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Acuerdo de ¿paz? en Afganistán

Este sábado, 29 febrero de 2020, presenciábamos un momento histórico. En Doha, la capital de Qatar y sede de las interminables negociaciones entre Estados Unidos – con Zalmay Khalilzad al frente – y los talibanes, se ponía fin a casi dos décadas de guerra. Pese a que el gobierno afgano quedase al margen de las negociaciones de Doha, tras la firma del acuerdo con los talibanes, la República Islámica de Afganistán y los Estados Unidos, emitían un comunicado conjunto sobre el acuerdo de paz. En dicho comunicado, se insta al cese del fuego contra los talibanes y al inicio de conversaciones para el futuro de Afganistán.

El secretario de defensa estadounidense Mark Esper conversa con el Presidente afgano Ashraf Ghani Ahmadzai en Afganistán

El acuerdo entre el legítimo Estado soberano de Afganistán – de acuerdo a las leyes internacionales – y los Estados Unidos, consta de dos partes. En la primera parte, se hace hincapié en la necesidad de la lucha contra el terrorismo en el país, donde grupos e individuos que representan una amenaza a la seguridad internacional y nacional, reclutan, entrenan y recaban financiación. Se hace una especial mención, a los grupos terroristas de Al Qaeda e ISIS – K, además, Estados Unidos se compromete a facilitar las conversaciones con Pakistán en temas de seguridad. En la segunda parte, se habla de la retirada de tropas estadounidenses y de la Coalición, en los términos alcanzados en el acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes.

El camino recorrido hasta alcanzar un acuerdo con los talibanes, no ha estado exento de dificultades. Las primeras conversaciones se iniciaron en 2009 y no contaron con el apoyo de Estados Unidos, no obstante, estuvieron auspiciadas por Pakistán y Arabia Saudí. No sería hasta 2016, cuando Estados Unidos junto a China y Pakistán, iniciaran una nueva ronda de conversaciones, pero sin éxito en el alto al fuego. Fue en el 2018, cuando el portavoz de los talibanes accedió a negociar con Estados Unidos. Ya en enero de 2019, enviados del gobierno norteamericano bajo el liderazgo de Zalmay Khalilzad, se han ido reuniendo periódicamente con los talibanes en Qatar. Cuando las negociaciones parecían poder llegar a alcanzar el acuerdo de paz, en septiembre de 2019 hubo un repunte de la violencia, por parte de grupos que no aceptaban el acuerdo. Finalmente, y tras la reducción de la oleada violenta, las negociaciones se retomaron en noviembre y han continuado hasta este mes. El día 13 de febrero, el nuevo líder talibán, Mawlawi Haibatullah Akhunzada aceptó las demandas de Pompeo que llevaron a la firma del acuerdo el 28 de febrero.

El acuerdo de paz con los talibanes se compone: de cuatro puntos clave, interrelacionados entre sí, de los cuales la consecución de los primeros conlleva la consecución de los segundos; también se compone de tres apartados que desarrollan los puntos clave. Este acuerdo, será extendido a toda la zona bajo el control talibán hasta que se llegue a un acuerdo interno con el gobierno para el futuro Estado afgano.

Los puntos clave que trata el acuerdo son los siguientes: que el suelo afgano no sea utilizado por grupos o individuos que representen una amenaza para los Estados Unidos y sus aliados. Que las tropas extranjeras se irán retirando progresivamente, según el cronograma expuesto en el acuerdo. Que los talibanes podrán iniciar conversaciones internas con el gobierno afgano, a partir del día 10 de marzo. Por último, un alto al fuego permanente negociado entre el gobierno afgano y los talibanes.

En la primera parte, que desarrolla los puntos clave, encontramos la hoja de ruta a seguir para la retirada de tropas y las futuras relaciones internacionales con el país. En un plazo de 135 días, las tropas se reducirán hasta 8.600, así como el desalojo por completo de 5 bases militares. Si los talibanes cumplen su parte del acuerdo, el resto de tropas y bases militares serán desalojadas en el plazo de 9 meses y medio siguientes. También, Estados Unidos se compromete a trabajar de inmediato en un plan de liberación de presos y, antes del 10 de marzo se habrán liberado 5.000 talibanes y 1.000 del gobierno. En el plazo de tres meses siguientes, se liberarían el resto de presos. A este respecto, Estados Unidos hará una revisión administrativa de las sanciones y recompensas por miembros del Emirato Islámico de Afganistán, eliminándolas antes del 27 de agosto. Así como, a instar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a que se eliminen las sanciones a los talibanes y a sus miembros, antes del 29 de mayo. Por último, Estados Unidos se abstendrá del uso de la fuerza o amenaza a Afganistán, además de la no injerencia en asuntos internos.

En la segunda parte, se tratan los deberes de los talibanes para combatir el terrorismo en la región. Se insta a que no se dé cobijo a grupos o personas que supongan un riesgo para la seguridad de Estados Unidos y sus aliados. También, a que no se financie, reclute o entrene en suelo afgano. Además, que no se de asilo a individuos que de acuerdo a las leyes internacionales supongan una amenaza, y que se les niegue la posibilidad de viajar fuera de Afganistán. La última parte del acuerdo, habla sobre el futuro de las relaciones internacionales con los demás países, del gobierno que resulte de las conversaciones que se iniciarán el mes que viene.

Parte dos del acuerdo de paz con los talibanes.

Aunque el acuerdo pone fin a un conflicto que se ha prolongado 18 años en el tiempo, con la muerte de más de medio millón de civiles afganos, 2.300 soldados de la Coalición y más de 20.000 heridos, la situación en Afganistán no es tan optimista, en primer lugar, se ha alcanzado un acuerdo al margen de la sociedad civil, que ve la retirada de tropas con una mezcla de miedo y esperanza. En segundo lugar, los talibanes han ido ganando apoyo e influencia desde 2015. Tercero, no se ha confirmado la reelección del presidente Ashraf Ghani, y su opositor Abdullah Abdullah se declaró ganador de las últimas elecciones, amenazando con la formación de un gobierno paralelo. Por último, en cuanto a Estados Unidos, el acuerdo alcanzado con los talibanes dentro de la hoja de ruta para Afganistán y el Sur de Asia de la administración Trump, podría dar un empujón a su reelección en las generales de este año. Ahora bien, habrá que ver como se siguen desarrollando los hechos en Afganistán, porque el acuerdo podría ser un fracaso. Recordemos que, en 2004, el presidente Bush ya anunció en una Conferencia la victoria definitiva contra los talibanes y Al Qaeda, nada más lejos de la realidad.

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