Líbano: Ira y luto

Escrito por Àngel Marrades

«Justicia para las víctimas, venganza contra el régimen», rezaban los comunicados de la protesta. Lo ocurrido en Beirut no fue producto de un fallo técnico o un accidente desafortunado, sino el resultado de un Estado, una clase gobernante (las sectas), y unas políticas corruptas. La hiperiflación, el hambre, la ira y el duelo asolan ahora Líbano, que se enfrenta a una catástrofe sin precedentes.

Para expandir: Las raíces de la protesta en Líbano

Explosión

Una columna de humo atraviesa Beirut. Los bomberos acuden al incendio en el hangar 12 del puerto, la única información que tienen es que “solamente son fuegos artificiales”. El equipo de 9 bomberos y una paramédica trata de abrir el hangar, y en ese momento una explosión sacude todo Beirut. No queda nada de ellos, desaparecen completamente en una enorme bola de fuego que se lo traga todo. El hangar contenía toneladas de nitrato de amonio, en un inicio hasta 2750, almacenadas desde que en 2013 la carga fuera confiscada a un barco cuyo propietario tenía deudas con las autoridades portuarias. Siete años estuvo el fertilizante en el hangar 12, a pesar de las peticiones y advertencias por parte de oficiales nada se hizo debido a la negligencia y la corrupción.

Tres miembros del equipo de bomberos enviados como respuesta al incendio tratan de abrir el hangar 12

Los sacos, almacenados sin ningún tipo de seguridad junto a la pirotecnia, se vieron expuestos al calor sofocante del verano. Pero la causa del incendio parece que pudiera deberse a la reparación de la puerta hecha horas antes de la explosión. Los trabajadores, que no fueron informados del nitrato de amonio, pudieron utilizar una herramienta eléctrica. Poco después comenzó el fuego, la pirotecnia comenzó a realizar explosiones hasta que este calor provocó la combustión del nitrato de amonio.

Interior del hangar 12, donde se almacenaba el nitrato de amonio

La explosión ha dejado al menos 157 muertos, más de 5300 heridos, unas 80 mil viviendas destruidas, se estima que 300 mil personas están ahora sin techo (el 12% de la ciudad), tres hospitales destrozados y hay daños por un valor de hasta 15 mil millones de dólares. No fueron mayores debido a que el mar amortiguó buena parte del golpe y, seguramente, muchos de los sacos de nitrato de amonio fueron robados o contrabandeados en los años previos.

La pérdida del puerto de Beirut supone un golpe mortal a la economía del país, que ya estaba moribunda por la rampante hiperinflación, la falta de combustible, la oscuridad constante con tan solo dos horas de electricidad diarias, un aumento del 190% del precio de la comida y servicios públicos inexistentes. El puerto, arteria vital de la economía libanesa, procesaba el 60% de las importaciones en un país en que el 95% de los medicamentos y el 85% de la comida vienen del extranjero. Todo ello en el contexto de una pandemia y la crisis económica inflacionaria. Además, junto al puerto ha quedado destruido el principal silo de grano, que podía almacenar hasta 120 mil toneladas, y en el que se encontraban casi todas las reservas, que han quedado ahora contaminadas por el nitrato de amonio.

Zona del puerto donde ocurrió la explosión, puede verse el cráter dejado en el lugar del hangar 12 y el silo | Getty Images / AFP

Ahora todo ese comercio debe redirigirse al puerto de Trípoli, que no cuenta con las infraestructuras ni personal suficiente para abarcar esa tarea. La encargada de aduanas del puerto de Trípoli es la mujer de Badri Daher, director de aduanas de puerto de Beirut. Una significativa muestra del modo en que funcionan, donde los nombramientos se hacen a dedo y todos se llevan mordidas. Los puertos, la pieza más lucrativa junto al sistema bancario, son uno de los principales focos de esta corrupción endémica. Pero el problema no esta meramente en la corrupción de la cúpula del puerto, pues fueron puestos ahí por la clase política que crea su propia red para obtener mayores ganancias. Ahora el gobierno califica a los muertos de “mártires”, como si hubieran muerto por una causa o en una guerra tratando de tapar su responsabilidad, a su vez buscan un cabeza de turco, culpando a quienes estuvieron directamente implicados en la causa del accidente (Hassan Qoreitem, Shafiq Merhi, Badri Daher, Nayla al-Hajj, Michel Nahhoul, George Daher o Nehme al-Barakes). Ese parece ser el objetivo de esta investigación de 5 días que debiera concluir hoy, 9 de agosto. De la misma manera en que trataron de culpar solamente al Banco Central de la devaluación de la moneda.

Intervención

Dos días después de la explosión, el 6 de agosto, el Presidente francés Emmanuel Macron aterrizaba en Beirut. El gobierno de Hassan Diab, formado a principios de 2020, tenía la tarea de alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pero las negociaciones se encontraban en punto muerto. Diab ya se encontraba muy débil, ahora Macron ha tratado de aprovechar el momento para forzar a la clase política libanesa a avanzar en el programa de reformas que piden los acreedores internacionales.

Esas mismas reformas que hicieron estallar las protestas de octubre de 2019, y que entonces derribaron el gobierno de Saad Hariri y su “impuesto al WhatsApp”. La visita de Macron tiene por lo tanto un gran significado, su Ministro de Exteriores estuvo recientemente dando la misma advertencia, la necesidad de un acuerdo con el FMI. Pero esta vez Francia busca conseguir algo más, por eso la implicación del presidente, que busca como parte de su gran estrategia para el Mediterráneo y el Oriente Medio recuperar influencia en los territorios tradicionales. Macron ha conseguido hacer uso del momento y la imagen para ejercer una presión enorme sobre el gobierno. Tras pasear por algunas zonas de Beirut y conseguir el afecto que los políticos locales no, Macron se reunió con los tres presidentes (Presidente, Presidente del Parlamento, Presidente del Gobierno) en el Palacio de Baabda. Al igual que a los residentes de Beirut, el francés puso encima de la mesa un nuevo pacto político, reformas y acuerdo con el FMI.

Emmanuel Macron visita la zona de la explosión

Francia trata de conseguir ese nuevo acuerdo político para el 1 de septiembre, Macron declaró que asumiría la “responsabilidad” sino fuera así. Para entonces, en la celebración del 100 aniversario de la creación del Líbano, el objetivo será dar al país una nueva estabilidad. En realidad el sistema de sectas continuará como hasta ahora, por eso mismo Francia quiere contar con Hezbolláh, pieza imprescindible en el puzzle. Es la primera vez que un presidente francés se reúne con un oficial de Hezbolláh. Pero la diferencia radicará en quien ejerza el control, a pesar del Acuerdo de Taif las dos potencias invasoras, Israel y Siria, mantuvieron su ocupación hasta el 2000 y 2005 respectivamente. Es con el ciclo abierto de la Revolución de los Cedros, el fin de la ocupación siria y la guerra con Israel de 2006 que el mapa político y social de Líbano comienza a tener profundos cambios, en los cuales la protesta y la crisis económica pasan a ocupar un lugar central.

Emmanuel Macron junto a los líderes de los bloques parlamentarios del Líbano

Es por ello que las maneras ejercidas por Emmanuel Macron adquieren gran significativo en un país que fue su colonia. Tras la reunión en el Palacio Baabda el presidente francés sienta a los líderes de todos los bloques parlamentarios en la Residencia de Pino, actual embajada francesa, y lugar desde el que el Alto Comisionado francés gobernó y se declaró la creación de Líbano el 1 de septiembre de 1920.

Seguido de Francia otros países han hecho presencia, pero tras estas primeras “donaciones y ayudas” por la “tragedia” Líbano se encontrará en un estado mucho peor, pues solo serán un alivio momentáneo para un sistema en bancarrota. Países como Turquía, Irán, Estados Unidos, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Alemania, Rusia o Chipre. Francia también ha organizado una conferencia internacional en la cual se han recaudado 250 millones de euros, una cantidad ínfima que además estará sujeta, como lso fondos CEDRE a las reformas y al acuerdo con FMI. El propio Macron lo dejo claro: “No hay cheque en blanco para Líbano”.

Revuelta

Al cuarto día de la explosión estallaron las protestas. El 8 de agosto se movilizaron a la Plaza de los Martíres, donde los manifestantes ahorcaron efigies de los principales líderes políticos del país, como venían diciendo con el lema “colgadles de las sogas”. Pero como es habitual los enfrentamientos más duros se sucedieron en la Plaza del Parlamento (Nejmeh), adonde los manifestantes intentaron acceder y cuyas entradas están bloqueadas desde el inicio del ciclo de protestas en octubre de 2019.

Manifestantes plantan una bandera del Líbano negra en la Plaza de los Mártires / AFP

El peligro en este momento, si el gobierno no sabe controlar la situación, y alguna fuerza política toma ventaja del evento catalítico es que la protesta se convierta en revuelta. El problema con esta cuestión es que todas las partes de la clase política, hasta cierto punto, se benefician del sistema de consenso por el cual cada comunidad se lleva una parte del reparto. Poner en riesgo el equilibrio actual es arriesgarse a una guerra civil. Es por esto que son partidos como Kataeb (las Falanges Libanesas) o el Partido Comunista suelen ser partidos más dispuestos en poner en duda el sistema político que rige Líbano, pero su influencia sobre el movimiento de protesta en realidad es muy pequeño.

Pero es este contexto que adquieren gran importancia las acciones que hemos podido ver de ocupación de ministerios. El gobierno tiene ahora una presión enorme, y las medidas de excepción, aplicadas de inmediato tras la explosión, no son suficientes para controlar la ira generalizada que invade Beirut. La represión es la única herramienta que queda, con 728 heridos en las manifestaciones de ayer, 158 tuvieron que ser llevados a un hospital, que están colapsados por la pandemia y la explosión. Un elemento que tiende a destacar es el uso de gas lacrimógeno en grandes cantidades, el cual es de producción francesa.

Manifestantes ocupan el Ministerio de Exteriores / AFP

Lo que se vio el día 8 de agosto es que el gobierno de Hassan Diab esta muerto, pero trata de mantener un poco más ese último aliento. Cada nueva dimisión es un nuevo clavo, y si son suficientes el gobierno caerá inmediatamente. En un intento de frenar la situación el Primer Ministro asegura que convocará elecciones anticipadas el 10 de agosto, pero es muy probable que incluso antes de eso el gobierno acabe presentando la dimisión en pleno al igual que hiciera Saad Hariri antes y gobierne en funciones. Cabe la posibilidad de que en ese escenario Hariri trate de volver al ruedo, como ya hiciera a principios de 2020. Además en Líbano aún falta un evento que puede sacudir el país, el veredicto sobre el asesinato de Rafic Hariri en 2005, que desencadeno la Revolución de los Cedros. El resultado se esperaba para el día 7 de agosto, pero se ha retrasado al 18 debido a la explosión.

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