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Amador Guallar: “Los talibanes no han ganado la guerra, pero tienen la sensación de que han derrotado a otro Imperio”

Amador Guallar en Afganistán.

“Afganistán es el Vietnam del siglo XXI” escribió Amador Guallar (Esplugues de Llobregat, 1978) hace tres años en su libro En la tierra de Caín (Planeta, 2019), una magistral crónica periodística sobre las distintas realidades del país. Pero Afganistán también es “un estado de ánimo” y “una segunda casa” para este periodista y escritor que se ha forjado en el oficio recorriendo la compleja geografía afgana durante más de una década. Amador conoce las tinieblas afganas, ha viajado a las entrañas de esta tierra oscura marcada por años de guerras para descubrirnos que también es un lugar luminoso, con una historia milenaria, donde la poesía ocupa un lugar fundamental en la idiosincrasia del país.

La trayectoria de Amador Guallar lo ha llevado a cubrir más de doce guerras, desde Ucrania a Gaza. Ha trabajado como freelance para medios españoles y también ha ejercido de periodista en organismos internacionales como la OTAN o la UNESCO. Todo flota (Larrad Ediciones, 2021) es su primera novela.

– La primera pregunta es casi obligatoria ¿Por qué no estás cubriendo la guerra de Afganistán desde el terreno?

Como periodista freelance es muy complicado acceder al visado por razones obvias: la guerra no va muy bien y cuando esto pasa los gobiernos no quieren muchos periodistas alrededor. Sin embargo, aunque estos trámites son complicados, con tiempo se puede sacar, en eso estoy ahora.

La segunda razón es monetaria. La cobertura de la guerra de Afganistán es carísima. Actualmente hay constantes cortes de electricidad y conseguir un alojamiento seguro puede costar como mínimo entre 150 y 200 dólares al día, y a esto hay que sumarle el fíxer, los traslados, el viaje en avión… Kabul no es una ciudad segura para un extranjero y el crimen organizado o pequeño crimen ha aumentado mucho, por eso es preciso buscar un lugar seguro para alojarse.

– Estamos ante un conflicto en el que la propaganda juega un papel importante para ambos bandos

En ambos bandos va a haber desinformación y fake news. Ahora mismo la propaganda talibán está siendo la más efectiva porque han conseguido que la narrativa de los medios internacionales sea la siguiente: “el gobierno de Kabul está a punto de caer”. Es cierto que al gobierno afgano no le van muy bien las cosas, pero todavía no están a punto de perder. Si Kabul aguanta hasta diciembre combatiendo, cuando llegue el inverno tendrá el tiempo suficiente para organizarse y esperar a que lleguen fondos internacionales de cara a preparar la lucha de 2022. El objetivo del gobierno afgano es consolidar plazas fundamentales para pasar el inverno.

Los talibanes han conquistado muchísimo territorio, pero la mayoría no es estratégico o estaba más o menos olvidado por el gobierno. Aunque sí están lanzando ofensivas contra capitales provinciales, a pesar de que dijeron que no lo harían. Esta es la confianza que se puede tener en su palabra.

Todo lo que han prometido en Doha es mentira: Al Qaeda sigue ahí y la situación de las mujeres va de mal en peor. Hay informes que llegan desde Takhar y señalan que cuando los talibán entran en un pueblo obligan a las mujeres solteras a casarse con los combatientes; era la táctica del Califato de Irak y los Talibán la siguen empleando. Estamos en una situación muy similar a la de los años 90, todo lo que ha contado el grupo en los medios de comunicación no es verdad. Por este mismo motivo eso es necesario tener periodistas sobre el terreno. No hay que olvidar que España gastó más de 4.000 millones de euros y se dejó más de 100 vidas entre civiles y militares.

La guerra de Afganistán es un conflicto al que le quedan muchas balas y va a afectar a la región provocando oleadas migratorias. Una posible victoria de los talibán podría configurarse como una gran victoria del yihadismo global. Los yihadistas en África, Asia o Europa miran lo que está sucediendo en Afganistán y consideran que es una gran victoria del yihadismo. Esto puede provocar que los insurgentes se envalentonen en otros escenarios. La legitimidad internacional que los talibanes están consiguiendo poco a poco provocará que el “monstruo” crezca.

– Las principales potencias mundiales han llegado al consenso de que los Talibán son un actor político ineludible en el presente y el futuro de Afganistán ¿Es esta una premisa inevitable o interesada?

Yo creo que es interesada. Después de lo mal que lo ha hecho la comunidad internacional en Afganistán un poco inevitable también es. Los talibanes son parte del juego, el otro lado de la guerra, y solo habría dos maneras de hacerlo: o se acaba con ellos al cien por cien o se habla con el grupo.

Es ineludible que los talibán están allí, pero lo que sí se podría hacer es hablar con los menos radicales; atraer a aquellas facciones que estén abiertas a ciertos cambios fundamentales. Otra cuestión importante, que en ciertas ocasiones se pasa por alto, es que seguimos tratando a los talibanes como a un grupo compacto, eso es un grave error. Hay unos 20 grupos de talibanes: algunos son escisiones, otros se han adscrito a Estado Islámico, también hay comandantes que han hecho su propia guerra y no piden permiso a Baluchistán [Pakistán], el lugar donde tiene la  sede de su poder y está el líder, Hibatullah Akhundzada. La paz con los talibán es una cuestión relativa porque la delegación que está en Doha no representa a todos los grupos yihadistas que hay en Afganistán.

Los talibán, a pesar de su narrativa, nunca llegarán a conquistar todo Afganistán. En los años 90 ya les pasó esto cuando intentaron conquistar el Panjshir –donde estuvo Ahmad Shah Masud– durante más de una década y nunca lo consiguieron. Yo estuve allí muchas veces y te puedo asegurar que este lugar es a donde van a morir los ejércitos. Esa zona es imposible de conquistar y hay otros lugares así en Afganistán. Con esto quiero decir que lo peor que puede pasar es que caiga Kabul, pero,  para ello, los talibanes todavía no tienen la fuerza logística, ni el equipamiento ni los combatientes.

– Un informe de la ONU afirma que los Talibán “continúan protegiendo y apoyando a Al Qaeda”. Además, el documento señala que Sirajuddin Haqqani, uno de los emires adjuntos de los Talibán, se considera también un líder de Al Qaeda ¿Cómo de estrecha es esta vinculación entre los grupos?

Al Qaeda está en Afganistán, pero no tiene una gran presencia, y su relación con los Talibán sigue igual de bien que siempre. Además, Al Qaeda está creciendo otra vez internacionalmente y necesitarán ese lugar, por este motivo explotarán esa relación con los talibanes.

Los talibanes nunca han sido expansionistas, ellos no van a invadir países vecinos; su objetivo es controlar Afganistán, imponer su sharía y vivir de manera aislada de espaldas al mundo.

– ¿Cuál es la relación entre los Talibán afganos y Pakistán?

El movimiento Talibán viene de Pakistán: la mayoría de combatientes entrenan allí, la ideología proviene de allí y los jefes están en este país. Por otro lado, el servicio secreto de Pakistán, el ISI, ha sido acusado tanto por el gobierno indio como por el gobierno afgano de facilitar explosivos, estrategia y tácticas al grupo. En las zonas tribales de Baluchistán es donde está la sede del movimiento.

La relación entre Pakistán y Afganistán desde el punto de vista de los talibanes sigue siendo muy fuerte. Uno de los grandes errores de la guerra fue haber centrado todos los esfuerzos solo en Afganistán.

– El gobierno afgano ha acusado varias veces a Pakistán de ayudar a los Talibán.

Desde hace años muchos miembros del gobierno afgano hacen declaraciones en este sentido e India también lo ha señalado en varias ocasiones. La embajada india en Kabul, por ejemplo, ha sufrido ataques terribles y también ha habido empresarios indios asesinados en Afganistán. Cada vez que India intenta exportar armas a Afganistán o ayudar de alguna forma tiene problemas.

La relación entre India y Afganistán es muy intensa, quizás la más intensa de todos los estados. La distancia en avión entre Kabul y Nueva Delhi son dos horas, la mayoría de afganos se van a estudiar a la India –los que tiene más dinero van a Dubái y los más pobres a India- se trata de una relación muy estrecha y eso enfada mucho a Pakistán.

– Irán comparte una extensa frontera con Afganistán y es un actor importante en la región ¿Cómo es la relación entre Teherán y los Talibán?

Irán tiene una relación muy larga con los talibanes aunque en el pasado fue muy mala; hay que recordar el asesinato de los políticos iraníes en Mazar-e-Sarif en los 90. Otra cuestión a tener a en cuenta es la diferencia entre el chiismo iraní y la sunnismo de los Talibán. Sin embargo, las ofensivas de los talibanes de hace dos años fueron apoyadas por Irán. Yo recibí fotografías e informaciones sobre combatientes iraníes muertos en suelo afgano y ha habido campos de entrenamiento en zonas iraníes durante bastante tiempo.

La clave de todo esto no es política o ideológica: es el agua. En el este de Irán y el oeste de Afganistán hay un gran problema con la sequía, la mayoría de las presas están en suelo afgano y para que esa agua llegue a Irán hay que hacer pactos. El gobierno afgano siempre ha sido muy reticente a pactar cuestiones de agua con Irán y los talibanes están más abiertos a esta negociación.

Por otro lado, creo que algunas corrientes políticas de Irán se han sumado a la narrativa internacional de blanquear al movimiento talibán que inició el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump. Desde mi punto de vista la táctica de Trump era: si ya tenemos a Arabia Saudita, totalmente integrada en el sistema internacional, con una leyes sharía que tampoco difieren tanto de las talibanes, ¿por qué no aceptamos al gobierno talibán, explotamos los recursos afganos sin tener que mantener tropas desplegadas y sacamos a Rusia y China de la partida? Esta estrategia no le salió bien porque perdió las elecciones.

Los talibán quieren que “su mundo” vuelva y pactarán con quien sea para que eso ocurra.

– El Pentágono anunció que la retirada de Afganistán se había completado en más de un 90%. Hace unas semanas las fuerzas estadounidenses dejaban la base de Bagram por la noche, a oscuras y sin avisar al nuevo comandante afgano ¿Es esta una imagen adecuada sobre la retirada de las fuerzas extranjeras del país tras 20 años en guerra?

Desgraciadamente sí, y ha pasado en más lugares, no solo en Bagram. Esa manera de retirase ha sido una vergüenza para Estados Unidos y para la comunidad internacional, porque muestra una falta de respeto muy grande hacia los aliados afganos, hacia los veteranos y hacia los muertos.

La marcha de Bagram ha sido un ejemplo de lo mala que ha sido la política exterior estadounidense tanto con Bush, como con Obama, Trump o Biden. El actual presidente de EE. UU., Joe Biden, quiere cerrar el episodio de Afganistán y no mirar atrás, al menos por un tiempo, a pesar de que ha dicho que seguirán apoyando al gobierno afgano. Pero la realidad es que las fuerzas de Estados Unidos se marchan por la puerta de atrás y esta forma de retirarse hace que la “victoria de los Talibán” la hayan multiplicado por cien. La sensación de los Talibán es que han vencido a un “Imperio” pero todavía queda mucha guerra por delante y el gobierno afgano no va a caer tan fácilmente. En el Afganistán actual hay gente joven que ha vivido durante veinte años con ciertas libertades a las que no quieren renunciar ahora.

Los talibán no han ganado la guerra pero tienen la sensación de que han derrotado a otro Imperio, y eso para su narrativa propagandística tanto nacional como para el yihadismo internacional es oro puro.

Bragam quizás ejemplifica muy bien todo esto. Yo conozco muy bien ese lugar, era casi una ciudad entera, con sus supermercados y restaurantes, era como estar en Occidente. Todavía quedan muchas cosas por contar de Bagram. Por ejemplo ¿Qué va a pasar con todos los prisioneros que había allí? En la prisión de esta base hay yihadistas muy peligrosos y también gente que podría ser inocente. Es preciso recordar que los militares estadounidenses que realizaron las torturas en la prisión de Abu Ghraib, en Irak, se entrenaron en Bagram.

Soldados estadounidenses en la base de Bagram.

– Muchas visas para los traductores que trabajaron con las fuerzas de la coalición internacional tardan en llegar o directamente ni se gestionan ¿Qué futuro les espera en Afganistán?

Los que les sucede a los traductores es un drama. Los talibanes tienen listas de gente, fotos, son buenos en las redes sociales y saben quién es quién. Cualquier persona que haya trabajado con las fuerzas extranjeras, sobre todo con las estadounidenses, sabe que su vida corre peligro. España, por ejemplo, se trajo a unos 40 traductores y 10 familiares, es una vergüenza. Hay que ser muy claros con esto: vamos a dejar morir a la gente que se ha jugado la vida por nosotros. Y si no mueren, muchos de ellos van a formar parte de la ola migratoria que llegará el año que viene.

– Informes de inteligencia de EEUU indican que el colapso del gobierno afgano podría llegar durante los seis meses y los 2 años posteriores a la salida de las tropas extranjeras ¿Qué responsabilidad tiene Occidente en la falta de consolidación del poder del gobierno de Kabul?

Occidente falló en muchas cosas, es muy difícil responder a eso de manera escueta. Yo lo resumiría en: una mala inversión económica, apostar por personas muy corruptas, no comprobar para qué se destinaba el dinero que llegaba al país, fallos en la implementación de las estrategias de las ONGs, no saber entender la psique afgana, ni la idiosincrasia de las diferentes nacionalidades y los poderes fácticos… El gran problema ha sido la corrupción rampante desde el primer día. Unos cuantos se hicieron millonarios y se han desperdiciado miles de millones de dólares que han ido a para a Dubái y a países vecinos.

– ¿Cuáles son los puntos débiles del gobierno de Kabul?

Las debilidades del gobierno de Kabul son las diferentes facciones que crean inestabilidad en el seno del poder afgano y esto lo aprovechan los talibanes. Las luchas entre las facciones han sido una constante, por ejemplo la rivalidad Abdullah Abdullah, actual presidente del “Alto Consejo Nacional de Reconciliación”, y el presidente del país, Ahsraf Ghani.

Desde el punto de vista de la guerra, el gobierno afgano tiene un gran problema con la logística. En 20 años Kabul no ha conseguido formar un ejército fuerte, aunque tiene unos 300.000 efectivos, todavía necesita a las milicias populares para poder defenderse. Hay unidades militares, como los Comando, que son los que están salvando a la República Islámica de Afganistán y son, además, una prueba de que las cosas cuando se hacen bien funcionan.

Las debilidades del gobierno afgano está muy ligadas a los errores de la comunidad internacional en su mal hacer. Quizás el principal problema es la corrupción.

– El General Miller dijo que si la situación actual se mantiene, podría estallar una caótica guerra civil en el país. Si no estamos ante una conflicto civil ¿Cómo podríamos definir entonces lo que está sucediendo ahora mismo en Afganistán entre el denominado Emirato Islámico y la República Islámica?

Hay multitud de declaraciones de gobierno afgano diciendo a la gente que vive en las zonas controladas por los talibanes: ¡Alzaos! De hecho Kabul habla siempre de “alzamientos populares”. Cuando los civiles tienen que tomar las armas y luchar contra otros civiles que son del mismo país está claro que es una guerra civil.

Podemos no llamarlo así porque nos hace sentir mal desde el punto de vista de la intervención internacional, puede ser también que haya gente en Afganistán que no quiera utilizar este término porque mentalmente no quiere entrar “en ese mundo” pensando en lo que les viene. Pero cuando los civiles combaten a soldados irregulares –que son los talibanes– es evidente de qué se trata.

– Las “milicias populares” ¿son un movimiento real, propagandístico o pueden desencadenar una fragmentación tribal y caciquil en el país?

Todo lo que has mencionado es cierto. Hay partes que son propaganda pura, sobre todo en lo referente a las mujeres que se han alzado; muchas de las fotos que han circulado por las redes se hicieron en un momento explícito. Sin embargo hay otras mujeres que están combatiendo muy fuerte en la policía, el ejército o en los comando. Pero también hay alzamientos populares que son muy reales. Todo depende de la provincia y de su situación, si en una provincia no hay mucha actividad talibán y se ven este tipo de movimientos es probable que sea algo más propagandístico. Por el contrario, cuando esto mismo sucede en una zona donde hay conflicto con los talibán ese alzamiento popular es real.

Es cierto que ese faccionalismo puede llevar a que la minoría hazara, por ejemplo, ante los ataques que están sufriendo puedan tomar las armas y defenderse a sí mismos. Sí que hay peligro de que esas facciones acaben teniendo señores de la guerra muy fuertes, ya hay alguno, y que estos hagan la guerra por su cuenta.

Mujeres afganas toman las armas en Herat / Khaama Press

– ¿Han conseguido los talibán en los últimos años rebasar ese “nacionalismo pastún” que les había lastrado en el pasado para controlar el resto del país?

El nacionalismo pastún todavía está muy presente. Un ejemplo claro es el caso de los hazara, que siguen sufriendo ataques muy duros. Cuando los talibán atrapan a un miembro de la minoría hazara en una carretera, lo ejecutan directamente. Los hazara jamás pactarán con los talibán.

Además, hay que tener en cuenta que Estado Islámico en Afganistán, está dirigido por la Red Haqqani que es parte de los Talibán, aunque lo quieran vender de forma diferente.

En muchos vídeos de la propaganda Talibán se habla de “deserciones masivas” en el ejército afgano, pero no son siempre voluntarias ¿Tienen otras opciones los soldados afganos que no quieren unirse a los Talibán?

Si un soldado es de la milicia local o del ejército regular puede rendirse y hacer un pacto, en cambio si es de los comandos no, los matan directamente. Algunas de esas deserciones se deben a que un grupo se queda sin munición y no puede combatir, o están rodeados y van a morir. A pesar de esto, no se han producido deserciones masivas –una deserción masiva incluye cientos de soldados– aunque los talibán hayan sido muy inteligentes al tratar de vender esta historia en las redes y esto se trasladó a la narrativa de la prensa alimentando esa idea de la supuesta derrota total que se avecina. Hay medios españoles que están utilizando estas mismas palabras “deserciones masivas”, pero no indican ni dónde, ni cuándo, ni el número de hombres que se rindieron. Simplemente toman la nota de la agencia y al final la gente lee la noticia y se queda con esa historia. Hay que tener cuidado al hablar de esas “deserciones masivas” porque le estamos abriendo la puerta a los talibán y a su victoria. No estamos todavía ante la caída de Kabul, aunque pueda llegar a pasar, para ello primero hay que conquistar las montañas que rodean el valle de Kabul y eso requiere muchos hombres y mucho tiempo. En los 90 hubo guerra civil en la capital afgana porque los talibán ya estaban allí. Sin embargo, en la realidad, Kabul no ha caído y el gobierno afgano sigue luchando por la democracia.

Por este motivo es preciso tener periodistas sobre el terreno. Se puede informar bien desde aquí, pero algunos medios españoles han renunciado a ello –simplemente cogen lo que dice Reuters, AP o alguna agencia local– a pesar de que tenemos una de las mejores generaciones de periodistas en España. Los grandes medios no quieren gastar el dinero en ello. Informar mal es lo mismo que desinformar y descartar informativamente Afganistán es un error gravísimo.

– El líder adjunto de los Talibán, Mullah Baradar, aseguró que el grupo quiere el establecimiento de un “sistema islámico real” en Afganistán y que “preservarán los derechos de todos los ciudadanos, hombres, mujeres y minorías” ¿Cuál es el sentido real de estas declaraciones? ¿Han cambiado los Talibán?

No, no han cambiado y esas palabras no son ciertas. En este caso no estoy dando mi opinión, son hechos: en Takhar han obligado a las mujeres a casarse, en las zonas conquistadas del norte y del sur, las mujeres no pueden salir sin acompañante masculino… Todas las leyes que tenían en los años noventa las están aplicando ahora.

Son el mismo grupo, pero se han adaptado a los tiempos y son buenos en propaganda –tiene expertos en guerra psicológica y comunicación- y saben que la guerra también se combate en las redes ganando los corazones y las mentes. Los talibanes han dado un salto cualitativo en cuanto a la propaganda y la comunicación, que denota que han tenido ayuda de otras naciones. En el imaginario común los talibán son personas con turbante que viven en las montañas y no tiene educación; pueden ser así, pero no todos, ya que hay talibanes que son urbanitas, están educados y conocen el estado del mundo. En Afganistán, al igual que aquí, hay mucha atracción por las redes sociales, Facebook, Tik Tok…, y los talibán se están abriendo a este mundo con el fin de conseguir la legitimidad necesaria para preservar su poder si llegan a tomar Kabul.

La supuesta apertura de los Talibán es solo para buscar legitimidad, pero mienten casi siempre. El grupo va a intentar mantener buenas relaciones con los países vecinos para protegerse de invasiones futuras y generar beneficios económicos. Si los talibán llegan a ganar hay que distinguir su relación futura con el mundo desde el punto de vista económico y lo que pase dentro del país. Su sharía será la misma. Para ellos cuanto más aislados estén los pueblos entre sí mejor, cuando menos educadas esté la gente mejor, por eso una de las grandes tácticas talibanes durante la guerra es destruir infraestructuras. Los talibán quieren que los territorios estén mal conectados para controlar a la gente.

– Una encuesta de la Red de Analistas Afganos señala que las mujeres rurales de Afganistán están preocupadas por la pérdida de sus derechos si finalmente se llega a un acuerdo de paz con los Talibán ¿Cómo es para una mujer o niña vivir en los territorios controlados por el grupo?

Ser mujer en Afganistán es estar cerca del horror todos los días. Hay que distinguir entre las mujeres que viven en las aldeas y las que viven en las grandes ciudades como Herat o Kabul, ya que éstas últimas tienen mayores libertades. Las mujeres afganas viven en un país donde hay una democracia y una constitución que en teoría respeta sus derechos, pero en la práctica esto no sucede. Afganistán es el único país del mundo en el que hay más suicidios femeninos que masculinos. Si naces lejos de la capital es muy difícil educarse, ya sea por medios económicos o por infraestructura. Las mujeres afganas son las grandes olvidadas.

La guerra contra la mujer afgana tanto desde el punto de vista talibán como desde ciertas facciones dentro del gobierno afgano es un genocidio, aunque siempre que utilizo esta palabra me han criticado. Luchar por la libertad de las mujeres afganas es lucha por libertad de todas las mujeres del mundo.

Las cosas que hacen contra ellas allí son horribles. Es muy difícil explicar a la gente que no ha pisado Afganistán, sobre todo las zonas rurales, lo mucho que sufren y lo desamparadas que están: las asesinan en público o las apedrean, sufren también crímenes de honor –hay mujeres que están en la prisión de Kabul por haber sido violadas- niñas quemadas en un horno por no querer casarse con un hombre mayor, los matrimonios infantiles… Solo por ellas ya valdría la pena apoyar al gobierno afgano. Ellas son el mundo.

El burka, de hecho las protege, es un escudo, aunque suene horrible. El sufrimiento de la mujer afgana solo se puede medir en infinitos.

Para ir terminado, me gustaría saber cómo ves a Afganistán dentro de veinte años

A eso no puedo responder, pero sí te puedo decir como querría verlo. Me gustaría ver un país cuya democracia evoluciona, un país que se abre al mundo y que el mundo lo descubre. Afganistán tiene un potencial turístico y humano impresionante, una historia por descubrir y una arqueología por excavar. Es un estado con una cultura milenaria, con poetas como Rumi.

Me gustaría que dentro de dos décadas la gente cogiese un avión para ir a visitarlo. Si se sigue apoyando al país, cuando los jóvenes de ahora sean las generaciones mayores cambiarán las cosas todavía más.

Sin embargo, la realidad es otra y viendo las noticas día a día en Afganistán las cosas no van muy bien. A pesar de ello, yo prefiero pensar en ese Afganistán positivo ya que gran parte de mi carrera se hizo allí. He sufrido, he llorado y he sangrando en Afganistán. Para mí Afganistán es más que un país, es una segunda casa.

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