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Emiratos Árabes frente a Turquía: el origen de una rivalidad

Por Jorge González Márquez

El Gran Oriente Medio ha sufrido numerosos cambios desde que hace ya casi 10 años diera comienzo la ola de protestas antigubernamentales conocida comúnmente como la “Primavera Árabe”. Esta provocaría una sucesión de crisis de todo calibre en el mundo arabo-islámico convirtiéndose en una suerte de gran terremoto socio-político que terminó de destruir los frágiles y ya dañados equilibrios de poder existentes en la región. Uno de los cambios de mayor importancia, surgido de las secuelas de la Primavera Árabe, es la aparición de un cisma entre los países de mayoría suní que ha cristalizado con el paso del tiempo en una rivalidad entre Turquía y Emiratos Árabes Unidos, que hoy vemos cómo alimenta conflictos como la Segunda Guerra Civil Libia. ¿cómo hemos llegado hasta aquí?

La Primavera Árabe

Egipto, quizá incluso más concretamente El Cairo, ha tenido históricamente un papel central para la región a nivel ideológico, político e incluso ocasionalmente religioso. Esto también fue así durante los primeros años de la década ya que en los cambios sufridos por el país del Nilo encontramos el origen de un nuevo conflicto que está marcando el devenir de la región.

La revuelta egipcia de 2011, enmarcada dentro de la ola de protestas posteriormente conocida como la Primavera Árabe, supondría el fin (temporal) de más de medio siglo de gobierno del país por parte de una serie de autócratas de origen militar. Pero aún más importante que la propia caída del gobierno de Hosni Mubarak, quien ostentaba la presidencia de Egipto desde octubre de 1981, fue el hecho de que esta vino acompañada del ascenso del movimiento político clandestino más grande del país los Hermanos Musulmanes.

Manifestantes congregados en la Plaza Tahrir

                                           Los Hermanos Musulmanes

La Sociedad de los Hermanos Musulmanes o Hermandad Musulmana, más comúnmente conocida como los Hermanos Musulmanes, es una organización político-religiosa fundada en Egipto en 1928 que sirve como pilar de un movimiento transnacional islamista con presencia en más de 70 países que tiene como objetivo el establecimiento de un estado gobernado por la sharia, la ley islámica.

La Hermandad tuvo un importante papel en el movimiento nacionalista egipcio y en la lucha contra el gobierno colonial británico y la monarquía lo que llevo a su prohibición en 1948. Tras el golpe de estado de 1952, llevado a cabo por el Movimiento de los Oficiales Libres, la organización saldría de la clandestinidad durante un breve periodo de tiempo hasta que en 1954 fue acusada de participar en un intento de golpe de estado contra el primer ministro, Gamal Badel Nasser, provocando de nuevo su persecución y prohibición. A raíz de esta persecución continuada muchos miembros de la Hermandad abandonaron Egipto y se dispersaron por toda la región estableciendo así el establecimiento de toda una red transnacional de contactos y organizaciones satélite. 

La Hermandad volvería a ser legalizada tras la caída del gobierno de Hosni Mubarak. El apoyo dado a las protestas y la gran influencia de la organización en la sociedad civil, obtenida gracias a su amplia red de organizaciones subsidiarias, les permitió convertirse rápidamente en el movimiento político más influyente del país como quedaría demostrado con la victoria de su brazo político, el partido Libertad y Justicia, en las elecciones de noviembre de 2011 donde se convertiría en primera fuerza parlamentaria al obtener el 37’5% de los votos. 

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                 Manifestantes portando banderas con el símbolo de la Hermandad

 

La participación de los Hermanos Musulmanes en la caída de Mubarak y su posterior ascenso al poder fue recibida con notable inquietud por parte de algunos gobiernos de la región que mostraron preocupación ante la posibilidad de que la Hermandad pudiera utilizar su influencia regional para avivar las llamas de la revuelta en otros países. Esta preocupación se vería reforzada cuando Mohammed Mursi, el candidato de la Hermandad a la presidencia de Egipto, obtuvo la victoria en las elecciones de 2012 y comenzó a realizar una serie de polémicas reformas.

La entrada en escena de Emiratos Árabes Unidos

El estallido de las revueltas de 2011 fue seguido desde la distancia por parte del gobierno de Abu Dabhi. Emiratos Árabes Unidos se había logrado mantener, al menos a grandes rasgos, fuera de la ola de protestas que sacudía el mundo árabe, en buena medida gracias a su extensa red de asistencia social surgida de un habilidoso aprovechamiento de las grandes reservas de recursos energéticos de las que dispone el país. Pero la situación cambió notablemente con el ascenso de los Hermanos Musulmanes en Egipto. En Emiratos existía desde la década de los 70 una organización vinculada a la Hermandad conocida como Al-Islah y aunque esta había sido prohibida en 1994, tras una acusación del gobierno egipcio de que estaba financiando a grupos yihadistas, continuaba muy activa en la clandestinidad siendo una fuente de preocupación constante para las familias gobernantes. En consecuencia, y a pesar de las promesas realizadas por Mohammed Mursi de no tener intenciones de “exportar la revolución”, el desarrollo de los acontecimientos en Egipto supuso un momento de inflexión para el gobierno emiratí que decidió tomar cartas en el asunto y dar comienzo a una campaña contra el movimiento islamista.

El primer paso fue, como era de esperar, ocuparse de los posibles enemigos internos. En 2012 el gobierno emiratí acusó a Al-Islah de estar conspirando para establecer un estado islamista organizando protestas para desestabilizar el país mientras su brazo armado preparaba un golpe de estado. Al Islah negaría estar participando en complot alguno contra el gobierno y rechazaría toda acusación de tener un brazo armado pero esto no impediría que 94 de sus miembros fueran detenidos entre los meses de marzo y diciembre.  

En diciembre de 2012, el ministro de exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Sheikh Abdullah bin Zayed al-Nahayan, internacionalizaría la campaña emiratí contra la Hermandad al declarar en rueda de prensa que “los Estados del Golfo deberían trabajar unidos para detener las conspiraciones de la Hermandad Musulmana en la región”.

Mientras tanto en Egipto la cúpula militar, con importantes intereses económicos amenazados por las reformas propuestas por Mursi, llevaba meses enzarzada en una disputa de poder con el presidente mientras este concentraba poderes en su cargo para realizar grandes cambios en el tejido institucional y legal de Egipto. Esto les convertía en un socio ideal para Emiratos Árabes Unidos por lo que, a lo largo de 2013, oficiales emiratíes se pondrían en contacto con miembros del servicio secreto egipcio y con militares del entorno de Abdelfatah al-Sisi, por aquel entonces ministro de defensa, para orquestar protestas contra el gobierno de Mohammed Mursi y, posteriormente, preparar el golpe de Estado militar de 2013.

Soldados egipcios durante el golpe de Estado de 2013

La caída de Mursi supondría un momento de inflexión para la región. Algunos países, especialmente aquellos con buenas relaciones con la hermandad como es el caso de Túnez y Turquía, lo recibirían con gran hostilidad mientras que otros, incluyendo a KuwaitEmiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí o Siria, recibirían la noticia con distintos grados de apoyo y felicitaciones.

La Hermandad sería golpeada duramente durante los meses siguientes. El nuevo gobierno egipcio ilegalizaría de nuevo a la organización dando así comienzo a una nueva persecución generalizada y provocando el exilio de un gran número de miembros de la Hermandad a países como Qatar o Turquía. La protección de miembros reconocidos de la Hermandad en el territorio de Qatar, sumado al apoyo que Doha había proporcionado a Mohammed Mursi, provocaría una importante brecha entre Qatar y los demás miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) especialmente después de que estos denominaran a la Hermandad como organización terrorista internacional en 2014.

La crisis del Golfo

Las relaciones entre Qatar y sus vecinos árabes han sufrido un progresivo deterioro desde la llegada al poder en Qatar de Hamad bin Khalifa al-Thani en 1995 quien, al contrario que sus predecesores, concluyó que para garantizar la seguridad del Estado este debería tratar de tener una política independiente y no ser meramente una suerte de apéndice dependiente de los designios de Arabia Saudí.

Esto ha llevado a que, desde comienzos de siglo, Qatar haya desarrollado una serie de políticas que le han acabo poniendo en rumbo de colisión con sus socios del Consejo de Cooperación del Golfo:

Irán. Qatar, al contrario que la mayoría de los países del GCC, mantiene relaciones relativamente buenas con Irán, el principal rival regional de Arabia Saudí. Son muchas las motivaciones que se encuentran tras esta decisión por parte del gobierno qatarí pero entre ellas hay dos que destacan sobre todas las demás:

  • La vulnerabilidad de Qatar en caso de que se produjera un conflicto militar en el Golfo Pérsico.
  • La existencia del yacimiento gasístico de South Pars – North Dome cuyos derechos de explotación están divididos entre Irán y Qatar.
Yacimiento gasístico de South Pars / North Dome

AlJazeera. Uno de los argumentos recurrentes durante los últimos años a la hora de criticar a Qatar ha sido el uso dado por el gobierno qatarí a su cadena de televisión internacional AlJazeera. Arabia Saudí y Emiratos han acusado a Qatar de utilizar AlJazeera como una herramienta para desestabilizar gobiernos y fomentar revueltas debido a la extensa cobertura que ha dado la cadena a ciertas protestas antigubernamentales desde el comienzo de la Primavera Árabe.

Turquía. La visita de Al-Thani a Turquía en diciembre de 2001 sentó las bases para una cooperación reforzada entre ambos países que quedó plasmada con la firma de numerosos acuerdos bilaterales durante los años siguientes. Pero estas llegarían a otro nivel cuando, en 2014, ambos países firmaron un acuerdo bilateral que permitiría el despliegue de personal militar turco en el Golfo Pérsico.

Hermanos Musulmanes. La ya mencionada protección de miembros reconocidos de la Hermandad en el territorio de Qatar, sumado al apoyo que Doha había proporcionado al gobierno de Mohammed Mursi, profundizó la ya existente brecha con sus vecinos árabes especialmente después de que se unieran a Egipto y denominaran a la Hermandad como organización terrorista en 2014.

El paso del tiempo ha ido incorporando peso a todas estas cuestiones acelerando el progresivo deterioro de las relaciones de Qatar con sus vecinos en una serie ascendente de choques diplomáticos que culminan con la crisis de 2017 que continúa hasta nuestros días.

Esta crisis comenzó el 5 junio de 2017 cuando Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahrein cortaron relaciones diplomáticas con Qatar y anunciaron una serie de medidas de bloqueo que incluían el cierre de su espacio aéreo para las aeronaves qataríes, el cierre de la frontera terrestre con Arabia Saudí y la prohibición de atraque para los buques con bandera qatarí.

Tanto Turquía como Irán acudieron rápidamente en auxilio de Qatar tras el estallido de la crisis. Ambos países comenzaron a realizar envíos de alimentos a Qatar, puesto que la frontera terrestre por la que entraban el 80% de los alimentos consumidos en el país había sido cerrada, y Turquía aceleró el despliegue de tropas en el país enviando un destacamento adicional que llegó al país el 18 de junio.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante una visita a la base turca en Qatar

Algo más de dos semanas después del estallido de la crisis, el 22 de junio, Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin enviaron un ultimátum de 13 puntos a Qatar dándole un plazo de 10 días para cumplir con los mismos si quería que se levantaran las restricciones:

  1. Reducción de los lazos diplomáticos con Irán. Cierre de las misiones diplomáticas iraníes en Qatar, expulsión de los miembros de la Guardia Revolucionaria y corte de la cooperación militar y de inteligencia con Irán. El comercio con Irán deberá cumplir con las sanciones estadounidenses e internacionales de manera que no ponga en peligro la seguridad del Consejo de Cooperación del Golfo.
  2. Cierre inmediato de la base militar turca en construcción y fin de la cooperación militar con Turquía dentro de Qatar.
  3. Cortar todos los lazos con “organizaciones terroristas, sectarias e ideológicas”, específicamente la Hermandad Musulmana, el Estado Islámico, al-Qaeda, Fateh al-Sham y Hezbollah. Declarar formalmente a todas estas entidades como grupos terroristas tal y como aparecen en la lista conjunta anunciada por Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Egipto. Seguir las indicaciones de la lista en caso de que se produzcan actualizaciones de la misma en el futuro.
  4. Bloquear todas las formas de financiación para individuos, grupos u organizaciones que han sido designados como terroristas por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Bahréin, Estados Unidos y otros países.
  5. Entregar a todo fugitivo buscado por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin a sus países de origen. Congelación de sus activos y entrega de información sobre su residencia, movimientos y finanzas.
  6. Cerrar de AlJazeera y sus cadenas afiliadas.
  7. Poner fin a la interferencia en los asuntos internos de otros países soberanos. Dejar de otorgar la ciudadanía a ciudadanos buscados por la justicia de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin. Revocar la ciudadanía qatarí a aquellas personas que estén violando la ley de su país de origen con la obtención de dicha ciudadanía.
  8. Pagar reparaciones por la pérdida de vidas y recursos financieras provocadas por las políticas de Qatar en los últimos años. La suma exacta se determinará en coordinación con Qatar.
  9. Alinear las políticas militares, políticas, sociales y económicas de Qatar con los otros países del Golfo y árabes, así como en asuntos económicos, según el acuerdo de 2014 alcanzado con Arabia Saudita.
  10. Cesar el contacto con la oposición política en Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahréin. Entregar archivos en los que se detallen los contactos previos y el apoyo otorgado a dichos grupos.
  11. Cerrar todos los medios de comunicación financiados directa e indirectamente por Qatar, incluidos Arabi21, Rassd, Al Araby Al Jadeed, Mekameleen y Middle East Eye, etc.
  12. Aceptar todas estas demandas dentro de los 10 días posteriores a la presentación de esta lista a Qatar, o la misma dejará de ser válida.
  13. Consentir la realización de auditorías mensuales, en el primer año tras la aceptación de estas demandas, trimestrales, en el segundo año, y anuales, durante los próximos 10 años, para comprobar el cumplimiento de las demandas.

Como se puede apreciar el cumplimiento de las demandas hubiera supuesto el abandono de la soberanía por parte del gobierno de Qatar, ya que las principales decisiones sobre la política exterior de las últimas décadas habrían sido completamente revertidas, lo que llevó a que el gobierno de Doha rechazara completamente todas las exigencias. El posterior fracaso de las negociaciones promovidas por Kuwait y Estados Unidos ha provocado que la crisis continúe congelada hasta el día de hoy.

Por último, al menos en lo referido a esta crisis merece la pena mencionar que Qatar está llevando a cabo un importante programa de compra de armamento a países como RusiaFrancia o Reino Unido por el cual ha recibido amenazas de invasión por parte de Arabia Saudí. Además durante estos años se ha estado incrementando notablemente la presencia turca en el país. En la actualidad hay más de 3000 soldados turcos presentes en Qataruna cifra que podría incrementarse hasta los 5000 en el futuro cercano y que en el futuro incluirá el despliegue de aeronaves y buques de guerra.

El ascenso de Turquía y la Guerra de Libia

En los últimos años, especialmente tras el intento de golpe de estado de 2016, Turquía ha modificado su política exterior dándole un giro notablemente más agresivo llevando al gobierno de Recep Tayyip Erdogan a extender su influencia directa en Siria, Somalia, el Mediterráneo Oriental, Sudán, Iraq o Libia. Las últimas acciones de Turquía, entre las que destacan el apoyo prestado a Qatar durante la crisis de 2017 y las acusaciones lanzados por Turquía contra Arabia Saudí a raíz del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, han puesto al gobierno de Ankara en el punto de mira del bloque encabezado por Emiratos Árabes Unidos y viceversa. La rivalidad entre ambas potencias se está manifestando de una forma cada vez más claro tanto a nivel diplomático, con la creciente agresividad existente en los comunicados públicos lanzados por los Ministerio de Exteriores de ambos países, como en acciones específicas como la prohibición bilateral de acceso a medios de comunicación pertenecientes al bloque contrario.

Pero, sin lugar a dudas, la manifestación más clara de este conflicto regional la encontramos en la guerra libia donde se enfrentan el Gobierno de Acuerdo Nacional, apoyado por Turquía y Qatar, contra el Ejército Nacional Libio, respaldado por Emiratos Árabes Unidos y Egipto, en un conflicto proxy que durante los últimos meses no ha hecho más que intensificarse.

Para expandir: [Cobertura] La Segunda Guerra Civil Libia

Conclusión

El caos multipolar del conflicto sirio, que ha tenido un papel central durante la pasada década a la hora de reorganizar las alianzas y rivalidades políticas de la región, parece estar cediendo protagonismo a otros conflictos considerados hasta ahora como secundarios y que podríamos definir como “más delimitados” entre los diversos bloques regionales. En este sentido, la guerra libia se ha convertido en el elemento central de un creciente conflicto bipolar entre un bloque liderado por Turquía y otro liderado por Emiratos Árabes Unidos que tiene un número cada vez mayor de ramificaciones afectando al desarrollo de los acontecimientos en Sudán, Siria o la disputada región del Mediterráneo Oriental.

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