y del entrenamiento del ejército, y es una muestra clara del creciente rol del gigante euroasiático en el continente que todo parece indicar que solo se verá incrementado en los próximos años especialmente tras la reciente firma del acuerdo con Sudán para el establecimiento de una base naval en el país.
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Las protestas han marcado este año el Golfo de Guinea y estas han sido particularmente importantes en Guinea, Nigeria y Costa de Marfil. El caso de Costa Marfil es particularmente relevante ya que allí, tras la victoria de Alassane Ouattara en las elecciones, la oposición ha formado una serie de estructuras paralelas, incluyendo un Consejo de Transición, mediante las cuales tratar de disputar la legitimidad del gobierno. La presión de la oposición, sumada al temor de un posible efecto contagio tras la consolidación del golpe de estado en Mali, ha forzado a Ouattara a sentarse a negociar con la oposición en un foro de dialogo nacional el cuán aún está en marcha.
El pasado 4 de octubre Kirguistán celebró elecciones parlamentarias y los partidos progubernamentales se alzaron con la victoria. Pero esta victoria estuvo plagada de acusaciones de compra de votos realizadas tanto por la oposición como por los observadores electorales internacionales. Esto llevo a la convocatoria de una serie de protestas en los días siguientes a la publicación de los resultados que desembocaron en disturbios masivos y en el asalto a numerosos edificios gubernamentales incluyendo tanto el parlamento como la sede del gobierno. Esta revuelta provocaría la declaración del estado de emergencia en la capital, Bishkek, la liberación de numerosos políticos presos y el colapso del gobierno en una sucesión de dimisiones mientras las fuerzas armadas tomaban el control de la ciudad.
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La disolución del Partido Futuro hacia adelante (FFP) en febrero provocó el estallido de protestas antigubernamentales en Tailandia, pero estas no tendrían una gran repercusión debido a su limitado alcance y a las restricciones impuestas durante la primera ola de la pandemia. Pero las movilizaciones resurgirían en julio y alcanzarían su apogeo durante los meses finales del año provocando la declaración de un estado de emergencia reforzado en la capital donde se estaban produciendo enfrentamientos entre grupos de manifestantes y contra-manifestantes de las “camisas amarillas”. La fractura política y social en el país ha empeorado considerablemente a lo largo del año y es de esperar que en 2021 se produzcan importantes eventos como consecuencia.
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Pero no todo son guerras. Sin duda el proceso electoral de mayor repercusión en este tramo final del año han sido las elecciones en Estados Unidos donde el candidato demócrata, Joe Biden, ha logrado alzarse con la victoria en unos comicios plagados de polémica y disputas. Las repercusiones de que el presidente saliente, Donald Trump, no haya aceptado la derrota y acuse de fraude a los demócratas son bien conocidas y por lo tanto no parece necesario detenerse más en ellas. Otras elecciones que han dado de que hablar son las de Bolivia donde el Movimiento al Socialismo (MAS) ha regresado al poder tras obtener una aplastante mayoría. El regreso del MAS al poder ocurre tan solo un año después de que un golpe de estado forzara la salida del ahora expresidente Evo Morales. Por último, es digno de mención el plebiscito constitucional celebrado en Chile el pasado 25 de octubre en el cual un 78’28% de los votantes reclamaron la redacción de una Nueva Constitución.
Para expandir: Cobertura elecciones Estados Unidos
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Este último trimestre de 2020 también ha estado cargado de crisis políticas. La derrota de Armenia en la Segunda Guerra de Nagorno Karabakh ha sacudido profundamente al país. Pocos minutos después del anuncio de la firma del alto el fuego los manifestantes antigubernamentales vinculados a distintas facciones de la oposición se echaron a las calles reclamando la dimisión inmediata del Primer Ministro, Nikol Pashinyan, y poniendo diversas instituciones públicas bajo asedio llegando a asaltar algunas de ellas, como la Asamblea Nacional. A esta primera reacción inmediata le siguieron, en los días y las semanas siguientes, un cierre de filas de la oposición, parlamentaria y extraparlamentaria, en torno a la demanda de la salida inmediata del poder de Pashinyan y la convocatoria de elecciones anticipadas. La presión política proveniente de la oposición y de las calles provocaría la dimisión de diversas figuras del gobierno, pero pese a todo Pashinyan ha conseguido mantenerse en el poder y las protestas han perdido su fuerza inicial. Sin embargo, la situación no está en absoluto cerrada y no sería raro ver un nuevo repunte en las protestas una vez pase el invierno.
En Nepal las disputas internas del Partido Comunista de Nepal entre las facciones del Primer Ministro Oli y Prachanda ha llevado a la ruptura de facto del partido después de que el primero se negará a adoptar las resoluciones de la mayoría del partido controlado por Prachanda. Como resultado, y tras un intento de moción de no confianza para destituir al primer ministro este disolvió el parlamento provocando protestas y una crisis constitucional ahora en manos de la Corte Suprema en decidir sobre la legalidad de esa acción.
Por último también merece la pena mencionar la ruptura del gobierno de coalición de Israel, avocando al país de nuevo a esa profunda crisis política con cuartas elecciones en dos años y que la Unión Europea ha cerrado en este mes de diciembre dos importantísimos acuerdos bilaterales siendo el primero de ellos el que regulará las relaciones entre el bloque y Reino Unido tras el Brexit y el segundo el acuerdo bilateral de inversión entre la República Popular China y la Unión Europea.
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