Escrito por Alejandro López.
Los nuevos movimientos de Marruecos durante enero de 2020 para expandir su Zona Económica Exclusiva en base a la extensión de su plataforma continental chocan con las intenciones de los países del Atlántico norte que controlan la Macaronesia –España y Portugal- y avivan las disputas territoriales en la región del África noroccidental y la soberanía del Océano Atlántico.
Geología para dominar el Atlántico norte
Los estados tienen el derecho a delimitar sus aguas territoriales en base a la extensión de la plataforma continental, cuya descripción técnica está regulada según los acuerdos de la llamada Convención del Mar de Naciones Unidas, que entró en vigor en 1994. La plataforma comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá del mar territorial del Estado y a lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas marinas contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial, en los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue a esa distancia. Este conocimiento geológico es imprescindible en la diplomacia internacional para evitar conflictos geopolíticos debido a la consiguiente delimitación de las aguas territoriales (12 millas) y la Zona Económica Exclusiva o ZEE (200 millas), así como la actual solicitud de ampliación de la plataforma continental a 350 millas.
No obstante, cada vez es más creciente la tendencia de regiones donde los distintos países mantienen disputas por la soberanía de las aguas, lo cual a priori no debería ocurrir bajo la regulación internacional mencionada. El caso más reciente es el de Turquía, cuyo acuerdo con el gobierno de Libia occidental ha airado a Grecia, Israel, Egipto o Chipre. El control de las aguas del Mediterráneo siempre ha sido fuente de conflicto entre Grecia y Turquía, pero existen otros focos como el de Gibraltar o el solapamiento de Baleares y Argelia. En otras partes del mundo también están creciendo estas tensiones como en el Mar de China Meridional con multitud de países involucrados, así como en la propia Macaronesia, donde se ha agudizado el conflicto debido a la unilateralidad de Marruecos.
El enclave de la Macaronesia está geográficamente integrado por multitud de archipiélagos del Océano Atlántico noreste. Se trata de un conjunto de archipiélagos –Canarias, Azores, Madeira, Salvajes y Cabo Verde- que comparten origen geológico volcánico. Presentan características biológicas con gran cantidad de endemismos similares al enclave situado entre la región sur de Marruecos y el norte de Senegal, incluyendo el Sáhara Occidental y Mauritania. Existe una estrecha relación, por tanto, entre la Macaronesia y el África noroccidental. Gracias a su relación de pertenencia a España y Portugal han sido claves para el dominio colonial. Cabo Verde es independiente hoy pero el resto de archipiélagos son esenciales porque permiten a las potencias europeas y subsidiariamente a la UE dominar el Atlántico. Portugal, de hecho, con la última ampliación de la plataforma continental desde Azores, ha logrado proyectar su soberanía hasta casi el 4% de todo el Océano Atlántico.
Conflicto multipolar por Canarias
La siempre compleja relación bilateral entre España y Marruecos es, hoy en día, aún más sensible debido a la importancia comercial. España ha desbancado a Francia como principal socio comercial con Marruecos desde 2012, alcanzando los 15.000 millones de euros en 2019, así como se ha disparado la demanda de visados.
Tras la visita a Marruecos en enero de 2020 de la nueva ministra de Asuntos Exteriores de España, González Laya, la situación se ha normalizado debido a la asunción mutua del derecho a la delimitación de sus aguas. España respeta esta decisión marroquí, Marruecos renuncia a la unilateralidad, siguiendo los principios de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar, y recuerda que España ya realizó una delimitación en Canarias en 2010. Ambos acuerdan realizar una negociación sobre la delimitación del área de solapamiento en la ampliación de la plataforma continental. España y Portugal presentaron ante Naciones Unidas una solicitud para ampliar sus plataformas continentales más allá de las 200 millas marinas en 2014 y 2015, respectivamente. El gobierno de España, ya en 2017, reconoció que se esperaba una solicitud similar por parte de Marruecos en el futuro.
El Parlamento de Marruecos ha aprobado una ley para delimitar su frontera marítima con España y Mauritania, y otra para asumir la soberanía de las aguas del Sáhara Occidental. El problema a este respecto se remonta al acuerdo pesquero entre la UE y Marruecos ya que airó al reino magrebí por la exclusión inicial del territorio saharaui, pero rectificó e incluyó al mismo en 2019. Ello sentó un precedente que supone un conato de reconocimiento de la soberanía que de facto Marruecos ejerce sobre el Sáhara Occidental tras su invasión en 1975, aunque condenado de iure por la ONU. Este acuerdo se realizó desoyendo la jurisprudencia que sentaba la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en 2018. No obstante, independientemente del recorrido de esta resolución legislativa de Marruecos, que aún debe pasar por los procesos de validación del Senado y la firma del monarca Mohamed VI, no tendría validez bajo el derecho internacional, ya que debe ser la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de la ONU la que, bajo demanda, realice la aprobación de dicha reclamación. El Frente Polisario ya había expresado su pretensión de crear una ZEE propia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en 2016 ante el anterior secretario de la ONU, Ban Ki-Moon, a pesar de no controlar las zonas costeras. Del mismo modo, ese es el procedimiento del que España depende para ganar casi 300.000 kilómetros cuadrados de soberanía en el Atlántico. De hecho, este no es un conflicto nuevo ya que España mantiene con Portugal una situación similar por el solapamiento de unos 10.000 kilómetros cuadrados de aguas territoriales desde 2009.
Para ampliar: “El Sáhara: perspectivas de futuro tras cuatro décadas de conflicto”
La situación estratégica de la Macaronesia reside en el control de las aguas que pueden realizar países como Portugal y España. Pero en todos los casos el factor limitante son las aguas de las Islas Canarias. El Frente Polisario ha condenado las normas aprobadas por Marruecos por vulnerar la soberanía marítima saharaui y ha criticado a España por rehuir su responsabilidad histórica y jurídica de garantizar la descolonización ante Naciones Unidas. Asimismo, Canarias ha criticado la posibilidad de ceder parte de sus aguas a Marruecos –lo cual no se encuentra sobre la mesa- y algunos expertos creen posible que la negociación abierta finalice con la partición entre España y Marruecos de la nueva extensión en solapamiento, igual que ocurre en la costa africana con Lanzarote o en los solapamientos con Madeira.
Sin embargo, el conflicto con Portugal –congelado- sigue existiendo por las Islas Salvajes, al norte de Canarias, hoy consideradas parte del Parque Natural de Madeira. España no reconoció la soberanía portuguesa sobre las Salvajes hasta 1997, con la llegada de José María Aznar al gobierno, tras casi 600 años de pretensión sobre ellas. Sin embargo, la cesión por la soberanía de sus aguas no se ha producido nunca, caso similar al de Gibraltar, evitando la aplicación de medianas en la ZEE con Portugal que diera alas a Marruecos en las negociaciones. La clave del litigio con Portugal reside en que las Islas Salvajes no están habitadas, por lo que no pueden crear una ZEE propia y el cálculo de la mediana parte desde Madeira, a la que pertenecen administrativamente. Por ello, al estar más cerca de Canarias que de Madeira, todas sus aguas serían de explotación exclusiva española (salvo las 12 millas que corresponden a las aguas territoriales portuguesas). Sin embargo, Portugal argumenta el potencial habitable turístico y su carácter despoblado –ha mandado dos guardas forestales a vivir allí- para legitimarse a la hora de crear una ZEE que requiera de negociar la cesión de gran parte de las aguas del norte que a día de hoy son de jurisdicción canaria. Un total de 155 millas españolas en juego. Cada islote es de gran relevancia debido a la capacidad de extender la soberanía de las aguas por la delimitación de su plataforma continental.
La joya de la corona
Las reclamaciones tienen su origen en diferentes hallazgos, ya que la soberanía sobre las aguas incluye los lechos, el subsuelo y los intereses científicos, técnicos y mineros derivados. Tras la realización de prospecciones petrolíferas en el este de Canarias, se conoce la existencia de bolsas de gas natural de difícil viabilidad extractiva. No obstante, la joya de la corona en este entramado de islotes de origen volcánico es el Volcán Tropic, sumergido a más de 1 km, con 3 km de altura, 50 kilómetros de diámetro y coronado por una meseta. Esta formación se encuentra en un conjunto de trece formaciones geológicas submarinas hallados a unas 250 millas al suroeste de El Hierro, dentro de la ampliación proyectada de la ZEE de Canarias y, según expertos geólogos, será clave en el futuro de las relaciones diplomáticas con Marruecos/RASD. Ocho de las formaciones son de reciente descubrimiento, ya que a los cinco conocidos (Las Hijas, Drago, The Paps, Echo y el propio Tropic), España pudo sumar otros ocho (Drago, Bimbache, Ico, Pelicar, Malpaso, Tortuga, Infinito y Las Abuelas) en la zona pretendida en 2015, de similar origen –por punto caliente volcánico- a Canarias. Sin embargo, solamente Tropic –el más codiciado- se encontraría fuera de la ZEE de España, ya que se trata del más lejano a El Hierro.
Del mismo modo que España aprobaba las prospecciones de hidrocarburos en las aguas orientales de Lanzarote y Fuerteventura, determinando su invalidez como explotación viable, Marruecos ha realizado las propias en su lado de la mediana bajo dirección de empresas italianas y Reino Unido ha realizado otras en la región volcánica al suroeste de El Hierro. La exploración de todos ellos ha concluido que la región es rica en telurio, cobalto y otros materiales. El volcán Tropic, según los científicos británicos, podría contener unas 2.670 toneladas de este semimetal, una doceava parte del consumo mundial, y una concentración 50.000 veces mayor a la corriente en los yacimientos de este semimetal en tierra emergida. El país que acceda a este territorio bajo la nueva ZEE, pasaría a convertirse en la primera potencia mundial en la explotación de este material. Portugal tendría también intereses en este mercado por su presencia, precisamente, en las Islas Salvajes.
Sin embargo, en 2011 desde España ya se había encontrado en Tropic un filón potencialmente explotable: depósitos ricos en cobre, níquel, manganeso, telurio, cobalto, vanadio, bario, plomo, molibdeno, wolframio, arsénico, antimonio, platino y otras tierras raras; esenciales para el desarrollo de la tecnología ‘verde’. El telurio es un componente muy apreciado a nivel mundial, esencial para la fabricación de paneles solares fotovoltaicos. El cobalto es muy útil para la creación de baterías eléctricas, con gran aplicación en la industria automovilística. Aunque el resto de montes submarinos dentro de la ZEE de España también son muy ricos en cobalto. Las denominadas ‘tierras raras’ son una amalgama de elementos, entre los que se encuentran los lantánidos, y que tienen aplicación en la fabricación de imanes de gran potencia, esenciales por ejemplo para el desarrollo de generadores eólicos y con otros intereses debido a sus fuertes propiedades magnéticas, y de especial relevancia en el escenario geoestratégico mundial, sobre todo en el ámbito minero de China (80% de la producción mundial actual a costa de envenenar zonas como Mongolia Interior). No obstante, su extracción podría resultar quimérica teniendo en cuenta los fuertes riesgos medioambientales que la minería de ‘tierras raras’ ha suscitado en el mundo debido a su elevado riesgo de contaminación radiactiva. Además, la tecnología actual muestra grandes dificultades para realizar extracciones a tal profundidad, por lo que se trataría de la preparación del terreno para un juego geopolítico a varias décadas vista en un campo minero mundial donde algunos materiales ‘raros’ se encuentran en riesgo de agotamiento.
El área de solapamiento afecta a la nueva extensión aprobada por el reino alauí pero también es precisamente el área donde se encuentra el volcán Tropic, potencialmente reclamable por España y por el Sáhara Occidental, bajo la RASD o Marruecos. Aquí reside otro conflicto. España no puede negociar el solapamiento de sus aguas con las saharauis sin reconocer a un interlocutor para el reparto de la nueva mediana en el suroeste del archipiélago, igual que ya ocurre en el este, donde existe una mediana provisional desde 2003 en el estrecho que separa Fuerteventura y Lanzarote de Marruecos. En el reparto provisional solo fue considerada la zona norte al Sáhara Occidental, ya que su ambivalencia jurisdiccional la dejó fuera de la negociación, quedando la delimitación oriental de Canarias sin finalizar. La mediana fue acordada para el reparto de 50 km a cada país en su extremo sur –de este a oeste- y de 111,5 km en su extensión por el extremo norte –de este a oeste-.
Con la nueva norma, Marruecos busca la apropiación de las aguas saharauis para poder incluir parte de la región rica en materiales raros en el área de extensión de la plataforma continental y la ZEE. Dado el precedente del acuerdo pesquero, donde se permitió a Marruecos negociar con las aguas saharauis sin contar con la RASD, bajo las críticas de Canarias, se encuentra el dilema sobre la postura que España puede tener en la defensa de sus intereses sin avanzar en la autodeterminación a la que se comprometió con el Sáhara Occidental. Hasta ahora, España se ha dirigido a Marruecos para las cuestiones referentes al Sáhara Occidental, pero el Frente Polisario ha amenazado con llevar estas acciones ante el Tribunal Internacional del Derecho del Mar. Marruecos, por su parte se arriesga a una desestimación completa de la reivindicación territorial ante Naciones Unidas por la falta de soberanía sobre el Sáhara Occidental, contando con la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Por otro lado, el territorio que podría ampliar Marruecos sin el Sáhara Occidental es ínfimo debido a la situación de Canarias y Madeira frente a sus costas. Por ello, Marruecos se encuentra en un dilema entre la presentación de la reclamación de ampliación de la plataforma continental tomando las aguas saharauis como propias o la no presentación de la misma, que ha resuelto en el primer sentido, el único ambicioso para con sus intereses estratégicos.
Conclusión
Estas aspiraciones territoriales se contraponen a la aparente simplicidad de la interpretación de los convenios internacionales, pero se hace esencial su múltiple consideración para los intereses geoestratégicos de cada país. En el caso de la Macaronesia, la región fue altamente estratégica como enlace colonial, sobre todo durante los siglos XVII-XVIII. Hoy en día, su importancia parece orientarse hacia un mundo donde el paradigma tecnológico está llevando al agotamiento de fuentes energéticas como los combustibles fósiles, así como a numerosos materiales de extrema rareza en cuanto a su posibilidad de explotación. Esta coyuntura tecnológica implica la necesidad de búsqueda de otras fuentes de energía, por un lado, y de yacimientos para el acceso a esos materiales, por otro. Tanto las energías convencionales como las alternativas redundan en una mayor demanda de materiales raros para su infraestructura, cada vez más con la declaración de emergencia climática y la búsqueda de energías no dependientes de los combustibles fósiles. Aunque la extracción de materiales para las energías alternativas resulta altamente contaminante, debe enmarcarse esta nueva importancia de la minería en el desarrollo de la ‘tecnología verde’.
Los grandes hallazgos en esta región hacen que, aunque hoy en día no puedan ser explotados, en el futuro puedan resultar regiones muy relevantes a nivel internacional. Todo ello está dando una renovada visibilidad a conflictos soterrados como el del Sáhara Occidental, cuya ocupación por Marruecos –y parcialmente por Mauritania- acabó con las aspiraciones descolonizadoras que auspiciaba la ONU, y aun hoy categoriza la región como ‘territorio no autónomo’ pendiente de descolonización. Los múltiples recursos mineros, pesqueros, comerciales y demás, propios de una ZEE, están en el punto de mira de un mundo donde el acceso al mar está causando cada día más conflictos.
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