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Marcelo Ebrard (I): “La OEA está agotada, tenemos que consolidar nuestra comunidad”

Descifrando la Guerra | Zulleyka Hoyo

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Por Néstor Prieto

Marcelo Ebrard (Ciudad de México, 63 años) entra con paso ágil en la sala donde desde hace tiempo le esperamos. “Me van a disculpar, pero tenemos la agenda hasta arriba, ahorita vamos con una hora de retraso” nos habían advertido desde el Ministerio. Y no mienten, el Secretario de Relaciones Exteriores compensa con su hiperactividad internacional el perfil doméstico del presidente López Obrador, que en apenas cuatro años ha realizado cuatro salidas al extranjero.

Licenciado en Relaciones Internacionales por la prestigiosa y exclusiva Universidad de la Salle. Ebrard establecería sus primeros contactos con la política durante su etapa universitaria, cuando pasó a engrosar las filas del PRI, con quien ocuparía sus primeros cargos institucionales. Las discrepancias con el durante décadas “partido único” de México la llevaron a comenzar un largo periplo partidista. Ebrard se movió en el entorno del Partido Verde y del Partido del Trabajo, fundó el efímero Partido de Centro Democrático, fue electo jefe de la Ciudad de México por el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, y posteriormente elegido diputado por Movimiento Ciudadano.

En 2018 dio el salto a Morena, el movimiento fundado por López Obrador, a quien intentó disputar infructuosamente la candidatura presidencial de 2012. Pero no sería en esa elección cuando AMLO rompería la hegemonía de PRI y PAN sino seis años después. Desde la llegada del tabasqueño a la presidencia Ebrard ha desempañado con éxito la cartera de Exteriores. Los datos le avalan, es el Secretario mejor valorado de todo el gabinete. Su dilatada y ascendente trayectoria como diputado, jefe de la capital del país y Ministro le hacen mirar al único cargo que hasta la fecha se le ha resistido, la presidencia de México. Ebrard compagina su labor en Exteriores con una intensa campaña interna para convertirse en el candidato de Morena en 2024. Las encuestas le sitúan a la cabeza junto con Claudia Sheinbaum, actual jefa de gobierno de Ciudad de México y quien se especula que es la favorita de Obrador.

Néstor Prieto: Hace poco le escuchaba decir que el mundo se encuentra ahora mismo en una especie de “estrés geopolítico” con una creciente competitividad entre Estados Unidos y China. La reconfiguración del orden internacional deja muchas incógnitas ¿Cuál va a ser el papel de México en este nuevo escenario?

Marcelo Ebrard: Yo hablaba del estrés geopolítico porque se llegó a un punto donde se decía que casi ya no cabría esperar un problema geopolítico y lo estamos viviendo de nuevo. ¿Cuál es el papel de México ahí y qué es lo que hemos jugado? En primer, lugar procurar proteger las instituciones multilaterales, que son las primeras en riesgo. Por ejemplo, este año la duda del G20 es si íbamos a llegar al G20 o no, eso no pasaba desde hace muchos años. Se logró una declaración, creo yo bastante buena, que incluye una referencia a la situación entre Ucrania y Rusia. Entonces el papel de México lo veo en la protección y tratar de fortalecer las instituciones multilaterales, cosa que no creo que vaya a ser sencillo.

En la esfera regional es procurar un nuevo trato entre América Latina y EEUU. En esencia esa es la meta que nos hemos propuesto. Tenemos un dilema estructural, y es que es la economía de México se integra cada vez más en la de los Estados Unidos, entonces tienes que mantener una política exterior que dé cuenta de la autonomía de gestión que puede tener México y no caer en él espejismo de convertirse en el último vagón del tren usted.

Para ampliar: Andrés Manuel López Obrador, «Hay condiciones inmejorables para la integración latinoamericana»

De hecho, usted ha dicho que “a mayor autonomía relativa respecto a Estados Unidos era más fácil defender los intereses de México”. Es un problema es histórico. La dependencia hacia EEUU es una de las críticas recurrentes que se han oído desde muchos sectores políticos, e incluso desde Morena, que ha considerado muchas veces que la política exterior mexicana está subordinada a Estados Unidos.

Bueno hubo una temporada, yo diría que desde que se firmó el tratado de libre comercio -1994-, para acá que se pensó que lo que había que hacer era casi subordinante. Participar solo en lo que fueran las directrices de EEUU y la UE. Se abandona mucho América Latina, México se sale del Movimiento de Países No Alineados etc. Hoy, en virtud de que tienes un respaldo, no tienes un gobierno débil sino lo contrario, puedes plantearte una política exterior que ponga a México en el espacio latinoamericano y caribeño, y que dimensione la independencia de nuestra política exterior en muchos sentidos. Y eso se puede hacer en la medida en que tengas esa eficacia política interna. En pocas palabras para para que la integración económica no reduzca por completo tu margen de política exterior debes tener un gobierno con un respaldo amplio.

Hay un dicho mexicano que dice “tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, ¿resume un poco esa esa interdependencia?

Que también tiene muchas ventajas…

¿Y cuál es la relación hoy en día? Porque como dice, desde que se firma el acuerdo de libre comercio, sus relaciones bilaterales son indispensables. De hecho, ustedes, en la administración de Trump han tenido una posición muy asertiva, se esperaba una relación quizá más bronca pero no ha sido así.

Lo que hemos hecho es partir del siempre del supuesto fundamental de entender cuáles son las motivaciones de nuestro principal socio y cuáles son los límites de la política exterior de México. Tanto con Trump como con Biden son muchos temas los que se tratan al mismo tiempo, es muy difícil tener desencuentros muy graves porque tiene muchos costos para ambos países. O sea realmente si tienes un problema muy serio, por ejemplo en materia de migración, imagínate lo que podría ser para EEUU, y así sucesivamente. Entonces, hemos ido construyendo una arquitectura para facilitar todo. La relación es buena pero hay una arquitectura que permite que cada compartimiento funcione con independencia, cosa que históricamente no era así porque si tenías un problema en un área se contaminaba todo. Ejemplos, la relación comercial, Tratado de Libre Comercio.

Diferencias -respecto a periodos previos-, panels, cosa que a EEUU no le gusta porque cuando tú te sientas ganas 19 puntos ya que la economía de EEUU es 20 veces más grande que la nuestra. En el caso de la seguridad tenemos un plan de acción al año, que ahí si tienes obligaciones aceptadas y tenemos que dar cuentas. Para México la prioridad es reducir la violencia y por tanto la disponibilidad de armas, para Estados Unidos limitar productos químicos por la cuestión del fentanilo. Y así en cada una de las materias. Está funcionando, es complejo pero se ha ido formando con el paso del tiempo.

El Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, responde a las preguntas de Néstor Prieto de DLG. Descifrando la Guerra | Zulleyka Hoyo

Yendo a una esfera más regional, mucha gente habla de una nueva ola de gobiernos progresistas, aunque podríamos entrar a matizarlo. México tiene una posición muy interesante, no sé si sería adecuado hablar de un eje Buenos Aires-México porque hubo muy buena sintonía con el Gobierno de Alberto Fernández, liderando ambos países la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y sosteniendo una posición singular con perfil propio en cuestiones como Venezuela o Nicaragua ¿Cuál diría que usted que es la situación hoy? El presidente López Obrador, a preguntas de DLG, calificaba este momento como “inmejorable” para la integración latinoamericana.

Hay una muy buena relación. Acaba de venir -a México- Petro, Boric, tendremos algún encuentro con Lula… Sí tenemos un momento de excepción en cuanto que podemos plantear una agenda internacional común inspirada en progresismo con diferentes matices. Eso va desde discutir la política de drogas, hasta ver qué hacemos con el tema de la deuda de algunos países, que no es el caso de México pero si de Argentina por ejemplo, y la relación con EEUU, como la vamos a manejar. Que quiere decir esto, que podemos consolidar la CELAC en los próximos dos años a un nivel que no se ha visto antes.

La gran piedra de zapato que tiene la integración latinoamericana, aunque hay un problema de solapamiento económico, distancia geográfica y limitación de infraestructuras, es la reticencia de los países a ceder competencias. Hasta ahora hay una amalgama de organizaciones ¿Qué hace que la apuesta por la CELAC de México sea en su opinión la apuesta que debe de vertebrar la integración regional?

En primer lugar, porque es el único instrumento que tenemos donde estamos todos. Los demás son por región. Segundo, la Comunidad no está planteada solo como libre comercio sino algo mucho más ambicioso. Diríamos que hoy existen las condiciones, por lo que acabo de decir de coincidencia muchos países que tenemos en América latina como una prioridad, para dar un salto cualitativo en la construcción de esta comunidad. Se paralizó bastante en los últimos años por la diferencia sobre Venezuela, pero hoy resulta que ya tienes un deshielo entre Venezuela y EEUU; cosa que nosotros hemos tratado de propiciar. Entonces tienes un escenario donde todo estaría a favor, pero otra cosa, el estrés geopolítico: el valor de América Latina en la perspectiva de EEUU cambia y sino ha cambiado va a cambiar. Entonces no puedes mantener la relación que has tenido a lo largo de este siglo.

Usted recientemente, y también el presidente Obrador, se ha mostrado muy crítico con la OEA. Ahora mismo Nicaragua ha abandonado la organización, Trinidad y Tobago ha suspendido su participación y Venezuela tiene representación de la oposición pero no del gobierno de Maduro. ¿Cuál es la situación de la OEA y cuál es la apuesta? ¿Se debe eliminar, se debe reinterpretar?

MA: Nosotros lo que opinamos es que la OEA está agotada, lo que no quiere decir que lo esté todo el sistema interamericano, porque hay instituciones muy valiosas. Por ejemplo, lo que se ha construido en Derechos Humanos es muy valioso y hay diferentes iniciativas que habría que reconocer. Pero la OEA, sobre todo los últimos años, ha sido una especie de policía intervencionista tomando partido en Venezuela, lo de Bolivia fue escandaloso… La auditoría y el papel de la OEA es increíble en pleno siglo XXI. Y así sucesivamente.

La OEA no tuvo ninguna actuación importante en la pandemia, que es la crisis más importante que ha tenido América Latina en muchos años, y la tuvimos que resolver de otra forma. Coordinándonos entre nosotros. Y ese fue un salto positivo, darte de cuenta de que si lo puedes hacer, para salir y hacer frente a la crisis. Ese aprendizaje te lleva a que la OEA tenga que ser replanteada drásticamente. Una organización silente, preocupada por favorecer las derechas plena pandemia es una cosa increíble. Es una quiebra política total porque no solo es un problema ético, sino que es un problema de resultados. Entonces sí hay que hacer un replanteamiento muy profundo. Ahora, como eso depende también de un acuerdo con EEUU y Canadá, nosotros no podemos esperarnos a ver que deciden, tenemos que consolidar nuestra comunidad.

¿La apuesta es CELAC?

Sí.

El Canciller Ebrard (izquierda) junto al presidente López Obrador (derecha) durante la VI Cumbre de la CELAC celebrada en Ciudad de México el 18 de diciembre de 2021 | Presidencia

Hace poco usted estaba, y celebraba públicamente, el acuerdo entre el Gobierno de Venezuela y la oposición. Se ha reactivado la mesa de México después de una crisis que llevó a que las negociaciones se pausasen durante meses.

En torno a Venezuela déjame recuperar el sentido estratégico de esto. En 2019 la línea era reconocer a otro gobierno encabezado por Guaidó y tomar alguna acción, que luego se aclaró que era una división del régimen y un golpe de Estado. Esa es la realidad. Nosotros dijimos: “Eso no”. Nuestra posición ha servido para demostrar que teníamos razón y que lo había que hacer era entablar un dialogo.

Por un lado, es muy difícil que el gobierno pueda sostener la economía con el nivel de sanciones que tiene; es muy complejo y más con la realidad geopolítica. Y por otro, las oposiciones no tuvieron la posibilidad de, siguiendo la ruta que se planeó y ya describí, tener éxito. Entonces llegamos al punto donde se pudo hacer esa mediación con la intermediación y facilitación de Nicaragua, Rusia, Holanda, muchos países… No es solo mérito de México, eso lo quiero dejar claro, pero hemos tenido una postura siempre en favor. Lo que se ha firmado  -en referencia al acuerdo gobierno-oposición de finales de noviembre- es una extraordinaria noticia para América Latina porque vuelve a validar que esa es la ruta política correcta y plantea un horizonte no solo plausible sino deseable para todas las partes. Nos parece que eso va en buen camino.

La posición de México al respecto en organismos internacionales también ha sido muy asertiva. Hace poco pidieron en la OEA que la oposición dejase de representar a Venezuela en el organismo ¿Se va hacia un reintegro de Venezuela en la escena internacional?

Sí, totalmente. Otra cosa no tiene sentido. Entonces, hay que regularizar la presencia de Venezuela en todos los órganos incluyendo el Fondo Monetario Internacional.

Hay una cuestión también relevante en la esfera regional, aunque poco abordado, que es la situación de Haití, un estado hoy “semifallido”. Para México no solo tiene un impacto en la inmigración, pues se usa la ruta centroamericana para llegar a EEUU, sino que se ha apostado por dar apoyo económico e incluso instrucción militar a las Fuerzas de Seguridad haitianas para estabilizar el país.

Sí, acabamos tener un primer entrenamiento para las fuerzas policiales y los vamos a seguir ayudando en ese sentido. Por otro lado, estamos planteando la incorporación de Haití al programa “Sembrando vida” en planas zonas rurales. Ahí estamos muy gradualmente avanzando porque no hay condiciones fáciles. Y procurando contribuir a resolver ese problema, porque no podemos tener una crisis humanitaria a un nivel tan increíble en el siglo XXI. Es un país en donde no hay condiciones sanitarias, se está deteriorando. Lo que estamos haciendo es tratar de ayudar a las posibles autoridades, al actual Gobierno, para que pueda hacer frente a eso y auxiliares en materia social.

También de obligada pregunta es saber el estado de las relaciones entre México y España. Ha habido una polémica, yo diría estéril y quizá algo sobredimensionada, por las palabras del presidente Obrador donde asegura que España y la corona tienen que “pedir perdón” por la colonización. Aun así, las relaciones comerciales y culturales son sólidas…

Bueno yo creo que las relaciones que tenemos son hoy en día bastante buenas, vamos a tener la comisión binacional en diciembre. Van bien. Vamos a hablar de muchos aspectos económicos, comerciales, culturales y de todo tipo. Además, tenemos en España, fácilmente, pienso que algo más de 50.000 mexicanos. El volumen de intercambios sigue alto.

¿No ha sido un impedimento para desarrollar las relaciones la polémica de hace dos años?

Esa polémica va a seguir existiendo. La visión en México respecto a cómo llegó España sigue siendo un debate, por lo menos en México. Entonces lo que se planteaba es, bueno porque no se revisa eso más a fondo, quizá ahora la coyuntura no lo permitió, pero probablemente en el futuro si se pueda.

Para ampliar: Panorama político mexicano, López Obrador se encumbra y el país mira a 2024

Hay una cuestión muy peculiar, usted cuando se sienta por primera vez como Canciller se encuentra, a diferencia de otros países, que la Constitución fija los principios rectores de la política exterior mexicana.

La no intervención, solución pacífica de las controversias, autodeterminación de los pueblos… es una causa sustantivísima de la política exterior. No puedes hacer nada que vaya en contra de esos límites porque es un es un acuerdo que en su momento se aprobó por unanimidad. En otros países no se da esto, pero aquí si es muy claro cuales son esos límites. A veces puedes tener diferencias en cuanto a la interpretación, pero tienes un mandato muy específico. Tienes que moverte siempre dentro de ese marco.

Por ejemplo, la cuestión de la autodeterminación y su visión como política de Estado se nota en la postura sobre el Sáhara Occidental, pues se reconoce a la República Árabe Saharaui y todos los gobiernos han mantenido la misma postura.

Sí, eso se mantiene en el tiempo desde los 70. Hemos estado y respaldado las resoluciones de la ONU sobre este caso en particular. Referéndum etcétera.

¿Y cómo se articula una política exterior tan distinta a gobiernos anteriores teniendo todos el mismo punto de partida que son los principios rectores consagrados en la Constitución? Los gobiernos de Fox, Calderón o Peña Nieto también defendían esos principios…

La visión de ellos era tenía intención de que la política mexicana no se diferenciase casi de la de EEUU. Nuestra posición es hoy distinta como ya le expliqué y es más apegada a lo que señala la Constitución, me parece a mí.

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