Los Estados modernos han utilizado la memoria histórica como una herramienta política e ideológica para impulsar los procesos de construcción nacional. Las ideas, creencias y significados que conforman el pasado han sido moldeados, sobredimensionados o manipulados por las élites para dar forma a la estructura identitaria del país, definiendo de esta manera cómo se ve a sí mismo el Estado, cuáles son sus intereses estratégicos y qué grupos sociales son considerados como miembros de la nación, entre otros. Asimismo, los grandes acontecimientos históricos permiten a los líderes fortalecer la cohesión social, legitimar sus decisiones políticas o movilizar el apoyo popular. En definitiva, los elem
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