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Flashpoint: Cachemira

Por Jorge González Márquez

Durante el mes de febrero de 2019 se ha producido un incremento en las tensiones entre India y Pakistán tras una sucesión de atentados y ataques militares en la región en diputa de Cachemira. En este artículo presentamos una revisión de los acontecimientos acompañada de un análisis para elaborar una serie de conclusiones sobre la importancia y los cambios que suponen estos para la región.

Cronología de los acontecimientos

El 14 de febrero, se produjo un ataque suicida contra un convoy de las fuerzas indias, utilizando un VBIED (Vehicle-Borne Improvise Explosive Device) o coche bomba, en la localidad de Puwalma, situada en el distrito de Jammu y Cachemira, región en disputa entre India y Pakistán, provocando la muerte de 42 paramilitares.

Atentado de Puwalma

Este ataque es atribuido por parte de India al grupo Jaish-e-Mohammed (JeM), grupo armado islamista que busca la independencia de Cachemira y reconocido como organización terrorista por Australia, Canadá, India, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido, Estados Unidos y la ONU. India acusa a Pakistán de hospedar y dar apoyo a este y otros grupos que actúan con tácticas terroristas contra la India. Pakistán por su parte, niega que JeM esté detrás del ataque de Puwalma y afirma que India no tiene pruebas contundentes al respecto.

Tras el atentado y durante los días siguientes India acusó formalmente a Pakistán de no estar actuando con suficiente contundencia contra JeM en su territorio, ante lo cual Pakistán, que había condenado el atentado públicamente, reclama la entrega de informes de inteligencia que demuestren la presencia de JeM para que Pakistán pueda actuar contra estos en medio de una escalada en la retórica de la India.

El 26 de febrero, aviones indios sobrepasaron la Line of Control (LoC) o Línea de Control, la frontera militarizada que divide la región de Cachemira en los territorios administrados por India y Pakistán, para atacar, según la versión india, un campamento de JeM cercano a la frontera.

La última ocasión en la que aeronaves indias habían traspasado la LoC para bombardear en territorio controlado por Pakistán fue durante la guerra indo-pakistaní de 1971, haciendo por lo tanto que saltasen las alarmas a ambos lados de la frontera.

Imran Khan, primer ministro de Pakistán, convoca al Comité de Seguridad Nacional, tras lo cual y a través de la portavocía de las fuerzas armadas pakistaníes se advierte de que se ha tomado la decisión de responder a lo que se entiende como una agresión india contra territorio pakistaní.

 El 27 de febrero, aviones pakistaníes sobrepasan la LoC y bombardean seis posiciones en territorio indio. Tras esto se produce un combate aéreo entre aeronaves de ambos países que se salda con el derribo confirmado de un Mig-21 Bison perteneciente a la Indian AirForce (IAF) cuyo piloto, Abhinandan Varthaman, es capturado vivo por fuerzas pakistaníes. Además de este derribo confirmado, la Pakistan AirForce (PAF) asegura haber derribado otra aeronave india (un SU30Mk) mientras que la IAF asegura haber derribado un F-16 pakistaní, ambas partes sin haber mostrado pruebas sólidas al respecto hasta este momento.

Soldado pakistaní sobre los restos del Mig-21 Bison indio derribado

Durante la tarde y la noche del 27 de febrero, se lleva a cabo una intensa campaña de presión diplomática por parte de varios países, a destacar Estados Unidos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, para desescalar lo que se considera una situación prebélica entre India y Pakistán, a raíz de la toma de medidas como el cierre completo del espacio aéreo de Pakistán.

El 28 de febrero, Imran Khan anuncia, en un discurso ante el parlamento pakistaní, la liberación del piloto y su entrega a la India a lo largo del viernes 1 de marzo, como un gesto de paz e invita públicamente a Narendra Modi, primer ministro de la India a entablar diálogo sobre lucha contra el terrorismo.  

El 1 de marzo, a última hora de la tarde, Pakistán entrega a Abhinandan Varthaman a las autoridades de la India a través del paso fronterizo de Wagah-Attari.

Abhinandan Varthaman en el momento su liberación

Análisis de los acontecimientos

Tras un nuevo ataque terrorista contra la India por parte de grupos armados vinculados a Pakistán, de especial gravedad debido al número de muertos de las fuerzas de seguridad del estado en la región, el gigante indio decidió incrementar la presión sobre su rival histórico y buscó forzar la disuasión a través de la escalada en el uso de la fuerza lo que se tradujo en los bombardeos de Balakot, buscando crear un contraste con los ataques quirúrgicos de 2016, tras el ataque de Uri.

Hay que comprender que este incremento en la escala de las acciones militares tiene su encaje claro en la idiosincrasia del pensamiento estratégico de la India, basado en la doctrina conocida como Cold Start, que llega incluso a prever la ocupación de territorio pakisttexto-justificadoaní por parte de las fuerzas armadas indias como respuesta a un ataque terrorista de gran envergadura.

Para extender sobre la doctrina Cold Start y sus problemas asociados: Guerra India – Pakistán: la doctrina Cold Start y la Paradoja  de la Inestabilidad/Estabilidad.

Lo que probablemente no esperaban desde la India, era la rapidez y contundencia de la respuesta pakistaní, debido a que desde la perspectiva y narrativa india el ataque era en un territorio en disputa y contra un tercero (JeM), lo que debería moderar la reacción. Pero Pakistán, quien además llevó por completo la batuta en lo que a la batalla narrativo-mediática se refiere, trató desde un primer momento a India como un actor beligerante que atacaba su territorio sin dar lugar a ningún posible diálogo. Por lo tanto, desde la perspectiva pakistaní, era necesario dar una respuesta simétrica que restableciera un cierto grado de equidad entre ambos países para lo cual autorizó el bombardeo de posiciones dentro del sector indio de Cachemira.

Mapa de Cachemira

La situación salió del marco guionizado cuando se produjo el combate aéreo y el derribo del Mig-21 Bison indio, ya que esto otorgó a Pakistán no uno sino dos valiosos activos nuevos: una victoria militar y un prisionero de guerra. La propia victoria militar es un gran logro propagandístico-mediático que refuerza tanto al ejército como al primer ministro como actores dentro de Pakistán mientras que la captura del prisionero suponía que Pakistán había puesto sus manos sobre algo ansiado, una baza valiosa para negociar con India.

Todo esto le daba a Pakistán una posición, en principio, ventajosa pero antes de continuar hagamos unas aclaraciones fundamentales:

En una dimensión local: estamos en periodo preelectoral para la India, que celebrará sus próximas elecciones generales durante el mes de abril. En ellas el nacionalista BJP de Narendra Modi se juega mantener el poder en el país después de varias elecciones estatales que no resultaron favorables.

¿Cómo se ha percibido esto en la crisis? Modi ha tratado de dejar en duda su vinculación directa con los acontecimientos. Sus declaraciones sobre dejar “mano libre a los militares” le desvinculaban mientras que tras los bombardeos de Balakot, tomados como un exito, medios afines al gobierno especulaban sobre que Modi había estado presente la sala de mando mientras se realizaban los ataques. Otro claro ejemplo fue cuando la presidencia mantuvo un completo silencio tras el
derribó del Mig-21 por parte de Pakistán, dejando las únicas declaraciones oficiales en manos de la rueda de prensa del ministerio de defensa, muchas horas más tarde.

En una dimensión regional: India es un país en camino de convertirse en la tercera economía mundial o al menos eso dicen todas las principales proyecciones, pero India no va a jugar un papel secundario como Japón o Alemania, sino que va a entrar de lleno en las dinámicas de grandes potencias. Por otro lado, Pakistán no aparenta aspirar a nada más que tener una sólida esfera de influencia y mantener su independencia/soberanía y perpetuar su estatus como país con armas nucleares. Por lo tanto, la necesidad de superar el statu quo y controlar la región de Asia Meridional es algo de imperiosa necesidad para el gobierno indio mientras que para el gobierno pakistaní es de vital importancia impedir que lo hagan, manteniendo el statu quo.

¿Cómo se ha percibido esto en la crisis? Todas las llamadas a la mediación externa y el dialogo han provenido de Pakistán, quien ha recurrido a Turquía o Rusia como posibles mediadores. mientras que India por su parte, ha rechazado toda oferta de mediación, declarando que la situación se resolvería por si misma. 

Rivalidad China – Estados Unidos en Asia Meridional

En una dimensión global: ya no se puede entender el conflicto Indo-pakistaní en un ámbito meramente regional. En la actualidad, con la llegada de la Great Power Competition (GPC) este se enmarca al completo en el contexto internacional del ascenso y enfrentamiento de grandes poderes, en especial en lo que atañe a la rivalidad sino-estadounidense, puesto que ambas superpotencias reconocen a la India como un potencial rival/aliado clave y buscan moverlo hacia las posiciones más convenientes para sus propias estrategias.

¿Cómo se ha percibido esto en la crisis? A través de la aparente neutralidad mostrada por parte de China, aliado fundamental de Pakistán, con sendos llamamientos a la calma y el pronunciamiento del Ministro de Exteriores Chino en la reunión trilateral de Wuangzhu sobre la legitimidad de la lucha india contra el terrorismo o con los movimientos estadounidenses de mediación y la gran presión sobre Pakistán para la inmediata liberación del prisionero.

Una vez aclarado esto, volvamos al asunto principal ¿por qué la clara ventaja obtenida por Pakistán tiene un sabor amargo?

Una posición preponderante de Pakistán frente a India, teniendo en cuenta sus objetivos estratégicos en lo que a la dimensión regional se refiere, es contraproducente a la hora de desescalar las tensiones y un retorno al statu quo, algo clave para Pakistán. Esto se entrelaza con la dimensión global ya que las presiones diplomáticas que recibiría Pakistán a lo largo de la noche del 27 de febrero serían clave, puesto que Estados Unidos presionaría para la inmediata liberación del prisionero indio mientras que contenía a una India mucho más dispuesta a ser beligerante y a realizar un ataque de mayor envergadura contra posiciones pakistaníes para restablecer su posición de preponderancia y disuasión.

Esta contradicción daría lugar a la liberación exprés de Abhinandan Varthaman tan solo dos días después de su captura, sin recibir Pakistán nada más que una desescalada temporal puesto que parece claro que India volverá a actuar con esta o mayor contundencia tras el próximo y prácticamente inevitable atentado en el país. Aún así, por el momento y a pesar de los graves enfrentamientos ocurridos durante la noche del 1 de marzo en la LoC, parece que con la actuación pakistaní, a pesar de la irresponsable cobertura mediática que se ha realizado a ambos lados de la frontera sobre las tensiones, la guerra aún no está ante las puertas.

Imagen de apoyo y celebración ante el regreso del piloto capturado en la prensa india

Conclusión

  • Cambio en las reglas de enfrentamiento entre India y Pakistán.
  • Incremento generalizado de la tensión, que conllevará a mayores niveles de violencia en las hostilidades entre India y Pakistán en adelante.
  • Demostración palpable del cambio en el panorama geopolítico y la entrada en el periodo de la Great Power Competition (GPC).

Nota final del autor:

Hay muchos más factores que tener en cuenta a la hora de realizar un análisis (siempre los hay). Es muy difícil dar una cosmovisión multidisciplinar sobre unos acontecimientos tan complejos y con tanta historia y ramificaciones tras de sí. Podría haberse hablado sobre el papel del islamismo en la insurgencia del JeM o en la sociedad pakistaní, sobre el papel del Hindutva en el nacionalismo del BJP de Narendra Modi y las tensiones interreligiosas que esto provoca o sobre la legitimidad que pueda tener la lucha independentista de Cachemira, pero esos son temas cuya extensión requeriría ya no más artículos sino libros enteros para que estos sean cubiertos apropiadamente. 

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