El candidato de derecha radical antipolítica Javier Milei se ha impuesto en las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de Argentina. Con un ~30% de los sufragios, ha superado a Sergio Massa (~22%), el candidato oficialista-peronista y a Patricia Bullrich (~17%), representante del ala radical de la derecha liberal-conservadora de Juntos por el Cambio. Con este escenario encima de la mesa, ¿qué posibilidades tiene el movimiento peronista de revalidar su gobierno?
Las elecciones PASO son unas primarias en las que los votantes de cada coalición deben acudir a las urnas para escoger entre algún precandidato de su propio espacio político, con la esperanza de que se imponga en la “interna” y sea así el candidato a presidente en las elecciones del 22 de octubre. Estos comicios son percibidos con frecuencia como antesala de las elecciones “de verdad”, por lo que es esperable que los votantes oficialistas se vean menos llamados a urnas que aquellos que rechazan al gobierno nacional.
En este sentido, hay varias claves. La primera de ellas es un punto de partida crucial que se observó hace meses en las elecciones autonómicas y municipales de España: en cualquier elección previa a unas generales suele movilizarse más el voto anti gobierno. En este sentido, la fortaleza de Javier Milei es su discurso “anticasta”. El dirigente de La Libertad Avanza ha capitalizado –e impulsado– el voto protesta a través de una severa impugnación del orden político nacional. Sin embargo, surge una primera duda aquí: ¿puede seguir creciendo Milei o es este su techo? Si este ~30% es el techo de voto del anarcocapitalista, tendrá difícil vencer en segunda vuelta en caso de avanzar.
De hecho, a partir de hoy, Milei deberá tratar de concentrar el voto de ultraderecha y antiperonista que ha acudido a Patricia Bullrich y a su espacio Juntos por el Cambio. El “voto útil” antiperonista será una de las herramientas electorales más importantes del espacio ultraderechista, que comparte una parte de su potencial electorado con el sector radical de Juntos por el Cambio al que representa la propia Bullrich.
Así pues, considerando que la derecha más dura ha obtenido más de un ~45% de los sufragios y que la derecha conservadora ha superado el 10%, ¿qué opciones tiene Sergio Massa y el peronismo de afrontar con posibilidades las presidenciales de octubre? Tres son las claves fundamentales que podrían habilitarle a avanzar a la segunda vuelta y, dado el caso, imponerse al candidato de derecha radical que avance a esa instancia. 1) ¿Concentrará el voto anti derecha del resto de espacios? Schiaretti, representante del peronismo cordobés, ha obtenido un ~4%, mientras que la izquierda trotskista se ha acercado al ~3%. Si consigue acaparar este voto apelando al miedo, se colocará en buena posición para pasar a segunda vuelta; 2) ¿Cuánto ha pesado la desmovilización peronista? Este elemento es el más importante. Parece claro, por el carácter de las PASO, que pocos votantes de Javier Milei se habrían quedado en su casa. Sin embargo, ¿cuánto voto oficialista lo ha hecho? El carácter no decisivo de los comicios, el hastío con el gobierno Fernández y la distancia simbólica con Massa podrían haber infrarrepresentado el apoyo que aún tendría el peronismo.
De ser así, el margen “propio” de crecimiento que conservaría el ministro de Economía de cara al 22 de octubre podría ser alto y podría auparle a la primera posición; 3) ¿Qué harán los votantes de Larreta? Horacio Rodríguez Larreta competía contra Patricia Bullrich en la interna de la derecha conservadora-liberal. Al perder, abandona la carrera presidencial y deja “huérfanos” a sus votantes, que han rondado el ~11%. Se trata de un electorado antiperonista, pero a priori institucionalista y moderado. Podría observarse una “fuga” de votantes hacia Sergio Massa que no querrían votar a la ultraderechista Bullrich, quien ha desarrollado una fuerte campaña anti Larreta durante meses. Esta tendencia podría verse intensificada en el hipotético caso de un ballotage entre Massa y Milei.
Así pues, el peronismo tiene una vía numérica para la victoria: en primera vuelta, concentrar el voto “propio” y el de otros espacios no derechistas para superar la barrera del 30% y alcanzar uno de los dos primeros puestos en el escenario de “tercios” (izquierda-centro; derecha; ultraderecha) que se ha abierto definitivamente en el país; en segunda vuelta, acudir a los votantes “moderados” e “institucionalistas” para derrotar a Bullrich o Milei y esperar un mal desempeño mediático del candidato anarcocapitalista durante la campaña electoral.
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