El 17 de enero de 2020, en la víspera de la Conferencia de Berlín, milicias vinculadas al Ejército Nacional Libio tomaron el control de los principales puertos del “Creciente Petrolero”, la región del Golfo de Sidra donde se concentra la mayor parte de la exportación de petróleo de Libia, dando comienzo a un devastador bloqueo económico que dura hasta la actualidad.
La Corporación Nacional de Petróleo y el Banco Central de Libia
Libia posee las mayores reservas petrolíferas probadas de África. La explotación de este recurso suponía, al menos antes del estallido de la guerra, el 90% de las exportaciones del país lo que se correspondía con el 70% de los ingresos nacionales. La mayor parte de la producción petrolera del país ha sido controlada desde 1970 por la Corporación Nacional de Petróleo de Libia, una entidad gubernamental con sede en Trípoli, mientras que el resto de la explotación está repartido entre varias empresas petroleras occidentales como la italiana Eni o la francesa Total.
Tras el estallido de la Segunda Guerra Civil libia, ocurrido a comienzos de 2014, y la formación de un segundo gobierno con sede en Tobruk, articulado en torno a la Cámara de Representantes elegida en las elecciones de junio de 2014, la Corporación Nacional de Petróleo se declaró neutral lo que la llevo a convertirse en una de las pocas instituciones libias cuya estructura no se vería duplicada en el este del país. Posteriormente esta decisión (de aceptar la neutralidad de la NOC y su permanencia en Trípoli) sería vista por parte del gobierno de Tobruk como un error y una importante fuente de problemas, denunciando entre otras cosas que no estaban recibiendo su justa parte del combustible destinado al consumo interno de la sociedad libia.
A la hora de hablar sobre las problemáticas relacionadas con el petróleo libio, resulta necesario que hablemos de otra institución neutral: el Banco Central de Libia. El BCL es la entidad encargada de administrar los beneficios de la venta del petróleo libio y repartirlos entre las distintas regiones de manera equitativa, manteniéndose al margen de la guerra, lo que le da a su presidente, Sadiq al-Kabir, una posición de gran poder en el país. Kabir y el BCL se han enfrentado en los últimos años a numerosas acusaciones de corrupción, malversación de fondos y mala praxis que llevaron a que el Gobierno de Acuerdo Nacional abriera, en 2018, un proceso para realizar una auditoría de las cuentas del banco que ya ha sido retrasada en varias ocasiones debido a las acciones de Al-Kabir.
En consecuencia, tanto el gobierno de Tobruk, que cuestiona que el BCL esté llevando a cabo correctamente su labor de repartir de manera equitativa los beneficios de la venta del petróleo, como el gobierno de Trípoli, que tiene grandes limitaciones a la hora de realizar reformas económicas debido al gran control que tiene Kabir sobre la economía, son profundamente recelosos de esta institución y buscan su reforma pero esta resulta muy difícil de alcanzar debido a la continuidad de la guerra que, al menos hasta el momento, ha servido de excusa para impedir una reunión de la junta directiva de la entidad.
En busca de una alternativa
Tras el fracaso de la primera ofensiva sobre Trípoli (en el ya lejano 2014) y la retirada del Ejército Nacional Libio hacia el este del país, el gobierno de Tobruk ha realizado varios intentos de sortear a la NOC y al BCL alcanzando acuerdos con entidades extranjeras y realizando exportaciones ilegales:
- En 2016, se llegaron a alcanzar acuerdos con varias empresas extranjeras para exportar petróleo desde los puertos controlados por el Ejército Nacional Libio en los alrededores de Bengasi pero este plan sería bloqueado por la intervención del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aunque los intentos continuarían durante más de un año.
- En 2018, cuando el Ejército Nacional Libio tomó el control total de los principales puertos del “Creciente Petrolero”, se produjo un nuevo intento de alcanzar acuerdos desde una posición de mayor fuerza pero este también sería bloqueado después de que el Gobierno de Acuerdo Nacional lo denunciara.
El fracaso de estas iniciativas llevaría a que el Ejército Nacional Libio incrementase su dependencia del flujo de capital procedente de sus socios extranjeros, principalmente Emiratos Árabes Unidos, lo que a potencialmente también puede haber provocado un incremento de la virulencia del conflicto debido a la creciente “ideologización” del mismo surgida del importante papel que tiene el anti-islamismo en la política de Emiratos Árabes Unidos para con el conflicto libio.
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El bloqueo petrolero
El Ejército Nacional Libio, a través de milicias tribales vinculadas al mismo, lanzaría el bloqueo petrolero de enero de 2020, provocando la suspensión del 90% de las ventas de petróleo, como una medida para ejercer una importante presión sobre el gobierno de Trípoli que les forzara a capitular ya que la ofensiva sobre la ciudad, iniciada en abril de 2019, se había quedado estancada y la amenaza de una inminente intervención turca en el conflicto ponía en peligro el futuro de la campaña.
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El bloqueo petrolero ha supuesto, a efectos prácticos, un bloqueo económico casi total por lo que la medida provocó importantes recelos entre terceros países debido a los graves daños que este podía causar a la economía y los efectos que esto tendría sobre la crisis humanitaria provocada por la guerra. Con el fin de destacar la magnitud de la medida señalaremos que, en un boletín publicado a finales de abril de 2020, la NOC anunció que las perdidas provocadas por el bloqueo petrolero ya habían superado los cuatro mil millones de dólares.
Tras el fracaso de la ofensiva sobre Trípoli, que pasaría a estar bajo control completo del Gobierno de Acuerdo Nacional el pasado 4 de junio, y la retirada del Ejército Nacional Libio hacia la región central del país surgió la esperanza de que el bloqueo petrolero podría llegar a su fin por lo que se lanzaron unas nuevas negociaciones, auspiciadas por Estados Unidos y la Organización de Naciones Unidas, con las cuales la Corporación Nacional de Petróleo esperaba levantar el bloqueo.
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El 10 de julio, la NOC anunció que se ponía fin al uso de la cláusula de “fuerza mayor” de sus contratos, que había permitido suspender los mismos debido a las causas sobrevenidas, ya que aparentemente se había llegado a un acuerdo para levantar el bloqueo. Pero esta aparente victoria diplomática duraría tan solo unas horas ya que, durante la noche del 11 de julio, el portavoz del Ejército Nacional Libio. Ahmed al-Mesmari, anunció la reimposición del bloqueo junto con una serie de nuevas exigencias necesarias para la resolución de la disputa:
- Que se abra una cuenta en un banco extranjero donde depositar los ingresos del petróleo y establecer un mecanismo para repartir los beneficios entre las regiones del país.
- Establecer un mecanismo con supervisión internacional para evitar que el dinero del petróleo se destine a financiar el terrorismo o a fuerzas mercenarias
- Que se lleve a cabo la auditoría del Banco Central de Libia y se haga pública la información sobre en que se han gastado los beneficios del petróleo durante estos últimos años.
El fracaso del acuerdo provoco una airada reacción por parte de la Corporación Nacional de Petróleo quien al día siguiente publicaría un comunicado condenando la decisión y acusando directamente a Emiratos Árabes Unidos de estar detrás de esta decisión del Ejército Nacional Libio. La embajada de Estados Unidos en Libia también publicaría un comunicado lamentando que las acciones de terceros países, sin dar nombres, hicieran fracasar los esfuerzos de la NOC.
Conclusiones
- El sabotaje emiratí a las negociaciones petroleras era algo previsible. La realización del acuerdo disminuiría drásticamente la presión sobre las finanzas gobierno de Trípoli y esto supondría dar incluso más beneficios a Turquía tras su victoria en la batalla de Tripolitania.
- El colapso de las negociaciones acelera la llegada de la batalla de Sirte. La ciudad de Sirte es la puerta hacia el “Creciente Petrolero” del Golfo de Sidra y Turquía ya ha mencionado que el control del mismo es un objetivo prioritario y una de las motivaciones principales tras el lanzamiento de la Operación “Caminos de Victoria”.
- La continuidad del bloqueo petrolero puede acercar más las posiciones de Italia y Turquía. La petrolera italiana es la empresa petrolera extranjera más afectada por el bloqueo petrolero y varias delegaciones de ENI se han reunido con la NOC y el Gobierno de Acuerdo Nacional durante las últimas semanas.
- Estados Unidos podría distanciarse aún más del conflicto ante el fracaso de sus iniciativas. Como hemos indicado anteriormente, Estados Unidos era un actor central en las negociaciones para alcanzar un acuerdo que trajera el fin del bloqueo petrolero. Las acciones de Emiratos Árabes Unidos podrían provocar un incremento aún mayor de la ya existente reticencia estadounidense a intervenir en el desarrollo de la situación en el país norteafricano.
- Rusia continuará manteniendo una postura ambivalente a la espera de la siguiente etapa del conflicto. La NOC y Estados Unidos han señalado que la compañía militar privada rusa “Wagner” es otro de los principales actores involucrados en la continuidad del bloqueo petrolero. Pero, tal y como quedó demostrado durante las etapas finales de la batalla de Trípoli, es más que probable que éste posicionamiento este relacionado con la búsqueda de una posición de negociación fuerte que con un deseo por continuar con el bloqueo en sí mismo.
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