Escrito por Àngel Marrades
Las protestas que han sacudido Hong Kong desde el 9 de junio de 2019 no tienen precedente, tanto su escala como su forma han supuesto un cambio en la actitud y en los comportamientos de la metrópoli que han dejado una marca histórica. Sin embargo, tras la tormenta y sin un camino claro a seguir, muchos hongkoneses se preguntan hacia donde caminar. Como muestra la siguiente imagen la confianza en el futuro ha decaído enormemente, tanto en China, como en Hong Kong o en la fórmula “Un País, Dos Sistemas”, todos ellos más de 20 puntos desde 2010.
Para comprender la magnitud, política y social, de estas protestas debemos entender en primer lugar el paisaje social e histórico que conforma la política hongkonesa; y como todos los tabús asociados al liberalismo cívico en el uso de la violencia se han ido derribando uno a uno. Cuál ha sido el camino que ha llevado del eslogan “Occupy Central with Love and Peace” al asalto del Consejo Legislativo (LegCo) con la participación de black blocs al frente.
La generación del baby boom
Durante años este liberalismo cívico ha dominado la escena política hongkonesa al calor de la generación del baby boom, bajo la idea esencial del esfuerzo y el trabajo duro para labrarse un futuro en la metrópoli. Si bien es cierto que ello tiene sus raíces no solamente en la influencia política transmitida por los colonizadores, sino también en las oleadas de inmigración desde la china continental debido a los enfrentamientos entre los señores de la guerra, la guerra sino-japonesa o la guerra civil. El ambiente comercial construido desde la llegada de los británicos, frente al rígido Imperio Qing y sus políticas contra el libre comercio, ha supuesto históricamente la construcción de esta mentalidad. La importancia de la generación baby boom es no solo la asociación de esta visión, sino también la idea de la negociación y el pacto con las autoridades coloniales. Algo que destaca contra las revueltas en 1956 y 1967.
Tanto la generación del baby boom como la posterior tuvieron que hacer frente a la devolución de la colonia a China. Es en este periodo cuando se forma políticamente el movimiento pan-democrático que ha dominado el escenario político en clivaje con el campo pro-Beijing.
Dos eventos serán los que lo moldeen: las protestas de Tiananmen y la apertura política iniciada por Reino Unido en los últimos años del mandato colonial. La primera supuso la formación de un potente movimiento estudiantil, asociado a la imagen (occidental) de Tiananmen con valores democráticos y liberales como la libertad de expresión, de prensa, de asociación… La apertura política permitió la formación de estructuras políticas, su organización y preparación al igual que el acceso a las instituciones de la ciudad, lo que ayudó a consolidar el movimiento. De esta forma cuando se dio el traspaso en 1997 ya existía una sociedad civil con la posición de ejercer de oposición política a los tecnócratas y élite empresarial pro-Beijing.
Durante años la fuerza política y capacidad de movilización llevada a cabo por el movimiento pan-democrático, junto a las instituciones con mayor peso como la “Hong Kong Federation of Students” (HKFS), les ha permitido llevar este rol dominante; imponiendo las tácticas y formas de lucha política. Algunos ejemplos son las vigilias por el aniversario de Tiananmen, las marchas del primero de julio de 2003, “Occupy Central with Love and Peace” o el Umbrella Movement. Las tácticas que predominaban en sus espacios eran las sentadas, marchas pacíficas, el rechazo a la violencia y respeto al estado de derecho. El movimiento trataba de evitar las escaladas o la resistencia a la autoridad para evitar enfrentamientos, denunciando cualquier tipo de “vandalismo” o ruptura del orden.
La importacia del sufragio universal
Sin embargo los resultados políticos extraídos de las protestas de 2003 a 2014 fueron escasos. Por un lado no se avanzó en el sufragio universal, la única propuesta que se acercaba a la demanda fue rechazada por el movimiento debido a que se aceptaba ceder en que se votarían unos candidatos pre-seleccionados. Una cuestión que provocó duras críticas sobre la falta de liderazgo del movimiento, siendo acusado de no saber liderar las protestas. Por otro tampoco se ha conseguido parar la mayor parte de las reformas de los sectores empresariales pro-Beijing como la expansión del sector inmobiliario a los “Nuevos Territorios”. El sufragio universal constituye el punto nodal a través del que se articulan un caleidoscopio de demandas, y, aunque las formas de lucha del liberalismo cívico han retrocedido, no lo han hecho sus pilares políticos que siguen dominando la política de la metrópoli. Un buen ejemplo de ello es la opinión sobre el estado de derecho, el respeto a la ley, que la mayoría de los hongkoneses ven como uno de esos pilares en que confían. Ahora, cuando por su lucha política rompen el estado de derecho establecido, en vez de criticarlo acusan a China de subvertirlo.
Así, tras el sufragio universal se pueden observar toda una serie de demandas relacionadas con el aumento del coste de vida, el precio de la vivienda, la gentrificación, el aumento de las tarifas universitarias, el desempleo, los trabajos precarios, el surgimiento de nuevas identidades, los derechos de la mujer o incluso los derechos de sectores sociales marginalizados. Sectores que no se ven incluidos dentro de esta demanda, como las trabajadoras migrantes (amas de casa) y los trabajadores continentales, que apenas consiguen el derecho de residencia y por lo tanto seguirían sin derecho a voto a pesar de constituir una parte fundamental de la economía. Esto se debe a que el sufragio universal es la demanda democrática básica en la cual depositan sus esperanzas bajo la idea de que unos candidatos electos, sujetos a la lupa democrática de la responsabilidad y la rendición de cuentas a sus electores, y no a Beijing, hará resolver todas estas demandas heterogéneas.
El localismo
Las consecuencias de la pérdida de capital político debido al fracaso en el movimiento pan-democrático ya comenzaron a notarse en el Umbrella Movement. El carácter de las manifestaciones de 2019-2020 son solo su colofón. Quien principalmente ha conseguido capitalizar estas derrotas empujando hacia prácticas más militantes con el uso de la violencia en la protesta ha sido el localismo.
El Partido Pasión Cívica es uno de los que se sitúan en este campo. Destacó en 2013 por comenzar vigilias alternativas sobre Tiananmen y por el asalto al Consejo Legislativo -el 19 de noviembre de 2014 durante la “Revolución de los Paraguas”- condenado por los principales grupos políticos de la protesta. Es preciso señalar que el localismo sigue siendo una fuerza menor aunque haya avanzado mucho e incluso haya ganado asientos en el Consejo Legislativo. Su relevancia se debe a haber sabido catalizar estas formas de lucha más militantes. Los primeros signos del avance de las posturas favorables a la acción directa fueron los disturbios en Mong Kok de 2016.
Una muestra de la derrota de los sectores liberales se vio en el escolarismo (movimiento estudiantil), donde mantenían una presencia dominante y del que salen conocidos líderes como Joshau Wong, quien fundó el partido Demosistō. En un referéndum, en 2015, cuatro de las ocho universidades de la Federación de Estudiantes de Hong Kong (HKFS) se desafiliarón de la organización, marcando la ruptura de parte del sector estudiantil con las instituciones del liberalismo cívico. Esto se evidencia cuando, en noviembre de 2019, la Universidad Politécnica de Hong Kong (una de las que abandono la HKFS), se convirtirtió en el bastión de las protestas, siendo puesta bajo asedio por la policía.
Para expandir: Entrevista a Joshua Wong, líder activista de Hong Kong
El localismo moderno es un movimiento que desea la independencia de China bajo la teoría de la ciudad-Estado, existen incluso algunos grupos favorables a volver al mandato británico. Tienen una posición nacionalista y en muchos casos xenófoba hacia los chinos continentales, a quienes dibujan como “langostas” que drenan los recursos de Hong Kong. En general las posiciones nacionalistas han tomado auge también en las protestas de 2019, siendo uno de los principales eslóganes “Restaurar la gloria de Hong Kong, la revolución de nuestro tiempo” (光復香港 時代革命). El localismo ha tomado fuerza especialmente en los “Nuevos Territorios”, donde han apoyado la lucha de los residentes que se ven amenazados por el avance de la gentrificación.
Estas identidades están en disputa como puede apreciar en los siguientes gráficos, aunque la tendencia generacional se encamina hacia la posibilidad de la construcción de una identidad nacional hongkonesa.
“Cinco demandas, ni una menos”
Las protestas contra la ley de extradición en 2019 que exigían la retirada de la norma, han ido evolucionando hasta el día en que se anunció su supensión. Durante esa misma jornada, del 15 de junio, aparecerán nuevas exigencias tras el suicidio de uno de los manifestantes, Marco Leung.
Para expandir: Hong Kong ante el precipicio
Leung, quien deja un testamento con 5 demandas, da forma posteriormente al lema de “cinco demanda, ni una menos”: retirada completa de la ley, retirada de los cargos por “disturbios”, libertad incondicional de todos los arrestados, organización de una investigación independiente sobre los crímenes de la policía y el sufragio universal.
Otro de los momentos clave fue el asalto del Consejo Legislativo el primero de julio, el día en que se celebra el aniversario del traspaso de la soberanía de la ciudad. En un primer momento los sectores pacifistas trataron de impedirlo y mostraron reticencia a esta acción. Pero cuando los manifestantes abandonaron el edificio, bajo la amenaza del uso de la fuerza y el asedio de las fuerzas antidisturbios, cuatro manifestantes se negaron a retirarse y enfrentar el arresto. Esta negativa derivó en que un grupo les sacará del edificio haciendo efectiva a partir de entonces la consigna de “no dividirse en facciones” (不割蓆). Tanto la exigencia de las cinco demandas, como esta consigna de la unidad permitirán la formación de un “movimiento” (no en el sentido orgánico) consistente, pero con distintas reivindicaciones y afinidades políticas.
Este intento de unidad tuvo otras consecuencias: no se discute sobre el carácter del movimiento. Lo que ha llevado a convivir en la misma trinchera a activistas decolonizadores con grupos de extrema derecha. Con el efecto colateral que se da una lucha interna por tratar de dominar la narrativa. Aquí es donde adquieren sentido la bandera colonial británica en el LegCo, las manifestaciones pidiendo la intervención de Estados Unidos o los ataques contra personas pro-Beijing. Al final de lo que debaten es de la táctica que llevar a cabo para empujar unos determinados objetivos políticos ya establecidos, de los cuales no se discute el contenido.
Agosto sería el periodo más turbulento de 2019 y los sucesos ocurridos durante este mes terminarían de dar forma al movimiento marcando su evolución y propiciando su estancamiento hacia finales de 2019. Este mes estará marcado por la negativa de la policía de autorizar las manifestaciones, la huelga general del día 5, la pérdida de un ojo de una enfermera voluntaria por un disparo de perdigón de la policía -dando lugar al lema “ojo por ojo”- el bloqueo del aeropuerto y los enfrentamientos en el metro de Hong Kong (Mass Transit Railway, MTR).
Los enfrentamientos en el MTR con la policía fueron especialmente violentos debido a la colaboración entre esta empresa y la policía. Se acordonó a los manifestantes en la estación Prince Edward golpeándoles sin permitir pasar entrar a paramédicos voluntarios. Durante ese 31 de agosto, tres manifestantes desaparecieron y corren rumores de que fueron asesinados. MTR se ha negado a mostrar las grabaciones.
Estos dos eventos son especialmente catalíticos para sembrar el fuerte odio que hoy día hay hacia la policía de Hong Kong (HKPF), también a la empresa MTR, desde entonces los manifestantes han creado métodos para no pagar billetes. Con el anuncio el 4 de septiembre de que se retiraba la ley de extradición los manifestantes consiguieron el objetivo que inicio todo. Pero las otras cuatro demandas (“cinco demandas, ni una menos”) sumado a la vivencia de los constantes y violentos enfrentamientos han permitido la continuidad de las protestas. Además, puede observarse como las el momento actual ha derivado en una espiral en la que el movimiento no está tratando tanto de exigir las demandas que quedan sobre la mesa (retirada de los cargos por “disturbios”, libertad incondicional de todos los arrestados, organización de una investigación independiente sobre los crímenes de la policía y el sufragio universal), sino reparaciones frente al enemigo que combate cara a cara: la HKPF.
Actualmente está por verse si el movimiento se condensa en una forma tangible o si alguna fuerza política es capaz de absorberlo. Por el momento, tras el parón de la pandemia, el movimiento parece estar meramente en modo reactivo y solo se han convocado acciones de en respuesta a las últimas decisiones anunciadas por Beijing.
La ley de Seguridad Nacional
Habiendo repasado los eventos ocurridos en las protestas de 2019 exploremos ahora el sentido de la ley de Seguridad Nacional. Esta ley consiste en introducir una reforma al artículo 23 de la Ley Básica, la «constitución» de Hong Kong. La reforma estipula nuevos delitos que pueden ser perseguidos como subversión, secesión, terrorismo o interferencia extranjera. Las potenciales consecuencias serían que muchos de los arrestados en el movimiento de protesta, unos 8 mil desde desde abril de 2019, podrían ser acusados en este nuevo marco, ya que cualquier acción contra la policía se podría considerar un «acto terrorista».
En 2003 ya se trató de implementar estas medidas en el artículo 23 de la Ley Básica por iniciativa del gobierno local. Sin embargo hubo grandes protestas y las reformas no salieron adelante. Aun así este artículo contiene ofensas como: traición, secesión, sedición, subversión o robo de secretos de estado. La diferencia sustancial en el contenido es la introducción de “terrorismo”. En cuanto al proceso la diferencia es que está vez quien lleva a cabo la reforma no es la administración de Hong Kong, sino directamente la Asamblea Popular Nacional, el parlamento de la República Popular China. Esto supone una garantía de que no va haber ningún tipo de interrupción, y una muestra clara tanto de la desconfianza como de la desafección de Beijing con el ejecutivo de Hong Kong. Si el Consejo Legislativo tuviera que pasar la reforma se vería interrumpido por las protestas y la presión política interna, de los legisladores, y externa, de los manifestantes.
El artículo 23 de la Ley Básica afirma que: “La Región Administrativa Especial de Hong Kong promulgará leyes por sí misma para prohibir cualquier…”. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el artículo 18 dice: “Las leyes nacionales no se aplicarán en la Región Administrativa Especial de Hong Kong, excepto las enumeradas en el Anexo III de esta Ley (…) El Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional puede agregar o eliminar de la lista de leyes en el Anexo III (…) Las leyes enumeradas en el Anexo III de esta Ley se limitarán a las relacionadas con la defensa y los asuntos exteriores, así como otros asuntos fuera de los límites de la autonomía de la Región como se especifica en esta Ley.“
Por lo tanto la ley de Seguridad Nacional entraría dentro de una de estas categorías. Aún así, y es algo que ocurrirá, la interpretación de toda ley puede ser llevada ante un tribunal. Ciertamente los tribunales de Hong Kong podrían dar la razón a los demandantes, como paso con la ley anti-máscaras, y establecer que no hay base legal para que esta ley. Sin embargo el artículo 158 de la Ley Básica estipula: “El poder de interpretación de esta Ley recaerá en el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional. El Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional deberá autorizar a los tribunales de la Región Administrativa Especial de Hong Kong a interpretar por sí mismos, al juzgar casos, las disposiciones de esta Ley que están dentro de los límites de la autonomía de la Región“.
Es decir, el propio órgano que dicta la ley es el que podrá en último término decidir su legalidad, pudiendo anular cualquier decisión de los tribunales. Por supuesto esto tiene consecuencias en la erosión de las instituciones de Hong Kong, pero en este caso podemos asegurar que China se mantendrá firme en su decisión de promulgar esta ley.
Según el borrador de la ley de seguridad nacional el gobierno de Hong Kong deberá: “El estado implementará inquebrantable y con precisión los principios de « un país, dos sistemas» (…) emplee las medidas necesarias para establecer y completar el sistema legal y los mecanismos de aplicación de la Región Administrativa Especial de Hong Kong para preservar la seguridad nacional, y prevenir, detener y castigar legalmente conductas y actividades que ponen en peligro la seguridad nacional.” Esto abre la puerta a que China pueda hacer uso de agencias de seguridad, como el servicio de inteligencia Ministerio de Seguridad del Estado (MSS), para implementar la ley de Seguridad Nacional.
¿Por qué ahora?
Dos vértices explican la razón de la ley en este momento: uno concreto y otro general. Lo concreto tiene que ver con los acontecimientos recientes. Beijing no confía en el gobierno autónomo de Hong Kong para llevar a cabo las reformas, algo que se debe tanto en su incapacidad de promulgar una ley de Seguridad Nacional por sí misma como por el fracaso que supuso la ley de extradición en 2019. La administración de Xi Jingpin toma entonces la decisión de que ya no es suficiente con traer a los disidentes a China para juzgarlos (ley de extradición), sino que es necesario directamente llevar la legislación China a la metrópoli (ley de seguridad nacional). Este cambio de postura es muy significativo, supone que el PCCh ya no se quedará atrás esperando por resultados, sino que va a involucrarse con todo su peso en la administración especial de Hong Kong. Esto es, tomando el asunto como una amenaza a la seguridad nacional del país.
Por lo tanto durante este verano, que será crucial y repleto de protestas, debemos esperar una China mucho más asertiva y dispuesta intervenir si fuera necesario. Es más, la ley de Seguridad Nacional se aprobará antes de septiembre, cuando son las elecciones al Consejo Legislativo, para evitar interferencias no deseadas.
En el aspecto general las acciones de China adquieren sentido al comprender el papel de Hong Kong para el desarrollo de la economía capitalista durante el periodo de “Reforma y Apertura“. China ha necesitado de este conducto para poder integrarse de manera paulatina en la economía global; evitando así realizar grandes reformas a su sistema político y pudiendo absorber grandes masas de capital extranjero sin sufrir los shocks que supondrían. De hecho podemos decir que Hong Kong sigue ejerciendo en gran medida de ese papel de puerta que permitió un grado de conexión tan importante entre la economía de Estados Unidos y China. En 2018 el 54% de la inversión extranjera directa que recibió China lo hizo a través de Hong Kong, a su vez el 58% de la inversión china en el extranjero pasó por la ciudad.
Sin embargo, hoy día la situación es bien distinto de la de 1997, China es un gigante económico en posición no solo de absorber capital extranjero, sino de expandir el propio. Hong Kong en definitiva se ha quedado pequeño, y su posición, articulada políticamente bajo el paraguas de “Un País, Dos Sistemas”, ha dejado de tener sentido para China. Ciudades como Shanghái, centro financiero, o Shenzhen pueden cumplir el papel que tenía la metrópoli, pero de forma totalmente integrada en el sistema de gobierno del PCCh.
El plan a largo plazo de Beijing al final es conseguir completar el “Plan de Integración del Área de la Gran Bahía del Delta del Río Perla”, creando un centro económico-financiero con varias mega-ciudades. Este proceso de integración, a un lado, y los intereses de mantener el estatus de la ciudad como centro financiero global por parte de Estados Unidos, al otro, reflejan la ruptura de la entente económica que suponía Hong Kong. La guerra comercial es el resultado de la negativa de Estados Unidos de aceptar la nueva posición de China. Mientras que las acciones de China son su requisito para poder avanzar el escenario de competición global como gran poder.
La batalla por el futuro de Hong Kong contiene múltiples axiomas y se enmarca en un proceso de cambio de la posición de China respecto al mundo en el cual los elementos definitorios superan a las cuestiones locales de la propia metrópoli. Pero, al menos por el momento, las fuerzas que se baten sobre el asfalto serán las que decidan el resultado de la disputa por el futuro de la urbe.
Suscríbete y accede a los nuevos Artículos Exclusivos desde 3,99€
Si escoges nuestro plan DLG Premium anual tendrás también acceso a todos los seminarios de Descifrando la Guerra, incluyendo directos y grabaciones.
Apúntate a nuestra newsletter
Te enviaremos cada semana una selección de los artículos más destacados, para que no te pierdas nada.