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[OPINIÓN]: “Ni un solo voto para la señora Le Pen”

Este artículo representa las opiniones del autor que no necesariamente concuerdan con las del equipo de Descifrando la Guerra.

Este domingo Francia decide su futuro. Emmanuel Macron y Marine Le Pen se enfrentarán en unas elecciones donde se decidirá quién será el siguiente Presidente del país. Emmanuel Macron parte como favorito, pero, tras cinco años de mandato, el frente republicano está más desmovilizado que nunca. La extrema derecha está más cerca que nunca de llegar al Elíseo, de ahí de la importancia de actuar votando a Emmanuel Macron con el objetivo de evitar lo peor. Pero, sin olvidar de construir un horizonte para 2027.

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Emmanuel Macron debe mirar a su izquierda

2017 no es 2022, Emmanuel Macron ya no tiene la misma imagen de joven reformista liberal que venía a renovar Francia. Gran parte de la sociedad francesa mira con escepticismo al Presidente francés, con odio incluso. Macron no puede esperar en segunda vuelta un “voto automático” solo para frenar a la extrema derecha, hace falta un discurso más social y unificador que pueda calar en una sociedad fragilizada.

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Para muchos Emmanuel Macron representa a la élite del país y mundial, un líder que hace políticas para “los de arriba” y contra el pueblo. Ahí tenemos por ejemplo el fin del Impuesto sobre la fortuna. La cuestión es que la política económica liberal defendida por Macron ha creado y crea los llamados perdedores de la globalización, los cuales una parte ingresan en el electorado de extrema derecha. Sin embargo, hay muchos que eligen la abstención ante la elección nuevamente del “mal menor”. Y es importante recalcar que la abstención no siempre es la indiferencia o la apatía política. En esta segunda vuelta de las presidenciales muchos elegirán la abstención o el voto nulo como forma de protesta contra el Presidente. Una forma de expresión del enfado y el hartazgo.

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En ese sentido es peligroso que muchos franceses elijan esta opción, porque enfrente viene la extrema derecha. Emmanuel Macron debe de hacer un esfuerzo para decir a las clases populares (sobre todo al electorado de Mélenchon) que hay sitio para ellos en su proyecto de país. El frente republicanos cada vez es menos sistemático y por ello Macron debe de lanzar señales a su izquierda ¿qué podría hacer? Aparte de intentar ser menos arrogante y condescendiente, podría dejar de lado la extensión de la edad de jubilación a 65 años y volver a instaurar el Impuesto de solidaridad financiera. Como demostró durante la pandemia, el Presidente tiene que volver a poner por delante la bandera del Estado de bienestar. Estas cuestiones serían una importante manera de convencer a los abstencionistas y sectores de izquierda, con miras a 2027.

Portada de Liberation del 22 de abril: “Contra la extrema derecha, votemos”.

Es comprensible la abstención como forma de protesta al gobierno de Macron, pero hay que entender que lo que viene detrás puede ser un desastre para Francia y Europa. Además, la protesta contra Macron se podrá expresar en las legislativas para rediseñar una Asamblea Nacional donde la izquierda tenga más poder y el gobierno se vea abocado a negociar sus medidas.

Francia bajo la Presidencia de Marine Le Pen

Marine Le Pen defiende un proyecto en el cual el ciudadano francés tendría más derechos que los extranjeros, tanto en temas laborales, como de ayudas sociales. Para la extrema derecha, los extranjeros son juzgados como “indeseables” buscando un país “étnicamente puro”. Le Pen en su programa propone una preferencia nacional para los franceses en cuestiones como el empleo y la vivienda, además, defiende de que solo puedan acceder a las subvenciones los franceses.

Marine Le Pen propone una gran política social, pero bajando los impuestos ¿Cómo es eso posible? Presuntamente debido al coste de la inmigración, esta supondría un gasto de 100.000 millones de euros. Entonces, Le Pen al proponer el fin de la inmigración, podría repartir ese dinero entre los franceses, tanto entre obreros y desempleados como entre ejecutivos. Todos se beneficiarían de la protección del nuevo Estado de Bienestar francés. Marine Le Pen defendería una alianza entre los franceses ricos y los pobres para expulsar a los inmigrantes pobres.

Cabe destacar que la “prioridad nacional” defendida por Le Pen causaría el incentivo de una mayor desigualdad y exclusión social entre la población del país. Aparte, la líder de Agrupación Nacional atacaría frontalmente por otros medios a los inmigrantes del país; fin de la reagrupación familiar automática y adquisición automática de la nacionalidad francesa por matrimonio, reducción del número de naturalizaciones, imposibilidad de regularizar a las personas en situación irregular, etc… Medidas que acentuarían la fractura social y llevaría a un incremento de las tensiones para millones de personas. Y es que además la líder de Agrupación Nacional propone la expulsión de los inmigrantes que no tengan trabajo al cabo de un año.

“El domingo 24 de abril, votad contra el odio. Mejor un voto que apesta, que un voto que mata”. Vía la Marsellaise.

También en su política de “ahorro”, Le Pen ha propuesto la privatización de los medios de comunicación públicos. Cualquier empresa privada podría comprar los canales de televisión, radio, etc… Aparte de las consecuencias negativas sobre la información y el periodismo, según Liberation, solo supondría para los franceses un “ahorro” de 38 céntimos al día.

En cuanto a los salarios, Le Pen no defiende la subida de estos (por el SMI) sino a través de la bajada de las cotizaciones sociales para las empresas. Es decir, el Estado costearía las subidas salariales y no la empresa. Tampoco Le Pen habla de la reducción del tiempo de trabajo ni de disminuir la edad de jubilación. Además, la líder de extrema derecha propone una bajada de impuestos para las herencias y los bienes inmobiliarios. Como se puede ver, nada que se asemeje a un programa económico de izquierdas.

Más allá de eso, Marine Le Pen propone la “presunción de legítima defensa de los policías”, es decir, daría más poder a la policía a la hora de utilizar la fuerza o las armas. Durante años se han visto múltiples imágenes de violencia policial en Francia, esto sin duda sería un paso más que podría fomentar la impunidad ante esos actos. Además, Le Pen defiende la posibilidad de que los policías puedan denunciar ataques guardando su anonimato en los procedimientos. Esto no dejaría ninguna posibilidad a la persona acusada de verificar la veracidad de las acusaciones.

Una de las medidas más polémicas que ha defendido la candidata de Agrupación Nacional es la prohibición del velo islámico, un tema que lleva sobrevolando la escena mediática francesa desde hace años. La cuestión es, que esa medida es anticonstitucional ya que iría contra la ley de 1905 que establece la laicidad del Estado francés. Cualquier persona tiene derecho a exhibir símbolos de su religión en la vía pública, y además ¿Cómo se pretende llevar a cabo esa medida? ¿Con un control policial riguroso en la calle? Ciertamente esto llevaría a un aumento considerable de la tensión entre el colectivo musulmán y el Estado francés.

Como se ha visto, una Presidencia de Marine Le Pen, sería un potencial desastre para Francia, por el aumento de las desigualdades y la tensión social provocada por las medidas económicas y xenófobas. Otros autores también recalcan el perjuicio contra la justicia y el peligro contra la democracia que ocasionaría la llegada de la extrema derecha al poder. Sin duda, veríamos sucederse el aumento de la violencia en las banlieus, o la proliferación de las acciones de los grupos de extrema derecha. Es evidente que Emmanuel Macron ha tensionado el país, pero la otra opción es abocar a Francia a un futuro muy negro.

Francia en la escena internacional bajo Marine Le Pen

Marine Le Pen propone un drástico cambio de rumbo en política exterior para Francia. Le Pen defiende la idea del refuerzo del estado-nación en oposición al multilateralismo de las diferentes organizaciones internacionales. Es decir, aboga por una vuelta de una Francia “soberana e independiente” en el panorama mundial.

En ese sentido sabe destacar la defensa de la salida del mando único de la OTAN y sobre todo de la idea de la “Europa de las naciones” en contraposición a una mayor federalización europea. Sí, Le Pen ya no propone la salida de la UE y el euro, sino una reforma interna que cambie la Unión para con sus intereses.

No hay que ser ingenuos, de facto, la líder de extrema derecha no propone el Frexit, pero sí el desmantelamiento del entramado de la Unión en Francia. Por ejemplo, la superioridad del derecho nacional sobre el europeo quedaría inscrito en la Constitución, lo que sería un ataque directo a uno de los pilares del proyecto europeo. Le Pen propone directamente la violación de los tratados europeos, la salida del Espacio Schengen y de la libre circulación, lo que evidentemente también tendrá sus consecuencias negativas en el mercado único europeo. Básicamente con la Presidencia de Le Pen se produciría una paralización de la UE.

El presupuesto final de la UE para 2021-2027, junto con el Fondo de Recuperación
Vía Eu Council twitter ¿Un mecanismo como el Fondo de Recuperación sería posible con Le Pen de Presidenta?

En cuanto a sus alianzas internas, Le Pen no esconde que buscaría una entente con la Hungría de Viktor Orbán. Además, la líder de Agrupación Nacional enterraría el eje franco-alemán, uno de los principales motores de la UE. Le Pen elegiría a Londres como socio prioritario en lugar de Berlín, lo que resulta curioso cuando los conflictos con Reino Unido se han intensificado tras el Brexit, por ejemplo, con las cuotas pesqueras. Una manera muy paradójica de defender la soberanía de los franceses.

En un plano más genérico, Le Pen defiende la necesidad de una alianza con Rusia, a todas luces una quimera debido a la guerra de Ucrania y la tensión existente debido a la misma. Con China, mientras tanto, buscaría una relación “equilibrada”. Todo esto se encuadraría en la idea de que Francia es un actor suficientemente importante como para mirar de tú a tú a potencias como Moscú y Pekín, sin embargo, ese mundo ya hace años que acabó. Francia, al igual que los estados europeos, ya no tiene la fuerza necesaria para actuar por libre e influenciar de manera decisiva en el devenir del sistema internacional. Quizás le mejor apuesta para evitar ese declive europeo sea el reforzamiento de la UE y convertirla en un actor decisivo en un mundo de lucha entre potencias. Podríamos asistir a una Francia cada vez más aislada y a una UE en crisis por las disputas internas.

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