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A pocas semanas de uno de los eventos electorales de mayor importancia para la historia de Estados Unidos, las sensaciones con respecto al desenlace distan de ser homogéneas y nos dan visión de lo complicado que resulta esbozar escenarios en un panorama incierto y cargado de factores que día a día le añaden mayor complejidad a esta elección.
A pesar de dicha complejidad, cada vez hay un mayor número de figuras académicas y organizaciones aportando datos y posibles escenarios sobre la elección. Este fenómeno pone en el panorama un debate que ha venido gestándose en los últimos años alrededor del análisis y predicciones electorales, no solo a partir de los desaciertos que han tenido encuestadoras o analistas, sino también a raíz de la discusión que surge de sus posibles intenciones partidistas, de enfocarse en lo obvio o simplemente de los argumentos contrarios a sus posiciones.
Este tipo de concepciones conforman lo que llamaremos “puntos ciegos”, que normalmente definen a ciertos elementos de los cuales no tenemos visibilidad aunque estén delante de nosotros, un “defecto” de nuestra visión, que en este caso parece estarse presentando en el análisis político y electoral, ampliando las posibilidades y escenarios para el futuro.
La recta final de la campaña electoral por la presidencia de los Estados Unidos llegó, Donald Trump y Joe Biden se enfrentarán en las urnas en menos de un mes, donde se decidirá el destino del país por los próximos 4 años. En tal sentido, una de las figuras con mayor repercusión en el análisis de los comicios estadounidenses, el profesor Allan Lichtman de la American University, ha hecho público su análisis sobre quien será el ganador de esta contienda.
Lichtman, uno de los pocos en apostar por una victoria de Trump en 2016, ha establecido un método de 13 categorías a ser evaluadas para obtener un posible ganador y en el caso de esta elección, su pronóstico ha dado como vencedor a Joe Biden. A priori no resulta en un escenario fuera de lo común, pues la mayoría de encuestas dan como vencedor a Biden con un margen amplio, pero resulta necesario profundizar en el análisis de las categorías que expone para entender como estas pudieran estarse obviando elementos de importancia.
¿Un análisis cargado de lugares comunes?
Las llamadas “13 llaves” de Lichtman han sido reconocidas por su efectividad, acertando 8 de 9 elecciones en donde ha dado predicciones, sin embargo, estos comicios distan de ser ordinarios y hay factores que suelen dejarse de lado, no solo en la predicción de Lichtman, sino en muchas de las encuestas que vemos a diario.
En lo económico, el resultado es desfavorable en el análisis de Lichtman, a raíz de las consecuencias de la pandemia sobre la economía estadounidense. A pesar de que admite que se han dado muestras de recuperación (la tasa de desempleo bajó a 8,4% en agosto) se impone el hecho de estar en recesión en medio de un año electoral.
Aunque resulta en un argumento de suma importancia, pareciera omitir que la circunstancia que desajustó los planes de Trump puede al mismo tiempo darle una oportunidad discursiva para la campaña y esta vez con evidencia empírica. En 2016, Trump prometió que el empleo para los americanos sería el norte y así lo cumplió durante toda la presidencia hasta la llegada del Covid-19. Si tenemos en cuenta que pudo llevar el desempleo al 3,6% a nivel nacional y que los indicios de recuperación a falta de un mes son favorables, puede plantear un sólido argumento en contra de esta llave.
Inspirado en esta suerte de idea electoral del eterno retorno adaptada de Nietzsche, Trump cuenta con una importante herramienta para lo que resta de campaña para demostrar las posibilidades de solventar la situación, señalando que es posible volver a lo que se estaba construyendo. Además de esto, el aporte de las iniciativas como el programa de Compensación por Desempleo por Pandemia Federal o el Programa de Asistencia para Salarios Perdidos en Estados claves parece pasar desapercibido en la revisión del panorama macro.
Este último punto es muy importante, porque resalta un elemento que quizás no es tomado en cuenta en este tipo de análisis. Para ser reelecto, Trump necesita que los Estados que son fundamentales para él en la elección se encuentren con los mayores signos de recuperación que se traduzcan en ventaja en colegios electorales sobre Biden.
Sobre esta premisa podemos entender que su campaña no está dirigida sobre la atracción del electorado indeciso demócrata o intentar una narrativa épica sobre estados en los que se sabe débil. Su estrategia consiste en mantener y reactivar al electorado que confió en 2016 en él, asegurar el voto de minorías no representadas en un Biden estático junto a los votos que pueda captar de un electorado atemorizado por las protestas en las que se vio envuelto el país en los últimos meses.
Antes de profundizar en la parte social, los argumentos económicos que se utilizan desde las encuestadoras o desde la visión del mismo Lichtman pudieran quedarse en lo general y no contemplar la estrategia de fragmentación a la que apunta Trump. Casos como el de Florida o el de Michigan (olvidado por Biden) con recuperaciones económicas parciales y creciente interés por parte de la campaña republicana parecen estarle ganando terreno a Trump.
Con respecto al factor social, la repercusión de las protestas resulta en un elemento importante en el que las encuestadoras y Lichtman coinciden en ser algo clave para convertir a Trump en un potencial perdedor. Sobre esto, queda claro que Trump está resultando afectado por esta ola reclamos sociales en medio de vergonzosas actuaciones policiales cargadas de racismo y odio supremacista. Su actuación no ha contribuido en poner fin a esta percepción y se le ve como el incitador de los sucesos.
Pero electoralmente, ya se ha comentado en diversas ocasiones que esto puede servirle en imponer una imagen ligada a la ley y el orden, ganando votos de las personas preocupadas por la incertidumbre que han creado las reclamaciones e imponiendo la imagen de fuerza que tanto se alaba desde el ala más conservadora del republicanismo. Sin embargo, otra visión de este hecho puede estar conectada con lo expresado más arriba en este artículo.
Quienes han reclamado con vehemencia y han dado gran auge a este ciclo de protestas no son seguidores decepcionados de Trump o indignados con este tipo de cosas, la gran mayoría de quienes han protestado ya eran opositores a su gobierno, a su actuación y a su figura. Si bien el factor que debemos evaluar en este sentido, es como queda comprometida su imagen, la incidencia en zonas electoralmente importantes para Trump (y zonas republicanas) no ha sido de la magnitud de zonas como Washington o Nueva York
El dinamismo con que se vive la política en la actualidad podría dificultar que estos hechos repercutan electoralmente de la misma forma en que podrían haber repercutido en julio o agosto. Aunque en este sentido, la campaña de Biden y Harris apuntará a sacarle el mayor provecho a estos sucesos y trastocar la imagen de Trump, enfocarse en este punto podría estarle restando capacidad de sumar apoyos en otros grupos igual de importantes.
Con estos puntos solo se busca demostrar que al ser una elección con características no convencionales y con un alto grado de volatilidad, resultará difícil no cuestionarse cualquier teórica ventaja que obtenga uno u otro candidato. A falta de un mes para la elección, quienes dan por sentenciado a Trump pudieran estar siendo presos de la inmediatez, a pesar de que Biden cuenta con argumentos y herramientas importantes en pro de obtener el triunfo.
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