“Cualquier signo de apoyo a la independencia de Taiwán por parte de Estados Unidos sería jugar con fuego”. Estas fueron las palabras de Xi Jinping en su conversación con Joe Biden, durante la reunión virtual que ambos líderes mantuvieron el pasado 16 de noviembre. Se trata de una muestra más de la retórica agresiva que lleva dominando las conversaciones entre China y EE.UU. acerca del futuro de la isla a lo largo de las últimas décadas.
La posición estadounidense frente al conflicto de intereses a ambos lados del estrecho de Formosa, que separa la isla de Taiwán de la China continental, siempre ha sido complicada. La República Popular China ha amenazado en numerosas ocasiones con represalias ante cualquier tipo de apoyo al reconocimiento internacional parte de la Casa Blanca de la que considera una parte íntegra de su territorio nacional por. Por otro lado, Taiwán siempre ha buscado la protección de Washington ante cualquier intento de Beijing de tomar la isla por la fuerza.
La posición estadounidense frente al antagonismo vigente a ambos lados del estrecho ha sido descrita como “ambigüedad estratégica”. Para comprender mejor esta posición, es necesario analizar el marco de las relaciones entre Taiwán y EE.UU.
Una relación compleja desde sus inicios
Las relaciones entre Taiwán y EE.UU. dieron comienzo con la aprobación de la Ley de relaciones con Taiwán en 1979. En ella, se estipula la voluntad de fomentar los lazos culturales y comerciales, específicamente a través de la venta de armas y el establecimiento del Instituto Americano en Taiwán (de facto, una embajada en el territorio). Sin embargo, no se reconoce a Taiwán como un estado soberano. De hecho, en la actualidad solo 15 estados reconocen su independencia, y la mayoría son pequeños estados situados en Micronesia y el Caribe.
En 1982, las autoridades estadounidenses y taiwanesas emitieron un comunicado conjunto en el que se llamaba a potenciar el intercambio cultural y comercial entre ambos territorios. Debido a la presión de la China comunista, también se reafirmó la voluntad de reducir el número de armas vendidas a Taipéi. Como muestra de compromiso con el gobierno de la isla, EE.UU. aprobó a su vez de manera informal las denominadas “Seis Garantías”, que reafirmaban la voluntad estadounidense de permitir la autonomía de Taiwán en sus relaciones con la RPCh.
EE.UU. ha evitado en todo momento oficializar su compromiso de defender al estado insular ante un eventual ataque por parte de las fuerzas armadas chinas con el objetivo de estabilizar la situación y mantener el status quo. Para ello, se busca disuadir a Beijing de cualquier tipo de agresión militar a Taiwán ante la amenaza de intervención americana, al tiempo que se pretende prevenir que el gobierno taiwanés avance hacia una declaración de independencia formal al no garantizar su defensa.
Alta tensión entre EE.UU. y China
Las relaciones entre EE.UU. y China se encuentran en uno de los peores momentos de su historia reciente. La situación se ha visto agravada debido a la guerra comercial iniciada por la administración Trump, junto a las denuncias estadounidenses concernientes a la situación en Hong Kong o al tratamiento de las autoridades chinas hacia los uigures.
El pasado octubre, Mark Milley, jefe del Estado Mayor de EE.UU., advertía que China estaba probando armas hipersónicas, lo cuál describió como “preocupante· y “un momento Sputnik”, en referencia al inicio de la carrera espacial durante la guerra fría. En una entrevista organizada por la cadena de televisión CNN, el presidente estadounidense respondió con un rotundo “sí, tenemos el compromiso de hacerlo” a la pregunta de si su gobierno intervendría en la defensa de Taiwán. Más tarde, la Casa Blanca se vio obligada a matizar estas declaraciones, argumentando que la posición de Washington hacia Taiwán no se había visto alterada: “nuestra relación de defensa se guía por la ley de relaciones con Taiwán”.
Poco después, a principios de noviembre, Xi Jinping advertía contra una vuelta a la “confrontación y división de la guerra fría” durante su intervención en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, en la que también estaba presente el presidente Joe Biden.
En este contexto, y con el colapso de la presencia americana en Afganistán de fondo, las autoridades de la República Popular China han intensificado su desafío a la independencia de la isla. Así, han comenzado a aumentar el número de vuelos que ingresan en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) taiwanesa, algo que ya era bastante común anteriormente. En un discurso en vísperas del día de la fiesta nacional de Taiwán, Xi Jinping afirmó en todo desafiante que la unificación entre ambos estados “acabará ocurriendo”.
Evitar la escalada de hostilidades
De este modo, el 16 de noviembre de 2021 se organizó la primera reunión virtual entre Xi Jinping y Joe Biden, que hasta entonces solo habían hablado dos veces por teléfono desde la elección de este último. Aunque las expectativas para la reunión eran bajas, la intención era rebajar las tensiones entre ambas superpotencias. Pero el desencuentro era evidente.
Durante la conversación preparatoria entre los jefes de las diplomacias, Anthony Blinken y Wang Yi, el primero recriminó la “continua presión militar” sobre Taiwán, a lo que el segundo respondió que China “no va a permitir el apoyo a la independencia”. La reunión, que duró tres horas y media (más de lo esperado) trató diferentes asuntos, y en general se mantuvo bajo un tono cordial, aunque uno de los mayores puntos de desencuentro fue Taiwán. Biden reafirmó el compromiso de Washington de mantener el status quo, marcado por la política de “Una sola China” y la ley de relaciones con Taiwán. Igualmente, reiteró su rechazo a cualquier acción unilateral que pudiera poner en peligro la paz en el estrecho de Formosa.
La reunión finalizó sin alcanzar ningún acuerdo específico (tal y como se esperaba). Sin embargo, el tono de cordialidad general entre ambos mandatarios y el hecho de que la reunión durase más tiempo del previsto es un gesto positivo, que puede indicar una posible disposición de ambas partes a no continuar con la escalada de tensiones. El ministerio de Asuntos Extranjeros de Taiwán agradeció formalmente al presidente Biden que defendiera el status quo actual.
En el corto plazo, es poco probable que China trate de tomar Taiwán por la fuerza. No obstante, esto no significa que vayan a cesar las provocaciones, que ya forman parte de la propaganda habitual de Beijing. Seguramente, los gestos de desafío a la soberanía de la isla continuarán produciéndose a menudo, pero no cruzarán las líneas rojas. Porque eso sería jugar con fuego.
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