La escalada de tensiones que se vivió en la península de Corea durante la segunda mitad del año 2022 y en los albores del presente 2023 parece haber alcanzado un valle. Se trata, sin duda, de un valle elevado, pero valle al fin y al cabo. Las lógicas de confrontación establecidas desde la victoria electoral del anticomunista Yoon Seok-youl en Corea del Sur permanecen, pero se hallan estancas. Nada parece indicar que las tiranteces vayan a perder fuerza y que la situación de riesgo de guerra vaya a revertirse en el corto plazo; cualitativamente, las relaciones intercoreanas seguirán enturbiadas mientras no tenga lugar una transformación política en el sur –escenario lejano, ya que las elecciones pr
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