La decapitación del profesor Samuel Paty el pasado 16 de octubre, seguido del ataque con cuchillo en Niza el 31 de octubre que dejó 3 muertos, ha vuelto a abrir el debate en Francia sobre el islamismo, además de acelerar el llamado proyecto de ley contra el separatismo islámico. La retórica antiterrorista y de libertad de expresión ha centrado el foco en el país galo a pesar de ser uno de los focos de la pandemia del coronavirus.
La ley contra el separatismo islámico
A principios de octubre el Presidente francés Emmanuel Macron anunció los primeros detalles de su proyecto de ley contra el separatismo islámico, cuyo objetivo es “reforzar la laicidad y consolidar los principios republicanos”. La denominación de “separatismo” incide en el deseo del islamismo radical de crear un sistema de valores, e incluso jurídico, alternativo en las escuelas y organizaciones. La ley además busca reforzar el arsenal legislativo para combatir el terrorismo.
Hay que entender la importancia del laicismo para Francia, desde 1905 está estipulado en el país galo la neutralidad del Estado en cuanto a cualquier religión. La ley de 1905 no prohíbe las prácticas, expresiones, manifestaciones públicas religiosas… sino que establece una distinción entre el “espacio privado” y el “espacio público”. Por ejemplo, con la prohibición de los símbolos religiosos en las escuelas públicas.
De esta forma, el gobierno francés diagnostica así que el problema del radicalismo islámico, y en última instancia el terrorismo, es parte de un problema social, a saber, la falta de integración de una parte de las poblaciones musulmanas en Francia y, más específicamente, la violación de los principios del laicismo que rigen el país.
Las medidas anunciadas por la nueva ley del separatismo se traducen en la obligatoriedad de la educación en las escuelas a partir de los 3 años, salvo motivos de salud. La educación escolar a domicilio será “estrictamente limitada”. El presidente francés afirmó que más de 50.000 niños son educados a domicilio, y algunos “cuando son interrogados sobre conocimientos básicos, se descubre que solo aprenden a rezar”.
Un mayor control de las organizaciones, y mayor poder para disolverlas. Los motivos se extenderán a “atentado contra la dignidad de la persona” o “presión psicológica o física”. Toda asociación que solicite una subvención deberá firmar una “carta de laicismo” .La separación y transparencia del culto y las actividades socioculturales de las asociaciones, más particularmente las musulmanas. La criminalización de los certificados de virginidad y el fortalecimiento de la lucha contra la poligamia y los matrimonios forzados.
Se pone fin a la Educación en Lengua y Cultura de Origen, que permite a los padres inmigrantes enseñar su lengua de origen (como el árabe) en las escuelas, siendo los profesores contratados y supervisados por los países de origen. Ahora serán las instituciones francesas quienes enseñarán dichas lenguas y no dichos países extranjeros. Por otra parte, Francia procederá a formar a sus propios imanes, no teniendo que recurrir a los imanes extranjeros. Se producirá un mayor control sobre la financiación de las mezquitas. Emmanuel Macron declaró que quieren “prevenir los golpes de estado dentro de las mezquitas” además de evitar que imanes radicales “tomen el control de las asociaciones islámicas”.
Tras estos anuncios, el mandatario francés entorno el mea culpa; “Hemos construido nosotros mismos nuestro separatismo. Es el de nuestros barrios, los guetos que la República ha permitido, hemos construido una concentración de miseria y dificultad”. Una referencia a la situación precaria de las banlieues (suburbios) en Francia.
Evidentemente no han faltado las críticas hacia este proyecto de ley, acusando al gobierno de generar una estigmatización contra el Islam. Algo que anticipó el propio Presidente al declarar su deseo de luchar contra el racismo y mejorar las oportunidades para las personas de las banlieues. En ese sentido, en una entrevista a Le Grand Continent, Macron declaró que “no debemos olvidar que más del 80 % de las víctimas del terrorismo islamista provienen del mundo musulmán, como hemos vuelto a ver en Mozambique estos últimos días”.
El Ministerio de Interior actúa
Para llevar a cabo esta lucha contra el islamismo político, Emmanuel Macron cuenta con el Ministro de Interior Gerald Darmanin, elegido el pasado junio tras la remodelación del gobierno. Darmanin, vinculado a la figura del expresidente conservador Sarkozy, ha mostrado una actitud dura en su política de seguridad. Siendo muy criticado por algunas salidas de tono, como cuando declaró sentirse “sorprendido” de ver comida halal y kosher en los estantes de los supermercados.
Tras los atentados de octubre, Darmanin ha procedido a tomar varias medidas que se podrían catalogar como “duras”; esto es, el cierre de mezquitas consideradas radicalizadas, la disolución de varias organizaciones musulmanas por sus presuntos vínculos con el islamismo radical (el gobierno asegura que hay 51 en el radar), y por último la expulsión de 200 extranjeros inscritos en la lista de personas radicalizadas. Como otra medida extraordinaria, el gobierno francés anunció la movilización de 4.000 militares adicionales para proteger los lugares de culto en el país.
Hay que destacar además la retórica que está utilizando el gobierno francés a la hora de presentar su actuación contra el islamismo político, un discurso con claros tintes bélicos. “Un enemigo ha declarado la guerra a Francia, es el islamismo político y radical. Nos encontrará siempre en su camino. Él es nuestro objetivo. La mejor manera de ganar una guerra es que la comunidad nacional esté unida”, en estas palabras se expresaba el Primer Ministro Jean Castex durante una entrevista en la cadena francesa TF1. En la misma línea se expresaba Darmanin en una entrevista en la radio: “Francia está en guerra. Estamos en guerra frente a un enemigo exterior e interior. Estamos en guerra frente a la ideología islamista”.
De esta manera París deja claro que su guerra es contra una ideología, en este caso la del islamismo radical, de ahí la ley contra el separatismo islámico. El asesino del profesor Paty y el atacante de Niza no estaban en el radar de los servicios de inteligencia, por ello la necesidad para el gobierno francés de combatir con más ahínco las ideas fundamentalistas, caldo de cultivo de los atentados.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la población musulmana en Francia, en su amplia mayoría, muestra una alta confianza hacia las instituciones francesas. Así lo atestigua un estudio de varios expertos de universidades europeas, la investigación señala que el nivel de confianza de la población musulmana hacia las instituciones es similar a la no musulmana, incluso superior en casos como la escuela pública.
El Instituto francés de opinión pública lanzó una serie de encuestas sobre la religión, la ley de laicidad, entre otras cuestiones. En dicha encuesta, un 54% de musulmanes franceses se mostraban a favor de la separación entre religión y estado. En cuanto al apoyo a las medidas del gobierno para la luchar contra el islamismo, la encuesta señala una clara aprobación de la población musulmana.
Por el contrario, es motivo de preocupación que según la encuesta, el 57% de los jóvenes musulmanes (18-24 años) consideran que la sharía (ley islámica) es más importante que la ley de la República francesa (+10 puntos respecto a 2016). Mientras que el 62% de los musulmanes no están de acuerdo con ese punto de vista. Los servicios de inteligencia franceses advierten de que los radicales están librando una guerra por la mentes de los jóvenes, especialmente online, con objeto de ganar partidarios de la violencia.
En cuanto a las instituciones islámicas en Francia, han mostrado un rechazo no solo a la violencia de los atentados, sino también han mostrado su apoyo a las medidas del gobierno contra el islamismo político. El Consejo Francés de Culto Musulmán declaró “la intención de participar en la refundación del culto musulmán” trabajando en la formación de imanes y en un plan anti radicalización. Por otra parte, las federaciones musulmanas y mezquitas de Francia publicaron un comunicado en el que condenaban el terrorismo y toda la violencia que se expresa en nombre del Islam, a aquellos que instrumentalizan el Islam con fines políticos y a los llamamientos al boicot a los productos franceses.
Musulmanes se movilizan contra Francia
Durante el homenaje nacional al profesor asesinado Samuel Paty, Macron defendió firmemente el estado laico francés, así como el derecho a caricaturizar, “no renunciaremos a las caricaturas” destacó. Reiteró su punto de vista en la entrevista con Le Grand Continent ya anteriormente citada, en la que afirmó que, a pesar de su respeto por las diferentes culturas, no iba a cambiar las leyes porque impactasen en otros lugares.
Tras la defensa del mandatario francés de las caricaturas y la libertad de expresión, en el mundo musulmán se producían numerosas manifestaciones contra Macron y su gobierno, tachándole de “islamófobo” y llamando al boicot de los productos franceses. Las movilizaciones más numerosas se produjeron en países del sudeste asiático como Bangladesh, pero sobre todo en Pakistán, donde miles de islamistas radicales protestaron durante varios días en los alrededores de la embajada francesa. En ese país, el partido islamista radical Tehreek-e-Labbaik ha sido quien ha encabezado las protestas, pidiendo la expulsión del embajador francés. Aunque el Primer Ministro pakistaní, Imram Khan, también fue muy crítico con Francia y Emmanuel Macron, razón por la cual, desde París han decidido no ayudar a Pakistán a actualizar sus aviones Mirage, sus sistemas de defensa aérea y sus submarinos Agosta 90B.
Sin embargo, quien ha estado a la cabeza de la campaña antifrancesa no ha sido otro que el Presidente de Turquía Erdogan. Los motivos son varios, principalmente es debido a los múltiples escenarios en donde los intereses geopolíticos franceses y turcos chocan (Libia, Mediterráneo Oriental), una situación que ha llevado a una suerte de “guerra fría” entre Ankara y Francia con un constante cruce de acusaciones e insultos, recordemos que Erdogan describió a Macron como un “enfermo mental”, lo que llevo a que París llamase al embajador turco a consultas.
Otra de las razones de la vehemencia de la campaña antifrancesa turca es el deseo de Erdogan de convertirse en un líder del mundo musulmán y promocionar así su gobierno en la región. Y por último, tenemos que fijarnos en la política interior francesa, con la ley contra el separatismo islámico en concreto, Francia a partir de ahora formará a sus propios imanes y así no recurrirá a extranjeros. Esto significa que Ankara perdería a sus imanes turcos residentes en Francia. Por otra parte, está la cuestión de la disolución de organizaciones, un paso que ya ha dado el gobierno francés al decretar la prohibición del grupo de extrema derecha “Lobos Grises” por “incitación al odio”, algo que no ha gustado nada en Ankara.
Conexión París-Viena
Los atentados en Francia y en Viena (donde un tirador asesinó a 4 personas e hirió a más de una docena) han provocado un acercamiento entre Emmanuel Macron y Sebastian Kurz, ambos líderes sumidos en una cruzada contra el islamismo político.
Francia y Austria han instado a Europa a coordinar sus políticas antiterroristas elevando la cuestión a un primer nivel de importancia. Ambos países, que habían enfrentado posturas durante las negociaciones por el fondo de recuperación, ahora muestran una buena sintonía. También se les ha unido el holandés Mark Rutte, otro de los líderes que ya tuvo sus más y sus menos con Macron en Bruselas.
París y Viena han propuesto mejorar la cooperación policial y de información entre los países miembros de la UE. Pero no se han quedado ahí, sino que han instado a un refuerzo de las fronteras exteriores. Algo que no ha encontrado una especial acogida entre los países sureños, siendo los que soportan más carga en la gestión de los flujos migratorios. Emmanuel Macron ha lanzado la propuesta de “refundar” el espacio Schengen, anunciando que lo pondrá sobre la mesa en el próximo Consejo Europeo. Quizás un mensaje del mandatario galo a Italia, ya que el atacante de Niza había entrado a la Unión Europea a través de la isla siciliana de Lampedusa.
Figuras como el Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se han mostrado de acuerdo con la postura franco-austríaca. De hecho, Michel en su visita a Viena, propuso la creación de un “instituto europeo” para la formación de imanes en Europa, un claro guiño a una de las cuestiones centrales de la ley contra el separatismo islámico francesa.
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