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Elecciones en Somalia: la construcción de un Estado

Somalia es un país del cuerno de África que obtuvo la independencia en 1960 tras la unificación de la Somalilandia británica y la Somalia italiana. Desde entonces, Somalia ha sido el ejemplo perfecto de lo que se conoce como un “país sin Estado”.

El pasado 21 de febrero el presidente, Mohamed Abdullahi Mohamed (alias Farmajo), promulgó la nueva ley electoral que permitirá el sufragio universal por primera vez en casi 50 años. Las elecciones se celebrarían a finales de este año. Esta ley cambiará el modelo actual, conocido como el “sistema del 4.5”, en el que los cuatro principales clanes del país tienen representación en el gobierno y en el parlamento. Sin embargo, en estas nuevas elecciones los clanes seguirán manteniendo sus sitios en el parlamento. Lo que en principio se planteó como una solución temporal a los conflictos entre clanes, ha terminado suponiendo un problema interminable.

Halima Ismail, presidenta de la Comisión Electoral, lamentó que se siga pensando en elecciones dentro del “sistema del 4.5” porque “la gente debería ser libre de votar a la persona que quiera en función de sus méritos”.

Las Naciones Unidas, la Misión de la Unión Africana para Somalia (AMISOM) y los gobiernos federales han hecho públicas varias declaraciones (la última el pasado 25 de febrero) presionando al gobierno de Farmajo a cumplir los plazos y celebrar las elecciones al parlamento a finales de 2020 y las presidenciales al principio de 2021.

Lo que debería ser un año de transformación para el país se ve amenazado por la falta de diálogo entre Farmajo y los demás líderes políticos. El consenso entre el Gobierno somalí y los Estados federales es indispensable para que las elecciones se celebren. Esto se suma a la falta de financiación, los problemas de seguridad y la dificultad para realizar un censo de la población como principales obstáculos para la celebración de los comicios.

Además, Somalia debe afrontar otros retos como elaborar una Constitución definitiva que sustituya a la provisional de 2012 y garantizar la seguridad de sus fronteras y de su población.

Pero esto no será posible sin erradicar la amenaza que supone el grupo armado islámico Al Shabaab, las guerras entre clanes y las tensas relaciones entre el Gobierno central y los gobiernos regionales. Todos estos obstáculos hacen peligrar el objetivo de convertir Somalia en un Estado sólido, con garantías democráticas y económicamente viable.

Este artículo pretende analizar los principales sucesos que han provocado el caos en el que vive el país africano desde, prácticamente, su nacimiento como nación soberana.

Para expandir: Tribalismo e islam: Somalia en el Laberinto

El poder en Somalia

El desgobierno ha caracterizado a Somalia desde su independencia. Mohamed Siad Barre dio un golpe de Estado en 1969 e instauró un gobierno militar inspirándose en el poder soviético. El gobierno de Barre se mantuvo en el poder hasta 1991, cuando fue derrocado por los clanes somalíes en su lucha por conseguir más autonomía. En ese momento se inició la guerra civil somalí, que dura hasta nuestros días.

Desde la caída de la dictadura militar hasta el gobierno provisional formado en 2004 en Kenia, Somalia vivió sumida en un caos absoluto, donde los diferentes clanes somalíes protagonizaban una guerra fratricida y rivalizaban por conseguir ampliar sus respectivas zonas de influencia.

No obstante, hubo que esperar hasta 2012 para que volviese a tener un gobierno central. La presión internacional precipitó los acontecimientos, y se eligió en el Parlamento a Hassan Sheikh Mohamud como presidente de Somalia. Todos los actores políticos del país, incluidos los clanes, tomaron parte en la elección. Además, ese mismo año se promulgó una Constitución provisional que recogía el sufragio universal para las próximas elecciones.

En 2017 tuvieron lugar unas nuevas elecciones, pero el clima de extrema violencia y las dificultades para realizar un censo de la población obligaron a repetir el procedimiento de 2012. De ese modo, delegados de todas las regiones del país votaron en el Parlamento y eligieron, para sorpresa de muchos, a Mohamed Abdullahi Mohamed (conocido como Farmajo) como nuevo líder del Gobierno. La derrota de Hassan Mohamud pudo deberse a las buenas relaciones que mantuvo con Etiopía, algo que enterraba las ambiciones pansomalistas que seguían muy presentes en gran parte de la sociedad somalí y que buscaban la creación de una Gran Somalia anexionando todos los pueblos de su territorio (Somalia, Somalilandia, la región de Ogadén en Etiopía, Yibuti y una parte de Kenia).

Desde el inicio de su mandato, los dos grandes objetivos de Farmajo han sido promulgar una Constitución definitiva y convocar las primeras elecciones con sufragio universal en casi cincuenta años, ambos expuestos en la Conferencia de Londres para Somalia de 2017. Sin embargo, su tarea no está resultando fácil y su poder, más allá de Mogadiscio (la capital de Somalia), es ínfimo. Las regiones de la periferia acusan a Farmajo de no controlar la violencia de Al Shabaab y de extralimitarse en las competencias y en las elecciones de los Estados federales.

El presidente Farmajo en la Conferencia de Londres sobre Somalia de 2017 | Via: Ventures Africa
El presidente Farmajo en la Conferencia de Londres sobre Somalia de 2017 | Via: Ventures Africa

La razón principal del descontento se remonta a la distribución territorial que se recogió en la Constitución de 2012 y que se basó en las fronteras que se crearon tras la unificación de Somalia y Somalilandia en 1960. Los cinco Estados que componen la República Federal de Somalia son Jubaland, South West, Hirshabelle, Galmudug y Puntland. Además, la región de Somalilandia se quedó fuera de esta división territorial y está situada en tierra de nadie desde su proclamación de independencia en 1991, ya que no ha logrado recibir el reconocimiento de ningún Estado soberano.

La profunda división que existe sigue siendo el principal obstáculo de Farmajo a la hora de afrontar sus dos objetivos prioritarios. De hecho, los Estados federales rompieron las relaciones con el gobierno de Mogadiscio en septiembre de 2018, por lo que el futuro se antoja complicado.

Conferencia de Londres sobre Somalia de 2017

El 12 de mayo de 2017 tuvo lugar una reunión clave para el futuro a corto y medio plazo de Somalia. La Conferencia de Londres sobre Somalia trazó la hoja de ruta a seguir para avanzar hacia el fin del conflicto armado y la recuperación económica. El presidente Farmajo se comprometió a promulgar una Constitución definitiva y a convocar elecciones con sufragio universal. Esto último se materializó el pasado 21 de febrero con la promulgación de la nueva ley electoral somalí. No obstante, el principal obstáculo para el presidente será la elaboración del censo, ya que los continuos atentados y enfrentamientos armados, sumados a la desconfianza entre el Gobierno central y los Estados federales, se han alargado durante muchos años y han dejado al país en una situación de caos administrativo.

La otra cuestión importante tratada en la Conferencia fue la aprobación del Pacto de Seguridad entre el Gobierno de Mogadiscio y las diferentes regiones. En este acuerdo se rubricaron dos medidas. La primera es la implementación de un ejército somalí profesionalizado compuesto de 18.000 efectivos y que cuenta con el apoyo y el asesoramiento de varias misiones internacionales. Además, se habilitó un cuerpo de policía formado por 32.000 miembros. La otra medida es un plazo para la retirada progresiva de todas las tropas extranjeras que debe finalizar en diciembre de 2021. Con esto, Somalia deberá tomar la responsabilidad de la seguridad nacional, dependiente de AMISOM desde su desembarco en 2007. Sin embargo, esto último debe estar subordinado a la evolución política y al estado en que se encuentre el conflicto con Al Shabaab.

Por el momento, Somalia parece estar en el buen camino. En 2019 se dieron ciertos avances arrebatando el control de varias ciudades a Al Shabaab, aunque queda mucho por hacer y las perspectivas de futuro se enfocan más en el medio plazo.

Misiones militares internacionales

Según muchos estudios, Somalia es un país muy rico en recursos naturales, entre los que destacan grandes reservas de petróleo y extensos territorios fértiles, que resultan ideales para la agricultura y la ganadería. Evidentemente, esto ha levantado interés en las potencias internacionales. Se han desarrollado varias misiones de cooperación que buscan el desarrollo de Somalia como un país estable y seguro, lo que permitiría establecer lazos comerciales importantes.

Tras el fracaso en los años 90 de varias misiones de asistencia humanitaria, Naciones Unidas permitió el despliegue en 2007 de la Misión de la Unión Africana para Somalia (AMISOM). Con el respaldo de la ONU y la Unión Europea, se planteó el objetivo de proteger a la población de la violencia al mismo tiempo que luchaba para recuperar los territorios dominados por Al Shabaab. Entre 2011 y 2014, y con el apoyo militar de EE. UU., la AMISOM asestó varios golpes a la organización yihadista. Los islamistas perdieron el control de puertos estratégicos importantes como Kismayo y Barawe y fueron descabezados con el asesinato de Ahmed Abdi Godane.

Tropas de AMISOM | Via: Radio Kulmiye
Tropas de AMISOM | Via: Radio Kulmiye

Las fuerzas internacionales también han apoyado a Somalia con varias misiones de adiestramiento militar. La EUTM Somalia, desarrollada por la Unión Europea, la operación Tangham británica y el asesoramiento de Estados Unidos al ejército somalí a través de su misión para áfrica (AFRICOM) han tratado de elevar el nivel de seguridad en el país, de modo que Somalia pueda ser autosuficiente en términos de protección de fronteras y de la población civil. Estados Unidos se ha centrado en el adiestramiento de las fuerzas especiales, mientras que Turquía está colaborando con el ejército de Somalia formando a sus oficiales y suboficiales.

La amenaza de Al Shabaab

Al Shabaab es un grupo armado nacido en 2006 como una escisión de la Unión de Tribunales Islámicos. Esta organización, cuyo objetivo principal radicaba en la aplicación de la Sharia o ley islámica, alcanzó un gran poder en Somalia en 2006. Llegó a controlar un vasto territorio del país, dominando ciudades y puertos importantes. La pieza más importante del puzle fue Mogadiscio, la capital de Somalia, que conquistaron en junio de ese mismo año.

Esto provocó que una coalición de tropas etíopes y somalíes, con el apoyo de Estados Unidos, se dieran a la tarea de recuperar Mogadiscio. La pérdida de la capital supuso la caída de la Unión de Tribunales Islámicos. Sin embargo, desde entonces, Al Shabaab ha ido evolucionando y cogiendo fuerza hasta convertirse en la grave amenaza que supone hoy en día.

Este grupo armado ha estado relacionado con Al Qaeda desde sus inicios, pero no fue hasta 2012 cuando tuvo lugar la unión de manera formal. Al Shabaab, de ideología wahabista, persigue la creación de un Estado Islámico regido por la Sharia. Aunque su influencia ha caído en los últimos años, la organización cuenta actualmente con unos 7.000 hombres, aproximadamente. Siguen controlando zonas del sur y el centro del país y pretenden, a través de la violencia (perpetran atentados casi a diario), recuperar el territorio que perdieron. Su líder, Abu Ubaidah, relevó a Ahmed Abdi Godane tras su muerte en un ataque aéreo estadounidense.

Combatientes de Al Shabaab | Via: Monitor de Oriente
Combatientes de Al Shabaab | Via: Monitor de Oriente

En las zonas controladas por Al Shabaab, la población civil ha aceptado la imposición de la Sharia como peaje para subsistir. Incluso ha generado, en cierta forma, un sentimiento de pertenencia entre los jóvenes somalíes, que crecen en un país sumido en el caos y carecen de expectativas para el futuro.

Además, Al Shabaab ha presenciado la llegada del Estado Islámico (Dáesh) a Somalia, algo que les ha generado inquietud al ver peligrar su hegemonía al frente de las reivindicaciones islamistas en el país. Por el momento, el Dáesh no ha aterrizado con un gran número de miembros, pero el número de atentados que están perpetrando va en aumento. Esto supone otro frente abierto en el conflicto somalí, ya que, en diciembre de 2018, Al Shabaab declaró la guerra a los seguidores del Estado Islámico en el país africano.

Conclusión

Somalia afronta un futuro repleto de dificultades en todos los ámbitos, algo que provoca cierto escepticismo en muchos analistas que no divisan una solución posible para el conflicto somalí. Sin embargo, los avances que han tenido lugar en los últimos años dejan abierta la puerta a que Somalia consiga fortalecer sus instituciones acabando con los clanes y con Al Shabaab. El Estado somalí tiene mucho por hacer, y la ayuda de fuerzas internacionales va a seguir jugando un papel fundamental en la reconstrucción del país. No es fácil levantar un país que ha estado desgobernado desde hace tres décadas, el proceso de instaurar una democracia estable es largo para que Somalia deje atrás el conflicto y deje de ser un “país sin Estado”.

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