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Rivalidad en el Cáucaso: el conflicto de intereses entre Irán y Azerbaiyán

En los últimos meses, las relaciones entre Irán y Azerbaiyán están pasando por un momento tan crítico que desde varios medios de comunicación iraníes y regionales no se descarta la posibilidad de un conflicto armado entre ambos países si la situación continúa deteriorándose. Las declaraciones cruzadas entre miembros de los dos gobiernos han ido aumentando el nivel de tensión durante estas últimas semanas, como por ejemplo las vertidas por el Presidente azerí Aliyev, quien ponía el foco en “los más de 40 millones de azeríes viviendo en Irán en una situación de marginalización“. Para el gobierno iraní, estas declaraciones lo único que buscan es azuzar a la minoría étnica azerí -la minoría más numerosa en Irán, y que constituye el 90% de la población de Azerbaiyán-, contra el gobierno, y contra la República Islámica en general.

Relaciones histórico-políticas

En un primer momento, podríamos pensar que estas tensiones son algo reciente, producto de la actual configuración política en el Cáucaso. Pero en el conflicto entre Irán y Azerbaiyán están presentes cuestiones de larga duración que definen las decisiones políticas de ambos países.

En este sentido, debemos hablar de las relaciones que históricamente ha habido entre los dos países, y que aún a día de hoy juegan un papel relevante, principalmente en el lado azerí, a la hora de proyectar su visión política. Antes de las guerras entre Rusia y el Irán de la dinastía Qajar, cuyo resultado fue la imposición a Irán de los tratados de Golestn y Turkmenchay -en 1813 y1828 respectivamente-, lo que hoy es el territorio de Azerbaiyán formaba parte de Irán. Es en aquel momento, una vez que todos los territorios iraníes en el Cáucaso pasan a manos de Rusia, cuando se establece la frontera entre ambos países en el río Aras. Debido a esta división administrativa, a finales del siglo XIX las poblaciones azeríes con una tradición cultural persa se encuentran a ambos lados del río. Después del colapso del Imperio Ruso, debido a la I Guerra Mundial, y después de un breve experimento federal, nace en 1918 el estado independiente de Azerbaiyán. El experimento no dura demasiado, ya que en 1920 el país pasa a estar incluido en la Unión Soviética hasta su colapso y posterior disolución.

El nacimiento de Azerbaiyán como estado independiente en 1991 fue visto con cierto temor por parte de las autoridades iraníes de la época, que ya observaban con preocupación la posibilidad de que Bakú utilizase la retórica “dos países, un solo pueblo”, e intentase proyectar su visión expansionista hacia la otra orilla del río Aras. En la orilla iraní del Aras nos encontramos con la minoría étnica azerí-iraní, como ya hemos dicho, la más numerosa de la República Islámica, con cerca de 20 millones de miembros si hacemos caso a las estadísticas del gobierno iraní -Azerbaiyán y grupos azeríes en Irán consideran que esta cifra está muy por debajo del número real de azeríes que viven en Irán-. Esta minoría está concentrada en el noroeste de la República Islámica, en las zonas fronterizas con Azerbaiyán, Armenia y Turquía – esta región está dividida en tres provincias: Azerbaiyán del Oeste, Azerbaiyán del Este y Ardabil-.

Minoría azerí y pan-turquismo

Esta configuración étnica de la República Islámica hace que la la minoría azerí, que se queja de marginalización política por parte del gobierno central -aunque también hay que señalar que el actual Líder de la República Islámica, Ayatolá Ali Khamenei, es miembro de esa misma minoría- sea vista por parte del estado desde una perspectiva securitaria. Por tanto, es la dimensión securitaria la que define las relaciones políticas entre la República Islámica y Azerbaiyán. Hay dos factores políticos que explican, desde la perspectiva de la República Islámica, que esta visión sea la dominante: la utilización por parte de Azerbaiyán de la doctrina política conocida como “pan-turquismo”, y las relaciones entre Azerbaiyán e Israel.

En el noroeste iraní se encuentra la minoría azerí, principal foco de tensión entre los dos vecinos,

Podemos definir el pan-turquismo como una doctrina política cuyo objetivo es la unión de todos los países de lengua turca -como Azerbaiyán, Turkmenistán y Kazajistán-. De todos esos países, solamente Azerbaiyán tiene una política que sigue de manera general las líneas del pan-turquismo. La llegada del AKP al poder en Turquía y lo que desde el Ministerio de Asuntos exteriores iraní se considera su política expansionista en el Cáucaso sur, sirve como explicación del resurgimiento de la doctrina del pan-turquismo en la región, y de manera particular en Azerbaiyán. Para los círculos políticos y militares iraníes, la confluencia turco-azerí -para Irán, el principal instigador es Turquía-, y su expansionismo basado en la idea común del pan-turquismo, son la causa de la actual crisis entre Teherán y Bakú. La ideología del pan-turquismo es vista como una amenaza real y vital hacia la integridad territorial de la República Islámica. Tanto Turquía como Azerbaiyán no han dejado de incitar lo que Irán considera como “movimientos separatistas” entre la población iraní-azerí.

Teherán ha acusado en repetidas ocasiones al gobierno de Bakú de dar apoyo material a los separatistas azeríes. A este respecto, las autoridades y la prensa iraní citan de manera regular las declaraciones, claramente expansionistas a su parecer, de políticos tanto turcos como azeríes -estos últimos han utilizado medios semioficiales para pedir abiertamente la liberación y posterior reunificación con Azerbaiyán de lo que llaman Azerbaiyán del Sur-.

Otra de las cuestiones que suscita preocupación al gobierno de Teherán respecto a las relaciones con Azerbaiyán y su propia minoría azerí, es lo que Irán califica como “mistificación de la historia” por parte de las autoridades de Baku. Es bastante común ver en la prensa iraní artículos hablando sobre el actual plan de estudios en Azerbaiyán y mostrar cómo este plan de estudios intenta inculcar en las poblaciones más jóvenes la idea de un Gran Azerbaiyán -un Gran Azerbaiyán que incluye territorios iraníes-.

Además de estas cuestiones, la República Islámica ve con mucha preocupación cualquier tipo de modificación en las actuales fronteras entre Armenia, Irán y Azerbaiyán. Esta modificación, que se entiende que forma parte del proyecto expansionista pan-turco, se ve muy factible, ya que al finalizar la segunda guerra de Nagorno-Karabakh, en 2020, Azerbaiyán logró no solo una victoria en términos militares sino que, según la interpretación que hace Bakú de esos acuerdos, consiguió que en el posterior acuerdo con Armenia se le garantizase la apertura de rutas de transportes. Bakú ha intentado por todos los medios establecer rutas de transporte que conecten Azerbaiyán con la provincia de Nakhchivan, un enclave separado de Azerbaiyán por Armenia. Para lograr esa conexión, Bakú ha puesto todos sus esfuerzos en la construcción de lo que se conoce como “corredor de Zangezur“, lo que conectaría Azerbaiyán no solo con su enclave en el oeste, sino con Turquía. Irán ha negado siempre que el acuerdo ratificado entre Moscú, Baku y Yerevan, al finalizar la segunda guerra de Nagorno-Karabakh, permita a Azerbaiyán el establecimiento de esa ruta comercial. Además de negar la legalidad de dicho corredor comercial, el Consejo Estratégico de Relaciones Exteriores iraní, CERE, considera que dicho corredor se construiría con la intención de que su uso fuese restringido a turcos y azeríes. El CERE cree además que la intención de Ankara y Baku es la de bloquear el acceso directo entre Armenia e Irán.

Mapa del proyectado corredor turco-azerí. La vía bordearía la frontera con Irán.

La prensa iraní ha hablado de que el proyecto del corredor de Zangezur supondría que Baku se haría, además, con la provincia armenia de Syunik. Todo esto supondría que Irán vería afectada de forma negativa su actual posición geopolítica en la región, además de las repercusiones, igualmente negativas, en el comercio y en el bloqueo de Armenia, uno de los aliados regionales más importantes para Teherán. Irán siempre ha intentado dejar claro que sus buenas relaciones con Armenia no le impiden mantener una política de neutralidad en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, y abogar por una solución diplomática al mismo. Las autoridades iraníes explican que si no llega a ser por la intervención iraní durante la primera guerra de Nagorno-Karabakh, Armenia habría conquistado todo el territorio de Azerbaiyán. Este ejemplo en particular, es mencionado con asiduidad por medios iraníes para intentar poner el foco en la “falta de memoria y de agradecimiento por parte de Bakú”. Por su parte, Azerbaiyán considera que Irán ha tomado partido en el último conflicto y se ha aliado directamente con Armenia -las autoridades de Bakú hablan de envío de armas iraníes y rusas a Armenia utilizando el territorio iraní, e incluso hablan de la intervención directa del ejército iraní en territorio ocupado armenio para evitar el avance del ejército azerí-.

Como se ha dicho, cualquier cambio en las actuales fronteras es visto por parte de la República Islámica como una línea roja que puede, si Bakú decide continuar su escalada, acabar en una intervención militar para garantizar el actual status quo fronterizo. Las declaraciones a este respecto son numerosas. Desde el actual comandante de la Guardia Revolucionaria, pasando por el Ministro de Asuntos Exteriores, la República Islámica ha dejado claro que en ningún caso tolerará un cambio en las fronteras. A mediados de octubre, la Guardia Revolucionaria organizó unos ejercicios militares en la frontera como una muestra de poder y un claro mensaje hacia el vecino azerí. Por primera vez, en esos ejercicios la Guardia Revolucionaria desplegó un puente flotante sobre el río Aras y se hizo un simulacro de envío de material desde las dos orillas. Durante los tres días de duración de estos ejercicios militares, la diplomacia iraní logró la apertura de un consulado en la ciudad armenia de Kapan, en una zona estratégica si finalmente se construye el corredor de Zangezur.

Por su parte, el gobierno de Bakú acusa a Irán, y en concreto a la Guardia Revolucionaria, de crear una milicia chií, la milicia Huseynyun, cuyos objetivos irían desde labores de contra-inteligencia, hasta servir como grupo pro-iraní en caso de conflicto. Irán ha explicado que la milicia fue creada en 2019 por voluntarios chiíes en Siria, y en ningún caso tendría un papel en Azerbaiyán. En los pasados días, Azerbaiyán detuvo a varios individuos, todos ellos nacionales, acusándolos de formar parte de una célula pro-iraní encargada de recabar inteligencia sobre varios objetivos militares y civiles. Teherán considera que este tipo de detenciones no son más que excusas de Bakú para criminalizar a los grupos chiitas, con una visión política similar a la expresada por la República Islámica.

Maniobras del ejército iraní.

Relaciones Azerbaiyán-Irán-Israel

El otro factor que define las actuales relaciones entre Teherán y Bakú, son las relaciones entre Azerbaiyán e Israel. Para Teherán, no solo Ankara está alineada por completo con Bakú, también Israel estaría dentro de este grupo. Teherán ve con mucha preocupación las relaciones entre ambos países en ámbitos tan diversos como el militar, el cultural, deportivo, económico, telecomunicaciones…Hay que tener presente que para la República Islámica, Israel –o la entidad sionista, en la gramática islamista–, no es visto como un país más de los que componen Asia Occidental, sino como una ilegitimidad en términos políticos y fuente de inestabilidad. Estas relaciones con Israel explican que sea necesario fijarse en las articulaciones políticas a la hora de analizar las relaciones entre dos países considerados musulmanes.

Para Irán, que Azerbaiyán sea un país mayoritariamente chií tiene una importancia cultural innegable, pero la forma en la cual ese Islam es articulado por el gobierno de Bakú hace que sea completamente antagónico al Islam defendido por Irán. El Islam de la República Islámica es un Islam político, que se entiende mejor si lo definimos como Islamismo, es decir, el discurso que busca que el Islam se convierta en el punto político central en las comunidades musulmanas. Mientras que Azerbaiyán ejemplificaría lo que desde la República islámica se considera Islamización: la mera concesión de cierta visibilidad al Islam en los espacios culturales, pero sin que esto se traduzca en una articulación del Islam como lenguaje en las relaciones internacionales, políticas públicas, etc… El Islam oficial de Azerbaiyán, es en definitiva, desde el punto de vista iraní, un Islam como el de Arabia Saudí, un Islam que no tiene como objetivo desafiar la actual configuración política global.

Además de estas cuestiones, es el aspecto militar el que genera una preocupación más evidente a las autoridades iraníes. Bakú se ha convertido en uno de los mejores clientes para la industria armamentística israelí a nivel global: en el período que va desde 2016 a 2020, y según datos del International Peace Research Institute, más del 69% del equipamiento militar empleado por Azerbaiyán fue comprado a Israel. Esta relación militar también se extiende al ámbito de la cooperación en materia de inteligencia, o más concretamente en la permisividad con la que los operativos de inteligencia israelíes operan en Azerbaiyán, sobre todo en las zonas que bordean la frontera con Irán. Tanto la prensa iraní como expertos en el Cáucaso sur, como el profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Teherán Ehsan Movahedian, apuntan a que drones israelíes vuelan regularmente desde territorio azerí con la intención de recoger toda la información posible sobre instalaciones militares y nucleares dentro de la República Islámica. Según estas mismas fuentes, confirmadas por la Guardia Revolucionaria, la mayor parte de esos drones son interceptados. Las actividades israelíes, según las autoridades iraníes, también tienen como objetivo la “infiltración entre la minoría azerí”. Por todo lo anterior, la autoridades de la República Islámica han calificado a Azerbaiyán como “el lugar preferido por la inteligencia israelí para obtener información sobre Irán”.

Podemos decir, por tanto, y a modo de conclusión, que a ojos iraníes “el expansionismo azerí”, envuelto en la doctrina del pan-turquismo, así como el haber convertido el país en “centro de actividades israelíes”, lo que es visto como una amenaza vital para Teherán. Siguiendo la visión geopolítica iraní, un posible conflicto armado entre ambos países no puede descartarse si continúan por un lado las declaraciones expansionistas de las autoridades de Bakú, y por otro lado los intentos por parte de su ejército de alterar la actual frontera norte iraní con el apoyo, tácito, de Turquía e Israel.

De hecho, en los pasados días, al respecto de una posible operación militar iraní hay que destacar el artículo escrito por Ali Akbar Velayati, antiguo Ministro de Asuntos Exteriores y actual asesor del Ayatolá Ali Khameni, en el cual descarta por completo el escenario bélico con Azerbaiyán, pero volvía a dejar claro que cualquier tipo de cambio en las fronteras o cualquier alianza con Israel son intolerables para Teherán.

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