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El nacionalismo hindú

Narendra Modi y el triunfo del nacionalismo hindú

La base sobre la que se sustenta la construcción de la India contemporánea es la de una nación secular e integradora de la diversidad cultural que la caracteriza. Lógicamente esta concepción quedó plasmada en la constitución, especialmente tras la reforma de 1976 en la que se hizo énfasis en el carácter secular de la República. Así, el otrora hegemónico Partido del Congreso, formación política de los padres fundadores Gandhi y Nehru, fue, y en cierta medida sigue siendo, el principal baluarte de esta idea.

Sin embargo, en 2014 el Partido Popular Indio, encabezado por Narendra Modi, (BJP, por sus siglas en hindi) logró la mayoría absoluta en el Lok Shaba (cámara baja), desplazando así al Congreso Nacional Indio de la centralidad del tablero político del país, muy desgastado por la corrupción y el nepotismo. Modi, de familia humilde, hombre de fe y estilo populista, trajo consigo una visión más limitada de la nación india, entendida como la nación de los hindúes, excluyendo así a las minorías religiosas. Presentarse por la circunscripción de Vasanira, en la que se ubica la ciudad por excelencia del hinduismo, Benarés, fue toda una declaración de intenciones de lo que vendría a continuación.

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Mapa religioso de la India. Fuente: Le Monde Diplomatique

El origen del movimiento nacionalista hindú

Fue en 1920 cuando el nacionalismo hindú comenzó a dar sus primeros pasos en el estado de Maharasthra, como reacción al movimiento panislamista Khilafat, mostrando desde sus inicios una fuerte oposición al Islam. Su líder, Savarkar defendía la existencia de una identidad nacional hindú basada en la religión, la tierra, la raza y la lengua, conformando así el corpus ideológico del nacionalismo hindú, claramente étnico, y conocido como hinduvta.

Más tarde, en 1929 se fundó la Rashtriya Swayamsevak Sangh (Asociación de Voluntarios Nacionales), siendo la primera organización política de estas características y cuyo fin era expandir el nacionalismo hindú por todo el país. Pero no sería hasta 1930 cuando crearon el primer partido político, el Hindu Mahasabha, bajo el liderazgo de Savarkar. Sin embargo, ya siendo la India un país independiente y bajo el gobierno del Congreso Nacional Indio, se prohibió la actividad del Hindu Mahasbha debido a sus posiciones políticas excesivamente extremistas. Esto no les impidió seguir adelante, así que a partir de 1951 crearon una red de organizaciones y partidos para continuar con su misión, estando entre ellos el partido xenófobo Jana Sangh, origen del Bharatiya Janata Party, partido del actual primer ministro.

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Destrucción de la Mezquita de Babur en el 6 de diciembre de 1992. Fuente: AP.

La trayectoria histórica de la hinduvta ha estado caracterizada por la búsqueda de la polarización social. Para entenderla mejor debemos detenernos en dos acontecimientos. El primero de ellos producido por la convicción de la existencia de un templo hindú en honor al dios Rama, que habría sido destruido por los musulmanes en el siglo XVI y en cuyo lugar se ubicaba la mezquita de Babur, en la ciudad de Ayodhya. El momento de mayor tensión con esta cuestión llegó en 1990, tras la negativa del primer ministro V.P. Singh (del Partido del Congreso) a autorizar la construcción de un nuevo templo hindú en dicha localización. Algo que si permitiría dos años más tarde el gobernador del estado en cuestión, en los terrenos aledaños a la mezquita. Lo que derivó en un estallido de fuertes enfrentamientos entre musulmanes e hindúes, que se saldaron con más de 1200 muertos y la destrucción de la mezquita por parte de fundamentalistas hindúes. De aquello, el BJP sacó un importante rédito electoral en la década de los noventa.

En segundo lugar, destacan los sucesos de Godhra por los que Modi ha sido criticado duramente, en tanto que por entonces era funcionario del estado de Gujarat, dónde se sitúa dicha ciudad. En 2002, un tren lleno de hindúes que regresaban de peregrinar desde Ayodhya, acabó incendiado y murieron 58 personas como consecuencia de un enfrentamiento entre comerciantes musulmanes y los pasajeros del tren. Radicales hindúes tomaron represalias y acabaron con la vida de 2.000 musulmanes.

Históricamente vemos como la relación entre los grupos hindúes más radicales y la comunidad musulmana ha estado caracterizada por una extrema violencia. Los primeros consideran a los segundos ajenos a la nación india y así lo han manifestado en numerosas ocasiones.

La plasmación de la hinduvta en la política nacional

Proveniente de esta tradición política, Modi y el BJP han impulsado la agenda nacionalista desde que llegaron al poder en 2014, lo que está fracturando la sociedad y amenazando a la esencia misma de la nación.

Uno de los símbolos de esta nueva etapa de la India precisamente lo encontramos en el emplazamiento donde se encontraba la mezquita de Babur a la que hicimos referencia anteriormente. Después de muchos años de movilización por parte de los hinduistas, en noviembre de 2019 el Tribunal Supremo avaló la construcción de un templo hindú en el lugar dónde estuvo la mezquita. Esto supuso una victoria para la causa hindú y ha avivado el fuego de la confrontación.

Otro de los focos de mayor tensión ha tenido lugar en la región de Jammu y Cachemira. Argumentando la necesidad de poner fin al separatismo y el terrorismo, el gobierno indio derogó la autonomía del único estado de mayoría musulmana. Así, la Asamblea cachemir, cuyas decisiones prevalecían sobre las del gobierno central en casi todas las materias, pasó a tener unas competencias muy limitadas. Además, se ha militarizado la zona con el envío de 40.000 soldados, se ha restringido la libertad de movimiento, y también la de comunicación cortando la conexión a internet. Asimismo, fueron detenidos líderes sociales, ex jefes del gobierno estatal, y en el plano económico la región ha colapsado. Estos acontecimientos derivaron en fuertes protestas que se han prolongado a lo largo de los últimos meses y han dejado numerosos heridos y detenidos. Uno de los puntos fundamentales de las medidas puestas en marcha por el gobierno de Modi, es el referido a la derogación de la cláusula constitucional que impedía que indios de otros Estados trabajaran o adquirieran viviendas en Cachemira, algo que los contrarios al gobierno del BJP ven peligroso en tanto que la demografía de la región podría cambiar en favor de los hindúes.

Manifestación contra la Ley de Enmienda Ciudadana, India, 19 de diciembre de 2009. Fuente: EPA

También ha generado gran malestar entre los musulmanes la Ley de Enmienda de Ciudadanía que entró en vigor el pasado 11 de enero. Dicha enmienda presentada por el oficialismo permite el acceso a la nacionalidad india a inmigrantes que tuvieron que huir por razones religiosas de países limítrofes de mayoría musulmana, como Bangladesh, Pakistán y Afganistán. La ley acoge a cristianos, hindúes, budistas, sijeistas, jainistas y parsis, quedando excluidos de esta vía de obtención de la nacionalidad los musulmanes, aunque provengan de dichos países.

Y no menos recelos ha despertado la posibilidad de un Registro Nacional Ciudadano, inspirado en el que puso en marcha el gobierno del estado de Assam. En este registro todos los ciudadanos del estado deben demostrar su presencia o la de sus familiares en dicho territorio desde antes de 1971, año en el que la guerra de independencia de Bangladesh produjo que millones de personas se refugiaran en la India. Aquellos que sean incapaces de demostrarlo pasan a ser consideradores automáticamente ciudadanos extranjeros. En Assam habitan 33 millones de personas, de las que aproximadamente 4,4 millones fueron excluidas de la ciudadanía en la primera lista provisional de excluidos, y de los cuáles 3,6 millones eran musulmanes. El temor de las minorías religiosas es que el ejemplo de Assam se traslade a todo el territorio nacional, quedando así millones de personas condenadas a un limbo legal que les dificultaría el acceso a servicios básicos como sanidad y educación.

La indignación ante la reforma de la Ley de Ciudadanía y la posibilidad de un Registro Nacional Ciudadano excluyente fue tal, que ha desatado una ola de protestas que perduran en la actualidad por todo el país. Especial protagonismo en ellas han tenido las mujeres, quienes ven en la hinduvta no solo un peligro para la paz social entre religiones sino también una ideología extremadamente machista. El gobierno por su parte ha tratado de aplacar las protestas mediante la prohibición de reuniones de más de cuatro personas, aunque sin éxito. En la actualidad, las manifestaciones se han saldado con aproximadamente 46 muertos, más de 1.000 detenidos y centenares de heridos.

Violencia contra las minorías

Pero no solo debemos poner el foco en la violencia producida en las manifestaciones, también hay que prestar atención al incremento de las agresiones contra minorías desde que Modi llegó al poder en 2014. Aunque lógicamente el gobierno del BJP no ha llamado abiertamente a realizar estos ataques, sus políticas y sus discursos han legitimado la violencia ejercida por grupos de fundamentalistas hindúes, que se sienten impunes y libres de agredir verbal y físicamente. Hasta el año 2018, Amnistía Internacional había cifrado en 489 los delitos de odio cometidos contra minorías, sin embargo, la realidad es que esta cifra es mayor, y buena parte de las víctimas habrían sido musulmanes. Que también han visto como se cometían actos vandálicos contra sus propiedades y lugares de culto.

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Patrulla de protectores de vacas. Fuente: Reuters

Por otro lado, y como bien es sabido, la vaca es el animal sagrado para el hinduismo, lo que ha derivado en la creación de grupos protectores de este animal. Algunas ONGs de defensa de los derechos humanos han acusado al gobierno de Modi de alentar a estos grupos para que agredan a comerciantes de carne vacuna. De hecho, se han registrado más de 40 asesinatos por parte de estos. Especialmente perjudicados se han visto los cristianos, musulmanes y los dalit (casta más baja). Y es que esta cruzada en defensa de las vacas les ha llevado a conseguir que la mayoría de los Estados indios hayan prohibido la comercialización y consumo de este producto.

Otra forma de agresión que utiliza el BJP y los extremistas hindúes es la difusión de fake news que buscan señalar a los musulmanes como un grupo agresor contra la esencia hindú de la India. Una de las campañas más destacables en este sentido ha sido la que denuncia la supuesta existencia de un complot de hombres musulmanes para enamorar a mujeres hindúes y posteriormente convertirlas a su fe. La conocida como “yihad del amor” llegó incluso al Tribunal Supremo, cuando este anuló un matrimonio entre un hombre musulmán y una mujer hindú, que se había convertido al Islam, y que tras la sentencia fue obligada a regresar con su familia.

La diplomacia del yoga

Mientras todo esto sucede en el plano interno, el gobierno de Modi se está esforzando por mostrar la cara amable del hinduismo ante la comunidad internacional, en lo que se ha denominado la “diplomacia del yoga”. Aunque en occidente vemos el yoga como algo inofensivo y desprovisto de ideología o fe alguna, su impulso en la India ha generado cierto malestar al ser visto como una forma de expandir la hegemonía del hinduismo. Mientras tanto, de puertas hacia afuera, Modi ha logrado que la ONU creara el Día Internacional del Yoga y utiliza esta práctica para mejorar la imagen de la India en el exterior. De hecho, con motivo de este día, las embajadas de la India a lo largo del mundo organizan sesiones de yoga al aire libre.

En cuanto a las afinidades de Modi en la comunidad internacional, sin duda la más destacable es la estrecha relación que mantiene con Donald Trump. A finales de febrero Trump fue recibido con todos los honores y ambos mantuvieron diversas reuniones para estrechar lazos económicos y de amistad. Los dos protagonizaron un multitudinario mitin en la ciudad de Amehdabad, situada en el estado natal de Modi, Gujarat.

Trump y Modi en un mitin conjunto durante la visita del primero a la India el pasado febrero. Fuente: EFE

Modi y Trump representan bien la nueva extrema derecha identitaria, iliberal y populista, con un chivo expiatorio que explica los males de sus países, sin demasiado respeto a las instituciones democráticas y presentándose ante los ciudadanos como líderes que entienden sus anhelos en contraposición a las élites tradicionales. En el caso de Trump, veremos si es reelegido a finales de año. En el caso de Modi, tiene por delante un largo mandato que expira en 2024, quién sabe si más allá teniendo en cuenta la debilidad del principal partido de la oposición. Lo que está claro es que la agenda del nacionalismo hindú ha llegado para quedarse en la política india.

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