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La península de Corea: ¿reunificación imposible?

Los partidarios de Corea del Norte agitan la bandera de unificación de Corea antes de la final de patinaje artístico en el Gangneung Ice Arena en los Juegos Olímpicos de Invierno 2018 en Gangneung, Corea del Sur, 15 de febrero de 2018.
Los partidarios de Corea del Norte agitan la bandera de unificación de Corea antes de la final de patinaje artístico en el Gangneung Ice Arena en los Juegos Olímpicos de Invierno 2018 en Gangneung, Corea del Sur, 15 de febrero de 2018. Foto: Bernat Armangue / Associated Press

La cuestión de la reunificación de Corea ha tenido históricamente gran peso en ambos países. La aspiración del nacionalismo pancoreano encuentra importantes apoyos tanto en el norte como en el sur. En el periodo de pos-guerra el Comunicado Conjunto del 4 de julio de 1972 entre Kim Il-sung y Park Chung-hee supuso el primer gran paso. Se establecieron entonces los 3 principios que guían el proceso hasta hoy día: independencia, paz y unidad nacional. Pero el gran impulso llegarían tras el fin de la dictadura en Corea del Sur y la Guerra Fría. La victoria en las elecciones presidenciales de los sectores socioliberales, sobre los conservadores, más proclives a entablar buenas relaciones con el norte llevaría a la creación de la Sunshine Policy –política del Sol– en 1998: La Política de Reconciliación y Cooperación Hacia el Norte. Esta estrategia se asienta sobre tres principios:

  • No se tolerará ninguna provocación armada por parte del Norte
  • El Sur no intentará absorber al Norte de ninguna manera
  • El Sur busca activamente la cooperación y promueve la reconciliación

Desde 2017 bajo la Administración de Moon Jae-in ha habido una revitalización de la Sunshine Policy abandonada por los gobiernos conservadores de Lee Myung-bak (2008-2013) y Park Geun-hye (2013-2017). La labor de Moon ha sido reconocida hasta el punto de renombrar a la política como Moonshine en su honor.

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Sin duda fruto de esta experiencia ha habido una nueva esperanza hacia la reunificación como futuro posible para Corea. La elección de Moon Jae-in, partidario de entablar lazos amistosos con la DPRK, junto a la “revolución de las velas” levanto el ánimo social porque los surcoreanos tomarán las riendas de su destino. La “revolución de las velas”, que presiono para el impeachment de la presidenta Park por escándalos de corrupción, recordó de alguna forma a la Revolución de abril de 1960.

A nivel de la sociedad civil podemos ver un aumento muy significativo en la satisfacción con la política hacia Corea del Norte, pasando del 41.7% en 2014 al 60% en 2018, aunque hay que tener en cuenta que ese año fue el mejor en las relaciones entre las dos coreas del mandato de Moon.

Sin embargo, a pesar de la Moonshine Policy, las tres cumbres intercoreanas realizadas en 2018 entre Kim Jong-un y Moon Jae-in, la Declaración de Panmunjom y la Declaración Conjunta de Pyongyang de Septiembre de 2018, en la actualidad las posibilidades de reunificación siguen estando muy lejanas. Además en este momento los avances parecen congelados, ante lo que debemos preguntarnos cuáles son las razones y a qué se deben.

Si bien podemos hablar de que hay factores para la reunificación, como muestran los esfuerzos políticos realizados durante estos últimos años, también hay sin lugar a dudas obstáculos muy grandes que se interponen. Por un lado están las dificultadas ya dadas por la propia estructura de cada uno de los países. En el campo económico Corea del Sur es una potencia sin comparación con Corea del Norte, lo que supone una dificultad a la hora de la reunificación pues el sur no quiere asumir los costes que supondría integrar económicamente el norte. A su vez el DPRK no quiere ser absorvida económicamente como le ocurrió a la Alemania del Este, por lo que esta no es una vía aceptable.

Por supuesto este ya fue un arduo debate en la primera etapa de la Sunshine Policy con la administración de Kim Dae-jung. No obstante, cabe mencionar que el norte también tiene mucho que ofrecer económicamente al sur, desde una mano de obra cualificada y disciplinada, recursos mineros como tierras raras con las que no dispone el agrario sur o el atractivo turístico del norte que cuenta con los grandes monumentos ancestrales de la cultura coreana como el monte Kŭmgangsan, el monte Paektu –el más alto de la península– o el Conjunto de tumbas de Goguryeo.

En el campo de la política también hay claras discrepancias, pues los sistemas políticos no son complementarios: a un lado la ideología Juche con carácter hereditario a través de la línea de sangre “revolucionaria” de los Kim basado en el “bien general de la sociedad”; al otro una sociedad democrática y duramente competitiva bajo un capitalismo con autoritarismo confunciano. Además surge el problema de que una reunificación si se da en términos desiguales puede terminar en una nueva guerra, por ello la propuesta más plausible es la del propio Kim Il-sung de crear una federación.

Por otro lado también existe otras problemáticas más allá de la propia desconfianza histórica y las diferencias culturales, políticas y económicas. Pues Corea, como ellos mismos dicen, tiene la maldición de estar entre grandes potencias para las que el destino de la península es clave para sus intereses y están a merced de sus designios. Esto pudo verse claramente con la elección de George Bush hijo en Estados Unidos, con su política del Eje del Mal enfrió las posibilidades de reconciliación. La importancia de Estados Unidos en Corea del Sur es clave para la política del país por su papel para la seguridad, en este sentido es mucho menos independiente que el norte, que supo moverse entre la Unión Soviética y la República Popular de China.

El peso de Estados Unidos ha tenido influencias tanto positivas como negativas, presidentes como Clinton y Carter han ayudado a mejorar las relaciones y resolver crisis. Donald Trump por su parte ha ayudado a impulsar las negociaciones con Corea del Norte, siendo el primer presidente –en el cargo– en reunirse con un líder norcoreano, 3 veces concretamente, llegando a cruzar el paralelo 38 en una ocasión. Pero de la misma forma en su errante política no ha comprendido que la DPRK nunca estará dispuesta a abandonar el arma nuclear, debido al ejemplo libio, y lo que busca es ser reconocida como potencia nuclear. La moratoria a las pruebas de misiles balísticos de 2019 de Corea del Norte ha terminado, y así las negociaciones tras el ultimátum de año nuevo. La República de Corea mantiene contactos aún con su vecina del norte, pero sin el impulso estadounidense y con los juegos de guerra de nuevo como una amenaza omnipresente las posibilidades de avanzar se estancan.

¿Está satisfecho con la actual política hacia Corea del Norte? El arsenal militar de Corea del Norte es uno de los impedimentos para la reunificación de Corea.
¿Está satisfecho con la actual política hacia Corea del Norte? El arsenal militar de Corea del Norte es uno de los impedimentos para la reunificación de Corea.

Por supuesto no es una cuestión meramente de Estados Unidos. Hay sectores políticos y sociales muy contrarios en Corea del Sur a tender lazos con Corea del Norte. El pensamiento de estas élites ha girado tradicionalmente en la idea del colapso de la estructura política norcoreana y desde ahí realizar la reunificación. Esto pudo verse en la actitud más beligerante del mandato de Lee Myung-bak, pero tanto él como Park, los últimos presidentes conservadores, están en prisión por corrupción algo que la lastra la imagen de estos grupos.

Sin duda los conservadores surcoreanos se encuentran en un momento histórico de redifinición ante la aplastante derrota en las elecciones del 15 de abril. Podría emerger un “nueva derecha” o “derecha pos-nacionalista”, como apuntan Joseph Yi y Wondong Lee.

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Por parte de los sectores progresista y de izquierda, al igual que otros académicos, ha tomado fuerza un sentimiento, que siempre ha estado ahí, de independencia coreana frente al intervencionismo extranjero de todo pelaje. Esta idea ha cogido fuerza especialmente debido al armamento nuclear, claramente hay muchos que piensan que una Corea reunificada, independiente de potencias extranjeras, con el arma nuclear norcoreana y el potencial económico del sur sin duda sería una potencia que podría librarse del intervencionismo. Por supuesto esto es algo que las potencias de su entorno no están dispuestas a permitir, especialmente Japón que siempre teme una Corea unificada, con arma o sin ella. Pero hay que apuntar que esta es una idea que existe en parte de la inteliguentsia, como pudo verse en la film surcoreano Steel Rain, blockbuster que pretende tener una secuela sobre la reunificación en sí misma.

En el mismo sentido también existe la idea de que China pueda ayudar a la reunificación, primero aportando el impulso económico al norte. Kim Jong-un desarrolló la política byungjin de desarrollo paralelo dejando cierta iniciativa privada frente a la economía de planificación centralizada, ello gracias a esas semillas que dejó el mercado negro en los ’90 y la élite económica conocida como los donju; transformando así la economía norcoreana al “socialismo de mercado” chino. En segundo lugar, mediante la guía política bajo el paraguas de “Un País, Dos Sistemas”.

Aunque sin duda las posibilidades son muy remotas, y China trataría con esto una Corea que rompiera todo lazo militar con Estados Unidos y se incorporará a su esfera de influencia económica. Las posibilidades de reunificación existen, al igual que el deseo por parte de importantes sectores sociales, económicos y políticos. Pero para ello hará falta algo más que voluntad, y por supuesto armonizar los objetivos y condiciones en que se da la reunificación.

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