Parte 1 – Parte 2
La disputa territorial sobre Senkaku/Diaoyu
Con un área de apenas siete kilómetros cuadrados y compuesta por cinco islas inhabitadas y tres peñascos, este pequeño archipiélago se ha convertido en los últimos 20 años en una de las principales fuentes de tensiones en las relaciones bilaterales entre la República Popular de China -China- y Japón.
Enmarcado en un creciente auge de las disputas territoriales a nivel regional por el control de ciertos archipiélagos con posiciones estratégicas y que afectan a un elevado número de países del Mar Oriental y Occidental de China, la disputa por las Islas Senkaku/Diaoyu (en japonés y chino respectivamente) en particular afecta no sólo a ambos países, sino también a la República de China -Taiwán-, quien reclama para sí el derecho de soberanía sobre esas islas.
No obstante, éste último será obviado en este artículo, centrándonos en las posiciones mantenidas por parte de Japón y China con respecto al control de las islas Senkaku/Diaoyu en tanto que principales actores en esta disputa, así como debido a su proyección tanto regional como internacional, de modo que tanto sus posiciones como cualquiera que pueda ser el resultado final de esta disputa afectará al desarrollo regional e internacional y a la política exterior de ambos países. De cualquier manera, remarcar que en líneas generales la posición de Taiwán es idéntica a la de la RPC.
Así las cosas, aunque están a 170 kilómetros de Taiwán, 330 de la China continental y a 410 de Japón, las Islas Senkaku/Diaoyu se encuentran controlada de facto actualmente por Japón según lo acordado tras los tratados de paz de la II Guerra Mundial, cuestión que más adelante será abordada.
La importancia del archipiélago descansa no en las propias islas que lo componen, sino, por un lado, en su cercanía a las principales rutas comerciales y, por otro, en los recursos afectados por las Zonas de Exclusión Económica que le corresponderían al país soberano de las mismas, destacando entre ellos grandes bancos de peces y moluscos así como, de acuerdo con el informe realizado en 1968 por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Asia y el Lejano Oriente (ECAFE), la existencia de una de las reservas de gas y petróleo más importantes del mundo en tamaño.
Sin ser una cuestión exclusiva de este conflicto, puesto que en la gran mayoría de disputas territoriales que afectan a la región de Asia-Pacífico encontramos el mismo problema, tal y como antes referíamos, una importante dificultad a la hora de analizar la disputa territorial entre China y Japón sobre las Islas Senkaku/Diaoyu tiene que ver con el relato construido en torno a los hechos sucedidos y la oposición de narrativas entre la sostenida por China y la sostenida por Japón desde el primer momento en lo que respecta al descubrimiento y uso inicial de las islas.
Ahora bien, como tal, este conflicto territorial encuentra sus orígenes a inicios de la década de los 70, cuando China, aludiendo a lo que ella reclamaba como derechos históricos sobre las islas, reafirmó su propiedad sobre ellas tras que Okinawa -y con ella las Islas Senkaku/Diaoyu- fuera devuelta en 1971 a Japón por parte de Estados Unidos, quien le transfirió los derechos administrativos de las zonas mencionadas. Igualmente, es importante mencionar dentro de este aspecto la coincidencia temporal con la publicación en 1968 del informe de la ECAFE, donde se hablaba acerca de la posibilidad de que en el lecho marino alrededor de las Islas Senkaku/Diaoyu existieran importantes bolsas de petróleo y gas.
Así las cosas, hasta el final de la II Guerra Mundial las Islas Senkaku/Diaoyu habían permanecido bajo control japonés, habiendo sido adquiridas en 1895, bien tras la firma del Tratado de Shimonoseki, el cual daba fin a la guerra sino-japonesa de 1894-1895, según China afirma, o bien a través de la incorporación de territorios considerados como terra nullius, tal y como Japón defiende. En lo que respecta al Tratado de Shimonoseki, por éste Japón adquiría Taiwán y Pescadores, no siendo mencionadas expresamente las Islas Senkaku/Diaoyu. Así, dicha ausencia dejaba sin aclarar la propiedad de las islas Senkaku/Diaoyu, situación aprovechada tanto por Japón como por China para su beneficio.
Con el fin de la II Guerra Mundial, la Declaración del Cairo de 1943 demandaba a Japón la devolución a China de todos aquellos territorios previamente conquistados, entre ellos Manchuria, Pescadores y Formosa. Una demanda reiterada en la Declaración de Potsdam, donde se afirma en el artículo ocho que serán puestos en práctica los artículos de la Declaración de El Cairo y la soberanía japonesa se limitará a las islas de Honshuu, Hokkaidoo, Kyuushu, Shikoku y las islas menores que determinaremos. De la misma forma ocurre también en el Tratado de San Francisco de 1951. Tal y como se puede apreciar, en ningún caso las Islas Senkaku/Diaoyu aparecen explícitamente mencionadas.
Además, resultado del Tratado de San Francisco, la prefectura de Okinawa, de la cual las islas Senkaku/Diaoyu eran consideradas como parte, quedaba bajo el control administrativo de Estados Unidos, mientras Japón retenía soberanía residual según lo pactados entre el primero y Reino Unido. De esta forma, para Japón, al considerar las Islas Senkaku/Diaoyu parte de Okinawa, lograba reafirmar su soberanía sobre las islas en tanto territorio incluido en la prefectura.
Pese a la ausencia de mención alguna del archipiélago en los tratados y la utilización del territorio por parte de Japón a través de sujetos particulares, nada de esto fue causa de disputa alguna hasta la década de los 70, cuando China reclamó la soberanía sobre las islas. En este sentido, no es nada desdeñable el papel que Estados Unidos ha jugado durante el desarrollo de la disputa en tanto que, aunque formalmente aboga por una resolución bilateral entre ambos países, indirectamente ha estado mediante diferentes declaraciones y actos apoyando a Japón tal y como más adelante veremos.
Asimismo, a pesar de haber llegado China y Japón a un entendimiento informal por el que acordaban tanto en 1972 como en 1978 dejar la disputa territorial en un segundo plano con el objetivo de establecer relaciones de amistad, la ratificación por parte de Japón y China del CNUDM en 1996 provocó que ambos países debiesen tomar medidas que reafirmasen su reivindicación de soberanía sobre el archipiélago. Unas medidas que evidentemente minaban la reclamación del otro, traduciéndose en un progresivo aumento de las tensiones, así como en una erosión de las relaciones bilaterales y de dicho acuerdo informal
Así pues, en lo que respecta al acuerdo para posponer la disputa territorial para más adelante, dicho compromiso al jamás ser puesto por escrito permitió a Japón negar tanto la existencia del mismo, así como la de cualquier conflicto territorial, afirmando que la soberanía japonesa sobre el archipiélago jamás había sido disputada. De este modo, dado que el sentido de este acuerdo informal entre Japón y China buscaba no abandonar sus respectivas reclamaciones territoriales, sino más bien promover un ambiente amistoso que permitiese la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países, cualquiera de los dos, tal y como Japón hizo, podía negar en cualquier momento que éste existiera.
Una vez esto ocurrió, la posibilidad de llegar a un entendimiento común entre China y Japón sobre la cuestión territorial de las Islas Senkaku/Diaoyu desapareció por completo, quedando reducida a una maniobra política utilizada por uno u otro en cuanto una suerte de tregua política en medio de un conflicto mucho más grande. De igual modo, la nacionalización de las Islas Senkaku/Diaoyu por parte de Japón en 2012 marcó un punto de inflexión en la disputa en la medida que el archipiélago dejaba de estar controlado por parte de un particular para estarlo bajo administración directa del Estado nipón. Decisión política enmarcada en un ambiente de crecientes tensiones entre ambos países tras los incidentes ocurridos en 2010, por otro lado.
Así las cosas hasta 2012, tal y como expondremos detalladamente, mientras la posición de Japón en este conflicto se sostiene sobre la afirmación de que las islas fueron incorporadas como terra nullius en tanto que aseguran que las islas antes de su llegada no eran propiedad de nadie, China sostiene que el control de Japón sobre las islas tiene su origen en lo pactado tras la Guerra sino-japonesa de 1894-1895 con la firma del Tratado de Shimonoseki, a pesar de que tanto en éste como en otros acuerdos posteriores no aparecer explícitamente el nombre de las islas. Una posición que Japón niega en la medida que, de ser así, en conformidad con las declaraciones y tratados de paz de la II Guerra Mundial, se vería obligado a devolver dicho territorio.
En este sentido, es importante subrayar el momento histórico en el que el Tratado de Shimonoseki es firmado, cuando la región de Asia-Pacífico se hallaba en un proceso de transición desde el sistema sinocéntrico, dominante por aquél entonces, al modelo europeo basado en el Derecho Internacional. Igualmente, un proceso a su vez caracterizado por tener diferentes ritmos de modo que mientras Japón a través de la Restauración Mejí abría sus puertas a Occidente, China se mantuvo recelosa del nuevo sistema traído por extranjeros durante largo tiempo, prefiriendo permanecer en el modelo que ya conocía.
La posición de China
La primera declaración oficial de China pronunciándose con respecto a este asunto tiene lugar a finales de 1971. De esta declaración, se deduce que la posición del imperio central se apoyaba en una serie de documentos históricos que buscan demostrar como las Islas Senkaku/Diaoyu fue primeramente descubiertas y utilizadas por este en el siglo XIV. Así, frente a la posición japonesa que analizaremos en el siguiente apartado, China defiende que las Islas Senkaku/Diaoyu eran para el siglo XIX propiedad de la Dinastía Qing.
Además, otra de las posiciones mantenidas por China en torno a las que se vertebra su reclamación de soberanía sobre las islas es la denuncia del secretismo con el Japón las incorporó a su territorio antes de la Guerra sino-japonesa, cuando China era todavía militarmente más fuerte que Japón. Esta mencionada prudencia a la hora de realizar declaraciones sobre la propiedad de las islas ha sido interpretada en ocasiones como un reconocimiento implícito por parte de Japón de la pertenencia de ellas a la Dinastía Qing en cuanto que con dicho silencio se buscaba prevenir una respuesta militar por parte de China.
Por otro lado, también se afirma que para 1895, cuando Japón se anexionó el archipiélago, éste era plenamente consciente de que las islas eran ya conocidas por la Dinastía Qing en tanto que, según algunos autores, en una serie de informes japoneses se mencionan como territorio de China. Así, según China, las Islas Senkaku/Diaoyu no fueron descubiertas por Japón en 1895, sino que ya lo habían sido por el primero en el siglo XIV de modo que Japón realmente las ocupó militarmente.
De este modo, a pesar de las Islas Senkaku/Diaoyu no aparecer expresamente mencionadas en el Tratado de Shimonoseki, para China el hecho de que Japón llevará a cabo su incorporación inmediatamente después de la firma de dicho tratado permite deducir que dentro de la referencia a las Islas Formosa se incluía indirectamente al archipiélago en tanto que parte de Taiwán.
Otra cuestión utilizada por China para presentar su reclamación como legítima y acorde al Derecho Internacional incumbe al Tratado de Potsdam, el cual, como previamente citábamos, exigía a Japón la devolución de aquellos territorios robados a China. En este sentido, que las Islas Senkaku/Diaoyu no aparezcan mencionadas en el Tratado no es obstáculo para que sean incluidas en cuanto que parte de Taiwán.
No obstante, dado que no participó en el Tratado de San Francisco como tampoco en el tratado de paz entre Taiwán y Japón, los cuales el gobierno de Pekín ha denunciado reiteradamente como ilegales y rechazando ampararse bajo lo expuesto a ellos para defender su soberanía sobre las Islas Senkaku/Diaoyu, China se ha limitado a utilizar la Declaración de Potsdam, la cual sí reconoce, para reclamar su titularidad sobre las mencionadas islas en la medida que Japón se comprometió en el Comunicado Conjunto firmado por ambos países en 1972 a cumplir lo dispuesto en el artículo ocho de la Declaración de Potsdam.
Así las cosas, China ve en el Tratado de Shimonoseki la única base legal a través de la cual Japón se hizo con el control del archipiélago, invalidando cualquier procedimiento interno llevado a cabo por Japón para incorporarlo a su territorio en tanto que ya era territorio de otro Estado.
En lo que respecta al silencio durante tanto tiempo, China se defiende declarando que ello es debido al desconocimiento de la existencia de esas islas en tanto que, dado que el propio Gobierno del Kuomintang carecían de información precisa sobre la zona geográfica de Taiwán y las islas aledañas, el Partido Comunista Chino debió fiarse de los archivos coloniales japoneses. Así, como consecuencia de su reducido tamaño y su apartada localización, China presuntamente no reparó en la existencia de las islas Senkaku/Diaoyu hasta el descubrimiento de las reservas de petróleo y gas.
En otras ocasiones también se ha argumentado que el silencio de Pekín se debía a que China supuestamente nunca vio una razón para pronunciarse dada la interpretación que realizaba del Tratado de Shimonoseki, según la cual la Islas Senkaku/Diaoyu eran parte de Taiwán. Por otro lado, otra justificación tiene que ver con el hecho de que hasta 1972 no existieran relaciones diplomáticas entre ambos países.
Además de estas argumentaciones, las maniobras de China también han ocurrido en el plano militar, donde a través del envío de patrullas navales y aéreas a las Aguas Territoriales de las Islas Senkaku/Diaoyu. Con estas maniobras, el gigante asiático ha buscado demostrar que Japón no ejerce un control efectivo sobre las islas, obligándole a admitir la existencia de una disputa territorial entre ambos países, algo que es negado por el último.
En resumidas cuentas, la posición de Pekín busca demostrar a través de documentos histórico que las islas habían sido durante siglos parte del territorio chino antes de la ocupación de Japón. Asimismo, también denuncia que Japón era perfectamente consciente de la situación territorial de la isla, quien no se atrevió a reclamarlas como propiedad suya hasta después de derrotar a China militarmente.
Por otro lado, si China no emitió comunicado alguno acerca la situación de las islas hasta los años 70, ello es debido a que Pekín desconocía la legalidad del Tratado de San Francisco de modo que son la Declaración del Cairo y la Declaración de Potsdam los únicos instrumentos legales que deben servir de base para tratar la disputa territorial, declaraciones que colocan en Japón la obligación de devolver a país continental aquellos territorios excluidos de la soberanía china, tal y como el artículo ocho de la Declaración de Potsdam indica.
Suscríbete y accede a los nuevos Artículos Exclusivos desde 3,99€
Si escoges nuestro plan DLG Premium anual tendrás también acceso a todos los seminarios de Descifrando la Guerra, incluyendo directos y grabaciones.
Apúntate a nuestra newsletter
Te enviaremos cada semana una selección de los artículos más destacados, para que no te pierdas nada.