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La pluralidad de líneas políticas en el Partido Comunista de China

Delegados del Partido Comunista de China en el Gran Salón del Pueblo en Pekín
Delegados del Partido Comunista de China en el Gran Salón del Pueblo en Pekín. Fuente:  Thomas Peter / Reuters

En el Partido Comunista de China (PCCh), eje vertebrador de toda la configuración política del gigante asiático, conviven varias líneas, en muchas ocasiones en pugna por la posición de centralidad en el partido. Dado que el Partido Comunista representa el gran conglomerado político de China, es importante revisar la pluralidad de corrientes internas para entender cómo se modula la lucha de posiciones en periodos de transición o liderazgo no consolidado, así como el efecto sobre el devenir histórico-ideológico de China y la situación de esta disputa en el contexto del periodo de Xi Jinping.

Para ampliar: ¿Hacia dónde va China? Una pregunta pertinente antes del XX Congreso Nacional del PCCH.

Antes de entrar en el heterogéneo bloque del Partido Comunista que sirve de “partido guía”, existen otros miembros independientes y otros partidos menores, de carácter sectorial y gremial principalmente, representados en el Frente Unido (en orden descendente de representación en la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino): Sociedad Jiusan, Liga Democrática de China, Asociación Nacional de Construcción Democrática de China, Asociación China para la Promoción de la Democracia, Partido Democrático de Campesinos y Trabajadores, Comité Revolucionario del Kuomintang, Partido Zhi Gong de China –Partido para el Interés Público de China– y Liga Democrática de Autogobierno para Taiwán.

Además de los partidos, también se incluyen dentro del Frente Unido una veintena de organizaciones populares y la Federación Nacional de Industria y Comercio. Sin embargo, el partido vertebral del Estado es indudablemente el PCCh, considerado partido único. Un ejemplo de esa hegemonía, aparte de los mecanismos de elección ejecutiva, es su presencia en la cámara legislativa desde 2018 con más de 2000 escaños de la que es la mayor cámara del mundo, el Congreso Popular Nacional. El resto de partidos políticos y los más de 400 independientes se repartieron más de 800 escaños de la cámara.

Para ampliar: El Frente Unido: el órgano de decisión popular chino.

El partido-Estado

Dentro del Estado chino, la dirección política recae sobre el Partido Comunista de China, más allá de la ejecución que deba llevar a cabo los órganos del gobierno subyacente a su organización. Asimismo, las principales estructuras del Ejército Popular de Liberación (EPL) se encuentran subordinadas al partido. Aunque para entender la vinculación se debe acudir a los pensamientos fundacionales de la República Popular de China: el marxismo-leninismo y el maoísmo. Las estructuras de partido-Estado tienen su influencia en la conformación del régimen chino. De hecho, cuanto mayor ha sido la apertura del país, más se ha debatido sobre la conveniencia de muchas de las supeditaciones del Estado al partido, especialmente las de la democracia interna o de la economía de mercado. Si bien algunos líderes políticos como Jiang Zemin han planteado la reforma de la democracia interna, se verá cómo Xi Jinping reenfoca la propuesta manteniendo el peso del PCCh. Del mismo modo ocurriría con aperturas de mercado como la de Deng Xiaoping, donde el mismo Deng limitaba su marco de actuación al de un pájaro que puede volar dentro de la jaula de su partido.

Claramente la representación guía del país recae así sobre el Partido Comunista de China, que sirve como el comentado eje vertebrador del Estado, pero tampoco es un bloque monolítico, ya que en su seno se han vivido pugnas por el poder entre distintas corrientes y por la centralidad de los sectores para poder conformar un proyecto cohesionado a largo plazo después de Mao Zedong.

Para ello existen la figura del Secretario General en el partido y el Comité Central, con 205 miembros permanentes y 171 miembros no permanentes variables en su composición del XIX Comité Central. Es en el Comité Central donde se toman las grandes decisiones de línea política, se elige al Politburó –25 miembros– y al Politburó permanente –7 miembros–, presidido por el Secretario General. Y la sucesión de cargos es bastante rápida, dado que cada 5 años se eligen representantes para el Comité Central, en su gran mayoría nuevos miembros, con limitación de 10 años en muchos cargos. El Comité Central, a su vez, dispone de distintos comités sectoriales con centros de decisión para organizar la acción de área, por encima del mismo cargo en el gobierno. Además hay diferentes debates entre las estructuras de administración de China, con las provincias como epicentro de ascenso político y la extensión entre territorios de políticas regionales promovidas ante los éxitos o fracasos locales.

El sistema electoral chino es local, escalonado y elige de manera indirecta los puestos superiores a través de dicho ascenso. Sin embargo, los candidatos locales quedan supeditados a comités electorales al nivel regional correspondiente. La importancia del poder en las provincias es doble, tomando por un lado el efecto derivado de sus amplias competencias en gestión y la meritocracia para buscar el ascenso en cuadros medios y por otro lado la idiosincrasia del sistema chino donde es habitual e importante el paso por regiones en el marco de esos cargos elegidos de manera indirecta –a menudo deslocalizados-.

Las líneas políticas antes de 2013

Dentro del Partido Comunista de China han existido tradicionalmente varias líneas, que han ido modulándose y articulándose en torno a distintos liderazgos o camarillas, dada la enorme diversidad que cabe en un país que representa la quinta parte de la población mundial. Tras el relevo de Mao Zedong, fueron los liderazgos en torno a Deng Xiaoping los que articularon la apertura exterior que ha marcado la China contemporánea, y Deng fue el hombre fuerte aunque cambió las estructuras de liderazgo. Otro punto importante será la llegada de la economía de mercado con los enormes cercos estatales, cuya apertura resulta insuficiente para Occidente –sus coletazos han sido importantes para la entrada de China en la OMC en 2001 y para las negociaciones sobre el acuerdo con la Unión Europea en 2020– pero ha servido para acentuar algunas contradicciones internas con el modelo de “socialismo con características chinas”, como la existencia de precariedad laboral, pobreza y concentración de la propiedad de medios de producción.

Para ampliar: China y Alemania, las ganadoras del Acuerdo Integral de Inversiones.

Las líneas que dominan la ideología dominante del PCCh se apoyan en un nacionalismo chino bajo marcos cercanos al del Estado-civilización, donde se apuesta por un Estado multiétnico, con autonomías y particularidades legislativas para las minorías étnicas –algunas en proceso de “hanificación” u homogeneización con los chinos han– pero con la idea de la identidad china como paraguas. No es exactamente un nacionalismo al estilo occidental.

Estudiantes ondean banderas chinas para celebrar el centenario de la fundación del Partido Comunista de China en la Plaza de Tiananmen en Pekín
Estudiantes ondean banderas chinas para celebrar el centenario de la fundación del Partido Comunista de China en la Plaza de Tiananmén en Pekín. Fuente: Wang Zhao / AFP

A pesar del aperturismo y los cambios tras la muerte de Mao, existía una vieja guardia que buscaría una nueva revolución para terminar con las reformas que podían acercar a China a la economía de mercado y para apostar por intervencionismo socialista. Uno de los grupos más importantes a nivel de influencia es la camarilla de Shanghái, con intereses económicos de corte cercano al liberalismo con particularidades chinas, con Deng Xiaoping como referente y Jiang Zemin como representante contemporáneo. La apuesta de la camarilla por la economía privada serviría como camino alternativo para lograr el bienestar chino. Uno de los líderes que ha apostado por cambios económicos hacia la izquierda ha sido Hu Jintao, encabezando la línea social de los conocidos como la Liga de la Juventud Comunista, con apoyo en ciertos sectores juveniles.

Por su lado, Xi Jinping encabezaba a los príncipes rojos del PCCh, que son herederos familiares de otros cargos en el partido. Xi Jinping ha desarrollado una importante línea aperturista, apostando por el comercio internacional y la diplomacia económica por un lado. Por otro lado ha apostado fuertemente por la tecnificación laboral, para lo que ha contado con influencia de mandos de la época de su predecesor, Hu Jintao, en su estrategia para llegar al socialismo y aunar facciones bajo su mando. Xi desarrolló así su “Pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era”, es decir introduciendo sus ideas en la Constitución al nivel de las de Mao. Sin embargo, la influencia de la camarilla de Shanghái ha sido más fuerte en algunos puntos que la de los sucesores de Hu Jintao, logrando la fiscalidad mercantil reducida.

Para ampliar: La nueva Ruta de la Seda: el sueño de Xi Jinping

Las grandes líneas

La política de la apertura y la reforma de Deng Xiaoping era un intento de que la burguesía nacional progresista pudiera estar controlada dentro de los límites del PCCh para el país, pero permitiendo su desarrollo como potencial motor económico de China. El control estatal nunca se pone en cuestión, por lo que no rompe con Mao en ese sentido, pero sí se abre al exterior para lograr el desarrollo chino hasta que lograse su propia tecnología. Estos supuestos afectarán a la forma en que Xi logra ver la tecnificación y la diplomacia comercial, especialmente en el contexto de la guerra comercial y del salto de la exportación hacia la potencia del mercado interno. Para todo ello fue muy útil la deslocalización de empresas extranjeras en China, la conformación de grandes conglomerados chinos y la apertura controlada que sería modulada por Jiang Zemin años después. Xi Jinping trataría de poner el foco en los excesos resultantes de esta política que fomentó la conformación de gigantes mercantiles, especialmente en el sector tecnológico, como pueden ser las prácticas monopolísticas o las pretensiones bursátiles en el extranjero.

Jiang Zemin apostaba por una mayor representatividad, con la burguesía nacional progresista pudiendo ingresar en el PCCh junto a los trabajadores emancipados y los campesinos pero sin poder ejercer ningún cargo si dispone de propiedad privada en medios de producción. La inversión extranjera podría persistir en China pero siempre asociada a empresarios chinos para mantener la representación del partido. Su gran apuesta fue la democratización de la política china y la integración de todo aquel que fuera útil para la construcción del país en el partido. Esto último se daría con la llegada de los burgueses al partido mientras la democratización, entendida así para Jiang, buscando un voto popular para la elección directa de cargos –pero no al estilo occidental sino mediante el voto militante-.

Esto allanará la forma en que Xi Jinping apoyará la democratización, promoviendo democracia interna en el partido en la que cualquier persona pueda ascender a cargos de mando y la lucha contra la corrupción, pero él asume una forma más central evitando la mediatización del voto que Jiang habría producido si se asume el voto popular según un estilo más occidental. En lugar de permitir que la política esté controlada por el discurso público y los altavoces, en Occidente controlado por las élites mediante la prensa privada, Xi Jinping mantiene el sistema indirecto de elecciones escalonadas: los representantes locales son elegidos y la política provincial es de extremada importancia para el ascenso en el partido.

Por último, la Liga de Hu Jintao viene de la Liga Comunista –más cercana a un modelo de socialdemocracia–, y su teoría pasaba por la construcción de un Estado del bienestar chino, con apuestas por el sistema público de salud, de educación o de pensiones. Se potencia mucho la automatización y el pensamiento científico, que será importante para la construcción de la vía económica de Xi Jinping al socialismo explicada anteriormente.

Las líneas políticas con Xi Jinping

Xi Jinping ha apostado por consolidar su posición consolidando a su vez varias líneas enfrentadas en torno a su línea. Y con los años han ido cambiando esas líneas: los seguidores de Xi Jinping, el grupo de Shanghái y la nueva izquierda política china. El poder de Xi para aglutinar en torno a su figura le ha permitido convertirse en el líder más poderoso de China, al menos desde Deng.

La camarilla de Shanghái se depuró tras problemas internos de corrupción, apostando aún por la fiscalidad baja de Jiang Zemin y un sistema de elección interna algo más directa –actualmente hay numerosos pasos de acceso y ascenso interno–. La nueva izquierda política china cuenta con apoyo entre las juventudes, como ocurriría con la Liga y Hu Jintao. Los izquierdistas han favorecido la recuperación de símbolos socialistas chinos e internacionales, el apoyo del ecosocialismo, la lucha contra la pobreza y la promoción de democracia interna más directa –coincidiendo con el grupo de Shanghái-.

Uno de sus exponentes recientes más importantes ha sido Bo Xilai, príncipe que apostaba desde Chongqing y Liaoning por reforzar al Estado frente al mercado, pero la corriente perdió terreno con su condena a cadena perpetua y su implicación en casos de corrupción, entre otros asuntos penales. Y, como se ha dicho, los seguidores de Xi Jinping apostarían por tratar de aunar a los sectores políticos chinos en torno a su pensamiento y por mantener el control estatal de la economía y del sector privado. Una de las depuraciones más fuertes de todas estas líneas se ha producido precisamente al tiempo que la consolidación de poder en el entorno de Xi, aprovechando el pretexto de la lucha contra la corrupción para asentarse.

Xi Jinping en la ceremonia de apertura del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China en el Gran Salón del Pueblo en Pekín
Xi Jinping en la ceremonia de apertura del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China en el Gran Salón del Pueblo en Pekín. Fuente: Mark Schiefelbein / AP

Existen también sectores minoritarios de izquierda revolucionaria, con ideas más duras para el giro hacia una diplomacia ideológica. Esta línea se desvinculó de la vieja guardia, quedando las tres líneas principales comentadas y sectores más pequeños. Los neomaoístas se escinden de esta izquierda buscando la recuperación de los cuadros mediante un Partido Comunista maoísta, con búsqueda de empoderamiento campesino, pero en ocasiones con un fuerte nacionalismo chino –e incluso intervencionista–.

Un punto de inflexión para la ruptura de la izquierda llegaría tras Tiananmen, donde se protestaba por la corrupción y la desviación del socialismo desde sectores obreros, al tiempo que las nuevas clases medias juveniles apostaban por profundizar en las reformas de apertura. Asimismo, otros sectores más conservadores apuestan, bajo el liderazgo de Wen Jiabao, por profundizar en las reformas políticas, haciendo gala de la libertad, los derechos humanos y el Estado de derecho democrático –siempre bajo características chinas no occidentales– y con un alto nivel de crítica pública. Para entender a Wen Jiabao hay que ver que fue el primer ministro de Hu Jintao, heredando el papel de la época del liberal Jiang Zemin para una difícil conjugación con la política social que buscaba el perfil popular de Hu Jintao, pero coincidiendo con su línea de apoyo a los aperturistas frente a los obreros durante Tiananmen.

Con Xi Jinping, su apoyo en los antiguos príncipes se moduló en apoyos puntuales de técnicos herederos de Hu Jintao y en la influencia del grupo de Shanghái, que querría romper con la política más social y popular de Hu para apostar por perfiles que pudieran servir al liberalismo estilo chino. Sin embargo, el envejecimiento de Jiang Zemin y el pasado corrupto pesaron sobre el grupo de Shanghái. El gobierno de Xi Jinping sirvió así como reunión de sectores aliados, en camino a ese objetivo de unidad en torno al nuevo Pensamiento Xi y a perfiles técnicos, en avanzadilla de sus proyectos más importantes: la tecnificación de la economía, el proyecto de la Franja y la Ruta de la Seda y la modernización de las fuerzas armadas –con el Ejército de Liberación Popular como punta de lanza de su proyecto a futuro–. A la cabeza de dicho proyecto se habría encontrado el Presidente Xi Jinping, con Li Keqiang como primer ministro –proveniente de la línea de Hu Jintao–.

Sin embargo, con el paso de los años, la centralidad en torno a Xi se pudo lograr modulando a los cuadros populares de Hu y a las otras élites, quedando Li en una línea diferente a la de Xi y su grupo ante un futuro incierto tras el XX Congreso del Partido Comunista de 2022, cuando alcanzaría la década de gobierno como Wen Jiabao, el primer ministro con Hu Jintao. A pesar de ello, Li Keqiang ha podido mantener su peso entre los cuadros, con su política económica –Likonomics– de renovación de la economía de mercado; mientras se ha ido dando la salida de otros perfiles cercanos a Hu Jintao y a Jiang Zemin. La base redistributiva de Hu y de Li buscó el impulso económico de zonas interiores del país, nuevo motor del crecimiento en China, y con su auge ha dejado la línea en torno a la consolidación liberal de las políticas de mercado en las mismas. Xi Jinping se ha movido desde uno de los sectores a la derecha del espectro liberal hacia una política de Estado del bienestar por el enfoque en su base de apoyo en las grandes urbes de zonas costeras.

Por ello es relevante apreciar que no se trata solo de diferencias en sensibilidades ideológicas –y que éstas se van modulando– sino de diferencias en las líneas políticas para mantener bases de apoyo bajo el consenso general ideológico del “socialismo con características chinas” y el marco de apertura económica que aplicaron principalmente Deng Xiaoping y Jiang Zemin. La clave de la consolidación de Xi y la falta de contestación sobre su reelección abierta a varios periodos se da por la centralidad de su liderazgo y la absorción de los perfiles laterales. No hay una alternativa a Xi Jinping al medio plazo, lo cual también es un reto para la estabilidad de las élites políticas que se configuren entre la segunda y la tercera década del siglo en China, como consecuencia de su concentración del poder político.

En el Comité Central se puede observar la diversidad que Xi Jinping ha tratado de aunar con la mayor parte de su fuerza consolidada en los entornos de Jiang Zemin y Hu Jintao, así como sus antiguos príncipes y algunos miembros minoritarios de izquierda maoísta. La persecución de políticos de cualquier línea, con especial énfasis entre los liberales, ha marcado la política interna con varias huidas a Hong Kong para diseminarse en el ostracismo político y enmascararse en la persecución política de las protestas del campo pan-democrático. Las cuestiones electorales, de seguridad nacional y de autonomía limitada en Hong Kong supondrían la paulatina reducción del subterfugio de los díscolos liberales llegados desde Beijing según se asentaban las autoridades centrales desde 2020.

Es importante para ver la intención de unir a las facciones del partido de Xi que no condenara la Revolución Cultural sino que la considerase una fase más de la construcción del modelo aunque sí comentase sus excesos. Lo más relevante en este punto es que Xi, como príncipe rojo, habría sufrido en su familia la época con la depuración de su propio padre de los cuadros. Esto hace ver lo medida que se encuentra la consideración de Xi sobre el legado de Mao, recogiendo esas ideas de la época de Deng Xiaoping que cuestionaban una porción de dicho legado, pero de manera más sucinta, obviando las críticas de Deng al “culto a la personalidad” y hablando de “errores técnicos y prácticos” en su resolución histórica.

Para ampliar: Las claves de la ‘resolución histórica’ del Partido Comunista de China

Las líneas políticas después de 2022

El VI pleno del XIX Congreso del PCCh allanaría en 2021 el camino a lo que estaba por venir, con la confirmación de la posición central de Xi Jinping, antes del XX Congreso. En la tercera resolución de la historia que aprobaba el partido, se establecieron tres eras: la revolución democrática, con Mao de principal exponente; la construcción y revolución socialista, también con Mao; y la reforma, apertura y modernización socialista –desarrollo científico–, con Deng, Jiang y Hu de referentes. Sobre la era de Xi se vuelve sobre lo ya mencionado: el socialismo con características chinas, la tradición nacional y las ideas de los cuatro referentes previos.

Museo del Partido Comunista de China en Beijing
Museo del Partido Comunista de China en Beijing. Fuente: Noel Celis / AFP

El gigantesco proyecto de Xi Jinping quedaría inacabado en 2022, así que es relevante la perpetuación en el poder que se le arroja a Xi, siendo de interés la reconfiguración del espacio de sus seguidores, cada vez más central. La posible continuidad de Li Keqiang y la caída del grupo de Shanghái después de la desaparición de la imagen pública de Jiang Zemin que tendría lugar en el periodo 2022-2028 abrían la puerta a que los sectores conservadores y los izquierdistas volvieran a entrar en una pugna por la sucesión de Xi Jinping salvo que ascendiera otro perfil capaz de aunar facciones. Parece que la línea liberal china estaría más debilitada, habiendo mantenido Xi Jinping la preeminencia del Estado. Pero esto también puede suponer una ventana de oportunidad para la reforma y reorganización de los liberales sin Jiang Zemin. El mejor ejemplo es el mencionado Wen Jiabao, con una fuerte influencia conservadora en el poder.

Así se podría observar en el XX Congreso si hay o no un acuerdo entre la línea de Li por mantener puestos que puedan abrir el paso a sucesiones cuando acabase el mandato de Xi, y la propia línea de Xi, fuertemente consolidada y que obtiene aún más presencia a cambio de la coalición en el poder con la línea de Li.

Pero para entender la magnitud de la importancia de Xi Jinping para China hay que señalar que su Pensamiento Xi está al mismo nivel que otros como el maoísmo o el marxismo-leninismo, mientras que sus predecesores desarrollaron teorías de pensamiento en ocasiones más estratégicas e ideológicas en desarrollo de las anteriores que integradoras, como en los casos de Deng Xiaoping –y su momento de liderazgo de facto–, Jiang Zemin y Hu Jintao.

Actualización: tras el XX Congreso se observa cómo Xi Jinping no solo rompe el límite esperado de los dos mandatos sino que también emplea el límite de edad para dejar fuera a ciertos perfiles ajenos a su línea política, sin emplear dicho sesgo para los propios. Junto a él, el Politburó permanente lo conforman 6 perfiles cercanos a Xi Jinping, rompiendo con la política de “Un partido, dos coaliciones” y eliminando completamente a la facción de Li Keqiang de los círculos del más alto nivel en China, lo cual fue asociado a la polémica por la salida de Hu Jintao durante varios momentos del Congreso, a pesar de tratarse de un caso de enfermedad. Entre los más sonados ausentes en dicha sección permanente del Politburó se encontrarían Hu Chunhua y Wang Yang, ambos cercanos a Li, y tanto Wang como Li como perfiles salientes.

Los perfiles permanentes, por tanto, serían Li Qiang, Zhao Leji, Wang Huning, Cai Qi, Ding Xuexiang y Li Xi. Todos ellos han sido cercanos a Xi Jinping, con lo que el presidente lograba asentar la consolidación del poder en torno a su figura que venía gestándose desde el anterior mandato. El tercer periodo de Xi quedaría así mucho más fortalecido en torno a su figura y su círculo cercano. El mayor enfoque en torno a la seguridad quedaba reforzado con la presencia de Cai Qi, proveniente de la secretaría de Beijing, muy enfocado en este área y cercano a Xi desde su presencia en la región de Fujian. Li Qiang provenía de la secretaría en Shanghái, por lo que Xi le rescató de la crisis política vivida en la ciudad durante la pandemia a pesar de su falta de experiencia ejecutiva, otro tabú roto por Xi que permitiría complicar que se fueran gestando sucesiones prematuras, e incluso abrirse a un menos probable cuarto mandato. Otros perfiles muy cercanos a Xi eran Ding Xuexiang y Li Xi. Los otros dos nombres eran repetidores en el Politburó permanente: Zhao Leji desde la comisión disciplinaria y Wang Huning desde el secretariado. Li Xi heredaría la Comisión Central de Inspección Disciplinaria de Zhao Leji mientras el secretariado recaería en Cai Qi. Por lo que Zhao Leji y Wang Huning permanecerían en otras posiciones.

Para ampliar: El XX Politburó Permanente de Xi Jinping.

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