Continúan las protestas en Polonia a raíz del fallo del Tribunal Constitucional. El pasado 22 de octubre, el Tribunal estableció como inconstitucional el aborto por razón de anormalidad fetal, provocando una reacción en cadena por todo el país, en forma de grandes concentraciones. Las movilizaciones, organizadas principalmente por Strajk Kobiet, un movimiento social pro-femeninista, han implicado en mayor medida a la juventud femenina, quien parece temer que esto acabe desembocando en una prohibición total del aborto en el país centroeuropeo.
Las Concentraciones, las mayores en décadas
Hace falta mirar hacia atrás para encontrar unas protestas de tal calibre en Polonia, siendo las últimas las organizadas por el sindicato político Solidaridad, en 1989, cuando se hizo con el poder, en detrimento de los comunistas. Las concentraciones, que van en aumento, han implicado a una gran parte de la sociedad, ya que, según algunas encuestas, la mayoría de la población no está de acuerdo con el fallo del Constitucional. El miércoles 28 de octubre, la movilización promulgó una huelga general femenina, que tuvo un gran soporte social e incluso fue secundada por algunas empresas de renombre en el país. El viernes 30 de octubre, además, tuvo lugar en Varsovia una gran manifestación, tasada en 150.000 asistentes por los organizadores, 100.000 según el alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski
Las movilizaciones, además, no solo se han sucedido en la capital, sino en la mayoría de las grandes ciudades polacas. En la ciudad de Wrocław, en el Voivodato de Baja Silesia, los manifestantes bloquearon el puente Grunwald, sobre el río Oder. En otras ciudades importantes, como Cracovia, Poznań o Gdańsk, también se llevaron a cabo grandes protestas. Está claro que es algo que ha irrumpido a nivel nacional. Más allá de grandes concentraciones y cortes de carreteras, algunos manifestantes también han irrumpido en misas o bien pintado estatuas de personalidades de la Iglesia Católica, institución que se está convirtiendo en uno de los blancos de las protestas.
No es la primera vez que Strajk Kobiet organiza una movilización parecida. En 2016, a raíz de una nueva deriva restrictiva de las leyes del aborto, ya tuvo lugar una gran protesta. Dicha movilización, popularmente conocida como Lunes Negro, constituyó en una serie de marchas femeninas alrededor de toda Polonia, en las que se llevaban prendas de color negro, además de paraguas, debido a la climatología, que acabaron convirtiéndose en uno de los símbolos de las mismas.
Los símbolos de las protestas
Toda revolución o protesta precisa de unos símbolos a los que agarrarse, con los que canalizar sus demandas y, sobre todo, con los que ilustrar a una ideología. Los símbolos son herramientas pragmáticas para la construcción de revoluciones y movimientos sociales. Durante las protestas que están teniendo lugar este final de octubre, se ha repetido más de algún que otro símbolo, en las muchas instantáneas que aparecen de los acontecimientos. Quizás el más famoso y presente es el rayo de color rojo, con origen en el logotipo de Strajk Kobiet, el movimiento pro-feminista que está detrás de la organización de las concentraciones de protesta. Dicha iconografía ha llegado a ser comparada con la de las SS, por algunos sectores ultra-conservadores, a modo de difamación.
Otro de los emblemas que se han reiterado son los ocho asteriscos o estrellas, situados en dos filas, una de cinco y otra de tres (***** ***). Los ocho asteriscos se traducen como ‘’Jebać PiS’’ (Que jodan a Ley y Orden [el partido del Gobierno]), exhibidos en forma de pancartas, camisetas o bien en los casos más creativos, mascarillas. Más allá del rayo rojo y el ‘’Jebać PiS’’, también encontramos el uso reiterado de colgadores, como símbolo de la libre elección, al representar una metáfora de la elección de la ropa. De hecho, durante una de las protestas que tuvieron lugar en Wrocław, se pusieron un gran número de colgadores ante la puerta del Palacio del Arzobispo de la ciudad.
El aborto en Polonia
Polonia, uno de los países con más presencia de la Iglesia Católica, ya era de por sí un lugar con una gran regulación del aborto, contando con una de las leyes más restrictivas en el ámbito europeo, cada vez más cerca de Andorra, Malta y San Marino, que lo castigan con penas de cárcel. La interrupción voluntaria del embarazo, en Polonia, solo era posible en caso de anormalidad fetal, incesto, violación o bien para proteger la vida de la madre. De hecho, se permite a los doctores decidir si quieren negarse a realizar los abortos. Dadas las restricciones no es extraño optar por ir a otro país a abortar, tal y como se hacía en España hace ya décadas.
El caso es que, en Polonia, la gran mayoría de los abortos, constituyen casos de anormalidad fetal, superando el 90 %, por lo que, a ojos de los manifestantes, la decisión del poder judicial significa un paso de gigante hacia la supresión total del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. El presidente polaco, Andzrej Duda, ha comentado que va a presentar una propuesta al SEJM (Parlamento polaco) que dé marcha atrás en la decisión del judicial. Su idea es que la anormalidad fetal sea una razón para interrumpir el embarazo solamente cuando el bebé corra riesgo, no aceptando como válidos, por lo tanto, los casos en los que el bebé tenga Síndrome de Down, por lo que es una propuesta que parece no congeniar con las demandas de los protestantes, que no quieren matices.
¿Quién está detrás de esto?
Detrás de esta última regulación, impulsada por el Tribunal Constitucional, se encuentra el partido político PiS (Prawo i Sprawiedliwość), Ley y Orden, en español. El partido político, de carácter ultra-conservador, fue fundado a principios del siglo XXI por los hermanos Lech y Jarosław Kaczyński, el primero de ellos, trágicamente fallecido en el accidente aéreo de Smolensk, en 2010. Ley y Orden cuenta con la mayoría absoluta en el SEJM desde las Elecciones Parlamentarias de 2015, siendo esta validada de nuevo en las Parlamentarias de 2019, por lo que restan casi cuatro años más de mandato.
El partido de Kaczyński, el vicepresidente de Polonia, aunque considerado un hombre de gran poder en la sombra, se ha esforzado continuamente por intentar huir de la esfera europea, a la que comparan incluso con la ocupación comunista. Recordemos que, Polonia, estado miembro desde 2004, fue considerado uno de los países más prometedores de la unión, hasta el punto de que, Donald Tusk, ex-primer ministro de Polonia, se convirtiera en 2014 en presidente del Consejo Europeo. La salida de Tusk del espectro político polaco, al parecer, dio el empujón que Ley y Orden precisaba para llegar al poder.
Desde que está en el ejecutivo, Ley y Orden ha promulgado una serie de purgas institucionales, como el despido de miles de funcionarios públicos o de algunos cabecillas del ejército, además de intentar controlar los principales medios de comunicación del país. No obstante, la más importante empresa que está llevando a cabo el partido conservador-católico, es la de hacerse con el control del Tribunal Constitucional y el Supremo, colocando a jueces que secundan sus ideas políticas, algo que parece haberse visto en la última de las decisiones controvertidas del poder judicial: la supresión de la anormalidad fetal como razón para interrumpir el embarazo.
La Unión Europea ya ha avisado a Polonia en reiteradas ocasiones, por no respetar diferentes máximas con las que cumplen todos los estados miembros, hasta el punto de aplicar el Artículo 7 por primera vez en la historia, en 2017, algo que hubiera prosperado de no ser por la intromisión de Hungría, vetando su aplicación a partir de Viktor Orbán, el conservador Primer Ministro Húngaro, aliado de Kaczyński.
El poder de la Iglesia católica
En un panorama de gran crispación ante una de las instituciones más poderosas de Polonia, hace falta entender el por qué de su gran influencia, tan presente en el panorama político-social polaco, en un continente en el que, los porcentajes de ateos y agnósticos cada vez son mayoritarios, mientras que Polonia sigue manteniéndose como un país considerablemente religioso.
Para comprender la gran extensión del catolicismo en Polonia es necesario ir unos años atrás, hasta la irrupción del sindicato Solidaridad, Solidarność en polaco. Este sindicato, co-fundado por Lech Wałęsa en la ciudad báltica de Gdańsk, fue un gran baluarte del catolicismo, camuflado en un sindicato obrero y que fue receptor de una gran masa social, que lo contemplaba como una alternativa obrera y popular al socialismo. El sindicato contó con la participación activa del icónico Karol Józef Wojtyła, mundialmente conocido como el Papa Juan Pablo II. Solidaridad, ya en forma de partido político, ganó las elecciones de 1989, convirtiendo a Polonia en el primer país del este que abandonaba la esfera socialista.
La gran popularidad de Solidaridad, vista como parte muy activa en la democratización de Polonia, contribuyó también al retorno del catolicismo a la vida pública, algo sancionado en un estado secular de carácter socialista durante décadas. El despertar del catolicismo y la democracia fueron de la mano en Polonia, dándole a la Iglesia mucho poder. Ley y Orden, gran baluarte de los valores católicos tradicionales, no ha escatimado en introducirlos en la política y la vida pública, identificando al nacionalismo polaco con el catolicismo, como si fueran dos términos intrínsecos.
Movilización social en tiempos de pandemia
El COVID-19 sigue aún muy presente en el continente europeo, ante una segunda ola que no augura unos buenos meses venideros. Durante la ola de marzo, Polonia no sufrió tanto como algunos países europeos, pero ahora parece estar sufriendo un considerable repunte de casos. A día de hoy, Polonia ha impuesto la obligación de llevar mascarilla en un gran ámbito de situaciones, además de impartir enseñanzas superiores de forma telemática, limitar el movimiento de menores de 16 años, además de los aforos, mientras que los restaurantes solo pueden preparar comida para llevar. Debido a la pandemia, además, Polonia ha decidido cerrar cementerios durante tres días, en el marco de la festividad de Todos los Santos, una de las más importantes celebraciones del calendario polaco, donde las tumbas de los seres queridos se pueblan con velas en su memoria.
Las llamadas al orden, por parte de las autoridades políticas, que utilizan el coronavirus como pretexto para disuadir las manifestaciones, bajo la idea de fomentar la responsabilidad civil y, etiquetando a los manifestantes de irresponsables, parecen no surtir efecto, en una sociedad que sigue a pie de calle reclamando unos derechos en vistas de desaparecer.
Conclusiones
El fallo del Constitucional, ¿La chispa de una revolución de mayor alcance?
Parece ser que el fallo del Tribunal Constitucional polaco ha servido para despertar muchos sentimientos de protesta en una población que lleva ya un lustro bajo el gobierno de Ley y Orden, un partido que, ha aprovechado su mayoría absoluta para llevar a cabo un gran número de purgas y una intromisión en el poder judicial, a la que el pueblo parece haber dicho ‘’basta’’. Las protestas pro-aborto parecen ser el principio de un sentimiento de animadversión hacia el gobierno, que hacía tiempo que se estaba incubando sobre todo en la juventud polaca. La clave es el gran soporte popular que están teniendo las movilizaciones, según algunas encuestas, por lo que es realmente una incógnita si las protestas se remitirán al aborto o si es el comienzo de algo de mayor magnitud.
¿El COVID-19, una ‘’excusa’’ para frenar la revolución?
El gobierno ultra-conservador se ha topado de bruces con un movimiento popular de un calibre que quizás no había previsto. Poco han tardado el ejecutivo y sus caras más conocidas en utilizar el coronavirus como pretexto para disuadir grandes concentraciones de gente. Cierto es que estamos en una gran emergencia sanitaria, pero en el otro lado de la balanza se encuentra una población polaca que parece no querer renunciar a derechos fundamentales, como el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. En las próximas semanas veremos cómo evoluciona la pandemia en Polonia y cómo podría influir un potencial toque de queda o, incluso, un confinamiento total en las protestas que se están sucediendo a lo largo y a lo ancho de todo el país.
La Iglesia Católica, en el punto de mira.
La Iglesia Católica, que goza de cierta inmunidad provista por el Gobierno, parece ser uno de los objetivos más claros de las protestas. Parece ser que los manifestantes quieren poner punto y final a tantos años de presencia en la vida pública, para tomar una deriva más laica, tal y como ocurre en otros países del viejo continente, como Francia o Países Bajos. Es una incógnita el cómo reaccionará la Santa Sede ante este cuestionamiento tan directo, ilustrado en pintadas, vandalismos e incluso irrupciones en servicios religiosos, en uno de sus últimos bastiones del continente, que parecía estar sumido en un sueño religioso del que acaba de despertar.
Bibliografía
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Mortensen, A & Smith-Spark, L. . (2020). Poland’s biggest protests in decades stand against abortion ban. 1 de noviembre de 2020, de CNN Sitio web: https://edition.cnn.com/2020/10/31/europe/poland-abortion-protests-scli-intl/index.html
Płociński, M. [@michalplocinski]. (10 julio de 2020). “Chyba nikt prezydenta nie pilnuje na tych wiecach. Ale że on sam nie wie, co oznacza osiem gwiazdek? Bronkizacji PAD ciąg dalszy. IMHO ma dużo szczęścia, że wybory już w niedzielę.” [tweet]. https://twitter.com/michalplocinski/status/1281611923797291008
Tilles, D. [@danieltilles1]. (28 octubre de 2020). “Leftist fascism is destroying Poland” headlined the main evening news on state TV (a government mouthpiece) for the second night in a row.” [tweet]. https://twitter.com/danieltilles1/status/1321540980739317761.
Wikipedia Commons. (2020). Solidaridad (Polonia). 1 de noviembre, de Wikipedia Commons Sitio web: https://es.wikipedia.org/wiki/Solidaridad_(Polonia)
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