Durante meses la batalla de Bajmut se ha convertido en el principal frente de la guerra de Ucrania. La ciudad, localizada en el óblast de Donestk, ha sido escenario de intensos combates –en ocasiones rememoran a la Primera Guerra Mundial– que han producido decenas de miles de bajas. La caída de Bajmut supondría una ruptura del frente en la región, pudiendo considerarse la primera gran victoria de Moscú desde hace meses. En ese sentido, las fuerzas rusas parecen estar llevando a cabo una presión total sobre las defensas ucranianas ¿Estamos ya ante la nueva ofensiva rusa?
La iniciativa pasa al ejército ruso
En septiembre, octubre y noviembre el ejército ruso sufriría duras derrotas. Las ofensivas ucranianas comenzarían con una operación rápida en Járkov y la toma de enclaves tan importantes como Izium y Kupiansk. Posteriormente, el ejército ucraniano se adentraría en el óblast de Lugansk –la única región que Rusia controlaba completamente además de Crimea– retomando la ciudad de Limán, un objetivo estratégico que permitió continuar su ofensiva por el óblast y reforzar las defensas en Sloviansk, el gran bastión ucraniano de Donestk.
La peor derrota del ejército ruso sería en noviembre, cuando el mando militar anunció la retirada de Jersón, la única capital de óblast en posesión de Rusia. El líder de las tropas rusas en Ucrania, Sergey Surovikin, anunciaría la evacuación a la orilla occidental del río Dniéper, asegurando que la posición era insostenible. Cabe recordar que pocas semanas antes la ciudad había sido anexionada oficialmente por Rusia tras el anuncio de Vladimir Putin. Es decir, desde la óptica de Moscú, Jersón era territorio nacional ruso, lo que añadía más dramatismo a la situación.
Las victorias ucranianas, asimismo, revelaban una mala organización y estrategia por parte de Rusia. Moscú había diseñado su invasión en Ucrania basándose en una “operación militar especial”, un error de cálculo muy grave. Para otoño, el ejército ruso estaba en clara inferioridad numérica y con recursos desgastados tras su ofensiva de verano en el Donbás. Más allá de eso, con pocos efectivos se debía cubrir un frente que abarcaba desde Járkov hasta Jersón. Por tanto, la movilización parcial de 300.000 reservistas era indispensable si el Kremlin ambicionaba dar una vuelta a la guerra.
Tras los exitosos movimientos ucranianos en Lugansk y en Jersón, todo hacía indicar que Kiev iba a lanzar nuevas operaciones sobre el primer óblast e incluso sobre Melitopol con el objetivo de cortar las fuerzas rusas en dos en el sur. Sin embargo, una ciudad en Donestk se convirtió en el principal escenario de la guerra: Bajmut. Las fuerzas rusas comenzarían una ofensiva sobre la ciudad, no con asaltos directos, sino atacando los alrededores para intentar cercar la urbe. Ante el empuje de Wagner, el ejército ucraniano pondría sus ojos en la ciudad.
Como consecuencia, ambos bandos comienzan a emplear recursos en la batalla por Bajmut: las fuerzas rusas a través de contratistas de la compañía Wagner –que venían de reclutar decenas de miles de reclusos– y el ejército ucraniano reubicando tropas de otros frentes. La estrategia en ese momento de Moscú se centra en desgastar y concentrar al máximo número de tropas ucranianas en Bajmut aprovechando su clara superioridad numérica y en artillería. Kiev deja sus planes de ofensiva y decide resistir en Bajmut a costa de muchas bajas. La iniciativa parece que vuelve a estar de parte del ejército ruso.
La batalla por Bajmut
La importancia estratégica de Bajmut reside en que el ejército ruso ha conseguido arrebatar la iniciativa al ejército ucraniano tras meses cosechando victorias. Además, la ciudad tiene importancia para el sector del frente debido a que es un nodo de comunicación y logística gracias a sus carreteras y vías ferroviarias. Moscú ha conseguido detener la sangría de retiradas concentrando a los ucranianos en esa zona. En Bajmut el frente estuvo estancado desde al menos finales de verano, pero eso no significa que haya sido un frente inactivo; al contrario. La lucha que se ha producido ha recordado a los combates de trincheras propios de la Primera Guerra Mundial. Hay que destacar que en términos militares no solo los avances sobre el territorio son claves, sino también minar las capacidades del enemigo, algo que Rusia ha buscado en Bajmut.
A lo largo de los meses, Bajmut se convirtió en una batalla de desgaste. El ejército ruso no avanzaba durante días, o lo hacía muy lentamente, pero su artillería golpeaba con mucha fuerza a las líneas ucranianas. En ese sentido, las pérdidas han sido muy preocupantes. Kiev decidió convertir Bajmut en un símbolo de resistencia, llegando a compararla con Stalingrado, una jugada arriesgada debido a las consecuencias que podría suponer para la moral ucraniana en caso de perder completamente la ciudad.
Por tanto, la estrategia militar de Moscú en este punto ha consistido en dejar que el sector absorba el caudal de tropas y recursos ucranianos mientras intentaba realizar el cerco de la ciudad. La lucha urbana es tremendamente costosa para el atacante, provocando que los rusos hayan decidido intentar aprovechar su superioridad en recursos para rodear las posiciones ucranianas. Las operaciones en la ciudad han sido lideradas por Wagner, que efectivamente han tenido múltiples bajas, pero el coste político de los contratistas reclutados en cárceles es significativamente menor que si hubieran sido soldados regulares.
El sector de Bajmut estuvo estancado desde agosto, pero desde finales de diciembre la tendencia cambió tras los avances de las fuerzas rusas. Esta dinámica se aceleraría durante enero y febrero. El cambio de la guerra ha sido resultado no solo de la movilización parcial, sino también debido al nuevo mando militar de Surovikin, que reorganizó y racionalizó tanto la línea del frente rusa como la estrategia a seguir.
La principal victoria rusa que se daría en la batalla de Bajmut sería la caída de Soledar en las primeras semanas de enero. Los aerotransportados rusos realizarían una maniobra de distracción para confundir a los ucranianos y así intentar desalojar a los máximos defensores de Soledar. La estrategia funcionó y es entonces cuando Wagner realizó un asalto frontal sobre las posiciones ucranianas. El ejército ruso presionaría desde tres direcciones haciendo retroceder a las líneas ucranianas, Kiev mandaría refuerzos a Soledar y Bajmut, pero los avances de Wagner no se reducirían. Tras días de combates, los rusos embolsarían a varios grupos de soldados ucranianos en el centro de Soledar. El 10 de enero, el líder de Wagner, Prigozhin, anunció la toma de la ciudad con una foto en sus minas de sal. Aun así, el reconocimiento oficial ruso no llegaría hasta unos pocos días después.
Los ucranianos tardaron días en reconocer su derrota en Soledar. Por otro lado, Wagner pidió a los ucranianos embolsados en el enclave que se rindieran. Si bien los contratistas aseguraron que mostrarían pruebas de los prisioneros, solo se pudo ver imágenes de múltiples de cuerpos ucranianos. Soledar fue una victoria relevante para el ejército ruso, ya que permitía aislar a Bajmut por el norte, además también consiguió desgastar a los refuerzos ucranianos que intentaron contener el avance ruso.
Días después, se reportarían avances rusos en el sur de Bajmut. En la tercera semana de enero, el ejército ruso capturaría Klishchiivka, una posición clave para aislar Bajmut por el sur. El objetivo principal en este sector sería tomar Ivanivske para definitivamente cortar la carretera TO504. La estrategia rusa, por tanto, se centraría en bloquear las dos principales vías de comunicación ucranianas en el norte y el sur, dejando únicamente una carretera secundaria como opción para la retirada. Moscú buscaría así el cerco operativo sobre Bajmut. Cada vez con un escenario más precario, se reportaría la retirada de tropas ucranianas de la ciudad, sin embargo, ante los rumores de una evacuación, el presidente Zelenski prometería una resistencia hasta el final.
Mientras el ejército ruso encontraba dificultades para avanzar por el sur de la ciudad, pasaba todo lo contrario en el norte. El 13 de febrero, un día después de la toma de Krasna Hora, los rusos alcanzaban la carretera E-40 que conecta Sloviansk con Paraskovivka, la última localidad del frente norte de Bajmut. Unos días después, el pueblo de Paraskoviivka caería consolidando el dominio ruso sobre la mencionada carretera. El esfuerzo ruso por tanto se concentraría en tomar las colinas y trincheras de la zona con el objetivo de alcanzar una posición estratégica de altura sobre Bajmut. De momento, la ciudad sigue en manos ucranianas, que han ido enviando refuerzos para contener los avances rusos. Sin embargo, continuan los rumores sobre una posible retirada ordenada desde Kiev.
¿Ofensiva general rusa?
La caída de Bajmut permitiría al ejército ruso romper el frente en Donestk, ya que más allá de la ciudad no hay posibilidades para el ejército ucraniano de realizar una defensa en condiciones. Ante este escenario, los rusos tendrían la capacidad de penetrar en la región hasta las afueras de Sloviansk y Kramatorsk, los dos principales enclaves de Donestk. Si en un futuro fuera capaz de tomarlos, asestaría un golpe muy importante a Ucrania.
En ese sentido, Rusia gozaría de cientos de miles de efectivos –algunos reportes hablan de 150.000 y hasta más de 300.000– para realizar una ofensiva general en Ucrania. Seguramente, la operación se centre en conquistar todo el Donbás, que recordemos, es la zona más fortificada y mejor defendida de Ucrania. En Kreminna, óblast de Lugansk, es donde se ha visto más movimiento en los últimos días. Tras las ofensivas ucranianas de septiembre y octubre, Kiev intentó penetrar por ese enclave ya que es vital para romper el frente del norte de Lugansk y cortar el óblast en dos. Sin embargo, a pesar de que los ucranianos han puesto sobre el terreno algunas de sus mejores tropas, han sido incapaces de traspasar la defensa rusa. Rusia, por otro lado, ha ido reforzando paulatinamente la zona desplegando gran número de soldados y fuerzas mecanizadas, realizando en el proceso varios ataques probatorios junto con pequeños avances.
El objetivo general del frente de Kreminna para el ejército ruso sería hacerse nuevamente con la ciudad de Limán. Su captura resultaría clave para ayudar a las operaciones para tomar Kramatorsk y en particular Sloviansk, sobre todo cuando Moscú ya no tiene en su poder Izium. Debido a esto, quizás también podamos ver una intentona rusa por retomar Kupiansk, otro de los nodos de comunicación y logísticos estratégicos del óblast de Jarkov. El avance hacia Kupiansk es vital para el ejército ruso debido a la intención de recuperar la frontera natural del río Oskil, que fluye directamente por mitad de la ciudad.
Otro de los puntos donde se podría dar un vuelco es en Siversk, al norte de Bajmut, donde el ejército ruso está intentando crear un cerco a las tropas ucranianas. La conquista de esa zona resultaría vital para posteriormente realizar avances hacia Sloviansk y Kramatorsk. Más allá de eso, el ejército ruso también está intentando expulsar a los ucranianos de Ugledar, en el sur de Donestk. El ejército ucraniano ha plantado unas fuertes defensas y ya ha frustrado varios ataques importantes rusos. La importancia de Ugledar radica en que su toma facilitaría un movimiento de pinza hacia el norte del oblast y así intentar desatascar la situación en Marinka, otro enclave que lleva meses estático debido a la férrea defensa ucraniana.
El éxito de la ofensiva rusa dependerá de muchas cuestiones, de su propia capacidad para romper el frente, de cuantos números es capaz de desplegar, de la propia defensa ucraniana y un largo etcétera. Moscú desea darle un vuelco a la guerra consiguiendo varias victorias importantes tras meses de retiradas, por tanto, es esperable que veamos un esfuerzo sustancial en recursos para conseguirlo. Por otro lado, el objetivo de Kiev pasa por aguantar las embestidas rusas mientras se prepara para una ofensiva en primavera-verano con el nuevo material OTAN. Mientras que Rusia parece estar preparándose para una guerra larga de desgaste, la resistencia y la capacidad ucraniana para realizar ofensivas exitosas depende en gran medida de que el apoyo occidental no decaiga.
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