Se cumplen diez meses desde que el ejército ruso lanzó un asalto total contra Ucrania. Sin un final próximo, la guerra ha pasado por varias fases, alternando la iniciativa rusa y ucraniana. Desde hace semanas el estancamiento es lo que predomina en el frente, con feroces batallas en el óblast de Donestk. Sin embargo, en un futuro cercano, las fuerzas rusas podrían lanzar una nueva gran ofensiva gracias a la movilización de cientos de miles de reservistas, pudiendo darle la vuelta a la situación sobre el terreno y a la narrativa del conflicto.
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Un frente estancado
Desde que el ejército ruso se retiró de la ciudad de Jersón no se han producido grandes avances. Se especulaba con la posibilidad de que el ejército ucraniano pudiera llevar a cabo una nueva ofensiva en el óblast de Zaporiyia, en dirección a Melitopol. No obstante, las condiciones del terreno y el recrudecimiento de la batalla de Bajmut parece que han cambiado los planes de Kiev.
Bajmut es una ciudad ubicada en la región de Donestk, donde se están librando intensos combates. En esa zona el frente lleva prácticamente estancado desde verano debido a las fortificaciones ucranianas y el tipo de combate caracterizado por ser de trinchera a trinchera. En este sentido son especialmente llamativas las imágenes que se están difundiendo de la batalla dado que parecen sacadas de la Primera Guerra Mundial.
La zona de Bajmut tiene una importancia estratégica. Según múltiples analistas, es la puerta para conquistar el óblast de Donestk debido al rol que ejerce como centro logístico y de comunicaciones. Asimismo, las colinas al oeste de la ciudad proveen de una relevante posición para la artillería. Pese a estos factores, Bajmut podría no merecer el derroche de soldados y material que están pareciendo ambos bandos.
Desde hace semanas la ciudad se ha convertido en una batalla de desgaste. Rusia avanza muy lentamente, mientras su artillería, en clara superioridad, bombardea intensamente las posiciones ucranianas que, hasta la fecha, consiguen resistir los avances rusos. Las pérdidas de los ucranianos están siendo muy altas, llegando a enviar a la zona refuerzos provenientes del frente sur –Zaporiyia, Jersón–. El mando de Kiev parece decidido a mantener Bajmut, a la que ve como un símbolo de resistencia. Las fuerzas rusas, por su parte, también están sufriendo múltiples pérdidas humanas. Las bajas entre los contratistas –el esfuerzo de dirigir las oleadas recae sobre la compañía privada Wagner– están siendo muy altas, haciendo pensar que estos son soldados más ‘prescindibles’ para Moscú.
Debido a la evolución de los combates y el contexto general de la guerra, la estrategia rusa podría pasar por hacer que Kiev se centre en el frente de Bajmut alentando al envío de tropas frescas, para así desgastar al ejército ucraniano y desviar la atención de otros sectores o incluso de unos previsibles preparativos para otra ofensiva. En la práctica, no obstante, lo cierto es que desde hace meses las fuerzas rusas están en retirada en Járkov, Lugansk y Jersón y es el ejército ucraniano quien ha llevado la iniciativa de los combates. Por tanto, aún está por ver si Rusia es capaz de darle la vuelta a la situación.
¿Preparativos para una nueva ofensiva rusa?
Han pasado meses desde que el presidente ruso, Vladimir Putin, anunciara una movilización parcial de más de 300.000 soldados. Dicha movilización ya se ha producido: la gran mayoría de reservistas siguen entrenándose detrás de las líneas, mientras que algunos miles se han incorporado al frente. Asimismo, se han visto durante semanas imágenes del envío de material –no precisamente de baja calidad– a los distintos despliegues que tiene Moscú en Ucrania. Estos movimientos, junto a la campaña de ataques masivos contra la infraestructura energética ucraniana, indican que en el corto plazo podríamos ver una ofensiva rusa.
Moscú no ha movilizado a más de 300.000 reservistas solo para defender sus posiciones. Por otro lado, el envío de material militar que se ha podido ver es de carácter más ofensivo y no defensivo. El contexto general de la guerra nos invita a creer en un nuevo esfuerzo ruso en Ucrania. Kiev se niega a sentarse en la mesa de negociación, mientras que en Moscú quieren cambiar la narrativa del conflicto en su favor, recuperando la iniciativa y dejando atrás los recientes descalabros en el campo de batalla.
Sobre la escala y la dirección de la ofensiva rusa solo se puede especular. Desde el bando ucraniano y parte del sector occidental se apunta a un nuevo ataque sobre Kiev. Sin embargo, dicha operación podría volver a ser un fracaso como ya ocurrió en los compases iniciales de la invasión. Rusia sigue sin desplegar recursos suficientes para poder llevar a cabo una ofensiva de tales dimensiones. Cabe que recordar que Ucrania es un país inmenso, con múltiples ciudades, y que tiene a su disposición cientos de miles de soldados y recursos de la OTAN. Otra cuestión relevante que no hay que obviar es que siguen manteniendo la voluntad de luchar.
Para ampliar: Fase 1 de la Guerra de Ucrania ¿fracaso ruso?
Una ofensiva enfocada en el Donbás sería un escenario más plausible. Sería completar la anexión de los territorios a Rusia, conquistar una zona muy fortificada y darle una vuelta a la guerra. Además, la presencia de tropas rusas en Bielorrusia podría servir para intentar fijar a los ucranianos en el norte, mientras el esfuerzo principal se realiza en el este.
Entre el apoyo a Ucrania y las demandas a negociar
El 21 de diciembre, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, era recibido en Washington con todo tipo de honores. La visita tenía una fuerte carga simbólica: era el primer viaje del mandatario ucraniano a otro país desde que Rusia comenzó la invasión. Zelenski tuvo una reunión con Joe Biden además de dirigirse al Congreso para ser ovacionado después de su discurso. En el viaje se confirmaría un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, en el que se incluirían los preciados sistemas Patriot. Pero la imagen de unidad no oculta que empieza a haber divergencias de objetivos entre ambos países.
Estados Unidos ha sido y es el principal apoyo de Ucrania en la guerra contra Rusia. Si bien Washington anhela la derrota de Moscú, los estadounidenses siguen negándose a enviar las armas avanzadas que piden los ucranianos. La administración Biden no quiere que el conflicto bélico escale más para evitar que se extienda a los territorios de la OTAN. Washington no desea provocar más de los debido a Moscú, además que tiene la voluntad de seguir manteniendo ciertos canales de comunicación para evitar accidentes no deseados. También está el hecho de que la llegada de la mayoría republicana al Congreso significará seguramente una ralentización de la ayuda a Ucrania.
En Estados Unidos y en otros socios de Ucrania empiezan a crecer los llamados a la diplomacia. Biden ya ha dejado entrever que desearía sentarse con Putin si el líder ruso “quiere genuinamente” buscar un final a la guerra. Mientras tanto, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha reiterado en varias ocasiones que será necesario “ofrecer garantías de seguridad” a Rusia para buscar una estabilidad en Europa. En el fondo, en Occidente se empieza a vislumbrar la necesidad de un compromiso para terminar la guerra dada la correlación de fuerzas actual, es complicado pensar que un bando se alce con una victoria decisiva. Y una guerra larga, por el desgaste que supone, no está en el interés ni de Washington ni de capitales europeas como París o Berlín. Sin embargo, de momento, ni Rusia ni Ucrania parecen querer reducir sus objetivos maximalistas.
Para ampliar: Por qué es imposible la paz en Ucrania
Relacionado con esta cuestión, está la cada vez más difícil situación de los arsenales militares de la OTAN. La mayoría de potencias de la alianza atlántica no están preparadas para una guerra larga de alta intensidad como la de Ucrania. El material militar que se puede enviar al ejército ucraniano empieza a escasear y muchos Estados no quieren vaciar sus depósitos, sobre todo en un contexto internacional más militarizado. Estados Unidos ya ha dado la señal de la necesidad de aumentar su producción industrial militar y ha pedido un esfuerzo similar a Europa.
Sin embargo, la capacidad europea está muy por debajo del complejo industrial-militar estadounidense, por su propio funcionamiento y por el alto coste de la energía y la disrupción en las cadenas de suministros. La opacidad de Rusia no nos permite saber con exactitud si el ejército ruso está sufriendo los mismos problemas, pero todo apunta a que también padece la escasez de material militar. Una prueba de ello es que ha tenido que recurrir a Irán para adquirir drones –muy eficaces en los bombardeos sobre la infraestructura energética–. Medios occidentales sostienen además que Corea del Norte ha suministrado material militar, aunque por ahora no hay pruebas que permitan verificar esta información. También está el hecho de que la artillería rusa está lanzando menos rondas que en las campañas de verano en el Donbás.
En definitiva, el invierno podría ser un momento decisivo en la guerra. Queda por ver si el ejército ruso inicia una ofensiva exitosa, qué ocurrirá con los daños en la infraestructura energética ucraniana y si la OTAN puede seguir enviando material militar con regularidad.
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