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Convulsión política en Perú (I): Del socialismo militar al fujimorismo

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Juan Velasco Alvarado (izquierda), Presidente de Perú (1968-1975), junto a Fidel Castro (centro), Primer Ministro de Cuba, en Lima en 1971. Fuente: Redhcuba.

Por Alejandro López.

Los partidos políticos en el Perú están degradados a un nivel instrumental. Los grandes movimientos de la historia política reciente en el país han sido personalistas, tanto como parte del sistema presidencial que vertebra el Estado, como en las elecciones parlamentarias y los innumerables vaivenes de sus miembros.

Antecedentes

La política en Perú es muy convulsa y así se refleja en la caída en desgracia de todos sus líderes sin excepción desde 1985. Ese año salían del gobierno el partido Acción Popular y Fernando Belaúnde Terry, el primer presidente del nuevo régimen liberal burgués salido de la Constitución de 1979. Belaúnde reformó las políticas socialistas del régimen “revolucionario” de Juan Velasco Alvarado, quien había llegado al poder tras un golpe militar contra el propio Belaúnde. El velascato desancló al país del feudalismo con una importante reforma agraria que ni el mismo Belaúnde se atrevió a revertir, dadas las protestas campesinas que vivió en su primer mandato. Sin embargo, Belaúnde sí revirtió otras expropiaciones como las de los medios de comunicación, enfocado como uno de los principales hitos de su gobierno tras el traspaso de la administración militar a la civil. Así, el poder mediático pudo volver a estar en manos de la oligarquía peruana frente a la gestión pública que se propuso para las principales cabeceras con el régimen militar.

La desgracia sobre el velasquismo había llegado con un golpe de Estado de su Comandante del Ejército y Primer Ministro, Francisco Morales, quien también había estado en el gobierno de Belaúnde como Ministro de Hacienda, lo cual hace ver que tampoco hubo un cambio rupturista con Velasco. No obstante, la oligarquía no volvería a ser tan poderosa como antes del régimen “revolucionario”, dado el carácter de desigualdad extrema en Perú previo al velasquismo, aunque el ejecutivo no supo hacer una gestión suficientemente eficaz de sus activos y el país se endeudó. Puede verse el periodo pre-capitalista como un marco de emancipación que puso los cimientos para la implantación posterior del liberalismo tras las reformas necesarias para hacer despegar a una sociedad con aires feudales. La mala praxis presidencial del nuevo régimen podría entenderse a partir de este punto, pues Francisco Morales terminó condenado a cadena perpetua en 2017 por su participación en la Operación Cóndor, a pesar del apoyo que había recibido de uno de sus sucesores, el Presidente Alan García. En 2015, Morales también fue enjuiciado por crímenes de lesa humanidad. El nuevo régimen liberal dio comienzo en 1980 con el segundo periodo de Belaúnde, el único presidente que desde entonces no ha protagonizado esta tradición de escándalo político.

Fernando Belaúnde Terry, Presidente de Perú (1963-1968 y 1980-1985). Fuente: El Comercio.

Alan García

El principal partido opositor a Belaúnde fue el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), el partido de difícil clasificación pero que sí merece el nombre “partido” ya que es de los pocos que ha perdurado con acervo histórico y organización interna consistente durante décadas. El partido surgió a raíz de la filosofía antiimperialista y marxista de Haya de la Torre, formó parte de la Internacional Socialista y mantuvo una postura anticomunista reivindicando una alternativa americanista para los países de la región, pero solo logró implantación en Perú. Con los liderazgos de Alan García el Partido Aprista Peruano llegaría al gobierno por primera y última vez en dos mandatos, terminando de recalar en la socialdemocracia. García supuso el principio del fin de los partidos y llevó el hiperliderazgo a una esfera de la que aún Perú no ha salido.

Alan García arrasó en los comicios de 1985 y aplicó políticas sociales, con subidas de salarios, limitación del pago de la deuda externa y una devaluación de la moneda, que fue cambiada tras el desplome de su valor: del sol al inti. Perú vivió una hiperinflación y trató de nacionalizarse la banca para ejercer más control sobre la economía. El gobierno hubo de hacer frente al reto de distintas guerrillas comunistas lideradas por la maoísta Sendero Luminoso, surgida con su antecesor tras la caída del régimen “revolucionario”. La decisión gubernamental de dejar hacer en la represión carcelaria contra los miembros de las guerrillas fue investigada en una Comisión de la Verdad tras el asesinato de cientos de presos.

Alan García, Presidente de Perú (1985-1990 y 2006-2011). Fuente: El Caso García.

Sin embargo, la amenaza de nacionalización sobre la banca fue el detonante para que el escritor Mario Vargas Llosa se presentara en 1990 bajo un partido creado ad hoc para sí. Es el gran comienzo de esa tradición de los partidos instrumentales y personalistas, que ya había visto su inicio en las municipales de Lima en el periodo 1989-1993. El Movimiento Libertad de Vargas Llosa se unió con los democristianos del Partido Popular Cristiano y con el partido Acción Popular -el partido fundado por Belaúnde y único que llega con cierta presencia a la actualidad- para combatir el aprismo en una plataforma nueva llamada Frente Democrático. Sin embargo, el aprismo y otros partidos de izquierda, en medio del frentismo contra los liberales, tras quedar fuera en la primera vuelta decidieron apoyar un perfil bajo llegado a la política como independiente: Alberto Fujimori, un desconocido que había sido residual en las encuestas y logró auparse a la segunda posición en primera vuelta, sostenido en el evangelismo.

Alberto Fujimori

El candidato del desconocido partido Cambio 90 logró de manera paulatina escalar en los pronósticos, superar a las tres fuerzas de izquierda parlamentaria con posibilidades y llegar a la segunda vuelta contra Vargas Llosa. Aun con la caída de popularidad de Alan García, el APRA presentó como candidato al Primer Ministro de su gobierno, Luis Alva Castro. Se esperaba una fuerte victoria derechista. En la segunda vuelta, los partidos de izquierda, al quedar fuera del balotaje, apoyaron a Fujimori para evitar la llegada de la derecha más liberal de Vargas Llosa, que solo logró ser primera fuerza en la región de Loreto. El aprismo cayó a la tercera posición –segunda a nivel parlamentario- y la antigua segunda fuerza de Izquierda Unida cayó a la cuarta. Llegaba el fujimorismo.

Alberto Fujimori fue un político, de origen peruano y japonés, que ocupó la Presidencia durante nada más y nada menos que una década en Perú. Sin embargo, lo que comenzó como una victoria electoral con más del 60% de los votos válidos en 1990, terminó con su calificación como “dictador” por parte de la oposición en Perú y un proceso de destitución por “incapacidad”. No solo llegó al país el liberalismo que los apristas trataban de evitar sino que lo hizo mediante el autoritarismo. En 1992 Fujimori daría un golpe de Estado contra el legislativo, en forma de autogolpe, y en 1993 abolió la Constitución del 79 para crear una nueva.

Alberto Fujimori anuncia el autogolpe en 1992. Fuente: El Comercio.

La pretensión de llevar a cabo una política rupturista sí chocaba con su debilidad parlamentaria, así que el fujimorato sentó sus bases en la autoridad presidencial. Y ese autoritarismo bebió no solo del cierre del Congreso sino que también se intervinieron numerosos poderes no sujetos a su mando: el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, la Contraloría General (Tribunal de Cuentas), el Consejo Nacional de Magistratura y el Ministerio Público. El cierre parlamentario gozó de gran popularidad por el descrédito de sus miembros y, ajustándose a la Constitución del 79, convocó elecciones de carácter constituyente para evitar el retorno en funciones de la cámara legislativa. Pero además de anular a toda la oposición, se desplegaron militares en todas las instituciones mencionadas y en medios de comunicación, realizándose secuestros y crímenes contra la humanidad como las esterilizaciones forzadas, sobre todo a mujeres indígenas, desde entonces hasta el fin de mandato. Aquí reside el golpe. Los secuestros continuaron y se detuvo a multitud de opositores cercanos al gobierno de Alan García. La represión posterior llevó a sucesivas masacres contra la población civil y al empleo del paramilitarismo para reducir a Sendero Luminoso o al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. Fujimori concedió una amnistía a las fuerzas de seguridad ante cualquier acto represivo, incluyendo los incidentes fronterizos que tuvieron lugar con Ecuador hasta el acuerdo de 1998.

Ante el cierre del Congreso, la cámara decidió reunirse de manera privada y declarar la “incapacidad moral” de Fujimori que permitiera su destitución mediante un proceso de vacancia. El vicepresidente segundo asumió el puesto hasta la llegada del vicepresidente primero, Máximo San Román, a Perú. Este recibió el cargo de Presidente de manos del ex Presidente Belaúnde pero la nueva cámara declararía a Fujimori como único Presidente. La nueva Constitución se aprobó en 1993 con solo un 52% de apoyo y se han dado varios intentos sin éxito para derogarla y volver a la de 1979.

La crisis social fue más dura incluso de lo que se achacaba a las medidas de Vargas Llosa en su hipotético gobierno. Enseguida se recurrió a los Estados Unidos del neoliberalismo noventero y al Fondo Monetario Internacional (FMI). Se incrementó el pago de la deuda, se revirtió el control de precios de Alan García y se volvió a cambiar la moneda: del inti al nuevo sol. Pero el desastre mayor llegó con la liberalización de los sectores productivos puesto que la libertad económica llevó al declive de los salarios de los trabajadores, aumentó la economía sumergida y se promovieron las privatizaciones, por lo que la precariedad creció enormemente. Y la corrupción se mantuvo como una seña de identidad, con los ingresos obtenidos con la venta de empresas del Estado en juego.

Alberto Fujimori, Presidente de Perú (1990-2000), junto a su hija Keiko Fujimori en 1994. Fuente: El Comercio.

Fujimori tuvo, a pesar de todo, un apoyo importante en Perú. En 1995 mejoró sus resultados de 1990 con un 64% en primera vuelta, derrotando en las urnas a todo un Secretario General de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, y su Unión por el Perú. El Partido Popular Cristiano, que había apoyado a Vargas Llosa, pasó a apoyar a Pérez de Cuéllar. En el año 2000, Fujimori se presentó a un tercer mandato –gracias a la nueva Constitución- y ganó de nuevo con un 73% en segunda vuelta frente a Alejandro Toledo y su centrista Perú Posible, creado en oposición al fujimorismo. El fujimorismo se unió en una candidatura unitaria bajo las nuevas siglas de Perú 2000; incluyendo a Cambio 90, Nueva Mayoría –que ya se había presentado en coalición en 1995- y una serie de partidos menores.

La izquierda ya se había convertido en una fuerza residual con la salida de Alan García del país durante el fujimorato. Además, los principales opositores al autogolpe siguieron sin apoyo, como se ve en el fracaso de la candidatura de Máximo San Román con la Unión por el Perú de Pérez de Cuéllar y la de la Acción Popular de Belaúnde. El fujimorismo había logrado anular a la oposición y solo los nuevos partidos surgidos al calor del antifujimorismo lograron apoyo. Así ocurrió con Alejandro Toledo, que quedó a solo 9 puntos de Alberto Fujimori en la primera vuelta y llamó al voto nulo en la segunda para denunciar fraude electoral. Pero tras la segunda vuelta, Fujimori logró su tercer mandato y pasó a un 73% de apoyo entre el voto válido. Sin contar el voto nulo –un sustancial 30%-, Fujimori había logrado solo aumentar del 49% al 51%. Los votos nulos llegaron a ser primera fuerza en la región de Moquegua. Contando con que la tercera fuerza, Somos Perú, también había surgido en oposición al fujimorismo, el fraude electoral siguió copando el debate y se inició una crisis política. Toledo lideró unas protestas masivas, donde infiltrados fujimoristas quemaron edificios y mataron a varias personas, enviados por el líder de la Inteligencia peruana. Era evidente que Toledo había decidido no jugar seriamente por la segunda vuelta, por lo que las esperanzas quedaban completamente depositadas en las calles.

Tras más de una docena de gabinetes, el tiempo de Alberto Fujimori se terminaba. Su asesor más importante, miembro de Inteligencia, Vladimiro Montesinos, era visto en una serie de vídeos filtrados que demostraban numerosos sobornos y corrupción para controlar los medios de comunicación. Montesinos había sido durante una década el artífice de la política clientelar de Fujimori, con especial interés en la corrupción en torno a las privatizaciones. Alberto Fujimori huyó a Japón desde una cumbre en Brunéi y dimitió por fax.

Valentín Paniagua

El Congreso decidió no aceptar la dimisión de Fujimori para poder seguir los cauces de inhabilitación mediante una vacancia por “incapacidad moral”. Así llegó al poder como Presidente interino Valentín Paniagua, del partido Acción Popular. El simbolismo fue muy importante en el gobierno de Paniagua, ya que colocó de Primer Ministro al mismo Pérez de Cuéllar que había perdido contra Fujimori tras liderar la ONU.

Valentín Paniagua, Presidente de Perú (2000-2001), nombra a Javier Pérez de Cuéllar como Primer Ministro. Fuente: Dante Piaggio/El Comercio.

Una nueva etapa se abría en Perú. Los términos políticos se movían desde la década de los 90 entre el fujimorismo y el antifujimorismo. Aunque el camino liberal abierto por Fujimori seguiría protagonizando la primera década de los 2000, el fujimorismo regresaría en cuanto lograra recuperarse de una desarticulación como la que supuso la pérdida de su hiperliderazgo. El antifujimorismo se movía hacia un cambio de régimen que, por cierto, nunca llegaría del todo.

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