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Crisis constitucional en Somalia (IV): Mogadiscio, de aquí no sales

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Ceremonia de graduación de la policía de Jubalandia, Somalia, 2017. Fuente: AMISOM.

Escrito por Alejandro López.

Somalia no tenía un calendario electoral sobre la mesa, se encontraba tensionada por la violencia entre el gobierno federal y la confluencia opositora-regional tras los intentos de negociar y organizar protestas, vivía en una insurgencia yihadista sin fin y había fracasado en todos los intentos de mediar.

La pandemia de COVID-19 azotaba el país pero, sobre todo, sirvió al gobierno para prohibir cualquier tipo de manifestación de los opositores. Las fuerzas armadas de cada sector se enfrentaban en Mogadiscio, pero también en el Estado de Jubalandia, uno de los focos de tensión pre-electoral. Y por si fuera poco, el líder de la Cámara Alta se unió a la quincena de opositores y las regiones díscolas de Puntlandia y Jubalandia para conformar una nueva organización contraria al poder federal, en su caso por la cuestión de la elección de los parlamentarios de Somalilandia. Así surgió el Consejo de Salvación Nacional. Pero aunque poco a poco se logró que todos los actores llegasen a Mogadiscio, hubo mucha tensión para lograr desencallar unas negociaciones que dejaban pequeño el atasco del Canal de Suez.

Para saber más: Somalilandia: el sueño de la Gran Somalia cada vez más lejos.

De aquí no sales

Estados Unidos continuó la línea de presión dura y dijo mediante su Embajada en Somalia que todas las partes –dirigiéndose directamente a los líderes regionales- debían continuar en Mogadiscio hasta que se alcanzara un acuerdo electoral, sin posibilidad de fallas en el proceso. En ese contexto el gobierno federal había traspasado el mando de las fuerzas de seguridad que controlaban el aeropuerto de una unidad independiente a una fuerza policial en Benadir, lo cual se interpretó como una posibilidad para impedir la salida por el aeropuerto de los líderes regionales de Mogadiscio, puesto que el nuevo mando era acusado de ser acérrimo a Farmaajo. La policía negó que se estuviera produciendo un despliegue mayor en esa unidad.

La posibilidad de marcharse no tendría por qué estar sobre la mesa, pero el mismo Presidente Deni, de Puntlandia, negó en una entrevista con la BBC haber sido invitado al encuentro del día 22 de marzo y relató cómo el lugar de la reunión estaba siendo rodeado por tropas leales al gobierno federal, temiendo un nuevo 19 de febrero, lo que reincidiría en la intención de hacer descarrilar el proceso culpando a la nueva alianza opositora-regional. Se temía una falta de seguridad en el encuentro, sobre todo tras los tiroteos que sufrieron los líderes opositores cuando asistieron a Mogadiscio el 19 de febrero. Pero los líderes regionales díscolos temían que quedasen retenidos en Mogadiscio hasta no firmar un acuerdo, al que podrían verse forzados si no había seguridad en el encuentro. Farmaajo habría aceptado finalmente que las tropas de la misión de la Unión Africana en Somalia –la AMISOM- en la base de Halane, Mogadiscio, se ocupasen de garantizar seguridad a las partes. Y la AMISOM lo confirmó, tal y como pedían Puntlandia y Jubalandia.

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Base Halane, Mogadiscio. Fuente: Garowe Online.

Una vez llegó una fecha largamente postergada por la ausencia de otros líderes regionales, de viaje en Turquía, el encuentro empezó a medio gas. Los líderes de Jubalandia y Puntlandia negaron haber sido invitados formalmente al encuentro y denunciaban la presencia de tropas en torno a la zona del aeropuerto. El comité electoral técnico de Baidoa presentó sus recomendaciones para el proceso ante el Presidente, el Primer Ministro y los líderes de las 4 regiones presentes: HirShabelle, Suroeste, Galmudug y Benadir.

Los líderes de Puntlandia y Jubalandia se reunieron de manera bilateral para acercar posturas tras un breve distanciamiento entre ambos, y se iniciaron contactos con las demás regiones. Y también se produjo una reunión del Consejo de Salvación Nacional con los opositores. Al final del encuentro del día 22 de marzo de 2021, el Ministro de Información del gobierno federal llamó a la participación de los dos líderes ausentes. Sin embargo, el gobierno federal continuó organizando reuniones sin ninguna de las dos regiones. Como sucediera en Dhusamareb y en otros intentos en Mogadiscio, se produjeron ataques con mortero sobre la base Halane que acogería las conversaciones.

Jubalandia se resiente

Los últimos acercamientos, algo confusos por aquel entonces, apuntaban a una negociación entre el importante Ministro de Seguridad de Jubalandia, Abdirashid Janan, y el gobierno federal para su entrega en Gedo, ya que era fugitivo para las autoridades de Mogadiscio. El día 24 de febrero, Jubalandia destituía al Ministro Janan y, horas más tarde, se producía su rendición ante el gobierno federal en Gedo. Una de las grandes controversias entre Mogadiscio y Jubalandia avanzaba tras su detención en 2019 y fuga en 2020 para dirigir las milicias en la región, tras los presuntos crímenes contra la humanidad como asesinatos y torturas cometidos en Gedo años atrás.

Abdirashid Janan, ex Ministro de Seguridad de Jubalandia, se entrega en Gedo. Fuente: Somali Guardian.

Janan fue un actor clave en la dirección de las fuerzas de Jubalandia, de carácter no reconocido por Mogadiscio. Se le acusó de dirigir los ataques de “milicias” entrenadas y apoyadas por Kenia contra la población civil y las fuerzas federales de Somalia en Beled Hawo, en la frontera con Kenia. Precisamente entre varias de estas escaramuzas estalló el conflicto que llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas con Kenia en diciembre de 2020.

La respuesta de Janan no se hizo esperar tras el nuevo supuesto acuerdo y realizó declaraciones atacando directamente a su ex socio, Ahmed Madobe, el Presidente de Jubalandia, por no haber creado un Estado “igualitario para todos sus habitantes”, asegurando que él lucharía por la creación de una Jubalandia inclusiva. Esto muestra que quizá el tiempo de Janan estaría lejos de acabar tras un acuerdo con el gobierno federal.

Para saber más: Jubalandia, el Estado que agrieta las relaciones entre Kenia y Somalia.

¿Extensión presidencial?

Mientras se sucedían los contactos entre candidatos, otro frente se abría. El Parlamento, que debería haberse renovado en diciembre de 2020, se reunía para aprobar nuevas medidas de contención de la pandemia el 27 de marzo. La sesión fue paralizada ante un tumulto entre los parlamentarios, ya que un grupo de ellos expresó sus temores de que la jornada fuera realmente una tapadera para aprobar una extensión del mandato presidencial para Mohamed Abdullahi Mohamed “Farmaajo”.

La fuerte tensión que se vivía en la sociedad estalló en esta ocasión reflejada en las discusiones para parar la sesión parlamentaria. Según medios locales, se habrían mandados oficiales de Inteligencia y Seguridad Nacional al Congreso vestidos de civiles, lo que se interpretó desde la cámara como posible presión para la extensión. En los siguientes dos días, desde la Cámara Baja -congresual- se anunció la suspensión durante las próximas 5 sesiones de 15 parlamentarios por obstruir la sesión del día 27. El Presidente del Congreso, Mohamed Mursal, fue acusado por un parlamentario de haber reconocido en un encuentro que la única opción posible era la extensión del mandato presidencial de Farmaajo para 2 años, dando por muerto el consenso del acuerdo del 17 de septiembre de 2020.

Para saber más: Crisis constitucional en Somalia (I): Elecciones canceladas.

Si el Parlamento debería haber sido renovado en diciembre de 2020, el gobierno debería haber hecho lo propio el 8 de febrero de 2021. Sin embargo, algunos analistas señalan a las declaraciones del representante de la misión de la ONU en Somalia, la UNSOM, entendiendo que “el Parlamento ya aprobó una resolución en octubre para que incluso si expiraban los mandatos, tanto el Parlamento como la Presidencia siguieran en el cargo hasta la elección de sus sucesores”. Al tiempo reconocía los retos legales que esto podía suponer pero que podía dar un respaldo jurídico a esa eventualidad para continuar el proceso político, siendo mucho más importantes los retos políticos –como se está viendo- que los legales. Parece que, de nuevo, la situación carece de una base constitucional y la política somalí sigue rigiéndose mediante acuerdo parciales e improvisados.

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Mohamed Mursal, líder de la Cámara Baja de Somalia. Fuente: CGTN.

Todos en Mogadisicio

Al tiempo que se vivía la tangana parlamentaria, el día 27 los líderes regionales que ya se habían reunido con Farmaajo acudieron a la base de Halane, en las inmediaciones del aeropuerto de Mogadiscio, para tender puentes con las regiones que no habían asistido a los encuentros en días anteriores: Jubalandia y Puntlandia. Era la segunda cita a 5 en Halane. De cara a la tercera reunión se buscó también consultar al representante que lideraba el sector de Somalilandia en Somalia, el también líder del Senado y del Consejo de Salvación Nacional, Abdi Hashi.

Al día siguiente, el líder de Galmudug siguió con la estrategia conciliadora que había iniciado el Primer Ministro, Hussein Roble, con el acuerdo para ofrecer disculpas por los ataques políticos de febrero. Qoor Qoor, Presidente de Galmudug, continuó sus encuentros con Puntlandia y Jubalandia reuniéndose con el ex Presidente Sheikh Sharif, líder opositor y cabeza más visible de la unión de 15 candidatos opositores en el Consejo de Candidatos Presidenciales.

Ese mismo día 28 de marzo tendría lugar el nuevo encuentro en la residencia presidencial entre las regiones y el gobierno federal. Pero aunque ocurriera nuevamente con la ausencia de Puntlandia y Jubalandia, el formato ya era algo más prometedor. Y es que Galmudug, HirShabelle y Suroeste trasladaron los puntos acordados con las ausentes en su encuentro el día anterior. Uno de los nuevos puntos protagonistas sería la consideración de que una extensión en el Congreso del mandato de poder expirado supondría una ilegalidad. Era un tema de primer orden para las regiones ya que al día siguiente se había convocado una nueva sesión de la Cámara Baja y se temía que volviera a ocurrir un intento para extender el mandato, esta vez sin los 15 parlamentarios suspendidos que evitaron la anterior intentona.

Poco antes de la reunión habían desembarcado las presiones internacionales, recrudeciendo el tono que hasta entonces habían ido endureciendo. Los representantes de Estados Unidos, el Reino Unido, la Unión Europea y la ONU hablaron con el líder de la Cámara Baja para impedir esa extensión de los mandatos expirados, lo que calificaron de “inaceptable”. La sesión se pospuso al día 31 de marzo finalmente. Al día siguiente, los cuatro representantes internacionales se unieron a la Unión Africana para mantener una reunión presencial con los líderes de los 5 Estados federados. Incluso las regiones más cercanas al gobierno federal pusieron el grito en el cielo ante tal posibilidad. HirShabelle, Galmudug y Suroeste advirtieron de que no participarían en tal “ilegalidad” para extender los mandatos. Jubalandia no dudó en poner en valor el apoyo de la comunidad internacional.

Reunión entre los líderes de los cinco Estados reunidos como mediación frente al gobierno federal en Mogadiscio. Fuente: Somali Top News.

La reunión con todas las regiones juntas llegaría pronto con esta correlación de fuerzas, originalmente situada para el día 30 de marzo. Quedaba en el aire si Farmaajo accedería a participar simplemente como un candidato más y si podrían acudir otros actores –parlamentos, opositores u observadores internacionales- o simplemente se recurriría al formato de Dhusamareb con el Presidente, el Primer Ministro y las 6 regiones. Se pedía la implementación de los principios del 17 de septiembre, la presencia de representación del Consejo de Salvación Nacional, la presencia de representación de Somalilandia, la recusación de Farmaajo como coordinador de las conversaciones para asumir su posición de candidato y la seguridad del proceso por parte de una entidad neutral como la AMISOM.

Vuelta a la casilla de salida

Farmaajo no aceptó las condiciones y el encuentro no llegó. La comunidad internacional, con representación de la ONU, se reunió por un lado con el Primer Ministro Roble y, por otro, con Puntlandia y Jubalandia. Ante el fracaso de la reunión, que no llegaba, la sombra de la extensión volvía a ponerse sobre la mesa para un Parlamento y una Presidencia fuera de mandatos desde diciembre y febrero, respectivamente. El Consejo de Salvación Nacional criticó tal posibilidad y los 15 parlamentarios suspendidos amenazaron con presentarse en el Congreso. Para evitar su presencia se fortificaron y bloquearon las calles en Mogadiscio, aunque finalmente no se produjo la extensión en la sesión del día 31 de marzo.

Las regiones centrales siguieron con su papel de tender puentes y el líder del Suroeste se reunió con el de la Cámara Baja, Mohamed Mursal, que proviene también de esa región, ante la tensión que ahora podía redirigirse sobre dicha cámara. Mientras tanto, desde el gobierno federal se insistía en que todas las regiones estaban invitadas a un encuentro pre-electoral –sin hablar sobre las precondiciones que lo impedían-. El problema de la mediación del Primer Ministro es que, según Garowe Online, Roble no tenía potestad para tomar decisiones sobre la crisis electoral a pesar de su intención conciliadora tras múltiples contactos con la oposición en marzo.

Farmaajo volvió a proponer una reunión el día 3 de abril, tomando la iniciativa que él mismo había evitado seguir ante las propuestas de los demás actores. Como se ve, una de las cuestiones más importantes para la consecución de una negociación es la elección del marco en que ello ocurre. La presión internacional era brutal pero, aunque se dudó de la asistencia de las regiones críticas hasta el último momento, tras tres semanas con todos en la capital, se llegó al esperado marco de negociación. Tal había sido la insistencia de todos los mediadores para la asistencia que Farmaajo tuvo que pedir a los observadores internacionales al abrir la reunión que dejaran hablar a los somalíes. Ese día Al-Shabaab volvió a dar importantes señales de actividad con sus atentados múltiples, con coche bomba y con asalto a bases somalíes en Baja Shabelle, Suroeste. El gobierno aseguró haber matado a más de 100 militantes y detenido una decena, mientras éstos señalaban el éxito de sus operaciones. En Puntlandia, al mismo tiempo, se mataba a dos docenas de miembros de ISIS.

Said Abdullahi Deni, Presidente de Puntlandia, llega a las instalaciones militares que albergan las esperadas conversaciones electorales en Mogadiscio. Fuente: Garowe Online.

Las rondas de consultas continuarían los días 4 y 6 de abril, tras el parón por la marcha del líder de Galmudug, Qoor Qoor, y su confrontación con Madobe y Deni. Sin embargo, la situación no haría sino que empeorar cuando, al finalizar el encuentro del día 6 de abril, el Ministro de Información del gobierno federal anunció en vídeo el fracaso de las negociaciones, culpando de nuevo a Puntlandia y Jubalandia. Los líderes de las regiones mencionadas aseguraron que el Ministro había acudido con una indumentaria distinta a la del vídeo, por lo que le acusaron de haberlo grabado antes incluso de las negociaciones. Puntlandia y Jubalandia declararon su sorpresa ante el “fracaso” de las conversaciones, ya que lo acordado era un receso en las mismas para que las partes realizasen consultas. Por eso acusaban a Farmaajo de escudarse en el bloqueo para seguir en el poder, ya que no le interesarían los comicios, y de tener ya planeado el anuncio del fracaso negociador con anterioridad para apostar por la esperada extensión presidencial.

La comunidad internacional, que tanto había presionado sobre la política somalí, vivió con hartazgo el enésimo bloqueo electoral y tras conocer las versiones de cada parte, subió el tono. Estados Unidos, la Unión Africana, la Unión Europea, la ONU y la IGAD seguían de cerca los movimientos en este estratégico territorio. No serían tolerables elecciones parciales, procesos paralelos ni tampoco lo que parecía ser de nuevo el próximo paso: la extensión del mandato presidencial. Y el gobierno federal de Somalia empezó a responder fuera de la mediación que hasta entonces parecía aceptar. Somalia emitiría una petición dirigida al Consejo de Seguridad de la ONU para que no “interfiera en sus asuntos internos”. Algunas fuentes locales agitaban el fantasma de que Farmaajo quería retrasar las elecciones al menos dos años para firmar un acuerdo de seguridad con Etiopía y Eritrea, ante el crecimiento de las hostilidades con Egipto y Sudán. Y no era la primera vez que el gobierno federal tenía que desmentirlo.

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