Fuente: M. Kinnard/AP Photo
Tras unas primarias marcadas por la multitud y diversidad de los candidatos, el desastroso caucus de Iowa y el segundo intento de Bernie Sanders por hacerse con la nominación, finalmente el Partido Demócrata ya tiene candidato, Joe Biden. Dicen que a la tercera va la vencida, y desde luego se ha cumplido con este veterano de la política estadounidense, vicepresidente con Obama y senador durante 36 años por el Estado de Delaware. Tras sus fallidos intentos por ser candidato a la presidencia en 1988 y 2008, esta vez sí podrá medirse con el candidato republicano en las urnas, y quién sabe si llegar a la Casa Blanca al calor de lo que dicen las encuestas.
Durante su larga trayectoria política ha sido protagonista de algunas polémicas como el plagio parcial en un artículo académico escrito para una revista de leyes en sus tiempos de universitario, así como el plagio de un discurso del diputado laborista de Reino Unido Neil Kinnock, en 1987 durante su primer intento por ser candidato presidencial. Pero aquello ni de lejos se acerca a las acusaciones a las que tiene que hacer frente en la actualidad.
De los negocios de Hunter Biden al impeachment
El hijo pequeño del exvicepresidente siempre ha sido la oveja negra de la familia en contraposición a su fallecido hermano mayor Beau Biden. No son pocos los quebraderos de cabeza que ha provocado a su padre por escándalos personales relacionados con prostitución, drogas e incluso un hijo no reconocido. Sin embargo, lo que verdaderamente ha puesto en juego la imagen de su progenitor fue su fichaje por la principal empresa gasística de Ucrania, Burisma.
Barack Obama, Joe Biden y Hunter Biden acuden a un partido de baloncesto en Washington D.C., en 2010. Fuente: Associated Press.
Corría el año 2014 y en Ucrania las manifestaciones del conocido como Euromaidán, apoyadas por Estados Unidos y la Unión Europea, desalojaron del poder al presidente prorruso Víktor Yanukóvich. Joe Biden, por entonces vicepresidente, fue el encargado de la Administración Obama de gestionar la relación con el nuevo gobierno prooccidental. En este contexto, Burisma, dirigida por un antiguo hombre fuerte del gobierno del depuesto Yanukóvich, fichó a personalidades como el expresidente polaco Kwasniewski, el exbanquero estadounidense Alan Capter, su compatriota el ex funcionario de la CIA Joseph Black, y Hunter Biden, hijo del exvicepresidente.
Las acusaciones de nepotismo no se hicieron esperar, a las que se añadieron el agravante de las sospechas de corrupción sobre Burisma y su presidente Slotchevsky. Aunque en 2014 consiguió salir airoso de las investigaciones abiertas por presunto lavado de dinero en Reino Unido, en 2016 volvió a estar en el ojo de la justicia. Yuri Lutsenko, fiscal general de Ucrania, comenzó a investigar una red corporativa que habría evadido impuestos desde 2014 con ayuda de Slotchevsky. Si bien este caso quedó cerrado tras el pago del equivalente a seis millones de euros en impuestos, en 2019 Lutsenko trató de reabrir el caso de lavado de dinero de 2014, aunque sin éxito debido a la falta de pruebas.
Es cierto que Hunter Biden era miembro de la junta directiva desde 2014, sin embargo, no existen pruebas de que él u otros miembros se enriquecieran de las prácticas corruptas del presidente de esta. Y aunque en otras circunstancias quizá todo habría quedado en el olvido, ya que actualmente Hunter Biden no forma parte de la empresa, en cuanto Joe Biden mostró interés por ser candidato presidencial, la historia volvió a ponerse de actualidad de la mano de Donald Trump y su abogado personal Rudy Guliani.
La necesidad de Trump de encontrar pruebas incriminatorias contra Biden, que con bastante probabilidad iba a convertirse en su rival en las presidenciales de este año, como así se ha confirmado, desencadenó otro escándalo. La historia comenzó cuando el 7 de abril de 2019, Rudy Guliani acusó a Biden de presionar al expresidente ucraniano Petro Poroshenko para que destituyera al exfiscal general de Ucrania Viktor Shokin, con el objetivo de parar las investigaciones que se cernían sobre Burisma. El 1 de mayo del mismo año, The New York Times reportó la actividad de Guliani urgiendo a Ucrania a que reabriera las investigaciones, pero no sería hasta el día 25 de julio cuando se produjo la famosa llamada entre Trump y el actual mandatario ucraniano Volodimir Zelensky, en la que el presidente estadounidense le habría presionado para obtener información que dañase a Joe Biden. Poco tiempo después, el 12 de agosto, se filtró el contenido de la llamada lo que daría sentido a por qué Donald Trump ordenó el 18 de julio retener 392 millones de dólares en ayuda militar para Ucrania. A todas luces, el mandatario estadounidense había chantajeado a su homólogo ucraniano para dañar a un rival político.
A raíz del escándalo, los demócratas dieron inicio al proceso de impeachment, que consiste en un juicio político en el que la Cámara de Representantes hace el papel de acusación y el Senado el de juzgado. La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, presentó los cargos de abuso de poder y obstrucción al congreso, que fueron aprobados el 31 de octubre por la mayoría demócrata en la cámara baja. Sin embargo, posteriormente fue tumbado por la mayoría republicana en el Senado, lo que dio carpetazo al proceso de destitución. Finalmente, ni los demócratas consiguieron destituir a Trump, ni Trump consiguió la información que quería de Ucrania.
La presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi presenta junto a otros congresistas demócratas los cargos contra Donald Trump en el proceso de impeachment. 12 de diciembre de 2019. Fuente: EPA/Shawn Thew
Ocho mujeres denuncian públicamente acoso sexual
El otro frente que tiene abierto Joe Biden, y más importante para el devenir de su campaña, son las acusaciones de acoso sexual que hasta 8 mujeres realizaron públicamente el mes de abril del pasado año. La violación del espacio personal y los tocamientos inapropiados están en el común denominador de las denunciantes.
Lucy Flores, miembro de la Asamblea de Nevada, denunció en marzo de 2019 que durante un evento de campaña en 2014 el exvicepresidente apareció detrás suya, puso las manos sobre sus hombros, olió su pelo y le dio un beso en la parte trasera de la cabeza. En abril de 2019, otro cargo demócrata, en este caso Ally Coe declaró al Washington Post lo incómoda que se había sentido en 2008 cuando conoció a Biden y este la abrazó “durante demasiado tiempo”. Otra mujer, Sofie Karasek, que se encontraba en la gala de los Óscar de 2016 a raíz de un documental sobre agresiones sexuales, de los que fue víctima, en los campus universitarios, protagonizó una foto viral junto Joe Biden en la que este cogía sus manos y juntaban frente contra frente, y de la que posteriormente Karasek afirmó que fue una situación embarazosa para ella por la actitud del demócrata. La cascada de denuncias continuó con otras mujeres como Amy Lappos, Caitlyn Caruso, D.J. Hill, y Vail Kohnert Hun, a las que también realizó tocamientos inapropiados y en el caso de la última con piropo incluido.
Sofie Karasek y Joe Biden en la gala de los Óscar de 2016. Fuente: EROC
Las declaraciones de estas mujeres ciertamente no son sorprendentes en tanto que ya se ha hecho viral algún vídeo de Biden recopilando todos los momentos en los que en actos públicos tenía actitudes inapropiadas con mujeres e incluso niñas, lo que le ha valido el apodo de “Creepy Joe” entre algunos grupos de derechas. Pero volviendo a las denuncias públicas, aunque en un principio se mostró reacio a salir al paso de estas acusaciones finalmente terminó publicando un vídeo en su cuenta de Twitter en el que afirmaba comprender que las reglas sociales habían cambiado y que trataría de respetar más el espacio personal, zanjando así la polémica.
El caso de Tara Reade
Tara Reade, asistente personal en la oficina senatorial de Joe Biden durante 1993. Fuente: Max Witthaker/The New York Times.
En principio el testimonio de Tara Reade, una de las ocho mujeres que denunciaron el comportamiento de Biden, iba en la línea que el resto. Y a pesar de que parecía que la campaña de Biden había conseguido dar carpetazo al asunto, la realidad iba a ser muy diferente. El pasado 25 de marzo Tara Reade reapareció en un podcast de la periodista Katie Halper afirmando que Biden había abusado sexualmente de ella en 1993 cuando este era senador y ella trabajaba en su oficina. Reade describió como el candidato demócrata la presionó contra la pared, la besó en el cuello y penetró digitalmente. Unos días después, el 9 de abril, presentaba una denuncia ante la policía de Washington D.C alegando agresión sexual.
Desde entonces se ha sucedido una avalancha de información. El pasado 12 de abril volvió a contar la historia, esta vez al New York Times, donde afirmó haber contado el incidente en su momento a Marianne Baker, asistente principal de Biden en el Senado. También aseguró haber informado a otros dos asesores, Dennis Tonner y Ted Kaufman, del acoso al que se vio sometida, aunque no les informó sobre la agresión sexual. No obstante, las tres personas a las que hizo mención Reade negaron los hechos a la revista Times, medio que también entrevistó a otras que habían trabajado con Biden y todas rechazaron la versión de Reade. En su favor, su hermano confirmó la historia a The Intercept y Times, así como un amigo al que habría informado del incidente el mismo año del suceso y otro al que se lo contó en 2008.
Otro medio, en este caso el Washington Post también ha estado investigando los sucesos y tras entrevistar a varios exempleados de Biden y algunas de las personas de las que Reade habló, tampoco encontró evidencias de los sucesos.
La historia no se quedó ahí, y es que el 24 de abril The Intercept descubrió un clip del programa presentado por el famoso periodista Larry King en CNN, en 1993, en el que una mujer, presuntamente la madre de Reade, llamó para contar que su hija había tenido problemas con un senador pero que no veía la forma de denunciar el asunto. Tres días después de lo revelado por The Intercept, una antigua vecina de Reade, Lynda LaCasse afirmó a Bussines Insider que ella le narró los hechos en 1995 o 1996. Por su parte, una antigua compañera de trabajo de Reade, confirmó que Reade le dijo que había sido acosada por su exjefe, sin embargo, no recuerda si le contó la agresión sexual.
No fue hasta el 1 de mayo que Biden habló por primera vez del asunto en una entrevista para MSNBC en la que negó tajantemente los hechos. Pocos días después la campaña de Biden presentó una solicitud al secretario del senado para que hiciera públicos los documentos relacionados con la agresión, pero este negó que tuviera facultades legales para hacerlo por lo que siguen siendo privados. De todas formas, de publicarse el informe no demostraría que se produjo la agresión sexual ya que Reade ha dicho que solo hizo mención del acoso.
El pasado 7 de mayo Reade hizo lo propio y concedió su primera entrevista en televisión en el canal de youtube de la periodista Megyn Kelly, en el que expresó estar dispuesta a declarar bajo juramento, a prestarse a un contrainterrogatorio e incluso a someterse a la prueba del polígrafo si Biden también lo hace. Además, pidió al entorno de Biden que dejase de atacarla y filtrar información personal para desacreditarla.
Cierre de filas
Lo que a todas luces es una acusación de violación, ha impactado de lleno en la campaña del nominado demócrata justo cuando tiene vía libre, ante la retirada de los demás precandidatos, para centrar sus ataques en Donald Trump. El problema al que se enfrentan los demócratas es que la persona que supuestamente debía representar lo opuesto al machismo y misoginia del actual presidente estadounidense, resulta que presuntamente violó a una mujer además de realizar tocamientos a otras tantas. A ello hay que añadir que se vuelve en su contra el listón que pusieron para otros casos como las mujeres que han denunciado a Trump y al juez del Tribunal Supremo Brett Kavanaugh con el que los demócratas fueron especialmente duros.
De izquierda a derecha, la senadora y excandidata Kamala Harris, Joe Biden, la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer y el senador y excandidato Cory Booker, durante un evento de campaña en el instituto Reinassance, en Detroit, el pasado 9 de marzo. Fuente: Paul Sancya/ AP Photo
Algunos señalan, especialmente entre el ala izquierda del partido y los republicanos, la hipocresía que supone no tomar en consideración la historia de Tara Reade tal y como se hizo con las de otras mujeres. Y es que el establishment demócrata ha decidido cerrar filas en torno a Biden guardando silencio primero y rechazando las acusaciones después. Las palabras de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que en una rueda de prensa reciente preguntada al respecto afirmó que “Joe Biden es Joe Biden”, seguramente resuma a la perfección la postura del partido. Todos los candidatos de las primarias, incluido Bernie Sanders, han apoyado públicamente su candidatura, así como destacables congresistas y senadores. La única voz disonante ha sido la de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, que, aunque ha dicho que votará por él no ha apoyado su candidatura, y ha llamado a la necesidad de esclarecer el asunto además de señalar el peligro que supone para la credibilidad de las víctimas de violencia sexual y para el propio partido creer ciegamente en Joe Biden.
En la sociedad civil las principales organizaciones feministas han optado por guardar silencio. Recientemente, NARAL, Emily´s list, Planned Parenthood Action, NOW fueron preguntadas al respecto por el Huffington Post y The Daily Beast, sin embargo, se negaron a hacer declaraciones. Su prioridad y la del Partido Demócrata es derrotar a Trump este año por lo que tratarán de evitar que Joe Biden se vea perjudicado por este asunto.
Todavía quedan meses para las elecciones y es pronto para saber si este escándalo y el de Ucrania terminarán pasándole factura, aunque si observamos las encuestas no parece que estén dañándole en absoluto. Aparentemente la cuestión de Ucrania no debería preocuparle, pero la acusación de Reade promete seguir siendo un quebradero de cabeza para Biden y los demócratas, en tanto que seguramente en las próximas semanas y meses seguirá apareciendo más información, quién sabe si en favor de Joe Biden o en el de Tara Reade.
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