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Crisis constitucional en Somalia (I): Elecciones canceladas

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Mujer portando la bandera de Somalia. Fuente: Phil Moore / AFP / Getty Images.

Escrito por Alejandro López.

El país del Cuerno de África se sumerge en una crisis política de gran calado que se venía temiendo meses pero se esperaba poder evitar negociando con todos los actores implicados en el proceso electoral. El día 8 de febrero terminaba el mandato presidencial de Mohamed Abdullahi Mohamed -conocido como Farmaajo-, líder federal de Somalia, pero no había acuerdo para la realización de las tan ansiadas elecciones en el país.

Acuerdos del 17 de septiembre

En septiembre de 2020 el gobierno federal somalí y los representantes de las regiones (5 Estados federales y la región de Mogadiscio, Benadir) llegaron a un acuerdo para la organización de unas elecciones generales en Somalia entre finales de 2020 y principios de 2021, en distintas fases de voto indirecto pero con sufragio universal, reparto de escaños en 101 por cada Estado, comisiones electorales en cada Estado y a nivel federal, 2 únicos puntos de votación en cada Estado –frente a los 4 anteriores-, cuota femenina y elección del comité de Somalilandia por Mogadiscio. Además los parlamentarios de la Cámara Alta –cámara senatorial- serían elegidos por los parlamentos estatales. El del 17 de septiembre se trataba, por tanto, de un importante acuerdo de 15 puntos entre todos los actores territoriales que modificaba un acuerdo del 20 de agosto de 2020, que no había logrado el consenso con los Estados de Jubalandia y Puntlandia.

El espíritu del acuerdo pronto quedaría a un lado. Las elecciones no lograrían el consenso para introducir el sufragio universal dejando a un lado el reparto por clanes sino que se apostó por un sufragio indirecto oligárquico. Somalia no es un país plurinacional sino que la etnia somalí queda incluso dispersa en otros países como Etiopía –Ogadén- y Kenia. De este modo, son los múltiples clanes los que se disputan el poder desde la caída del gobierno de Siad Barre en 1991 y la irrupción del régimen de los Tribunales Islámicos, con dominancia de grupos que darían lugar a Al-Shabaab como escisión miliciana de un sector de los Tribunales Islámicos. Para finales de 2020, el 1 de diciembre, se esperaba romper esta elección intrincada, indirecta y dominada por el voto delegado en los líderes de los clanes. Posteriormente se pospondría hasta 2021, pero el sufragio volvería a recaer en estos líderes que, como se acordó a principios de octubre, elegirían en cada Estado de la federación a los 101 parlamentarios que, a su vez, elegirían al Presidente. Aunque esta última fase correspondía a un sistema indirecto del que se hace uso en gran parte del globo, el hecho de que no se pudiera otorgar el voto a los individuos fue visto como un primer fracaso de esta negociación. Farmaajo acusó a la oposición de este retroceso.

Para saber más: Elecciones en Somalia: la construcción de un Estado.

Otro de los puntos fuertes del proceso negociador para las elecciones era el de la implantación de cuotas para garantizar el acceso de las mujeres a los asientos legislativos. Sin embargo, aunque el Primer Ministro aseguró que el 30% de los escaños serían ocupados por mujeres, la falta de listas controlables, por el desplazamiento de las decisiones a los líderes de los clanes, hacía pensar que era difícilmente resoluble mediante cuotas de manera vinculante. La Ministra de la Mujer afirmó, además, que la cuota era demasiado baja, ya que solo suponía un crecimiento del 6% en el mejor caso.

Desencuentros en noviembre

El representante de la ONU ya ofreció su apoyo en la materialización de los objetivos electorales mediante conversaciones con las capitales regionales y los demás actores políticos, ya que el acuerdo respondería a los intereses conjuntos de todos ellos, incluida la sociedad civil. Aunque no fuera a ser posible la elección de parlamentarios mediante sufragio universal, el representante afirmó que se debería recoger el espíritu del sufragio directo del acuerdo de cara a 2024-2025 y que en este proceso se podría avanzar con respecto a las bases sentadas en 2016, concretándose en la elección de los parlamentarios a finales de 2020 –que se iría retrasando unas semanas- para que estos, indirectamente, pudieran elegir al nuevo Presidente antes de febrero de 2021. Por otra parte, se valoraba la progresiva adquisición de competencias por el Estado sobre la seguridad mediante la capacitación que la misión de la Unión Africana, AMISOM, y otros países estaban llevando a cabo.

Se espetaba al gobierno a que recurriera a un posible apoyo tanto de la ONU como de la AMISOM en la organización de las elecciones si era necesario. Francia lamentó la falta de avance hacia un sufragio universal, al igual que Alemania, aunque esta apoyaba que se realizase un proceso creíble, como había pedido Estados Unidos. Por su parte, Rusia pidió la confirmación de los trámites aún pendientes en noviembre de 2020 para los comicios como era la designación de un comité regulador electoral y la puesta en marcha de un dispositivo de seguridad reforzado. Del mismo modo, y ahondando en la dirección de la seguridad, China solicitó que la comunidad internacional ofreciera ayuda financiera “continua” a Somalia para poder ayudar en la transición de la seguridad.

El mandato de la AMISOM terminaba en 2021 y, aunque Somalia quiere asegurar su fin para poder expulsar al contingente keniano, necesita garantizar que no se creen vacíos en el país. Por eso Rusia rechazó cualquier reducción forzada de las fuerzas de seguridad. Y es que seguía siendo de gran preocupación la situación del yihadismo de Al-Shabaab ya que, según Estados Unidos, la organización habría logrado ingresos por valor de más de $50 millones cada año mediante actividades ilícitas. Este era uno de los grandes focos de inseguridad en el país, junto con una serie de catastróficos eventos como la pandemia de COVID-19, las inundaciones que afectaron algunos puntos y la plaga de langostas del desierto que había arrasado los cultivos.

Para saber más: Las langostas del desierto invaden el Cuerno de África y Asia.

Ante la dificultad de articular una respuesta individual, los principales candidatos de oposición –hasta 14- se unieron bajo una plataforma puramente negociadora para ejercer la interlocución con el gobierno federal ante la organización de este proceso electoral que no terminaba de concretarse: el Consejo de Candidatos Presidenciales de Somalia. Su líder designado desde noviembre de 2020, cuando se mantuvo una reunión de 6 días en Mogadiscio, fue el ex Presidente entre 2009 y 2012, Sheikh Sharif, de corte islamista. Desde su conformación lanzaron una campaña política contra el Presidente Farmaajo por tratar de controlar el proceso electoral situando a sus fieles en los órganos electorales y en la Agencia de Seguridad e Inteligencia Nacional.

Sheikh Sharif (izquierda) y Mohamed Abdullahi Mohamed Farmaajo (derecha) en noviembre de 2010, durante la Presidencia de Sharif con Farmaajo de Primer Ministro. Fuente: CSMonitor.

Presiones internacionales

A priori el gobierno federal estaba dispuesto a renunciar además de al sufragio universal, también a las elecciones totales en el país para realizar unas elecciones parciales en 4 regiones de las 7 en que pretendían hacerlo: HirShabelle, Galmudug, Suroeste y Benadir –Mogadiscio-. A mediados de enero de 2021 aún mantenía esta postura sobre la realización de comicios parciales en término. Los Estados ausentes en el acuerdo de Jubalandia y Puntlandia lo criticaron, ya que el gobierno central no habría querido atender sus peticiones para un acuerdo, y la oposición acusó a Farmaajo de “tratar de tomar el poder mediante la coerción, la exclusión y la represión”.

Los socios internacionales de Somalia, con Estados Unidos a la cabeza, no veían bien la realización de unas elecciones parciales. Tan solo se antojaba tolerable la falta de elecciones conjuntas en Somalilandia, donde se mueve un proceso que Estados Unidos y otros países europeos aprueban y apoyan de manera paralela en mayo de 2021 por su estabilidad y pragmatismo. Aunque se celebraban los contactos políticos que se seguías sucediendo como las visitas del Primer Ministro Roble a Puntlandia y Galmudug, el papel del Presidente de Galmudug en la intermediación entre las instituciones federales y las de Puntlandia o los esfuerzos negociadores de varias figuras en Garowe, capital de Puntlandia. Pero Estados Unidos rechazó directamente la convocatoria de elecciones parciales y apostó por un proceso creíble para dar legitimidad al proceso. A finales de enero, tras la presión de Estados Unidos, Puntlandia y Jubalandia habrían aceptado concurrir eligiendo a los miembros del comité electoral. Pero el gobierno federal no aceptó inicialmente esas designaciones por defectos de forma en la tramitación. Seguidamente incrementó la representación de Benadir en la Cámara Alta, aumentando el peso de los clanes de Mogadiscio y soliviantando aún más a los díscolos.

Para saber más: Somalilandia: el sueño de la Gran Somalia cada vez más lejos.

La falta de legitimidad sería absoluta y el país se asomaría a una crisis política mayor ya que la representatividad sería mínima de no alcanzarse un acuerdo total –con la salvedad de Somalilandia-. Lo podríamos calificar de crisis constitucional si Somalia tuviera algún tipo de concordancia constitucional y no se rigiera por acuerdos que sirven para crear una transición a un periodo de estabilidad constitucional pero que no siguen un procedimiento jurídico preestablecido sino uno ad hoc. Un punto clave para entender esta falta de Derecho Constitucional aplicado en Somalia es el hecho de que no se puede auditar el procedimiento por la falta de instituciones reguladoras efectivas, ya que la Corte Constitucional no sirve para encauzar el diferendo de legitimidad política. La crisis también podría ser internacional, por las implicaciones que tendría en la región, especialmente con Kenia y el vacío de poder que podría retomar el islamismo.

Negociación in extremis

El Presidente Farmaajo y el Primer Ministro, Hussein Roble, realizaron un último intento desesperado por alcanzar el consenso electoral con las regiones, especialmente tras los sonados desencuentros con Puntlandia y Jubalandia. Los otros tres líderes estatales llegarían antes, representando a sus regiones: HirShabelle, Suroeste y Galmudug –anfitrión de la cita- así como el representante del distrito de Benadir, donde se encuentra la capital Mogadiscio. La oposición, aun así, criticó la reunión por no contar con su participación y pidió la extensión a otros miembros de la vida política, incluyendo representantes somalilandeses. Pero lo que tenían claro es que no consentirían una extensión del mandato presidencial si no había acuerdo para la realización de elecciones a tiempo. También rechazó esta posibilidad el líder de la Cámara Baja del Parlamento.

Mapa de Somalia por regiones. Fuente: MSS.

Algunos líderes creían que Farmaajo torpedeaba las negociaciones para poder perpetuarse en el poder, lo cual tiene relativamente poco sentido por la inviabilidad de manejar un país como este sin el apoyo de los clanes locales y el Parlamento. Aunque sí se puede ver que quería un proceso diseñado a su gusto en el sentido de no ceder en aspectos nacionales contra Kenia esencialmente, en referencia a la condición preelectoral de Jubalandia para que el gobierno federal retirase sus tropas de Gedo, en su territorio. Y es que la defensa del nacionalismo somalí en la región, especialmente a nivel federal, se había convertido en uno de los principales acicates de la campaña de Farmaajo para presentarse como garante de la unidad somalí. Según Jubalandia, era el gobierno federal el que incumplía esta condición, ya acordada en septiembre, y por lo tanto la región no accedió a participar en el proceso electoral. Y esta postura de Jubalandia siguió siendo la misma durante las negociaciones de enero y febrero de 2021, así como durante la crisis con Kenia en diciembre de 2020 que llevó a la ruptura temporal de relaciones diplomáticas de manera unilateral desde Somalia.

Para saber más: Jubalandia: el Estado que agrieta las relaciones entre Kenia y Somalia.

Se acusaba a Farmaajo de emplear para sus propios intereses el nacionalismo pan-somalista que ha movido buena parte de las dinámicas contra Etiopía o Kenia en la historia reciente del país y que ha permitido asentarse a los diversos regímenes políticos. De hecho, Jubalandia y Puntlandia consideraban que este nacionalismo era una forma más de liquidar el sistema federal, al estilo de lo que se acusaba a Abiy Ahmed en Etiopía con su propio nacionalismo contra el sistema federal. El discurso de que algunos gobiernos regionales incómodos representaban realmente los intereses extranjeros se exacerbó. Algunos líderes opositores como Abdirahman Abdishakur, del Partido Wadajir, pidieron que se detuviera la compra de armamento a Turquía por el miedo a que se empleasen desde las fuerzas de seguridad dependientes del Ejecutivo para “secuestrar” las elecciones. Se llegó incluso a mandar una carta al gobierno turco.

Ataque de Al-Shabaab en Dhusamareb, Galmudug, durante la conferencia de líderes regionales y federales. Fuente: Jowhar.

La ciudad que acogió las jornadas de negociación entre los días 1 y 6 de febrero fue la capital de Galmudug, Dhusamareb, justo antes de la fecha límite del mandato presidencial. Por si hubiera poca tensión, el mismo día 1 de febrero el grupo yihadista Al-Shabaab inició una serie de ataques con morteros sobre la ciudad de Dhusamareb. El ataque alcanzó la residencia del Presidente, el Palacio Presidencial de Galmudug. Después llegarían los líderes de Jubalandia y Puntlandia, ya con fuerzas especiales de seguridad, pero Al-Shabaab realizaría un nuevo ataque hasta que fuera desarticulado el despliegue de los yihadistas –al menos 8 fallecidos y 2 detenidos-. Los líderes políticos no se vieron finalmente afectados y las muertes se concentraron en una barriada pobre, como solía ocurrir en los múltiples ataques previos. La cumbre, sin embargo, finalizó sin acuerdo. Según Farmaajo, se había acordado la elección del comité electoral de Somalilandia mediante la designación del Viceprimer Ministro y el Presidente del Senado para su nombramiento –aunque posteriormente el líder de la Cámara Alta apostó por la participación de los representantes de Somalilandia en las conversaciones de manera directa-. Los casos en disputa seguían siendo los mismos: Puntlandia y Jubalandia. Con epicentro en la cuestión electoral-militar de Gedo, en Jubalandia.

El gobierno federal y las regiones se culparon mutuamente pero el país se asomaba a un proceso que no serviría para dar legitimidad al resultado, así que no se realizarían elecciones el día 8. La crisis constitucional llegaba a Somalia. Sin elecciones, sin perspectivas, con un gobierno fuera de mandato y con un enfrentamiento entre regiones, oposición y gobierno.

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