Escrito por Alejandro López.
15 de diciembre de 2020. La relación se rompe. Somalia anunciaba la ruptura unilateral de relaciones diplomáticas con su vecino sureño, Kenia. ¿Pero cómo se ha podido llegar hasta aquí? Una decisión contundente y trascendental como esta solo podía venir motivada por una escalada, pero la hostilidad ha ido creciendo opacada por los múltiples conflictos internos que vive Somalia tras la guerra.
Las muchas Somalias
Desde 2009 se han sucedido las interinidades hasta establecer en 2012 un Gobierno federal que lucha por mantener el control sobre el territorio entre grupos yihadistas e independentismo por doquier. La región norteña de Somalilandia es independiente de facto desde 1991. Ningún país reconocido del mundo ha correspondido a Somalilandia con el reconocimiento hasta la fecha, pero los acercamientos diplomáticos son múltiples, ya que es una región más estable que la convulsa Somalia. Taiwán ha reconocido Somalilandia en una medida basada en la reciprocidad que ha soliviantado a China y Somalia, pero más allá de este hecho, lo más destacable son las potentes inversiones internacionales que recibe, especialmente en el puerto de Berbera, que da al Mar Rojo.
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Por otro lado, la federación de Somalia ha quedado tocada al tener que negociar con los clanes regionales los pasos necesarios para la pacificación interna, con la autonomía de Puntlandia –en el extremo nororiental del Cuerno de África- y Jubalandia –en la frontera sur con Kenia-. De hecho, el Gobierno federal no ha logrado acuerdo con ninguna de las dos regiones para la realización de las eternamente postergadas elecciones del país en 2021, que estaban llamadas a ser históricas. El choque con las regiones y con la oposición ha provocado que el Presidente Mohamed Farmaajo haya decidido continuar el proceso sin ellas: solo habría elecciones en Benadir (Mogadiscio), HirShabelle, Koonfur-Galbeed (Southwest) y Galmudug. Esta situación evidencia que cabe esperar poca unidad tras el proceso si tan solo 4 de los 7 Estados votarían en las elecciones federales. Pero incluso en esas regiones, la elección sería contestada por la oposición, que organizó protestas ante un proceso que consideraban “fraudulento” por parte de Farmaajo, así como llamó –infructuosamente- a Turquía para que les diera su apoyo y retrasara el envío de armas para evitar su uso en el “robo” de las elecciones.
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Sin embargo, la gran amenaza a la gobernabilidad en Somalia es el grupo islamista radical Al-Shabaab, afiliado a Al-Qaeda desde 2012 y que busca el establecimiento de un califato islámico en el Cuerno de África. A pesar de que en el cisma que se vivió desde el auge de ISIS surgió el Estado Islámico de Somalia, sus números son menores y la primacía es de Al-Shabaab. Mientras el Estado Islámico tuvo su mayor presencia en Puntlandia con unos centenares de miembros, Al-Shabaab ha llegado a suponer una gran amenaza en Somalia, Kenia, Djibuti u Ogadén –la Somalia etíope- con entre y 5.000 y 10.000 combatientes.
De hecho, el golpe a Kenia es especialmente relevante dado que es una de las fuerzas presentes en la misión de la Unión Africana para pacificar Somalia, la AMISOM, que alcanza los 19.000 efectivos. Además, en Kenia se registraron sucesivos ataques contra objetivos estadounidenses, incluyendo una importante base militar. Estados Unidos es, desde la llegada de Donald Trump en 2017, un importante actor en Somalia. Su salida ha sido concluida en 2021 con la retirada de 700 efectivos hacia Kenia y Djibuti. El fin de la AMISOM para 2021, previsto en el Plan de Transición Somalí, también promete un vacío que Al-Shabaab podría ocupar, ahora que han sido desalojados de algunas barriadas de la capital, Mogadiscio. Precisamente el fin de la presencia estadounidense, en potencial revisión bajo la Administración Biden, y de la AMISOM, supone un golpe para el gobierno somalí, ya que la lucha contra Al-Shabaab estaba resultando más exitosa bajo la presencia de ciertos contingentes en Mogadiscio. La liberación de barriadas de la capital se complementó con el asalto de tropas de la AMISOM en refugios de Al-Shabaab al sur de Mogadiscio, matando a cientos de combatientes yihadistas y alcanzando un pico de 189 en un día el 22 de enero de 2021, según Uganda.
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Somalia y sus grandes vínculos con Kenia
Precisamente en el marco de todas estas cuestiones, Kenia ha sido un país relativamente cercano con Somalilandia en el ámbito diplomático y con Jubalandia en el ámbito económico y étnico. El noreste de Kenia tiene una importante presencia de población con vínculos étnicos a las tribus somalíes de Jubalandia. Kenia ha mantenido políticas muy cercanas con las élites que gobiernan Jubalandia y, por ello, Somalia les ha acusado de injerencia externa para socavar la integridad territorial y “violar su soberanía”. Pero la tensión con Kenia siempre ha quedado opacada por los excelentes desempeños supuestos por su cooperación económica así como por conflictos de orden superior como el de Somalilandia a nivel diplomático –con eventuales choques militares con las tribus fronterizas con Puntlandia- y el de Al-Shabaab a nivel militar general.
La situación de convivencia entre las comunidades somalíes y kenianas, por tanto, ha supuesto una necesidad mutua en el desarrollo de importantes relaciones económicas y comerciales. Hasta la ruptura de diciembre de 2020, ambos países mantenían un acuerdo de visados para facilitar la llegada de trabajadores de Kenia a Somalia. Aparte de la población somalí que habita la mencionada región nororiental de Kenia, el mestizaje cultural se manifiesta en la acogida keniana de las grandes oleadas de refugiados que huyen de la pobreza, la guerra del yihadismo y la falta de un gobierno funcional en gran parte del territorio. De hecho, Al-Shabaab controla sectores importantes de Jubalandia. Ambas poblaciones, keniana y somalí, mantienen fuertes vínculos económicos arraigados al otro lado de la frontera a causa de todos estos intercambios poblacionales.
El comercio es la otra pata que, junto a las inversiones económicas directas de las diásporas, sostiene la balanza agriada por las relaciones políticas de una región, como tantas otras en África, que hereda unas divisiones fronterizas disfuncionales. Uno de los productos más relevantes en esta relación comercial es el de un derivado de hierbas tradicionales, el khat, que Kenia exporta masivamente a Somalia. Desde la explosión de la pandemia de COVID-19 en 2020, Somalia prácticamente ha cortado el comercio de este producto por razones de seguridad, pero realmente continúa la tendencia de los años anteriores sobre el comercio transfronterizo, en suspensión intermitente.
Somalia, por su parte, ha buscado repetidas veces aprovechar esa intermitencia para renegociar su desequilibrio comercial, donde Kenia ejerce de socio exportador; así como la falta de reciprocidad en medidas como la liberalización de visados que, como se ha mencionado, sí se facilita para la llegada de kenianos a Somalia.
Nueva grieta en el Cuerno de África
Somalia no ofrecido una explicación concreta sobre el motivo de la ruptura unilateral con Kenia, pero ya a finales de noviembre se produjo la expulsión del Embajador keniano por los repetidos argumentos injerencistas y de violación de la soberanía somalí, con la llamada de su homólogo en Nairobi. Incluso la Liga Árabe apoyó a Somalia, integrante de la organización, apuntando a la existencia de una injerencia desestabilizadora objeto de condena. Todo esto ha ocurrido en el marco de la negociación para encontrar un consenso para la celebración de las elecciones en todas las regiones que se supone conforman Somalia y que, como se ha explicado, implicó una ruptura con Puntlandia, Jubalandia y, obviamente, Somalilandia.
El Presidente estatal de Jubalandia, Ahmed Madobe, es aliado de las autoridades de Kenia y se encontraba en el ojo del huracán. Por un lado, Somalia acusaba a Kenia de apuntalar en el poder al incómodo Madobe mediante la presencia de las tropas kenianas en el marco de la lucha contra Al-Shabaab. Asimismo, el lado somalí ha buscado asociar a las tropas kenianas de la AMISOM en el derribo de infraestructura esencial para Somalia en Jubalandia como las torres de telecomunicaciones, bajo pretexto de buscar la desconexión de comunicaciones de los yihadistas –lo cual Kenia niega-. Por otro lado, desde el entorno del Gobierno de Jubalandia se manifestaban acusaciones contra el Presidente federal, Farmaajo, para destituirles buscando instalar en el poder a alguien leal a Mogadiscio frente a Nairobi. De esta manera se podría garantizar la participación de Jubalandia en las elecciones federales, ya que la condición de Jubalandia para la participación en las elecciones era la retirada de las tropas federales somalíes de su territorio. Somalia no se planteaba retirar sus tropas de Jubalandia, sobre todo cuando Kenia las mantiene desplegadas en el Estado autónomo somalí en el marco de la Unión Africana.
Sin embargo, la tensión también ha sido promovida por el lado keniano cuando, el mismo 15 de diciembre, antes de la ruptura de relaciones, Kenia realizara la primera cumbre bilateral con Somalilandia en 14 años. La reunión, anticipada con contactos en julio de 2020, fue presencial en Nairobi, Kenia, y sirvió para ofrecer una recepción diplomática de gran relevancia internacional al Presidente de Somalilandia, Muse Bihi Abdi, por parte del Presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta. Una vez rotas las relaciones con Somalia, esta situación ha escalado hasta el punto de que Kenia anunció la apertura de un consulado en la capital de Somalilandia, Hargeisa, con plazo hasta marzo de 2021; la firma de varios acuerdos de cooperación para los puertos de Berbera, Somalilandia, y de Mombasa, Kenia; o el establecimiento de vuelos entre las respectivas capitales, Hargeisa y Nairobi. Somalilandia ya inició relaciones informales favorables con Guinea y, aprovechando la cumbre en Kenia, continuó los contactos internacionales en una ronda de visitas oficiales con Malawi y Djibuti durante diciembre de 2020, reabriendo la frontera con este último tras 6 años cerrada. Somalia cada día está más lejos de Somalilandia.
Pero la diplomacia nunca fue un asunto sencillo entre los dos países, dada la disputa que mantienen por la frontera marítima. Y es que Kenia busca un acuerdo con Somalia fuera de los tribunales para la delimitación pero el caso ha quedado en manos de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). La zona en cuestión, precisamente colindante desde Jubalandia, contiene yacimientos que podrían llegar a constituir reservas explotables de combustibles fósiles. La sentencia en marzo de 2021 podría coincidir con la apertura del consulado keniano en Somalilandia.
Los días siguientes a la ruptura de relaciones consistieron en una retahíla de acusaciones de Somalia a Kenia por la supuesta intervención en Jubalandia armando, ofreciendo apoyo logístico y asilo a milicias para “atacar al Ejército Nacional Somalí” y tomar localidades fronterizas. De manera contraria, en marzo de 2020 era Kenia quien acusaba a Somalia de un ataque transfronterizo “no provocado”, mientras Somalia mantenía las exhortaciones a la no injerencia en Jubalandia tras el apoyo a las autoridades regionales. Los choques políticos se encendieron especialmente tras las elecciones estatales de 2019 y la detención en Mogadiscio, huida y regreso a Jubalandia de Abdirashid Janan, el que fuera Ministro de Seguridad de la región, acusado por Somalia de cometer violaciones contra los Derechos Humanos.
La escalada de tensiones en aquel momento se aplacó con la creación de un comité conjunto para la estabilización de la frontera. Sin embargo, en diciembre fue cortada de raíz en la reunión de la IGAD, el organismo supraestatal regional –Autoridad Intergubernamental de Desarrollo-. La reunión de Djibuti sirvió para que los países miembros acercasen posturas negociadoras el 24 de diciembre, ya que existen multitud de conflictos desestabilizadores en ellos: las escaramuzas militares entre Sudán y Etiopía, la guerra en Tigray con fuerzas etíopes y eritreas, la inestabilidad interna de Somalia, la de Sudán, la de Sudán del Sur y la de Uganda previa a unas elecciones que no estabilizarían el país. De hecho, la rivalidad histórica más poderosa y belicista en manos del nacionalismo somalí y del imaginario pan-somalí hasta ahora ha sido con Etiopía por la región de Ogadén, de población somalí.
Para saber más: El conflicto fronterizo entre Sudán y Etiopía que amenaza con contagiar a toda la región.
Aún llegaría una escalada mayor en el choque en la región norte de Jubalandia, Gedo, donde se establece la triple frontera Etiopía-Kenia-Somalia. El 25 de enero de 2021, Somalia informaba de haber frustrado un ataque en la localidad de Beled Hawo –lado somalí de la frontera- desde Mandera o Bulla Jamhuri –lado keniano de la frontera- perpetrado por “rebeldes armados por Kenia” y leales al fugitivo Ministro de Jubalandia, Abdirashid Janan. La acusación fue categórica y oficial: Kenia era para Somalia la responsable de “planificar y orquestar” los ataques, que condenaba y calificaba de “invasión ilegal” de la región norte de Jubalandia. A pesar de ello, Kenia ha negado repetidas veces desde 2020 su relación con los ataques en la frontera, adjudicando su responsabilidad al cruce armado entre las fuerzas federales de Somalia y las estatales de la región de Jubalandia. Según el gobierno somalí, sus fuerzas habrían detenido hasta un centenar de combatientes pero habrían registrado 11 muertos, incluyendo civiles. La escalada de las tensiones entre Kenia y Somalia llegaba cuando se había anunciado la restauración de sus relaciones apenas unas semanas antes. Kenia ya teme una desestabilización regional y una posible oleada de refugiados hacia su territorio si la grieta somalí sigue creciendo.
En ese panorama tan convulso en la región, Kenia y Somalia habían concertado el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas el 24 de diciembre de 2020 con el compromiso de la IGAD para investigar las demandas que planteó Somalia. Pero no se ha alcanzado una solución política a la azuzada “injerencia” keniana en Jubalandia ni en Somalilandia, las escaramuzas en la frontera con Kenia han continuado escalando en 2021, no se ha pacificado internamente el país, no se ha llegado a un consenso para realizar las tan necesarias y esperadas elecciones federales y no se sabe qué ocurrirá con Somalia frente al islamismo tras la retirada de EEUU y de la AMISOM. Y es que Somalia tiene ya más grietas que el Valle del Rift.
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