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Guerra en Etiopía: rumbo directo a Mekelle

El día 4 de noviembre comenzaba un cruento conflicto en la región Tigray entre el Gobierno federal y el Frente Tigray de Liberación Popular que ha supuesto un punto de inflexión para el país y la región. El conflicto terminaba el 28 del mismo mes cuando el primer ministro etíope declaraba Mekelle, la capital Tigray, bajo control federal. No me voy a detener especialmente en cómo se ha gestado este conflicto y su desencadenantes ya que eso se encuentra desarrollado en otros artículos sino en el transcurso del conflicto.

Para expandir: Conflicto en Tigray, Etiopía al borde de la guerra civil.

Para expandir: Tigray: ¿cómo se ha llegado aquí?

Tras diversos enfrentamientos entre el Ejército federal y el Frente Popular de Liberación Tigra (TPLF) en bases situadas cerca de Mekelle en las que el grupo Tigray habría tratado de robar armamento y munición se declara el estado de emergencia en toda la región. Otra cuestión de la que el Gobierno Etiope acuso al Gobierno Trigray fue de “armar y organizar milicias fuera de las estructuras del mandato constitucional” y de “confeccionar informes militares similares a los de Eritrea para implicar al gobierno eritreo”, los cruces de acusaciones serán una constante durante todo el conflicto. Horas después internet sufría una caída generalizada en todo el país lo que dificultó enormemente comprender la situación.

Ataque a las bases militares.

En las primeras fases del conflicto saltaron las alarmas tanto dentro como fuera del continente temiendo una expansión de conflicto al resto de la región por el importante peso que tiene el país. Estados Unidos y Reino Unido llamaron a la desescalada a través de sus embajadas en Etiopía. El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, expresó su preocupación por el conflicto y llamó a la restauración de la paz pero todos estos llamamientos fueron desoídos. Los países vecinos se prepararon no solo para salvaguardar su estabilidad interna sino para asimilar las olas de refugiados que no tardarían en empezar. A los dos días de inicio de los enfrentamientos Sudán cerró su frontera con Etiopía, pero eso no ha impedido que 94.000 refugiados llegasen al país desbordando todos los esfuerzos nacionales y los aportados por organizaciones internacionales como la ONU o Médicos Sin Fronteras. Sin embargo ninguno de los países vecinos se decantó por implicarse de manera directa en el conflicto, el Frente Tigray de Liberación Popular acusó a Eritrea de intervenir a favor del Gobierno federal, lo que fue desmentido por el presidente del país.

Los primeros enfrentamientos se reportaron en Himora, al noroeste de la región Tigray, y en el suroeste en los distritos de Tsegede y Welkait se dieron movilizaciones para luchar contra el Ejército federal. Al día siguiente de la puesta en marcha del estado de emergencia caía Tsegede junto con Humera y Dansha, pueblos de valor estratégico que se encuentran en la frontera con Sudán.

Toma de control de Humera (vía: @MapEthiopia)

El 6 de noviembre el primer ministro realiza un comunicado en el que anuncia el inicio de operaciones armadas en el norte del país para “restaurar el estado de derecho y el orden constitucional, y salvaguardar los derechos de los etíopes” legitimando estas acciones en el artículo 51 de la constitución. Durante todo el conflicto la capital de la región Tigray, Mekelle, va a estar presionada por el Ejército federal con vuelos constantes por encima de la misma. Durante su discurso Abiy Ahmed aprovecho para advertir a los ciudadanos de Mekelle que evitasen las reuniones multitudinarias en dicha localidad ya que se llevarían a cabo bombardeos.

Esta actitud tan belicista de Abiy Ahmed ha sido una desagradable sorpresa tanto a nivel interior como exterior. Tras su llegada al poder, siendo el primer ministro de etnia Oromo, se le veía como el primer ministro que llevaría la paz y la estabilidad a Etiopía y la región. Hasta el momento había dado pasos importantes para lograr este objetivo como la firma de la paz con Eritrea, lo que le valió un Premio Nobel en 2019. El comité encargado de otorgarle dicho premio manifestó su preocupación por el conflicto e instó al fin de la violencia pero no se le ha retirado el premio al líder etíope. A nivel interno hizo gestos importantes de acercamiento a las demás etnias, como legalización de grupos e indultos a presos políticos. Sin embargo, su proyecto para el país era la centralización, algo que choca frontalmente con los intereses de la etnia Tigray que históricamente ha acumulado grandes cuotas de poder. Los choques interétnicos y la violencia no dejaron de aumentar en los últimos meses previos al estallido del conflicto.

La guerra contra los Tigray también se trasladó a las instituciones y la Cámara de la Federación de Etiopía votaba a favor de establecer un gobierno de transición en el estado de Tigray. Eso significó que los cuerpos legislativos y ejecutivos que fueron elegidos el 9 de septiembre en las elecciones del estado quedan suspendidos. No obstante, no toda la cúpula del Gobierno estaba de acuerdo en un conflicto con los Tigray y eso en una remodelación completa de la cúpula de los servicios de seguridad y de parte del Gabinete presidencial por figuras leales a Ahmed. Las preocupaciones por el futuro del conflicto, del país y de la región a lo que el primer ministro respondía: “Las preocupaciones de que Etiopía se hundirá en el caos son infundadas y son el resultado de no comprender profundamente nuestro contexto”. Las organizaciones regionales como la Unión Africana se han enfrentado en el último año a un cúmulo de situaciones de inestabilidad en la región del Sahel y el Cuerno de África. Sin embargo la organización no tardó en pedir el cese de las hostilidades. El presidente de la región Tigray escribió a la organización para relatar la situación que se estaba viviendo en la región.

Ahmed recogiendo el premio Nobel (via: Reuters)

El 9 de noviembre ocurre uno de los acontecimientos más importantes de todo el conflicto, un grupo de personas no identificadas masacran la ciudad de May Cadra, principalmente a personas de las etnias amhara y wolkaits, dejando un balance total de 600 muertos pero estos datos que se conocieron 15 días más tarde. Esto fue utilizado como arma arrojadiza por el Gobierno de Ahmed ya que creó una comisión para investigar esta masacre que terminó acusando a las Fuerzas de Seguridad Tigray de complicidad al dejar a los asesinos actuar impunemente.

Dos días después se calculaba que un millar de combatientes y 8.000 personas habían huido a Sudán por el conflicto. Los combates se concentraban en la frontera con Sudán con el fin de controlar las carreteras por las que el ejército federal se desplazaría camino a Mekelle. La preocupación por una escalada incontrolable del conflicto cada vez se hacía más real y por ese motivo Sudán y Eritrea se reunieron en Khartoum para discutir la situación en Etiopía. Mientras tanto el primer ministro declaraba que esas preocupaciones eran infundadas y descartaba esa posibilidad.

Al día siguiente el Ejercito Nacional de Etiopía capturaba la ciudad de Humera, lo que implicaba que el TPLF había perdido completamente la parte de la región Tigray fronteriza con Sudán. Es importante destacar que este conflicto puso en marcha dinámicas con terceras etnias. Los Tigray y los Amhara mantienen actualmente disputas territoriales y las milicias de estos últimos no dudaron en unirse al ejército federal para luchar contra los Tigray. Además en el momento que el ejército federal alcanzó la capital Tigray esto fue celebrada por el presidente de la región de Oromia.

Declaración del primer ministro sobre Mai kadra.

Declaraciones de la comisión de investigación de la masacre.

Captura de toda la zona fronteriza con Sudán (via: https://twitter.com/MapEthiopia)

Durante el conflicto, Eritrea declara no apoyar a ningún bando aunque el TPLF denuncia en repetidas ocasiones que realmente sí apoyan al gobierno federal mediante transporte y hospitalización de soldados. El presidente Tigray, Debretsion Gebremichael, confirmó que el TPLF estaba luchando contra 16 divisiones eritreas y calificó de objetivo legítimo el aeropuerto de Asmara, la capital eritrea. Esto hizo que se llevasen a cabo diferentes ataque con cohetes al país vecino, a los aeropuertos de Gondar, Bahir Dar y barrios residenciales de Asmara. El Gobierno etíope negó continuamente estas acusaciones alegando que  “Etiopía es más que capaz de alcanzar los objetivos de la operación por sí solo”. Los ataques del TPLF a Eritrea eran uno de los principales focos de preocupación del resto de países dado que era muy fácil que Eritrea respondiese a los ataques con cohetes y se expandiese el conflicto. El Subsecretario de Asuntos Africanos del Departamento de Estado de EEUU, Tibor Nagy, declaraba “Estados Unidos condena enérgicamente los ataques injustificables del TPLF contra Eritrea y sus esfuerzos por internacionalizar el conflicto en Tigray.” El presidente de Uganda se ofreció como mediador reuniéndose con las delegaciones de ambos bandos pero el Gobierno de Etiopía rechazó las negociaciones. El presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, instaba a la desescalada del conflicto alegando que puede poner en riesgo los logros conseguidos en el país durante años.

Al mismo tiempo, el ministro de Exteriores de Turquía se reunía con su homólogo etíope para apoyar la decisión del Gobierno alegando que “El gobierno de Turquía comprende la decisión de Etiopía de tomar medidas para mantener la ley y el orden en la región.” El presidente de Djibouti  se unió al apoyo al primer ministro etíope  declarando que ‘Abiy Ahmed tuvo que castigar a quienes buscaban dividir Etiopía’.

Reunión entre los ministros de Exteriores etíope y turco ( via: @MevlutCavusoglu)

El 15 de noviembre el gobierno central etíope capturaba Alamata, ciudad de más de 30.000 habitantes ubicada en la frontera sur de la región Tigray, a unos 180 kilómetros de la capital Tigray, Mekele. La distancia que separa al Ejército federal de la capital regional no es excesiva pero hay terreno montañoso entre ellos, por lo que sería necesario que estos diesen un rodeo a todo el sistema montañoso, ya que las carreteras se encuentran siguiendo ese camino además de las localidades donde abastecerse. Todo esto implica que muchas personas se verían desplazadas de esos pueblos y ciudades y para entonces ya la Comisión de Refugiados de Sudán informaba de la llegada de 36.000 refugiados etíopes al país. Naciones Unidas preparó un plan para acoger en el país a 200.000 refugiados etíopes pues el anterior plan de acogida previsto para 20.000 personas se vio rápidamente desbordado y el Secretario General llamó a crear corredores humanitarios en Etiopía.

El Ejercito federal de Etiopía avanzaba con mucha rapidez y cinco días más tarde se encontraba a 116 kilómetros de la capital Tigray y el TPLF empezaba a prepararse para su llegada dificultando el transito en las carreteras cercanas a la ciudad.

Tweet del primer ministro sobre los refugiados.

Declaraciones del primer ministro sobre la interferencia externa.

Si algo ha caracterizado a este conflicto ha sido el contante hermetismo con los datos tanto de muertos, heridos y de materia militar destruido. El primer reporte de una pérdida de armamento no llegó hasta el día 22 con las imágenes de un T-72 perteneciente al Ejercito Federal. Ese mismo día el primer ministro anunciaba el final de la fase dos de las operaciones militares que tenía por objetivo neutralizar las milicias del TPLF y así disminuir su capacidad ofensiva. La última fase tendría como objetivo la captura de Mekelle, que daría comienzo tras un ultimátum de 72 horas para la rendición del TPLF, que este rechazó. En esta etapa del conflicto las organizaciones internacionales y los países vecinos están preocupados por el baño de sangre que puede suponer la entrada en Mekelle. La Unión Africana envía una delegación a mediar en el conflicto pero el primer ministro rechaza cualquier interferencia externa y no se reúne con ella hasta dos días después de su llegada y declaró que no había diálogo posible.

Declaración del primer ministro final de la segunda fase.

Declaración inicio de la fase final de las operaciones.

Declaraciones sobre la soberanía etíope.

 

T-72 destruido (vía: http://twitter.com/MapEthiopia)

El 27 de noviembre La televisión nacional etíope anunciaba la toma de las ciudades de Hawzen, Wurko y Negash por parte del Ejército federal y ya no había ninguna ciudad que los separase de Mekelle. El inicio de sitio contra la capital Tigray fue con fuego de artillería y se desconoce si ha habido víctimas. Al día siguiente, el primer ministro de Etiopía anunciaba la captura de Mekelle por parte de las tropas del Gobierno Federal. Se esperaba una victoria rápida sobre la localidad pero aun así la rapidez ha sido sorprendente y no se descarta la posibilidad de una rendición de la ciudad. Acto seguido, Abiy Ahmed anunciaba el fin de las operaciones militares en la región para centrarse en la reconstrucción de la región y la detención de los miembros de TPLF. El primer ministro etíope declaró que las Fuerzas Federales no han matado civiles en el transcurso del conflicto en Tigray y que no destruirán Mekelle tras su captura, al mismo tiempo que continuaba rechazando la interferencia exterior. Sin embargo las milicias Tigray también realizaron sus ofensivas contra el ejército y, aunque no haya excesivos reportes de ellas, hay que destacar el derribo de un avión MIG-23 y la posterior captura del piloto.

Anuncio de la captura de Mekelle.

Anuncio del fin de las operaciones.

 


          El Ejército etíope llegando a Mekelle (via : https://twitter.com/MapEthiopia)

Aunque la capital Tigray haya caído en manos del Gobierno de Ahmed, la lucha todavía no ha terminado y el TPLF reclama la captura de dos ciudades y haber repelido ataques en otras dos.  Al país le espera un largo camino hasta volver a una situación medianamente normal. A nivel externo, la imagen de mediación y moderación del primer ministro ha quedado destrozada, lo que le hace perder una importante ventaja para influir en la región. Por otra parte, a nivel interno, aunque algunas etnias han celebrado la caída de la ciudad Tigray por las rivalidades que mantienen con la etnia, ahora miran al gobierno de Ahmed con desconfianza ya que ha demostrado estar dispuesto a llevar adelante su proyecto de centralización del país cueste lo que cueste. Incluso a día de hoy se desconoce el número de muertos y heridos que ha dejado el conflicto, pero solo con observar las 42.000 personas que han tenido que dejar sus hogares se puede ver que Etiopía ha sangrado a manos del hombre que llegó al poder prometiendo la paz.

 

 

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