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Las claves de la ‘resolución histórica’ del Partido Comunista de China

Xi Jinping lleva años aumentando su poder en el seno del Partido Comunista de China a unos niveles nunca vistos desde la muerte de Deng Xiaoping. En 2016 el XVIII Comité Central aprobó, en su sexto pleno, elevar el estatus de Xi a “líder central”. Un año después, asumió un segundo mandato en el XIX Congreso Nacional y consiguió colocar a sus aliados más cercanos en los principales órganos de liderazgo como el poderoso Politburó. En ese mismo conclave, asimismo, se incorporó el ‘Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era’ en la constitución del partido, algo que solo Mao Zedong pudo hacer. Continuó eliminando el límite de mandatos que caracterizó el “liderazgo colectivo” establecido por el Pequeño Timonel y purgando a sus adversarios políticos.

Mural en Lhasa con los retratos de Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi Jinping. Fuente: Martin Pollard / Reuters

En la actualidad, esos esfuerzos de consolidación de poder continúan. El pasado 10 de noviembre el XIX Comité Central aprobó en su sexto pleno la ‘Resolución sobre los importantes éxitos y las experiencias históricas del PCCh en su centenaria lucha’, un documento que refuerza la posición de Xi Jinping como figura central y allana su camino para asumir un tercer mandato como máximo dirigente del Partido, el Estado y el Ejército en el XX Congreso Nacional que se celebrará a finales de 2022.

Xi Jinping se convierte, de esta forma, en el tercer líder chino en producir una resolución sobre la historia. La primera fue adoptada en 1945 por Mao Zedong como culminación del Movimiento de Rectificación de Yan’an, una purga ideológica que se inició en el PCCh tres años antes. El documento condenó los errores cometidos por los anteriores dirigentes comunistas -como Wang Ming- y consolidó en el poder al Gran Timonel. La segunda resolución, aprobada en 1981 durante el mandato de Deng Xiaoping, puso fin al periodo de Mao criticando la Revolución Cultural, que tildó como la “responsable de las mayores pérdidas sufridas desde la fundación de la República Popular” y estableciendo las bases para la introducción de las reformas económicas.

La principal diferencia entre las antiguas resoluciones y la adoptada recientemente reside en el fondo. Ya se detecta un reflejo de ello en el propio título de los documentos. Mientras la actual se refiere a la “resolución sobre los importantes éxitos” del PCCh, las otras dos utilizan el concepto “problemas históricos” en su redacción. La disposición de 2021 se centra en alabar los logros del partido durante la “epopeya más brillante de la milenaria historia de la nación china” que divide en cuatro periodos:

Primero, la Nueva Revolución Democrática (1921-1949). China consigue definitivamente “oponerse al imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático” con la proclamación de la República Popular y el fin del conocido como ‘siglo de la humillación’ (1839-1949).

Segundo, proceso de revolución y construcción socialista (1949-1978). El gigante asiático se levanta tras lidiar con desafíos de diversa índole y desarrolla el “pensamiento de Mao Zedong” como base ideológica del PCCh. Cabe destacar que, pese a los rumores iniciales, la resolución sí critica, aunque brevemente, la Revolución Cultural, argumentando que el Gran Timonel cometió “errores teóricos y prácticos”. No obstante, también es significativo que el documento omite las condenas sobre el culto a la personalidad que utilizó Deng Xiaoping para establecer los límites de mandatos.

Xi Jining encabeza la quinta sesión del Comité Central celebrada a finales de 2020. Fuente: Liu Bin / Xinhua

Tercero, la realización de la reforma, la apertura y la modernización socialista (1979-2012). Las políticas establecidas por el Pequeño Timonel permitieron a China transformar una “economía planificada altamente centralizada a una economía de mercado socialista llena de brío” e impulsar el “socialismo con características chinas”. Sobre las protestas en la Plaza Tiananmén de 1989, la resolución asegura que fueron “creadas por la instigación de las fuerzas hostiles internacionales anticomunistas” para provocar “graves disturbios en el país”. El documento también minimiza los mandatos de Jiang Zemin y Hu Jintao, llegando incluso a criticar implícitamente su gobierno “laxo y débil” que originó numerosos problemas como la corrupción, la desigualdad o el capitalismo desenfrenado. De esta forma, Xi Jinping se posiciona al mismo nivel que Mao Zedong y Deng Xiaoping, los dirigentes más poderosos en la historia de la República Popular.

Cuarto, la apertura de la nueva era (2012-presente). El gigante asiático consigue recuperar su posición central en el sistema internacional e inicia el camino hacia la “gran revitalización de la nación china” que culminará en el centenario de la República Popular.

Xi Jinping comandará China en la “nueva era” hacia la consecución de “grandes nuevas victorias”. De esta forma, el máximo dirigente chino podrá pasar a formar parte de la historia del PCCh y de la República Popular como el líder que guio la metamorfosis del gigante asiático a “un país socialista moderno, próspero, poderoso, democrático, civilizado y armonioso”. Con Mao, China se levantó. Con Deng, China se enriqueció. Y con Xi, China busca recuperar la grandeza perdida durante el ‘siglo de la humillación’.

En este contexto, merece especial atención el siguiente párrafo de la resolución sobre los objetivos del PCCh que podría dar pistas sobre las intenciones políticas de Xi Jinping:

“(…) la disposición estratégica de impulsar la consecución del objetivo de lucha fijado para el segundo centenario [se basa] en dos etapas: en la primera, del 2020 al 2035, la modernización socialista debe hacerse básicamente realidad; y en la segunda, desde el 2035 hasta mediados del siglo, hay que transformar nuestro país en un poderoso país socialista moderno”.

Es imposible, a priori, que Xi pueda permanecer en el poder hasta 2049 -fecha en la que se ha de alcanzar el “sueño chino”- por un problema natural: tendrá 96 años. Por lo tanto, la introducción de un nuevo hilo temporal -2035- en la resolución y en las estrategias del PCCh hace indicar que buscará gobernar dos mandatos más -hasta 2032-, cuando cumplirá 82 años, una edad más realista para poder dirigir la segunda mayor potencia global y reivindicar la autoría de la “modernización socialista”.

Xi Jinping dando un discurso por motivo del centenario del Partido Comunista de China. Fuente: AFP

Sea como fuere, la resolución pone en evidencia que Xi Jinping no tiene, de momento, una oposición real que amenace su poder. Su facción política, conocida como la Banda de Xi, se ha encargado de purgar a adversarios políticos y reducir la influencia de la Banda de Shanghái liderada por Jiang Zemin y de la Liga de la Juventud Comunista de China encabezada por Hu Jintao. Y es previsible que estas dinámicas continúen en los próximos años, especialmente en el aparato judicial y de seguridad nacional.

En este sentido, la resolución exige a los “cuadros dirigentes” que “permanezcan fieles al Partido, lo obedezcan y cumplan sus responsabilidades” para evitar el resurgimiento de “problemas como la falta de rigor en el autodisciplinamiento”. No respetar la disciplina suele ser una acusación habitual para expulsar a aquellos que no son suficientemente leales al “núcleo” del partido. Así, por ejemplo, las autoridades chinas anunciaron a finales de septiembre la detención de Sun Lijun, ex viceministro de seguridad pública cercano a Jiang Zemin, por “graves violaciones de la disciplina y las leyes del PCCh”.

La resolución también establece, por otro lado, las directrices que China debe seguir en las próximas décadas. Y hasta cierto punto es cautelosa: “la gran revitalización de la nación china no será en absoluto un trabajo descansado y cómodo, ya que en el camino subsisten diversos tipos de riesgos y desafíos previsibles o difícilmente previsibles”. Tras dos décadas registrando un aumento del producto interior bruto en porcentajes de dos dígitos, el gigante asiático se enfrenta en la actualidad a múltiples retos que pueden poner en peligro sus ambiciones para 2049 -trampa de la renta media, crisis demográfica, problemas medioambientales, desigualdades regionales, deuda pública o un entorno internacional más hostil, entre otros-.  

En el quinto plenario del XIX Comité Permanente del PCCh, celebrado en noviembre de 2020, se reconoció que el país está sumido en “profundos y complejos cambios” que “desafían el desarrollo del país”, agravan los “problemas inadecuados” e incrementan la “incertidumbre e inestabilidad”. La próxima década, por tanto, será clave para adoptar medidas paliativas y descubrir si China es de verdad una gran potencia mundial o un gigante con pies de barro.

Parece que una de las soluciones ideadas por Beijing se centra en impulsar el desarrollo tecnológico -especialmente dirigido a reducir la dependencia del exterior- y la “prosperidad común”. En un artículo publicado el pasado mes de octubre, el propio Xi Jinping identificaba cuatro objetivos principales inherentes a este último concepto: (a) reducir las desigualdades existentes entre las regiones del país, (b) abordar los monopolios y fomentar el desarrollo de las pymes, (c) incrementar la clase media para fortalecer el consumo interno y (d) promover la equiparación de los servicios públicos básicos. Asimismo, son destacable las últimas campañas  iniciadas por Beijing desde noviembre de 2020 para reforzar su control sobre la economía, la sociedad, la cultura, la educación, el entretenimiento y los medios de comunicación.

Una trabajadora migrante transporta escombros en las afueras de Beijing. Fuente: Reuters

Sobre Taiwán, el documento aprobado por el Comité Central establece que “la reunificación de la patria constituye una tarea histórica inalterable del Partido, un anhelo compartido por todos los hijos de la nación china y exigencias ineludibles para culminar la gran revitalización de la nación china”. Menciona que el Ejército Popular de Liberación (EPL) “ha desplegado su fuerza disuasiva en respuesta a las actividades secesionistas”, pero no utiliza en líneas generales una retórica agresiva. Especialmente significativo es, asimismo, la aparición de Hong Kong, que no había sido mencionado en las dos resoluciones anteriores, evidenciando que el PCCh considera como un hito restablecer el “orden” en la excolonia británica con la introducción de la Ley de Seguridad Nacional.

Mao Zedong se aventuró en cierta ocasión a afirmar que el “sexto pleno determinará el futuro de China”. Si bien es imposible prever cuál es el destino del gigante asiático, todo apunta a que estará liderado por Xi Jinping, al menos, hasta 2027. De confirmarse, ese hecho tendrá importantes repercusiones en el seno del PCCh. La modificación de las normas internas del partido y la consolidación de un liderazgo unipersonal sientan un peligroso antecedente y rompen por completo la sucesión generacional ordenada establecida por Deng Xiaoping. 

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