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Año electoral 2020 (VI): Los votos que importan y los que no

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Escrito por Alejandro López.

Se oye mucho aquello de que quien gana en Ohio, gana en Estados Unidos. Sin embargo, otros muchos Estados han acabado marcando el final de la elección. Pennsylvania fue la clave para Donald Trump, por el factor ‘Rust belt’. Pero mítica es la derrota de Al Gore por Florida, de eminente electorado latino. Y en 2020 se está viviendo una carrera de fondo por acercarse a ciertos Estados que en principio no estaban en discusión.

Los Estados péndulo tradicionales

Pero hay otros Estados clave, gracias al sistema de reparto mayoritario por el cual el candidato que gana en un Estado se adjudica todos los compromisarios que reparte el mismo. Esta situación hace que California o Texas desaparezcan del mapa, pero aparezcan otros considerados ‘péndulo’ o ‘swing states’, con Florida a la cabeza. Los Estados más conservadores como Alabama o Texas están decantados hacia el candidato republicano en muchas ocasiones desde antes de la votación, mientras que Hawái o California están en manos demócratas tradicionalmente. Solo una victoria sustancial de parte de uno de los bandos, como se pronosticaba desde algunos medios tras las protestas raciales podría hacer que un Estado consolidado cayera del lado contrapuesto, por ejemplo se mencionaba la posibilidad de Texas ante una victoria de Biden por 14 puntos.

Otros casos claros de Estados consolidados serían Utah, profundamente conservador y con una considerable influencia de la población mormona, o centros liberal demócratas como Massachusetts y Washington D.C. Por tanto, queda patente que Florida es uno de los Estados más importantes de la carrera presidencial. Los conocidos como Estados péndulo o bisagra son variables, pero generalmente son New Hampshire, Pennsylvania, Ohio, Michigan, Wisconsin, Iowa, Colorado, Nevada y, por supuesto, Florida. No obstante, cada analista suele incluir o no distintos estados. Este año parece que la importancia se centra sobre Wisconsin, Michigan y los típicamente clave Florida y Pennsylvania, de los que habrá que estar muy atentos. La existencia de estos Estados que decantan la balanza por su situación de mayor igualdad demoscópica, es la que les arroja su importancia dentro del sistema mayoritario de reparto de votos electorales vía compromisarios.

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Visión maximalista de los Estados péndulo. Elaboración propia.

Algunos Estados sureños, tradicionalmente republicanos, como Georgia, Virginia o Carolina del Norte también han sido tomados por péndulo en los últimos años debido a sus cambios demográficos en cuanto a urbanización, profesionalización de ciertos sectores productivos, diversidad y mezcla étnica –latinos y afroamericanos principalmente-, así como Arizona. New Hampshire es un Estado ‘blanco’ extremadamente ajustado en las elecciones de 2016, cuando tanto Clinton como Trump obtuvieron poco más del 47% de los votos. Asimismo, de obligada visita son Nebraska y Maine, que se escapan del sistema de mayorías y emplean métodos alternativos de mayor proporcionalidad. Sin embargo, de ellos solamente Maine resultó ser pendular en las elecciones de 2016.

Para saber más: Política estadounidense.

El voto latino

El voto hispano o latino, que aunque no es lo mismo, suele ser asimilado por la realidad étnica norteamericana, representa el de la principal minoría étnica de los Estados Unidos. Es destacable comenzar señalando que los Estados con mayor presencia latina no son los relevantes. La población se estima por encima de los 60 millones de habitantes, un 18% del total según datos de 2019. Sin embargo, solo menos de la mitad estarían en capacidad legal para ejercer el derecho a voto (un 13% del censo electoral). Los números del electorado latino, además, se habrían duplicado en lo que va de siglo. A pesar de que su importancia ha ido en aumento y los candidatos han puesto más empeño en ganarse este voto conforme han ido pasando los años, la participación de los latinos en las elecciones presidenciales no ha hecho sino descender. La cuestión migratoria siempre ha estado sobre la mesa. Ningún candidato ha demostrado un compromiso real con la regularización migrante, incluido el vanagloriado Barack Obama, quien batió el record histórico de deportaciones en Estados Unidos. También es importante el desarraigo a nivel legal por la necesidad de ejercer una suerte de voto rogado general como parte del sistema electoral tradicional. Ello ha contribuido a este descenso en términos relativos de participación sectorial.

California, como en las primarias demócratas, vuelve a ser la joya de la corona con casi 8 millones de votantes de la minoría, seguidos de Texas, Florida, Nueva York y Arizona. Sin embargo, California, Nueva York y, si no hay ninguna sorpresa, Texas, ya estarían decantados de antemano. Por lo tanto, Florida es el Estado con mayor cantidad de latinos de los que se encuentran entre dos aguas. Pero, con datos de 2016, es Nuevo México el que presenta una mayor proporción. Arizona, Nevada y Nuevo México pueden ofrecer más oportunidades a los demócratas por su gran peso latino, aunque Arizona ha caído del lado republicano en las últimas ocasiones. La composición sociocultural de Florida, sin embargo, no funciona de igual manera que los Estados del sur, claramente conservadores, o los latinos que apoyan a candidatos comprometidos con los derechos migrantes. La procedencia a nivel federal es mayoritariamente de México, con importancia en los Estados del sur de la migración procedente de Guatemala, Honduras o El Salvador, que han protagonizado la política migratoria de Trump durante sus primeros años. Cabe destacar la fuerte desmovilización de los latinos salvo que exista un discurso como el mencionado en cuanto a migración, por lo que su mayor presencia en los Estados del sur se desvanece.

En el caso de Nevada, la movilización por parte del Partido Demócrata cobró cierta esperanza durante las primarias del senador de Vermont, Bernie Sanders. Sin embargo, Joe Biden ha mostrado ciertas complicaciones a lo largo de las primarias para movilizar el voto latino. La precariedad del desempeño de Biden se demuestra en las encuestas, ya que este electorado tradicionalmente arroja mayorías incontestables para los demócratas y ahora se antojan discretas, en riesgo si hay baja participación ante factores exógenos como la pandemia. Por ello se aplicó el equipo de campaña tras la elección de Kamala Harris, puesto que su primer vídeo promocional de campaña fue en inglés y en castellano. La imagen de Biden sobre los latinos se habría acercado a la deseada, sin alcanzar las cotas de precampaña en el voto negro, con el apoyo del sector izquierdista del partido y el siempre retórico apoyo a políticas migratorias indulgentes.

En Florida, con un 20% del electorado, sin embargo, algunos sectores latinos son bastante conservadores debido a su origen eminentemente cubano y puertorriqueño, sobre todo en el caso de los primeros, la ciudad de Miami y la población venezolana –menor que la puertorriqueña o la colombiana pero de carácter muy conservador-. Y Florida en esta elección se encuentra ajustada. Sin embargo, el carácter decisorio de Florida, Nevada y Arizona podría ampliarse a otros Estados si finalmente actuaran de pendulares como Carolina del Norte, Pennsylvania o Texas.

El voto negro

Los partidos han sido conscientes de estas dinámicas y han apostado por realizar la campaña, con el angosto margen que ha permitido la pandemia, en los Estados donde se jugaban más. El Partido Republicano situó su Convención Nacional en Carolina del Norte, en el sureste, para tratar de asentar el Estado debido al creciente incremento de sus dificultades para con él. Especialmente ante la llegada de Joe Biden, quien sí logró movilizar al voto afroamericano –no así con el latino- en la campaña de primarias. Carolina del Sur salvó por completo la agotada y amortizada campaña de Joe Biden en las elecciones primarias, ahogando los anhelos de Michael Bloomberg y la rumoreada Hillary Clinton.

Para saber más: Año electoral 2020 (II): Análisis del “Super Martes”.

Si el voto afroamericano impulsó a Joe Biden por el apoyo de figuras políticas locales en Carolina del Sur y del propio Barack Obama, las protestas raciales que han marcado el 2020 contra el racismo y la brutalidad policial no han sido menos. Joe Biden trató de capitalizar el efecto de las mismas, con bastante más éxito del previsto por los analistas en los vagos intentos de acercamiento a las manifestaciones, quizá más por el mérito colateral de la contienda entre Donald Trump y los gobernadores y alcaldes demócratas. Sin embargo, la esperada elección de una mujer negra como Kamala Harris, de ascendencia jamaicana e india, para la vicepresidencia ha sido un valor exitoso, a pesar del acertado dardo de Trump sobre los duros enfrentamientos entre Harris y Biden en el pasado. Veremos si tan acertada fue también la estrategia de Trump de rescatar los ataques de Harris contra Biden por sus políticas racistas, que en principio buscaba mostrar la extrema debilidad de una candidatura sin cohesión.

Efecto ‘Rust belt’

Aunque se trate de agrupar en sectores más o menos homogéneos de Estados, está claro que los Estados péndulo hay que ganárselos uno a uno. No obstante, no cabe un análisis tan superficial como que Ohio y Nevada son marcas de la victoria por el hecho de que tradicionalmente hayan sido muy buenos termómetros de lo que sucederá a nivel federal, ya que se incurriría en una tautología sin sentido. La clave está en el sistema mayoritario, el perfil de los Estados del este y del sur en cuanto a su evolución demográfica y laboral, pero muy especialmente al perfil de los Estados del medio-oeste y el ‘Rust belt’. Michigan es el epicentro de la desindustrialización, pero la región precisamente en liza está conformada por Estados como Indiana, Illinois –más demócrata-, Wisconsin, Pennsylvania, Virginia Occidental, Maryland, parte de Iowa, parte de Minnesota y, por supuesto, Ohio.

Visión maximalista del ‘Rust belt’ o ‘Cinturón del óxido’ industrial del medio-oeste. Elaboración propia.

De las dinámicas de campaña como la Convención Republicana en Carolina del Norte también quisieron aprovecharse los demócratas, quienes situaron la Convención Nacional Demócrata en Wisconsin. El Estado del ‘Rust belt’ es clave para el partido en esta elección, ya que Donald Trump logró torcer en 2016 su resultado hacia el balance republicano por primera vez en más de 30 años. La localidad de Milwaukee cobró una importancia inusitada cuando Bernie Sanders propuso, inicialmente contra el criterio de Biden, cancelar la votación de las primarias a causa de una no tan incipiente pandemia. Pero ese reducido margen para los republicanos en 2016 tuvo que ver con la implicación por Trump de una suerte de tejido industrial destruido por la globalización –vendido por la prensa con imagen de lumpenproletariado- y de una desmovilización del voto afroamericano, potencialmente cercano a los demócratas. De hecho, en torno al 40% de la población de Milwaukee es negra, por un 20% de carácter latino.

Para saber más: Año electoral 2020 (I): Introducción a las primarias.

En 2016, Donald Trump no solo logró en el último suspiro la victoria en Pennsylvania, sino que había hecho un excelente trabajo de campaña apelando a la reconstrucción del tejido empresarial norteamericano mediante medidas de mayor o menor calado real como el proteccionismo, la renegociación de los tratados comerciales y una potencial reindustrialización. Y estuvo a punto de ganar Minnesota, pero así ganó Pennsylvania, pero también Michigan –por la mínima-, pero también la mencionada Wisconsin, pero también Ohio, Iowa, Indiana, Virginia Occidental… ante la atónica mirada de una Hillary Clinton derrotada y un mundo que no supo analizar el espectacular éxito de una campaña contra la globalización y la desindustrialización masiva. Salvo sorpresa o vuelco de última hora, quien se gane el ‘Rust belt’, ganará a nivel federal.

El marketing no engaña

Como repaso de todos los efectos demoscópicos relevantes, cabe señalar que los equipos de campaña son conscientes de esas dinámicas y desvían la inversión principal de la reserva de anuncios a los Estados clave, los que pueden decantar la balanza. Los Estados que importan y los votos que importan. Ganar el voto popular en Estados decantados puede ser importante siempre que no haya un margen holgado a nivel federal, pero en situaciones de normalidad en las diferentes áreas de influencia ideológica, los votos que importa rescatar se concentran en esos Estados clave.

En la elección de 2020, los votos buscados por esa reserva de anuncios, según CNN, se situarían en Arizona, Carolina del Norte, Ohio, Florida, Iowa, Míchigan, New Hampshire, Minnesota, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin. El equipo demócrata, además de esos 11, amplió a Georgia, Texas, Colorado y Virginia. El papel de Florida es conocido por todos. Nevada y New Hampshire se entienden, en parte, con dinámicas ya comentadas. Pero el resto de Estados merecen algo de detenimiento.

Para saber más: Los escándalos que persiguen a Joe Biden.

A priori podría parecer contraintuitivo que Biden apostara sus recursos por Estados republicanos como Texas, Georgia, Carolina del Norte, Arizona y Ohio –aunque estas reservas podían moverse según las necesidades de la campaña-. Sin embargo, Ohio responde al clásico Estado pendular donde es importante dar la batalla; la fortaleza clásica de los republicanos en Georgia, Arizona y Texas ya no es tan absoluta en las encuestas y contamos con dos factores extra. Para comenzar, los estrategas detrás de Biden ya lanzaron toda una declaración de intenciones en la Convención Demócrata al marginar al ala izquierda para apostar por rostros republicanos desengañados con Trump o por rostros demócratas conservadores. Y la elección de Kamala Harris iba por la misma senda. El Partido Demócrata ha apostado por el voto republicano más moderado y/o descontento con Donald Trump. Tratar de ganar las elecciones por la derecha ya le fracasó como estrategia a Hillary Clinton, a pesar de su mayor carisma como líder, pero eso encajaría con la apuesta por Texas y Georgia. Además existe otro importante factor a tener en cuenta y es el éxito comentado previamente que suscitó Biden en el electorado afroamericano, ya que Carolina del Sur fue su salvavidas en las primarias. Sin embargo, ese Estado se antoja inalcanzable salvo un fuerte vuelco, pero los demócratas han sabido ver que Trump está haciendo esfuerzos por defender una ya no tan segura Carolina del Norte, sobre todo tras la victoria de Obama en ese Estado en 2008, de la que Biden lleva bebiendo toda la campaña y precampaña.

La tensión extrema

Iowa, Míchigan, Wisconsin, Pennsylvania, Ohio y, en parte, Minnesota, son los Estados que responden ante el efecto ‘Rust belt’ pero también deben entenderse en clave de tensión federal. Donald Trump ha tratado de batir a los gobernadores demócratas tras los sucesos raciales, confrontando la intervención de la Guardia Nacional tras la mecha de Minneapolis, precisamente en Minnesota. Pero aunque sus momentos más explosivos se han dado en Seattle, Washington; Portland, Oregón; y Washington DC, la tensión volvió a niveles considerables en Wisconsin, tras los sucesos de Kenosha. El paramilitarismo ha salido a las calles, en su momento los supremacistas blancos tomaron el Capitolio de Míchigan y ambos partidos parecen vender un relato en el que las protestas les beneficiaban por la movilización de sus bases.

Para saber más: La semilla de Minnesota; un problema histórico no abordado.

Sin embargo, el coronavirus podría impedir esa concurrencia física del voto, especialmente entre las minorías ya que para votar hay que estar registrado y estos grupos étnicos suelen acudir en menor medida. Podría darse la situación de que la noche electoral llegaran los votos más presenciales, quizá republicanos, mientras que el resultado -de ser ajustado- arrojara una victoria demócrata días o semanas después, contabilizando los votos postales. La cuestión dejó la importancia del servicio postal como capital para este proceso, al preverse un impulso determinante al voto por correo. Pero lo que en principio podría vivirse como una disputa de baja política como es el recorte drástico del presupuesto por el nuevo gestor del servicio postal, cercano a Trump –y ya pospuesto hasta después de las elecciones-, reveló un choque soterrado más importante. Algo se movía detrás de las cortinas.

Donald Trump aseguró que si se dependía del servicio postal, los demócratas robarían las elecciones. El fantasma del fraude electoral y el no reconocimiento de los resultados es un recurso habitual en Washington pero nunca para el mercado interno. El hecho de que se estén valorando estos escenarios resulta extraordinario en Estados Unidos. La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi ya hizo un llamamiento al voto para “ganar a lo grande” y evitar la posibilidad de que Trump pueda no reconocer los resultados. Pelosi es, de hecho, la tercera autoridad del país y ejercería el poder en un supuesto de poder vacante. Ante estos comentarios tan fuera de la habitual onda de paternalismo como adalides de la democracia en el mundo, los análisis más acérrimos de las corrientes extremas se desvían de la normalidad. Los neoconservadores más derechistas venden que los demócratas son un peligro vendido al socialismo, apoyando a los grupos antifascistas de las calles y que desmantelarían las policías. La Guardia Nacional y la dureza ante el Black Lives Matter han sido empleados como punta de lanza contra los gobernadores demócratas, ejemplificando lo que podría ocurrir en un escenario de desencuentro poselectoral.

Pero por el lado demócrata, la movilización racial sirve como oportunidad para ejemplificar el racismo institucional, la violencia policial y la represión auspiciada por Trump. Sin embargo el pasado fiscal de Kamala Harris y las acusaciones de política racista contra Biden hacen ver que podría ser un acercamiento a la calle más que puntual como parte de la campaña. Y la victoria contra Trump no se busca solo a nivel electoral sino social, para poder eliminar sus posiciones y pasar a un régimen que rescate los restos del naufragio globalizador. Una crisis constitucional no suena ya tan marciano. ¿Y una revolución de colores en Estados Unidos? Parece extremo. Pero el crecimiento de las milicias y el enfrentamiento entre grupos de izquierda y supremacistas blancos es una de las señas de este año electoral. Es 2020. Para bien o para mal.

Para saber más: QAnon, las milicias estadounidenses y el supremacismo blanco.

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