El 14 de mayo tuvieron lugar las elecciones generales de Turquía. Estos comicios cargados de tensión se miraban con expectación tanto a nivel interno como externo ya que el presidente Recep Tayyip Erdogan nunca había tenido una intención de voto tan baja en las encuestas. Por otro lado, una parte importante de la oposición se había agrupado en la llamada “mesa de los seis” y había presentado un único candidato, Kemal Kiliçdaroglu al que las encuestas daban la victoria o una posición muy cercana a Erdogan pero teniendo ventaja.
La coalición opositora agrupaba a partidos de distinta índole, entre los que se pueden encontrar nacionalistas turcos y kurdos. Se produjeron episodios de tensión en la conformación del grupo, pero finalmente se integraron CHP, IYI, DEVA, GP, SP y DP. La elección del candidato tampoco estuvo exenta de polémica ya que fue complicado encontrar uno que fuese satisfactorio para todas las partes. Los alcaldes de Ankara y Estambul poseen una mayor popularidad que Kiliçdaroglu, pero no fueron presentados como candidatos al no convencer a todos las formaciones de la coalición o por estar involucrados en procesos penales.
Los resultados de la primera vuelta
La campaña se vivía con gran expectación a nivel interno ya que podía suponer el fin de 21 años de gobierno de Erdogan en los que se ha dado un importante cambio. A nivel exterior se seguían con atención los acontecimientos ya que Turquía es una potencia regional con una importante presencia en su entorno. Un cambio en la presidencia podría suponer una reorientación en la política exterior turca que sería muy bien recibido en algunas alianzas y regiones como la OTAN y occidente. Durante la campaña no hubo demasiados apoyos exteriores explícitos a Kiliçdaroglu y los que se dieron fueron duramente contestados por su rival en las elecciones. El candidato opositor posee un enfoque de la política exterior más orientado hacia occidente por lo que podría ser un aliado más predecible y fácil de trabajar de lo que lo es Erdogan. No obstante, los actores internacionales prefirieron esperar al desarrollo de los acontecimientos.
Las campañas electorales fueron bastante distintas y se ajustaron a las fortalezas y debilidades de cada candidato. El presidente Erdogan evitó en los primeros momentos forzar una polarización, ya que esto podía resultar desventajoso para él, pero después del Ramadán sí pudimos ver importantes ataques a la oposición calificándolos de “gays” y “borrachos”. Otro de los puntos clave de su campaña fue resaltar los logros de su administración, como las inauguraciones de material militar o descubrimientos de bolsas de petróleo en el mar Negro.
Kiliçdaroglu basó su campaña en una narrativa antierdogan y resaltando todas las cuestiones en las que el gobierno había fallado, haciendo un especial énfasis en la situación económica. La última administración de Erdogan adolece de muchos problemas: la inflación se encuentra en un 50%, la mala gestión de los terremotos y la inestabilidad de la lira son algunos de las cuestiones que la oposición ha explotado en periodo de campaña. En los últimos días antes de las elecciones se dio la sorpresa de que uno de los candidatos menores se retiraba, lo que dejaba una cantidad pequeña de votantes sin un candidato y que tenían gran valor en una elección tan ajustada.
Las elecciones ocurrieron sin percances destacables. La participación en estos comicios fue del 88.92%, una cifra muy alta, y el voto en el extranjero también marcó cifras récord con un 57%. Las urnas cerraron a las cinco de la tarde y comenzó el conteo, donde cada partido tenía sus propios observadores que reportaban los resultados y esto suponía que los datos fuesen bastante diferentes teniendo en cuenta la fuente que se consultase. La oposición denunciaba que había urnas que no se habían abierto y que en las regiones en las que la oposición tenía más intención de voto se estaban dando los conteos más lentos. El candidato Kiliçdaroglu declaró que él y su equipo se quedarían despiertos toda la noche para hacer que cada voto contase, mientras que el presidente del país ya se reunía con los votantes para festejar los buenos resultados obtenidos.
Al día siguiente el Consejo Electoral de Turquía declaraba la necesidad de celebrar una segunda vuelta de las elecciones presidenciales ya que ninguno de los candidatos que se presentaban había logrado un 50% de los votos. Sin embargo, los resultados fueron llamativos, ya que el presidente Erdogan logró un porcentaje mayor de lo esperado con un 49.51% y por otra parte Kiliçdaroglu con un 44.88% una cifra bastante menor de lo que pronosticaban las encuestas. El hecho de que Erdogan no ganase en primera vuelta ha sido ventajoso para él de cara a la campaña en segunda vuelta y para defenderse de ciertas acusaciones. El presidente estadounidense Joe Biden le acusó de autócrata y esto ha sido cuestionado por Erdogan declarando que cómo un candidato que no gana claramente en primera vuelta va a ser un dictador, y confía en que en esta nueva cita electoral el pueblo turco de una lección de “solidez democrática”.
El motivo de estos resultados puede estar en varias causas. Es importante destacar que por el momento no se han dado indicios de fraude por lo que en este análisis nos abstendremos de analizar esa posibilidad hasta que la situación cambie. La primera de todas es que Erdogan y el AKP controlan el Estado y los medios de comunicación por lo que poseían una importante cantidad de recursos a su disposición.
Por otra parte, la oposición se enfrentaba a numerosos desafíos, siendo el más llamativo la heterogeneidad de la propia coalición opositora, ya que agrupaba desde partidos nacionalistas hasta kurdos. La elección del candidato fue muy controvertida y se ha acusado a Kiriçdaroglu de no haber permitido que otros candidatos de su partido con mayores índices de popularidad se presentasen. Otras opciones interesantes habrían sido los alcaldes de Ankara y Estambul, pero estos serían difícilmente aprobados por la coalición o podrían haber sido ilegalizados con facilidad ya que se habían abierto procesos penales contra ellos. Asimimso, Kiliçdaroglu no tiene la misma capacidad de oratoria que Erdogan y no ha podido atraer a nuevo electorado, mientras que el presidente se dirigía a su electorado conservador e islamista diciendo que un cambio en el gobierno sería perjudicial para sus intereses.
Los terremotos tuvieron un efecto devastador en Turquía ya que ciudades enteras se derrumbaron y en torno a 50.000 personas perdieron la vida. El presidente fue muy criticado por la gestión de la catástrofe y por estar directamente implicado en la fragilidad de los edificios. Sin embargo, ha ganado en 8 de las 11 provincias afectadas. Los buenos resultados obtenidos han tenido un efecto de desánimo en la oposición y en países externos, ya que Erdogan ha conseguido mantener unos buenos resultados electorales a pesar de la complicada situación interna del país y el creciente descontento popular que ve actualmente Turquía.
La segunda vuelta de las elecciones turcas
Una de las cuestiones principales será el tercer candidato de las elecciones, Sinan Oğan, que no ha entrado en segunda vuelta, pero su apoyo a Erdogan puede ser decisivo a la hora de inclinar la balanza, ya que consiguió un 5% de los votos. Oğan es un nacionalista antiinmigración y antiguo miembro del partido CHP, aliado del actual presidente. Oğan había realizado una lista de condiciones para dar su apoyo, entre ellas se encontraban establecer un calendario fijo para la deportación de los refugiados sirios y asegurar la inviolabilidad de los primeros cuatro artículos de la Constitución turca.
Por su parte, los dos candidatos han reanudado sus campañas electorales ya que hay un margen de tiempo muy reducido entre la primera y la segunda vuelta y ambos necesitan captar los votantes indecisos y a los que su candidato no ha pasado segunda vuelta. Se prevé que la segunda vuelta sería más polarizada que la primera ya que puede reducirse a una pregunta ¿Erdogan, sí o no? El candidato opositor Kiliçdaroglu ha intensificado la polarización en su campaña centrándose en esta cuestión.
La política exterior juega un papel importante en las campañas electorales y en este caso Siria ha obtenido un importante protagonismo por la cuestión de los refugiados. El candidato opositor no se muestra favorable a su presencia y ha advertido que si el actual presidente permanece en el poder llegarán muchos más refugiados. Por su parte, Erdogan mantiene su estrategia de focalizarse en los logros de su administración, pero sin renunciar a los ataques hacia la oposición.
Turquía se encuentra expectante ante el desarrollo de esta segunda vuelta que podría suponer un cambio considerable en la situación del país o el continuismo de un gobierno que acumula más de dos décadas en el poder.
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