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El fracaso de la ofensiva ucraniana en el sur

En azul turquesa los avances cosechados en la ofensiva ucraniana en el sur
En azul turquesa los avances cosechados en la ofensiva ucraniana en Zaporiyia

Tras cuatro meses de ofensiva ucraniana en el sur, el frente apenas se ha movido. El ejército ucraniano ha conseguido tomar algunas posiciones, pero el objetivo estratégico que se marcó –romper el frente ruso y llegar hasta el mar de Azov– está muy lejos de alcanzarse. Los combates han sido intensos y las pérdidas muy elevadas. Lo que nos dejan estos meses de lucha es que las expectativas de Kiev y sus aliados occidentales eran demasiado altas para las capacidades del ejército ucraniano. Además, se subestimaron las defensas de las fuerzas rusas, causando una pérdida de tiempo y de recursos considerable.

Los preparativos de la ofensiva

Los aliados de Ucrania comenzaron los preparativos dirigidos a capacitar al ejército ucraniano para una gran ofensiva en los meses de febrero y marzo con el suministro de los primeros tanques de origen occidental, principalmente los Leopard 2 alemanes y los Challenger británicos. Los estadounidenses anunciaron el envío de decenas de vehículos blindados Bradley o Stryker, además de los M1 Abrahams –estos últimos llegarían para otoño–. Los medios y líderes confiaban que, con la llegada de tanques occidentales, el ejército ucraniano iba a ser capaz de romper el frente ruso de una manera decisiva. Junto con el envío de vehículos blindados, también llegaron las polémicas bombas de racimo para dar a Ucrania mayor poder artillero, todo tipo de municiones y sistemas –antitanque o antiaéreos, entre otros–, además de misiles de largo alcance Shadow Storm británicos y franceses para golpear en profundidad las posiciones rusas. La OTAN ponía sus esperanzas en el aumento de ayuda para una victoria estratégica que cambiase el balance de fuerza y obligase a Moscú a sentarse en la mesa de negociaciones.

El ejército ucraniano, por su parte, preparó doce brigadas de combate compuestas por 4.000 soldados cada una, es decir, aproximadamente 48.000 tropas, según las filtraciones del Pentágono. De esas doce brigadas, la OTAN entrenó y suministró material militar a nueve. Conforme a las informaciones filtradas, Kiev formó estas brigadas con una mezcla de soldados experimentados y nuevos reclutas. Las mejores brigadas mecanizadas estarían preparadas para romper el frente ruso y penetrar rápidamente para desbaratar sus defensas. La rapidez era un elemento clave de la ofensiva, de ahí de la necesidad de dotar a las tropas con múltiples vehículos blindados.

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La prioridad sería el sur de Ucrania, dirección Melitopol, para cortar en dos el corredor terrestre de Crimea y así dividir y destruir al ejército ruso de esa zona. Melitopol es fundamental porque se considera como la puerta de entrada a la península. La ciudad se encuentra en la intersección de dos importantes autopistas y una línea de ferrocarril que permiten a Rusia trasladar personal y equipos militares. Sin embargo, no solo la toma de Melitopol se plantearía como un objetivo, también se pondría sobre la mesa la recuperación de Berdiansk y Mariupol, lo que dañaría considerablemente la posición rusa en el Mar de Azov.

Por su parte, el ejército ruso también se preparó a conciencia. Al contrario que en las ofensivas de Jarkov y Jersón de 2022, Moscú diseño una red de fortificaciones muy importante bautizada como línea Surovkin. Tres líneas completas de defensas por todo el sur destinadas a detener los ataques ucranianos. Las fortificaciones consisten en múltiples redes de trincheras, con puestos de ametralladoras, de sistemas anticarro y artillería. Asimismo, también cuentan con “dientes de dragón” para detener a los vehículos blindados y sobre todo cuantiosas minas antipersona y antiblindaje. Una red de defensas que aseguraba un peaje muy alto en bajas para el ejército ucraniano. Más allá de eso, los rusos estuvieron semanas atacando los sistemas antiaéreos ucranianos en la zona para asegurar una superioridad aérea en la contienda que permitiera a su aviación realizar ataques en profundidad para desgastar la logística y las fuerzas ucranianas desplegadas.

Comienza la ofensiva ucraniana

El 5 de junio daría comienzo la ofensiva ucraniana en el sur. Kiev dispuso a sus brigadas para asaltar las líneas rusas con un ataque mecanizado a gran escala. La operación se produciría en dos ejes, Orejov y Velyka Novosilka, además de un frente secundario en dirección Bajmut. A los pocos días se pudieron ver las primeras imágenes del resultado del ataque, un desastre que supuso la pérdida de varios tanques Leopard 2 y vehículos blindados Bradley, entre otros. La ofensiva se encontró con una férrea defensa rusa, que no solo se valió de un fuego intenso de artillería, sistemas antitanque y drones, sino que también hizo uso de helicópteros de combate que causaron grandes daños a las columnas blindadas ucranianas. Las minas fueron también un elemento clave para obstaculizar el ímpetu ucraniano. Como resultado de las primeras semanas de ofensiva, el New York Times aseguró que Kiev perdió el 20% del material enviado al campo de batalla.

Ante el escenario de altas pérdidas y la incapacidad de romper el frente ruso, Ucrania decide cambiar de estrategia. En vez de intentar penetrar las líneas con un asalto mecanizado a gran escala comenzaría a debilitar las defensas rusas con incursiones pequeñas, concentrando el fuego de artillería de contrabatería para acabar con los sistemas homónimos rusos. También se intensificaría el uso de misiles de largo alcance para golpear la logística rusa.

Esta modificación desataría una oleada de críticas en Occidente, particularmente en Estados Unidos. El Washington Post llegaría a publicar un artículo en exclusiva –citando a la inteligencia estadounidense– asegurando que la ofensiva ucraniana fracasaría en conseguir sus objetivos estratégicos. Las críticas occidentales se centrarían en la incapacidad de Kiev para romper el frente y en el abandono de las tácticas de armas combinadas occidentales –integración de diferente armamento como artillería, infantería y aviación para realizar operaciones– en pos de las tácticas “soviéticas antiguas”. Más allá de eso, la administración Biden criticaría abiertamente el esfuerzo ucraniano realizado en Bajmut, pidiendo concentrar todas sus fuerzas en el sur. Kiev respondería asegurando que necesitaban mayor apoyo para poder romper las líneas rusas, en concreto más misiles de largo alcance, más vehículos blindados, más munición de artillería, más equipos de desminado, y especialmente, los cazas F-16 con los que poder disputar el aire a los rusos.

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Aprovechando la atención ucraniana en el sur, el ejército ruso lanzó una serie de ofensivas en el frente de Lugansk, en el sector del río Oskil, dirección Kupiansk –ciudad estratégica que reconquistó Ucrania en la ofensiva relámpago de septiembre de 2022–. La finalidad de Moscú con estos ataques pudo ser estirar más el frente ucraniano y obligar a Kiev a desplegar importantes reservas en el norte. Semejante a la ofensiva ucraniana en Bajmut. Después de todo, los objetivos principales se encuentran en el sur.

No sería hasta finales de julio cuando el ejército ucraniano alcanzó la primera línea defensiva rusa. En este punto, Kiev anunció la “fase principal” desplegando múltiples reservas con la intención de romper el frente. El empuje ucraniano resultaría en la toma de la localidad de Staromaiorske en el sector de Velyka Novosilka a finales de julio, Urozhine, en el sur de Donestk, a principios de agosto y finalmente Robotyne en la tercera semana de agosto tras tres meses de intensos combates. El ejército ucraniano conseguiría crear varias brechas en las defensas rusas, pero sin lograr una ruptura completa. Mientras tanto, en el este, cosecharía más éxitos, sobre todo con la captura de Klishchiivka, un enclave importante al sur de Bajmut.

Seguidamente de la toma de Robotyne, el ejército ucraniano se dispuso a ampliar la brecha avanzando tanto al sur –hacia Novoprokopivka– como al este –dirección Verbove–. El objetivo es crear un espacio suficiente para desplegar un gran número de tropas y blindados. Además, concentró la mayoría de su fuego de artillería en esa zona para intentar alcanzar una superioridad de fuego.

¿Ha fracasado la ofensiva ucraniana en el sur?

Tras cuatro meses de duros combates, los resultados de la ofensiva ucraniana han sido poco satisfactorios ya que el frente no ha cambiado significativamente. Los ucranianos solo han sido capaces de tomar algunas posiciones sin demasiada importancia, mientras que la meta de tomar Melitopol se mantiene muy lejana. Ni siquiera Tokmak –otra de las localidades estratégicas rusas en el sur– ha quedado amenazada. El objetivo más inmediato de la ofensiva parece ser conseguir avanzar lo máximo posible para obtener control de fuego sobre Crimea y las líneas de suministro rusas, para así reducir las capacidades del rival en un contexto de guerra larga de desgaste. En el este la situación no ha sido mucho mejor: el ejército ucraniano ha tardado tres meses en capturar dos asentamientos relevantes al sur de Bajmut. No obstante, a costa de muchas bajas y sin ser siquiera frente principal. Cabe preguntarse si en el futuro Kiev buscará retomar la ciudad del oblast de Donestk.

Para ampliar: La batalla de Bajmut

Los escasos avances y el fuerte desgaste que ha sufrido Ucrania demuestran que los objetivos planteados al inicio de la ofensiva no eran realistas. Kiev no tenía las capacidades suficientes para poder realizar una ruptura del frente por varios motivos: no tenía superioridad aérea, no disponía de suficientes vehículos blindados, había una peligrosa falta de equipo de desminado, necesitaba más sistemas y munición de artillería y más misiles de largo alcance. Además, también cabe destacar el hecho de que las filas ucranianas no contaban con suficientes soldados experimentados. En este punto es importante recordar el desgaste que sufrieron algunas de las mejores tropas de Kiev en la batalla de Bajmut. Bajo estos condicionantes era muy difícil que pudiese conseguir una victoria estratégica en el sur. Actualmente, debido al deterioro sufrido, el ejército ucraniano carece de los suficientes recursos para poder llevar a cabo una operación de alta intensidad a gran escala durante mucho tiempo. Las brechas que se han abierto en el sector de Orejov no han provocado un colapso del frente ruso, evidenciando que sigue teniendo altas capacidades para resistir los ataques.

Otras de las causas del escaso éxito ha sido la actuación del ejército ruso. Por un lado, las defensas construidas a lo largo de meses –cuando el frente de Bajmut estaba en primera plana– han resultado claves para detener los avances ucranianos. Moscú era consciente del ataque que se avecinaba y se preparó para ello a diferencia de en meses anteriores cuando sus débiles defensas fueron traspasadas con facilidad. Las fortificaciones han conseguido paliar la inferioridad numérica rusa, reforzada por un potente fuego de artillería, sistemas anticarro y aviación –cazas y helicópteros–. Cada posición ucraniana tomada ha sido a coste de múltiples bajas y de la destrucción de la posición conquistada. Las fuerzas rusas han adoptado una estrategia de defensa elástica –varias líneas consecutivas– unida al uso de contraataques focalizados con el objetivo de desgastar continuamente los esfuerzos ucranianos.

Fortificaciones rusas a lo largo del frente y en territorio ruso
Fortificaciones rusas a lo largo del frente y en territorio ruso.

Más allá de eso, hay que destacar otros aciertos que han tenido las fuerzas rusas, como el uso masivo de drones que han causado muchas bajas en las tropas y vehículos blindados ucranianos. Además, los drones han servido eficazmente para dirigir el fuego de artillería ruso. Moscú también ha conseguido mover los puestos de mando y los depósitos de munición lejos del alcance ucraniano, algo que ha sido clave para mantener las líneas de suministro y de comunicación. Las tácticas de camuflaje para sus tanques y vehículos blindados también han sido relevantes para realizar los contrataques rápidos ya mencionados.

¿Qué puede deparar el futuro de la guerra?

El probable que Kiev no dé por concluida la ofensiva en el sur. De hecho, ya han anunciado su intención de seguir los combates más allá del verano a pesar del cambio meteorológico. Sin embargo, puede que reduzcan la intensidad para prolongarla hasta invierno con pequeñas pausas operativas. La temporada de lluvias y barro reducirá la eficacia de cualquier operación mecanizada debido a las dificultades del terreno. Los rusos, por su parte, han ido construyendo nuevas fortificaciones, lo que hará más difícil el avance ucraniano. Por tanto, la estrategia de Kiev de seguir avanzando al sur continuará, mientras las fuerzas rusas mantendrán una táctica defensiva, evitando de esta forma un mayor desgaste y consiguiendo que sus reservistas movilizados vayan adquiriendo más experiencia de combate. Además, los ataques ucranianos sobre Crimea y en el interior del territorio ruso seguirán su ritmo actual con el objetivo de dañar lo máximo posible el prestigio y capacidad rusa. 

Para ampliar: ¿Cómo puede acabar la guerra de Ucrania?

Una de las cuestiones importantes sobre el futuro de la contienda es saber si Moscú será capaz de realizar una ofensiva a gran escala en el futuro próximo. Si decide hacer una nueva movilización es probable que signifique que veamos una operación de este tipo en un intento de volver a liderar el momentum de la guerra. Si, en cambio, esta movilización no se produce, habría que plantearse que busca el estancamiento del frente para no asumir el riesgo y el coste político de una gran movilización de reservistas y de una ofensiva de envergadura.

Los medios occidentales, y parte de sus líderes, ya advierten que es necesario pensar en el día después de la ofensiva ucraniana en el sur. Se es consciente de que Kiev no cumplirá sus objetivos estratégicos este año y que la guerra irá para largo. Por ello, se incita a Occidente a continuar con el abastecimiento de ayuda militar. Países Bajos y Dinamarca ya han anunciado el envío de decenas de los preciados cazas F-16, mientras que Washington se ha comprometido de hacer lo propio con “un puñado” de misiles de largo alcance. No obstante, aparte de estos anuncios, se requiere un suministro continuado de diferentes sistemas militares, ayuda financiera –para poder sostener el Estado ucraniano– y el adiestramiento de miles de soldados. El objetivo sería vencer a Rusia en 2024 o en 2025. En definitiva, el conflicto no tiene visos de terminar en el corto plazo.

Más allá de eso, en Occidente preocupan las reservas de munición para la artillería y los antiaéreos ucranianos. Para poder realizar una operación masiva y contundente es necesaria una gran masa de munición. En este sentido, la industria militar occidental ha demostrado no tener las capacidades para poder sostener el ritmo actual de la guerra. Este es un problema que no se podrá resolver a corto plazo, siendo necesario replantearse si Occidente va a poder recrear un suministro parecido de material militar a Kiev tras el fin de la ofensiva.

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