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Crisis en el Mediterráneo Oriental

Por Jorge González Márquez

El 21 de julio de 2020 la estación naval de Antalya (Turquía) emitía un aviso NAVTEX anunciando que la embarcación Oruç Reis, un buque de investigación perteneciente al Directorado General de Exploración e Investigación de Minerales que forma parte del Ministerio de Energía y Recursos Naturales de Turquía, comenzaría a operar en las aguas ubicadas al sur de la isla griega de Kastellorizo que son reclamadas por ambos países. Esta acción provocaría el comienzo de la que, dependiendo de los acontecimientos de los próximos días, podría llegar a ser la mayor crisis internacional ocurrida en el Mediterráneo desde la intervención turca en Chipre de 1974.

Primera etapa: La crisis tradicional

El anuncio turco, sumado a la movilización de sus buques de guerra para realizar maniobras navales cerca de la zona de operaciones del Oruç Reis, haría saltar las alarmas en Atenas llevando a que el gobierno heleno pusiera en alerta a sus fuerzas armadas, llamara de vuelta al jefe del estado mayor griego, quien estaba de visita en Chipre, y publicara un comunicado afirmando que “Los derechos de Chipre y Grecia son derechos de Europa. Si Turquía continúa disputándolos, la imposición de sanciones por parte de la Unión Europea contra Turquía será el único camino a seguir.”

Esa misma noche la Canciller alemana, Angela Merkel, llamaría por teléfono a tanto al primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, como al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, comenzando un proceso de dialogo con ambas partes que, tras varios días de tensión e incógnitas, llevaría a que, el día 28 de julio, Turquía anunciara que suspendía temporalmente la exploración de las aguas disputadas con Grecia para explorar la posibilidad de alcanzar un acuerdo bilateral sobre la explotación de las mismas.

El origen de la disputa bilateral

Grecia y Turquía tienen una larga historia de disputas territoriales por el control de las aguas e islas del Mar Egeo y, en menor medida, del Mediterráneo Oriental. Una de las cuestiones que alimentan esta disputa es el hecho de que el gobierno griego tiene una considerable ventaja en su proyección territorial debido al gran número de islas, entre 1200 y 6000 según la definición escogida, que se encuentran bajo su control. Sin profundizar mucho en la materia, debemos saber al menos que, en el marco legal establecido por la Convención sobre el Derecho del Mar de Naciones Unidas (UNCLOS), las islas permiten a un país establecer una Zona Económica Exclusiva. Teniendo esto en cuenta hay una isla en particular que destaca, a la hora de alimentar las disputas con Turquía, entre todas las posesiones griegas debido a su localización.

La pequeña isla griega de Kastellorizo o Meyisti es, junto con los islotes de Ro y Strongili, la más oriental de todas las posesiones territoriales de Grecia. Kastellorizo se encuentra a tan solo 2 kilómetros de la costa turca y a aproximadamente 110 km al este de la isla de Rodas, siendo esta el territorio griego más cercano. La isla, con tan solo 9km2 de superficie, otorga a Grecia, según su interpretación, una Zona Económica Exclusiva adicional de más de 40.000 km2 algo que Turquía se niega a aceptar.

Toda la parte norte de la región central del Mediterráneo Oriental se encuentra disputada entre Turquía, Grecia y Chipre. Mapa original vía: Petroleum Economist

Pero esta disputa no resultaba tan relevante hasta el reciente descubrimiento, en la pasada década, de las importantes reservas de hidrocarburos existentes en el Mediterráneo Oriental. Este descubrimiento ha provocado en los últimos años una carrera regional por su explotación, lo que dio lugar a un incremento en las tensiones entre Turquía y otros gobiernos de la región. Estos descubrimientos, y el aislamiento de Turquía en los foros regionales para la explotación de estos nuevos recursos, servirían como uno de los principales incentivos para que Turquía interviniera en el conflicto libio firmando en el proceso el polémico Memorándum de Entendimiento con el Gobierno de Acuerdo Nacional para la delimitación de la Zona Económica Exclusiva de ambos países. La necesidad de defender este acuerdo, sumada a la posibilidad de que también existieran algunos depósitos de recursos energéticos en la zona reclamada como plataforma continental por parte de Turquía, han sido un incentivo más que suficiente para que el gobierno turco haya otorgado un renovado interés a sus reclamaciones territoriales algo que nos ayuda a entender por qué posteriormente la crisis se ha reactivado y agravado.

Para expandir: Tensiones en el Mediterráneo Oriental

La conexión libia

Como señalábamos antes la tensión se había reducido considerablemente y la crisis estaba, aparentemente, llegando a su fin tras el anuncio de Erdogan, pero esta situación llegaría drásticamente a su fin el 6 de agosto. El Ministro de Exteriores griego, Nikos Dendias, realizó esa mañana un viaje exprés a El Cairo donde se reuniría con su homólogo egipcio, Sameh Shoukry, para ultimar y firmar un acuerdo bilateral para la delimitación de la Zona Económica Exclusiva de ambos países. Este acuerdo resulta particularmente relevante porque por su diseño tiene un objetivo claro: nulificar por completo el Memorándum de Entendimiento turco-libio firmado en noviembre de 2019.

Para expandir: Turquía llama a la puerta de Trípoli

La firma de este acuerdo llevaría a la inmediata publicación de un airado comunicado por parte de Turquía en el cual se afirmaba que: “No existe una frontera marítima entre Grecia y Egipto. Con respecto a Turquía, el llamado acuerdo de delimitación marítima firmado hoy es nulo y sin valor. Este entendimiento se reflejará sobre el terreno y en la mesa (de negociaciones)”

No: 165, 6 de agosto de 2020, comunicado de prensa sobre la firma del denominado Acuerdo de delimitación marítima entre Grecia y Egipto. Vía: Ministerio de Asuntos Exteriores turco

Poco después, durante la mañana del día siguiente, el presidente Erdogan anunciaría que Turquía retomaría de inmediato las labores de exploración en las aguas disputadas con Grecia en respuesta al acuerdo greco-egipcio declarando que “Pospusimos las actividades de exploración sísmica en la región por un tiempo, ante la solicitud de la Canciller alemana Angela Merkel, como un gesto de buena voluntad” para luego añadir “La parte griega ha demostrado una vez más que no actúa de buena fe y ha recurrido a un acuerdo con Egipto que no tiene base legal. De ninguna manera Turquía aceptará iniciativa que intente encerrar al país en sus costas, ignorando el vasto territorio turco de 780.000 metros cuadrados”.

Y así, tan solo unas horas más tarde, el Oruç Reis abandonaría la bahía de Antalya rumbo a las aguas en disputa con Grecia dando comienzo a la segunda etapa de la crisis.

Segunda etapa: La crisis regional

Aproximadamente a las 17:30 del 10 de agosto de 2020 una flotilla turca compuesta por, al menos, 5 buques militares y 3 buques civiles entraba en las aguas disputadas entre Grecia y Turquía ubicadas a unos 200 kilómetros al sur de Kastellorizo.

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El Oruç Reis y su escolta navegando hacia las aguas en disputa con Grecia. Vía: Ministerio de Defensa turco

El despliegue de la flotilla turca ha supuesto un reinicio de la crisis, más grave ahora que en la primera etapa, y ha convertido las advertencias de Turquía en realidades sobre el terreno. El gobierno griego ha reaccionado poniendo nuevamente en alerta máxima a sus fuerzas armadas y comenzando una campaña diplomática para recabar apoyos y ejercer presión sobre Turquía mediante terceros.

Las primeras reacciones internacionales no tardarían en llegar, especialmente gracias a la existencia de una suerte de alianza informal de países opuestos a la expansión turca compuesta por Egipto, Chipre, Emiratos Árabes Unidos, Francia y la propia Grecia. El apoyo más sólido ha llegado de Francia ya que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha anunciado el despliegue temporal de fuerzas militares adicionales en el Mediterráneo Oriental para apoyar a Grecia. El apoyo de Francia también será especialmente importante de cara a la reunión extraordinaria del Consejo de Política Exterior de la Unión Europea que se celebrará mañana, viernes 14 de agosto, en donde se discutirá la posibilidad de sancionar a Turquía por sus recientes acciones contra estados miembros de la Unión y sus intereses.

Área de operaciones del Oruç Reis tal y como fue designada en el NAVTEX del 10 de agosto.

Una crisis peligrosa

Ayer por la tarde, día 12 de agosto, el Primer Ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, mandó un mensaje a la nación mediante un discurso televisado advirtiendo a los griegos de la posibilidad de un accidente durante el transcurso de las tensiones actuales señalando que este podría provocar un choque armado con Turquía.

Discurso de Mitsotakis [12/08/2020]

Tal y como señala Mitsotakis esta segunda etapa de la crisis es considerablemente más peligrosa y difícil de gestionar que la primera siendo además bastante sencillo que ocurra un accidente que lleve a una breve conflagración militar, aunque esta sería con casi total seguridad muy limitada. Pero ¿por qué es más peligrosa esta crisis ahora que hace unas semanas?

La principal razón para argumentar esto es el cambio fundamental que se ha producido en la naturaleza de la crisis. Originalmente esta era tan solo, sin pretender afirmar que esta no pudiera ser importante o peligrosa, una crisis bilateral más entre Grecia y Turquía, algo que ya ha ocurrido anteriormente y que se había podido solucionar a través de ciertos canales ya existentes, a pesar de que esté relacionada indirectamente con otras dinámicas de gran importancia. Pero ahora estos vectores externos han pasado a un primer plano con la firma del acuerdo greco-egipcio y, en consecuencia, la crisis ha evolucionado convirtiéndose en una disputa de ámbito regional en la cual Turquía puede perder mucho más que antes puesto que también se juega sus acuerdos con el gobierno libio, su participación en el reparto energético del Mediterráneo Oriental y su capacidad de proyectar poder más allá de su frontera inmediata.

En su primera etapa esta crisis podría haberse resuelto manteniendo el statu quo ante en el cual ambas partes mantenían sus reclamaciones sin que hubiera cambios efectivos sobre el terreno, aunque esto era algo que difícilmente podría ocurrir tras la firma del acuerdo Turquía – Libia, o mediante una, improbable, negociación bilateral fructuosa que llevara a los gobiernos de ambos países a algún tipo de acuerdo de reparto. Pero ahora esas posibilidades están cerradas debido a la regionalización de la disputa.

Teniendo todo lo anterior en cuenta ¿qué posibles desarrollos de la crisis podemos tener por delante?

  1. Conferencia multilateral. Una posible solución de esta crisis pasaría por la convocatoria de una conferencia multilateral en la cual todas las partes implicadas alcanzaran un nuevo acuerdo sobre el reparto de las aguas de la región. Formalmente, esta es la solución defendida por Turquía, pero el gobierno turco probablemente es consciente de que sería muy difícil que esta llegara a buen puerto especialmente teniendo en cuenta que tanto la propia Turquía como Grecia se estarían exponiendo a verse obligadas a ceder una parte importante de sus reclamaciones territoriales ante un arbitraje internacional. Es una resolución relativamente fácil de alcanzar, pero que probablemente sería poco efectiva.
  2. Concesión laxa por parte de Grecia. Vigilancia estrecha de las embarcaciones mientras operen en la zona, pero sin llegar a intervenir directamente para detener sus operaciones. Esta es, probablemente, la opción más sencilla de alcanzar, aunque no por ello la más probable. Sin embargo, no por ello resulta especialmente deseable para el gobierno griego, puesto que podría llegar a suponer un duro golpe para la popularidad de Mitsotakis especialmente teniendo en cuenta la evolución de la retórica hasta este momento. Es importante señalar que en este escenario se asume que Turquía se retirará tras terminar con sus operaciones y que ahí se dará por finalizada la crisis. Pero si Turquía continuara operando en la zona y Grecia también mantuviera su presencia estaríamos hablando del siguiente escenario: la Militarización del Mediterráneo Oriental.
  3. Militarización del Mediterráneo Oriental. La no-resolución del conflicto territorial. Implicaría un estado de pseudo-crisis permanente en la zona hasta que un cambio en las circunstancias externas, siendo el más probable la resolución del conflicto libio, provocara un cambio en el equilibrio de poder que hiciera evolucionar la crisis y abriera nuevas posibilidades para su resolución. Existiría un riesgo continuado de que ocurrieran accidentes que podrían llevar a una conflagración militar.
  4. Concesión plena por parte de Grecia. Retirada de las embarcaciones griegas de la zona en disputa. Un escenario mucho más grave para Grecia donde el gobierno de Mitsotakis sufriría un golpe devastador a su popularidad y que además abriría la puerta a nuevas crisis en el futuro próximo en el marco de las otras disputas territoriales existentes entre Atenas y Ankara. Casi tan improbable como la concesión por parte de Turquía.
  5. Concesión por parte de Turquía. Retirada de embarcaciones de la zona. Debido al gran número de intereses que están en juego para Turquía en esta crisis resulta difícil creer que el gobierno turco vaya a ceder terreno ante algo que no sea una coalición militar superior y/o la amenaza o promulgación de unas sanciones económicas devastadoras por parte de la Unión Europea.
  6. Conflagración militar. La más incierta de todas las resoluciones, si es que siquiera se la puede contemplar como tal. Si la crisis llega a degenerar hasta el punto de que estallen las hostilidades entre Turquía y Grecia (¿y quizá algún otro país aliado?) resultará muy difícil especular sobre lo que pueda llegar a suceder después. Sin embargo, es la opción más improbable de todas.

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