En las calles de Bangkok, como en el resto de Tailandia, se respira un ambiente electoral, con miles de carteles con la cara de representantes de los 67 partidos aspirantes a gobernar el país y camionetas arriba y abajo con publicidad, música y algún que otro candidato repartiendo propaganda electoral. Estas elecciones de Tailandia, que se celebrarán el domingo 14 de mayo, serán las segundas después del golpe de Estado militar de 2014, y el resultado, según las encuestas, será muy diferente al de 2019, cuando el Palang Pracharat, en ese momento con el general golpista Prayuth Chan O-cha a la cabeza, se impuso y logró formar un gobierno promilitar. Esta vez todo apunta a que los partidos contrarios al golpe de Estado conseguirán una mayoría de los votos favorables.
¿Cómo funciona el sistema electoral en Tailandia?
El sistema electoral ha cambiado respecto a los comicios de 2019. Se eligen 500 representantes de la Cámara de Representantes, 400 de ellos mediante circunscripción uninominal mayoritaria, lo que implica que solo un candidato de todos los que se presenten en dicho distrito va a acceder a la Asamblea. A diferencia de las pasadas elecciones, los votos a los otros candidatos se descartarán totalmente, es decir, no van a contar para la lista de partidos, de dónde saldrán los 100 candidatos restantes.
Este cambio perjudica a los partidos minoritarios, como es el caso del Phuea Chart, una formación antimilitarista que obtuvo cinco representantes en las pasadas elecciones, pero que, según comenta Dia, candidato en el distrito de Phatum Wan en Bangkok, este año no confían en poder obtener más de dos. Cabe tener en cuenta que el primer ministro es elegido por la Cámara de Representantes junto con el Senado. La Cámara Alta está compuesta por 250 senadores designados por la junta militar y eso implica que, con tan solo 175 representantes conservadores que salgan elegidos el 14 de mayo, el siguiente gobierno volvería a ser igual que el anterior.
De los 67 partidos políticos que concurren a las elecciones, solo una decena de ellos serán clave para la formación de gobierno. Antes del golpe de Estado de 2014, la política tailandesa estaba influenciada por dos corrientes mayoritarias: los “camisas amarillas” –conservadores– y los “camisas rojas” –prodemocráticos–. Esta división aún sigue muy presente, sobre todo en los ciudadanos más activos políticamente, pero se ha ido diluyendo con el paso del tiempo. Esto se debe a que el campo conservador está fuertemente dividido, y sin un líder claro. Prayuth no ha sido el cabecilla que los conservadores buscaron y ahora es Prawit, con el Palang Pracharath, quién pretende ser el mandatario de la reconciliación entre los dos bandos. Por su parte, los prodemocráticos también sufren la ausencia de un líder carismático que pueda aglutinar el movimiento, pero sus propuestas en favor de potenciar la economía les dan la ventaja.
Partidos del bloque conservador
Prayuth lidera al partido Ruam Thai Sang Chart, sin hacer caso a un sector conservador que le pedía priorizar el país frente a sus intereses personales y echarse a un lado para presentar a un candidato civil con mayor popularidad. Entre sus propuestas clave está la de aumentar los fondos para apoyar los precios de los cultivos o incrementar los beneficios de la tarjeta del estado del bienestar en 1.000 bahts –26€–. Sin embargo, su partido, según las encuestas, se sitúa como cuarta fuerza, con alrededor del 12% de los votos.
Otro partido importante es el del actual ministro de Defensa, el general Prawit Wongsuwan, mano derecha de Prayuth. Ambos provienen de los “Burapha Payak” –Tigres del Este– del 21 Regimiento de Infantería de Prachin Buri, una unidad militar leal a la monarquía, también son conocidos como “los guardias de la reina”. Su partido es el Palang Pracharath, que ganó las elecciones en 2019, pero que esta vez las encuestas no le conceden más que el 5% de los votos, ubicándose en sexto lugar. Entre sus propuestas destacan la de reasignar tierras vacías para fines residenciales y agrícolas a unos dos millones de personas con bajos ingresos, así como bajar los precios del diésel.
Dentro de este bloque también se encuentran partidos como el Bhumjaithai, con Anutin Charnvirakul al frente, el ministro de Salud del país durante la crisis del COVID-19. Entre sus propuestas destaca la intención de legislar el uso de la marihuana o proveer de paneles solares a los techos de casas para ayudar a reducir el precio de la electricidad. Las encuestas le dan alrededor del 3% de los votos.
La unión de dos partidos, el Chartpattana y el Kla, ha dado lugar al nuevo Chartpattana Kla Party, liderado, entre otros, por el exministro Suwat Liptapanlop. Una formación que se centra sobre todo en la política económica de Tailandia, pero que las encuestas solo le dan el 1% de los votos. Pretenden reducir los impuestos sobre la renta a todos aquellos que cobren menos de 40.000 bahts al mes –lo que equivale a unos 1.000€–, o eliminar las listas negras de las agencias de crédito. Esto se debe a que mucha gente pide prestamos bancarios y luego no pueden devolverlos, lo que directamente les excluye de solicitar otro a otra entidad bancaria. Uno de sus militantes, antes del Kla Party, un joven de 23 años comentaba en los exteriores de un debate nacional en Bangkok que la intención del partido era colocar a su representante como ministro de Economía, y que podrían pactar con cualquiera de los bloques. Aunque él, personalmente, más identificado políticamente con el partido Move Forward, criticaba duramente la política financiera de éste: “Tiene grandes lagunas y algunas propuestas con tinte comunista en ese aspecto. Prefiero que pactemos con los “camisas rojas”, pero no voy a abandonar el partido si entramos en un gobierno con los conservadores”, concluía.
Por último, dentro de los grandes partidos del bloque conservador, se encuentra el histórico Partido Demócrata de Tailandia, el más antiguo del país. Liderado por el actual viceprimer ministro, Jurin Laksanawisit. Entre sus propuestas se encuentran la de ofrecer educación de pregrado gratuita para disciplinas con una alta demanda en el mercado laboral, o proveer leche gratuita en las escuelas los 365 días del año. Las encuestas le dan alrededor del 5% de los votos.
Entremedio de los dos bloques, se encuentra el Chartthaipattana Party, que podría formar gobierno junto con el Pheu Thai, como ya hizo en 2011 o bien como lleva haciendo desde 2019 con Palang Pracharath. El partido está liderado por el actual ministro de Medioambiente Varawut Silpa-archa. Entre sus propuestas destaca conceder 3.000 bahts al mes –80€– a pensionistas y discapacitados, o introducir un sistema de crédito para el carbón en el país. Las encuestas les dan alrededor del 1% de los votos.
Partidos del bloque liberal
Por lo que respeta al bloque antimilitarista, liberal e influenciado por el gobierno de Thaksin Shinawatra, exprimer ministro de Tailandia y empresario, acusado de abuso de poder y con un exilio autoimpuesto, se encuentra el partido ganador de la mayoría de las elecciones desde 2001, el actual Pheu Thai, liderado, principalmente, por la ejecutiva Paetongtarn Shinawatra, hija de Thaksin. Todo apunta a que puede volver a ganar las elecciones, ya que las encuestas le dan alrededor del 40% de los votos. Entre sus propuestas, destacan el aumento del salario mínimo a 600 bahts al día –16€– para 2027, acabar con el servicio militar obligatorio y encontrar nuevos canales y medidas para abaratar el coste de la gasolina y las facturas de servicios públicos.
Se especula que podría formar una alianza con el Palang Pracharath para así ganar de forma directa las elecciones y poder modificar la Constitución sin demasiados problemas. No sería de extrañar, ya que para estos comicios el Pheu Thai ha incorporado a su lista a al menos 3 diputados provenientes del Palang, entre ellos a Suchart Tancharoen, vicepresidente de la Cámara de Representantes. Esta posible unión entre partidos de diferentes bloques afirma lo que se ha mencionado anteriormente: estas elecciones, igual que las del 2019, no se elige entre “camisas amarillas” y “camisas rojas”, sino que se selecciona a partidos que puedan reflotar la economía y cambiar el rumbo del país.
El partido liberal Kao Klai Party –Move Forward–, es heredero del Future Forward Party, fundado para los comicios de 2019, pero ilegalizado el año siguiente por supuesta financiación fraudulenta. Según Chulapong, representante número 36 de la lista electoral del partido, el Kao Klai podría considerarse el mismo partido que el Future Forward: “Las ideas no han cambiado, seguimos estando a favor de la democratización de nuestro país y de ayudar a nuestro pueblo”. Su líder, Pita Limjaroenrat, ha cautivado el corazón de miles de jóvenes tailandeses, y algunas encuestas le dan casi el 50% de los votos. Las más realistas, no obstante, barajan unos números más bajos, alrededor del 25-30%. “Pita es un líder joven, carismático y con unas ideas muy claras para cambiar el rumbo del país. Eso es lo que ha hecho que tantos jóvenes se hayan interesado por el partido”, añadía Chulapong.
Entre sus políticas, y con la intención de descentralizar el país, destacan la de aumentar el salario mínimo diario a 450 bahts –12€– al día, realizar elecciones gubernamentales directas en cada provincia y crear un amplio Estado del bienestar para todo el mundo, desde recién nacidos hasta jubilados. “Vamos a sacar dinero del presupuesto del ejército”, sostiene Chulapong, añadiendo que van a suprimir la obligatoriedad militar. Respecto a este último aspecto. denunciaba que en los cuarteles se les obliga a votar por Prayuth: “Los soldados están obligados a votar por Prayuth, ya que, una vez acabada la votación en el cuartel, se abren las papeletas y el recuento se hace allí mismo”.
Tailandia ocupa el puesto 37 en el ranking de países en inversión militar, con 6,000 millones de dólares invertidos en defensa. “Si podemos formar gobierno, en agosto, lo primero que vamos a hacer es proponer un referéndum constitucional. No podemos seguir con la constitución militar de estos últimos años”. Dicho plebiscito debe celebrarse pasados no más de 100 días después de la formación de gobierno, según establece la ley. Por lo que respecta al artículo 112, su partido está dispuesto a reformularlo, pero no a suprimirlo. “Vamos a reducir las penas, empezando desde los 0 años, así mucha gente no tendrá que pasar por la cárcel”.
A una semana de las elecciones, se rumoreaba que el tribunal podría disolver e ilegalizar el partido, como pasó en 2020, pero esta vez aplicando el artículo 112, ya que hay cierto sector conservador que le acusa de actuar contra la lèse majesté, una ley que prohíbe cualquier tipo de critica a la monarquía y que saltársela conlleva penas de entre 3 y 15 años de prisión. No es el único que podría ilegalizarse, también se apuntaba al Pheu Thai. Para este último se estaría intentado probar una influencia y financiación exterior por parte de Thaksin Shinawatra, quién en un tuit aseguró que volvería a Tailandia en julio.
El Thai Sang Thai Party es un partido muy similar al Pheu Thai Party y que sus votos podrían ser claves para formar gobierno. Liderado por la expolítica del Pheu Thai, Sudarat Keyuraphan, que ha hecho una gran campaña publicitaria donde se la ve siempre acompañada de civiles en los carteles electorales. Entre sus propuestas se encuentra la de conceder 3.000 bahts –80€– al mes para desempleados que no reciban ningún otro beneficio o que la pequeña y mediana empresa no pague impuestos durante 3 años para ayudarles a recuperarse de la crisis del coronavirus.
El partido liberal tailandés, el Seri Ruam Thai Party, encabezado por el general de policía Sereepisuth Temeeyaves, propone una reforma militar a gran escala, que acabe con el servicio militar obligatorio y los tribunales militares, reformas policiales o una educación de pregrado gratuita, entre otras muchas reformas. Las encuestas les atribuyen el 1% de los votos.
Represión política desde el golpe de 2014
La organización no gubernamental Thai Lawyers for Human Rights se creó justo después del golpe de Estado perpetrado por el ejército tailandés para proporcionar asistencia legal a aquellos afectados por abuso de poder. Bajo la Sección 44 de la Constitución interina de 2014, la junta se hizo con el control total de los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. En tan solo el primer año de golpe, más de 2.400 personas fueron juzgadas por tribunales militares. Dado que se aplicó la ley marcial, los acusados no tuvieron el derecho a apelar la sentencia.
La Constitución del 2017 y las elecciones generales en marzo de 2019 no hicieron nada para mitigar el poder de la junta, según denuncia la oenegé, solo sirvieron para apuntalar aún más el poder militar. Desde las protestas de julio de 2020 hasta día de hoy, ha habido más de 1.800 ciudadanos perseguidos políticamente y juzgados, la mayoría por violación del Decreto de Emergencia que prohibía las reuniones de más de 5 personas para frenar las manifestaciones. Se debe tener en cuenta que, de entre todos estos ciudadanos, hay 284 menores de edad, de los cuales 41 tienen menos de 15 años. Pero lo que preocupa más, ya no solo a la oenegé, sino también a una parte de la población y a partidos políticos como el Move Forward, es la sección 112 del Código Criminal, o más conocida como lèse majesté. Tailandia tiene la lèse majesté más fuerte del mundo, y criticar a la monarquía comporta penas de entre 3 y 15 años de prisión. De esos más de 1.800 ciudadanos, 239 han sido juzgados bajo la sección 112. El 53% de los casos han sido mensajes en redes sociales y 48 casos por discursos políticos en protestas. 52 casos han sido cerrados ya, de los cuales 25 han sido condenados a prisión. Al resto de casos ya juzgados, o bien han confesado y no han entrado a prisión, o bien se les ha considerado inocentes.
“La Sección 112 del Código Criminal no tiene sitio en un país democrático. Si no se toma ninguna acción política o legal, todos los casos están listos para llegar a la corte y es probable que muchas más personas sean detenidas por su participación política”, apunta la oenegé Thai Lawyers for Human Rights.
La organización propone tres recomendaciones para solventar y acabar con la persecución política que viene dándose en el país desde el golpe de 2014. La primera es promulgar una ley para acabar con la persecución de civiles en la corte militar y los casos motivados políticamente que se vienen dando desde el golpe de estado de 2014 hasta día de hoy. La segunda es establecer una comisión de investigación independiente. La tercera es obligar al Estado a que se haga responsable de las violaciones de derechos humanos.
Despenalización del consumo de marihuana
Desde junio del año pasado la marihuana es legal en Tailandia. Es el primer país de todo el continente asiático en despenalizarla. El pasado mes de septiembre, en el distrito de Sukhumvit, en Bangkok, sólo había una pequeña tienda dónde se vendía marihuana. Hoy, ocho meses después, la misma calle cuenta ya con cinco locales y puestos ambulantes de venta de cannabis.
Muchos turistas, también españoles, aprovechan el boom para hacer negocio. Algunos tienen plantaciones a las afueras de Bangkok o al norte del país, ahora ya legales. Otros dirigen tiendas de venta de marihuana, pero lo cierto es que cada vez son más los que buscan esta oportunidad, y sobre todo son farangs, extranjeros europeos o americanos. Cabe decir que esta legalización y la marihuana que se vende básicamente está pensada para turistas, ya que el precio es mucho más caro que en lugares como Ámsterdam. “Si sabemos como manejarlo, el cannabis es como el oro, algo muy valioso, que deberíamos promover” decía el ministro de Salud, Anutin Charnvirakul hace un año.
No obstante, desde la opinión de muchos tailandeses y partidos políticos como el Move Forward o el Phuea Chart, no se ha sabido controlar la legalización y ahora se ha convertido en un problema. “No vamos a ilegalizar el uso de la marihuana otra vez, pero si que vamos a controlar que sea solo para fines medicinales y no para fines recreativos”, apuntaba Chulapong, el representante del Move Forward.
Economía poscoronavirus
Tailandia, el octavo país más visitado del mundo en 2019, con un total de 40 millones de turistas, que aportaban alrededor del 18% del PIB del país, cerró sus puertas de la noche al día, igual que gran parte del plantea, y eso conllevó que el 11% de la población se quedase sin trabajo y sin ingreso alguno, ya que dependían directamente del sector turístico. El año pasado la economía del país creció un 2.6% y se espera que este año lo haga por sobre del 3.6%.
Este crecimiento es relativamente menor al de sus vecinos, que lo hacen a un ritmo de entre el 5% y el 8%. Esto origina que ciertos sectores más progresistas de la sociedad critiquen al gobierno militar el hecho de que Tailandia se esté quedando atrás, provocando que muchas inversiones se pierdan en favor de otros países limítrofes. El gobierno de Prayuth ha prometido enfocarse en el sector agrario y alimentario, junto con la bioenergía, y la medicina, para revertir esta crisis. Hasta finales del año pasado, seguía siendo obligatorio el uso de mascarilla tanto en exteriores como en interiores, muchos sitios turísticos tenían restricciones de entrada y la PRC era obligatoria para viajar. Esto hizo que muchos negocios tuvieran que cerrar, sin ayudas del gobierno, otros sobreviviesen gracias al teletrabajo o las comandas take away y algunas empresas, como la aerolínea Thai Airways se arruinasen. La deuda del país alcanzó el 62.7% del PIB nominal a finales de 2022, un récord histórico. Antes de la pandemia la deuda se situaba alrededor del 30%.
A todo esto, se le debe sumar la crisis de refugiados provenientes de Birmania, debido a la actual guerra civil. Ya son más de 2.3 millones de birmanos que viven en su país vecino. Algunos llegaron mucho antes del conflicto y tuvieron la suerte de poder trabajar legalmente en Tailandia. Otros muchos no han tenido tanta suerte. Algunos viven escondidos en grandes ciudades como Bangkok, sin poder trabajar, ya que el gobierno no concede más permisos a birmanos sin papeles. Otros se encuentran en la frontera, apadrinados por la ONU, pero con una vida de lujo, ya que en su país eran gente pudiente.
El país vive una situación compleja, pero a la vez estimulante. El cambio podría llegar en estas elecciones, pero nadie descarta, ni los más optimistas, otro golpe de Estado como el de 2014. Como decía Moddam Tonjaroen, famoso presentador televisivo del país e hijo del actual primer vicepresidente de la Cámara de Representantes: “Ahora no se puede saber nada, todas estas preguntas irán teniendo respuesta a partir del 14 de mayo”. Se ha visto que durante la primera votación del domingo 7 de mayo, para gente que pidiera el voto avanzado por razones de movilidad o de incompatibilidad, ha habido cierta descoordinación por parte de las autoridades, gente que había recibido mensajes con lugares de votación erróneos, falta de papeletas de algunos candidatos prodemocráticos y hasta compra de votos. Pero ya se puede afirmar que más de 2 millones de personas han votado para estas elecciones históricas.
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