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Problemas a la vista en España: crisis del gas por el conflicto entre Argelia y Marruecos

La crisis diplomática entre Argelia y Marruecos ha supuesto la no renovación del gaseoducto de Tarifa (GME) una de las principales vías de entrada del gas argelino en España. El Ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, tuvo que viajar a Argelia para asegurar el suministro de gas a territorio español. La situación es difícil para Madrid, ya que todo hace presagiar un invierno duro en el país, mientras que por el otro lado desea no enfadar a su vecino marroquí. Todo envuelto en una crisis energética global de gran magnitud que está afectando a los mercados globales.

Crisis energética mundial

El precio de la energía y de las materias primas ha sufrido una fuerte alza en los últimos tiempos, en concreto, el gas ha llegado a alcanzar los 76,1 euros el megavatio la hora, es decir, se trata de un incremento de un 73% respecto al pasado 15 de agosto. ¿Pero por qué esta alza tan alta en los precios? Son diversos factores, primero el gran aumento de la demanda fruto de la reactivación de la economía global pos Covid19. A ello se le une el bajón en el suministro de otras fuentes de energía; hidráulica (falta de agua), eólica (menos viento) y el carbón (más contaminante que el gas al emitir menos CO2). Esto hace que el gas esté siendo muy demandado, tanto en el continente europeo, como mundialmente.

Más allá de eso, la situación se torna más grave si se analiza el estado de las reservas de gas en Europa, actualmente los países europeos tienen unas existencias del 73,9% para el invierno (España el 72,8%). Hace un año el porcentaje ascendía al 94,8%. Esta bajada en las reservas de gas se conecta con lo expuesto en el punto anterior, necesidad de gas ante la falta de otras fuentes de energía alternativas.

Reservas de gas en Europa. Vía S&P Global

¿Y qué pasa con los exportadores de gas? Pues los principales suministradores mundiales están teniendo serias dificultades para hacer frente a la fuerte demanda global. Rusia, el mayor exportador mundial de gas, está teniendo serios problemas para colmar su demanda interna. Las reservas del país además están en un punto crítico, debido a un último invierno muy frío y a un verano muy caluroso. Desde Europa también se le achaca a Moscú que no exporte más gas por cuestiones geopolíticas, es decir, como un mecanismo de presión. Recordemos que el Nord Stream 2 está a punto de finalizarse, un proyecto que ha sido recibido con multitud de críticas en Occidente. El objetivo del Nord Steam 2 es transportar el gas ruso hacia Europa occidental, a través del mar Báltico, sin pasar por ningún país de Europa del Este. Aún quedan dudas sobre cuando podrá trabajar a alto rendimiento, lo que está claro es que es un foco de conflicto entre Moscú y varios países de la UE.

Otro de los grandes exportadores de gas a Europa es Noruega. Las instalaciones del país nórdico están inmersas en estos momentos en un proceso de mantenimiento. Es el caso del campo de Troll, el más grande de Europa, lo que ha reducido considerablemente su capacidad para exportar gas. Además de ello, la producción de gas noruego se está viendo obstaculizada por la interrupción de la única planta de gas licuado de Noruega debido a un incendio que ocurrió el año pasado. La consecuencia adicional a este problema es que tres campos gasísticos han tenido que ser cerrados.

Por último, tenemos el caso de Argelia, que ha decidido no renovar el gaseoducto de Tarifa (GME), que previsiblemente se cerrará a finales de octubre, debido a la crisis diplomática con Marruecos. Las principales víctimas colaterales son Portugal y España. A pesar de que España tiene alternativas para suplir las importaciones de gas de Argelia, la situación mundial hace que se le dificulte la tarea. Los exportadores no pueden colmar la demanda, y además España tiene que competir con países como China (que ha ordenado a sus empresas hacer acopio de reservas para el invierno) y Japón que tienen grandes necesidades en gas.

Crisis diplomática Argelia-Marruecos

Destaquemos que la relación entre ambos vecinos ha estado marcada durante décadas por la tensión, tanto diplomática como militar. A finales de agosto, Argelia anunciaba que rompía relaciones diplomáticas con Marruecos, Argel llevaba advirtiendo semanas al ejecutivo marroquí. Las tensiones se gestaron tras las palabras de apoyo del embajador marroquí en la ONU hacia el “valiente pueblo de Cabilia”. Cabilia es una región histórica situada en el norte de Argelia y con población mayoritariamente bereber con importantes reivindicaciones de autonomía. Una jugada de Rabat con el objetivo de exponer “la hipocresía” argelina respecto al Sáhara Occidental. Después de todo, Argel es uno de los apoyos fundamentales del Frente Polisario, algo que enfada mucho en Marruecos, habida cuenta de las últimas tensiones en la región.

Para ver más; Cabilia como excusa: los amazigh en la crisis argelino-marroquí.

Argelia además cargó contra la postura marroquí en el Sáhara Occidental. Recordemos que, en 2020 el expresidente Donald Trump, a cambio de que Rabat normalizase relaciones con Israel, reconoció al Sáhara Occidental como territorio marroquí, violando de paso el derecho internacional. Este movimiento estadounidense envalentonó a Marruecos para presionar a los países europeos, y que así siguieran los pasos de Washington. Las tensiones en el Sáhara aumentaron, y en noviembre de 2020 el Frente Polisario daría por roto el acuerdo de alto el fuego tras la crisis del Guerguerat.

El anuncio argelino fue seguido de declaraciones del Ministro de Exteriores marroquí asegurando que lamentaba la decisión de Argel. Rabat, aún así, aseguraba que la respuesta de Argelia era “esperable en vista de la lógica de la escalada observada en las últimas semanas”, destacando que los pretextos esgrimidos eran “falaces”. Por respuesta, el Ministro de Exteriores argelino acusó a Marruecos de realizar “acciones hostiles”, recalcando su apoyo a “organizaciones terroristas”, en clara referencia a la cuestión de Cabilia. Argel también aprovechó para criticar la normalización de relaciones de Marruecos con Israel. A finales de septiembre, en una nueva escalada, Argelia anunciaba el cierre del espacio aéreo a toda la aviación civil y militar marroquí.

España, víctima de la crisis diplomática

Como consecuencia de la ya mencionada crisis entre Argel y Rabat, Argelia anunció la no renovación del gaseoducto de Tarifa (GME) que suministra de gas a la Península Ibérica. Esta decisión no puede venir en un peor momento para España, habida cuenta de la situación del mercado energético mundial, unas relaciones Madrid-Rabat que no pasan por su mejor momento, y la situación interna española por el precio tan alto de la luz.

Hay que recordar que Argelia es el principal suministrador de gas natural a España, el pasado julio, el gas argelino supuso el 50% de las importaciones españolas. Más grave aún, el 60% de dichas importaciones, pasan por el gaseoducto de Tarifa (GME). Evidentemente Argel, no quiere que la decisión de renovar el Tarifa sea tomada como un acto hostil en España, ya que su objetivo es dañar a Marruecos. El ejecutivo argelino ha prometido a España que el suministro de gas no se verá alterado por la no renovación del gaseoducto. Se pretende utilizar el Medgaz, el otro gaseoducto que conecta a España con Argelia, como principal vía suministradora. De hecho, este enero la infraestructura ampliará su capacidad tras el acuerdo firmado entre los gobiernos de los dos países el pasado verano. También está la opción de la exportación por mar, aunque ello equivaldría a aumentar los costes.

Red de gaseoductos y campos de Argelia. Vía S&P Global

Marruecos es el principal perjudicado por la situación ya que recibe en forma de peaje un 7% del combustible que pasa por su territorio. Ante este escenario, y por temor a quedarse sin suministro de gas, el gobierno alauí habría pedido a España que revierta el tubo del gaseoducto para que pueda recibir gas desde territorio español. Una difícil decisión para España, pues no está en condiciones de exportar habida cuenta de los factores ya comentados. Pero Madrid tampoco quiere enfadar a Marruecos, recordemos que en mayo se vivió una seria crisis entre ambos países después de que miles de migrantes cruzaran la frontera hacia Ceuta, con el consentimiento de las autoridades marroquíes. Rabat usó como pretexto el ingreso en España del Secretario General del Frente Polisario para tratarse de COVID19. Aun así, las relaciones entre ambos países han mejorado, ya que, ante sus problemas con Argelia, Rabat empezó a acercar posturas con España para no verse aislada diplomáticamente.

Para ver más; Las disputas que mantiene España con Marruecos en la costa norteafricana y el caso Ghali: entre el espionaje, lawfare y zona gris

El jueves 29 de septiembre, el Ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, decide viajar a Argelia para asegurar el suministro de gas a España. En varias declaraciones a medios ese mismo día, Albares aseguró que Argel le ha dado garantías de que las exportaciones de gas a España no quedarán dañadas. “Argelia es un socio energético de primer orden para España. Además, siempre ha sido un socio fiable que ha cumplido sus compromisos”. Queda por ver todavía cómo llegará el gas argelino a España.

Por si la situación no fuera ya complicada, ese mismo 29 de septiembre, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emitía daba la razón al Frente Polisario anulando los acuerdos entre la UE y Marruecos al considerar que este último no había tenido en cuenta los intereses saharauis. El TJUE establece que Marruecos firmó dichos acuerdos comerciales, agrícolas y de pesca que incluía el Sáhara Occidental, sin tener plena potestad sobre ese territorio. España, con la intención de paliar la situación, pediría al Consejo de la UE recurrir el veredicto, para así establecer una moratoria hasta que haya una sentencia firme. España tiene un difícil papel, ya que, aunque su deseo es que su frontera sur esté tranquila, todo parece indicar que la tensión puede seguir aumentando en las siguientes semanas.

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