Emmanuel Macron se postula como el favorito en la carrera presidencial francesa. El antiguo ministro socialista ganó en 2017 aglutinando una amalgama de votantes desde el centro-izquierda hasta la derecha, destruyendo de paso el sistema bipartidista francés. El presidente francés ha vivido una presidencia convulsa, aunque todo apunta a que revalidará su mandato ¿en qué ha consistido el quinquenato de Macron? ¿Hay posibilidades de que pierda la presidencia en favor de Le Pen?
Una presidencia macronista convulsa
Tras su elección en 2017, el presidente francés no tardaría en enfrentarse a la primera crisis de su gobierno. Esta llegaría con la puesta en marcha de la ley de trabajo II, una continuación de la ley de Hollande que tanta oposición tuvo en las calles. El objetivo de Macron era dar un paso más en la misma dando una mayor flexibilidad laboral. Como era esperable, la ley tuvo como consecuencias las protestas de sindicatos y sectores movilizados de la izquierda. Algo para lo que ya estaba preparado el ejecutivo. El gobierno ganaría la primera batalla de la legislatura.
Sin embargo, para lo que no estaban preparados era para el surgimiento del movimiento de los chalecos amarillos en noviembre de 2018. Ya no eran los sectores movilizados típicos, sino la clase media baja proveniente del medio rural y menos politizada quien se lanzaba a las calles ¿el motivo? La subida del precio de los combustibles, y de manera general un fuerte enfado por la disminución del nivel de vida de la sociedad, así como una oposición a las élites parisinas. Este movimiento generaría unos fuertes disturbios durante semanas, el gobierno francés sufriría un desgaste muy importante, llegando Macron a anunciar el fin de la subida de los precios de los combustibles.
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Los chalecos amarillos se irían desinflando tras los primeros actos, también debido a la fuerte represión policial. Se hicieron virales las imágenes de las mutilaciones por las bolas de goma y granadas policiales. Los sindicatos, y varios partidos políticos intentarían adueñarse del movimiento autodenominado “apolítico”, sin éxito. Años después lo que queda de este movimiento está muy diseminado, algunos participan en movilizaciones anti-pasaporte sanitario, mientras que otros decidieron unirse a manifestaciones más izquierdistas.
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Pasada la crisis de los chalecos amarillos, durante meses Francia entró en una calma tensa que se vería trastocada por la reforma de las pensiones. El ejecutivo de Macron ponía sobre la mesa una de sus medidas estrella que se vería contestada desde los sindicatos franceses. El 5 de diciembre de 2019 comenzaba una huelga general en Francia contra la reforma. Durante semanas cientos de miles de personas de distintos colectivos sociales se manifestaron contra el plan del ejecutivo. La huelga tuvo un seguimiento ambivalente, ya que, aunque en varios sectores tuvo un gran éxito, (ferroviarios, educación, bomberos…), en el sector privado no tuvo gran arraigo. Los sindicatos consiguieron arrancar varias concesiones al ejecutivo, pero la guerra de desgaste planteada por el gobierno francés consiguió desmovilizar las protestas, aunque sería finalmente la pandemia quien las mataría.
Aunque en un primer momento, el Presidente Macron se beneficiaría de la pandemia gracias al efecto bandera, lo cierto es que las críticas hacia la gestión del gobierno a la crisis sanitaria no tardaron en llegar. El gobierno recibió muchas críticas por sus continuos cambios de criterios, mientras que los profesionales de la sanidad y la oposición denunciaron la falta de máscaras y de tests. El confinamiento y las consecuencias económicas de la pandemia se sintieron mucho en la sociedad francesa lo que hizo temer dentro de los círculos del ejecutivo un próximo estallido social.
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En noviembre de 2020, el gobierno francés se enfrentaría a un nuevo desafío, la contestación contra su ley de “seguridad global”. Dicha ley ofrecía mayores poderes a la policía, y mayor protección. De hecho, se castigaría con multas la difusión de imágenes de los cuerpos de seguridad para proteger su “integridad física y psíquica”. Ese punto del proyecto de ley generó una oleada de críticas desde distintos ámbitos de la sociedad civil francesa, periodistas, organizaciones de los derechos humanos, que denunciaban un “atentado contra la libertad de información de los medios de comunicación y de los ciudadanos”. Cabe destacar la posición muy crítica que tomaron los principales medios escritos y televisivos de Francia, Le Monde, Le Figaro, Liberation, M6… Tras fuertes movilizaciones, el gobierno francés anunciaría una reescritura del polémico artículo sobre la difusión de las imágenes de la policía.
Las últimas movilizaciones contra el gobierno durante la presidencia serían las de los anti-pasaporte sanitario, que durante meses se manifestarían contra la introducción del mismo. También cabe mencionar la huelga de educación de enero de 2022, considerada “histórica” por su gran seguimiento sobre todo en la primaria y la secundaria.
¿Una derechización de Emmanuel Macron?
El Macron que entró al palacio del Elíseo en 2017 no es el mismo que el de cinco años después. El Presidente francés fue elegido con la imagen de joven centrista, liberal, progresista, abierto, que ha dado paso a lo largo de los años a un viraje a la derecha y a tener una imagen más autoritaria.
El mandatario francés se ha distinguido por un estilo “hiperpresidencialista”, donde las decisiones se toman o en solitario, o en un reducido grupo de colaboradores. El sistema francés ya da muchos poderes al Ejecutivo de por sí, pero Macron se ha distinguido por haber realizado un ejercicio del poder muy centralista.
Como punto importante de este viraje del gobierno francés, cabe destacar la reformulación del gobierno en junio de 2020. Varias figuras del ejecutivo francés deben de mencionarse, el Primer Ministro Jean Castex, proveniente de la derecha conservadora y el Ministro de Interior Gerald Darmanin, conocido por su vinculación con el expresidente conservador Nicolas Sarkozy.
Castex y Darmanin encarnan ese giro derechista de Macron con la intención de evitar una posible fuga de votos hacia los Republicanos y Reagrupamiento Nacional. Como detalle, la política de seguridad ha sido una de las prioridades del ejecutivo francés, y además con el nombramiento de Darmanin, Macron quiso esquivar las críticas que le acusaban de “laxitud”, dirigidas desde la oposición de derechas. Darmanin se ha erigido en el ejecutivo francés como un “halcón de la seguridad”, con una receta que se basa en aplicar la mano dura tanto al islamismo político como en las manifestaciones.
Parece que el objetivo de Macron detrás de este giro gubernamental es, como se ha dicho, conseguir al electorado de derechas. Entendiendo que el presidente francés daba por hecha la llegada de Le Pen a segunda vuelta, y que se formaría un frente republicano para apoyarle. El problema es que las ideas de Reagrupación Nacional se han visto normalizadas, formando parte del mainstream mediático francés, y eso es responsabilidad también de Emmanuel Macron y su gobierno.
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Tras los atentados de octubre de 2020, el gobierno francés adoptó una retórica más dura sobre el islamismo, el laicismo y la ley y el orden, posicionándose como el guardián de los valores franceses tradicionales. De hecho, en un debate, el Ministro de Interior Darmanin acusó a Le Pen de ser demasiado “blanda” con el islamismo radical. Días después un ministro del gobierno francés llamó a hacer una investigación sobre el “islamo-izquierdismo” en las universidades francesas, destacando que estaba “envenenando la sociedad”.
La lucha contra el islamismo político ha sido una de las piedras angulares del gobierno francés. París diseñó un proyecto de ley para “fortalecer los principios republicanos” y dirigido a los “separatistas islámicos”. La ley da poderes al gobierno para prohibir la educación en el hogar, otorgando al estado más control sobre la financiación de las organizaciones religiosas y permitiendo a las autoridades cerrar o destituir a los líderes de las organizaciones religiosas y mezquitas.
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Sumado a esto, Emmanuel Macron también ha dado un viraje más nacionalista, haciendo sendos homenajes a Napoléon Bonaparte y a Philippe Pétain, figura polémica por haber colaborado con los nazis, aunque el homenaje se hizo por su participación en la Primera Guerra Mundial. Lo cierto es que esto es sintomático teniendo en cuenta que durante su campaña presidencial de 2017 calificó el colonialismo como un “crimen contra la humanidad”.
Otro detalle importante a mencionar es que antes de la reforma de gobierno, Macron daba marcha atrás en algunas de sus medidas tras fuertes protestas, por ejemplo, con el abandono de la subida del precio de los carburantes, o la reescritura del artículo polémico de la ley de seguridad global. Había un cierto diálogo con la sociedad civil, que se acaba tras la reforma de 2020. Esto ha hecho que los franceses se muestren más desencantados por Macron, y haya crecido aún más el enfado, peligroso ante el ascenso de una Le Pen que tiene serias posibilidades de llevarse las elecciones.
La campaña electoral del Presidente Macron
El Presidente-candidato Macron ha hecho una campaña atípica, por no decir que oficialmente se ha inmiscuido más bien poco en la misma. El mandatario francés más bien ha intentado usar su proyección internacional, y sobre todo europea, para mostrar su talla como jefe de Estado. Quizás apelando a la “grandeur” de Francia y a esa sensibilidad geopolítica característica de la población gala. Como ejemplo, cabe destacar la pomposidad del anuncio de la Presidencia europea de Francia poniendo en valor la autonomía estratégica europea, la defensa de las fronteras europeas y el cambio climático entre otros. Un mix que busca gustar a todos básicamente.
La cuestión es que la política exterior no es suficiente atractiva para que tenga un efecto trascendental en el terreno nacional. Y eso se ha notado en la campaña del Presidente. Tras la Guerra de Ucrania, Macron llegó a un máximo del 33% de intención de voto gracias al “efecto bandera”, pero tras unas semanas, esa subida se ha ido disipando, bajando al 26%. Debido a esta subida tan fulgurante en los sondeos, el Presidente francés y su entorno se acomodaron ¿para qué hacer campaña si la victoria está asegurada? Sin embargo, la realidad les ha golpeado en la cara con los últimos sondeos mostrando el alza de Marine Le Pen, mostrando además una previsible segunda vuelta muy igualada. La preocupación ha aumentado en el campo macronista.
La campaña presidencial necesitaba un “electroshock”, de ahí que Emmanuel Macron acudiera a numerosos medios de comunicación para conceder entrevistas. El mandatario ha pasado al ataque, asegurando que Marine Le Pen miente a los electores y que su programa es “racista”. También el Presidente ha intentado granjearse una imagen más simpática, consciente de que sus salidas de tono durante su mandato le han lastrado. Ahora Macron asegura que “nunca ha querido despreciar a los franceses”.
En cuanto a su programa electoral ¿qué ofrece el Presidente francés? El principal objetivo del mandatario es el “pleno empleo” (sin precisar que tasa de paro quiere alcanzar). Macron ha destacado que durante su presidencia el paro ha bajado en Francia, si bien es cierto que el trabajo precario ha aumentado. El tema de las pensiones vuelve sobre la mesa, Emmanuel Macron asegura que los franceses “deben de trabajar más”, por ello la edad de jubilación se extenderá de los 62 a los 65 años. Macron también promete reformas para el seguro de desempleo y para los trabajos precarios. En cuanto a la inmigración sigue la continuación de su línea “humanidad y firmeza”, aunque con una posición más dura por la política del Ministro de Interior Darmanin.
Emmanuel Macron cuenta con pasar a la segunda vuelta sin problemas para encontrarse con Marine Le Pen en segunda. Como en 2017 espera que el frente republicano se movilice para dejar sin opciones a la candidata de extrema derecha, pero ya no estamos en 2017. El hartazgo y el enfado han aumentado en el país, además debido a su viraje a la derecha, es más difícil que los votantes más de centro izquierda-izquierda voten en oposición a Le Pen. Los macronistas deberían tener cuidado, no deberían subestimar la posibilidad de una derrota.
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