La guerra en la región etíope de Tigray, entre el gobierno nacional y el Frente Nacional de Liberación Tigray, ha supuesto la muerte de miles de civiles inocentes y el éxodo de otros muchos a los países vecinos. El limitado acceso a internet y los impedimentos de acceso a la zona Tigray han dificultado mucho conocer qué estaba ocurriendo allí. Sin embargo, uno de los acontecimientos más relevantes que se han conocido fue la masacre de Axum, ciudad ubicada a unos 187 kilómetros al norte de Mekelle, que ha permanecido durante meses envuelta en incógnitas. A mediados de noviembre esta ciudad se encontraba en disputa entre ambos bandos y el día 18 fue capturada por el Ejército Nacional Etíope.
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Para ponernos en situación, Axum es una de las ciudades más importantes de la región Tigray, lugar de interés cultural, religioso, con universidad propia y una población de 66.800 habitantes según el censo de 2015.
Durante los días 28 y 29 de noviembre esta localidad sufrió un importante ataque por parte de hombres armados que durante mucho tiempo se han catalogado como “no identificados”. El número de muertos de ese día se desconoce por la confusión del momento y la dificultad de acceder a la zona, pero se cuentan por cientos.
Se esperaba el informe de Amnistía internacional sobre lo ocurrido en esta ciudad, que realizó en base a los datos recogidos durante once días en el centro de recepción de refugiados en Hamdayet, en el este de Sudán, y mediante conversaciones telefónicas. A lo largo de este informe de 25 páginas se recogen los relatos de los testigos e imágenes satelitales de la zona.
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La organización ha entrevistado a 41 testigos que relatan ejecuciones extrajudiciales, entierros masivos, saqueos y bombardeos. Estos relatos han sido corroborados por las imágenes satélite del “Organization’s Crisis Evidence Lab”. Amnistía Internacional acusa a las tropas eritreas y etíopes de este baño de sangre y lo califica de crímenes contra la humanidad. La presencia de tropas eritreas fue una cuestión confusa durante el trascurso del conflicto, ya que algunos negaban su presencia y otros la denunciaban.
Los testigos de la masacre identificaron a los autores como soldados eritreos. Relataron que los uniformes eran “beige” o una “mezcla de verde y beige”, fácilmente distinguible del de los soldados etíopes. En segundo lugar, durante los hechos se desplazaban en camionetas fácilmente reconocibles con el rótulo de “Eritrea”. Además, la presencia de signos étnicos distinguibles, como tres cicatrices cerca del ojo, propio del grupo Beni-Amir, presente en Eritrea pero no en Etiopía. Los soldados eritreos hablan amárico, pero según los testigos los atacantes hablaban en árabe o tigriña, dialecto presente también en Eritrea. Otros entrevistados declaraban que los soldados no les ocultaban en absoluto su procedencia.
Durante la mañana del 28 de noviembre, combatientes en favor de Frente Nacional de Liberación Tigray asaltaron la posición que los soldados eritreos habían establecido en una montaña llamada Mai Koh, ubicada cerca de Axum. El grupo de asalto recibió apoyo local, al que se unió población local usando armas blancas rudimentarias, los soldados eritreos respondieron con fuego real.
Ese mismo día por la tarde, y parte del siguiente, las tropas eritreas se desplazaron a Axum y abrieron fuego, realizando redadas en la ciudad y matando a cientos de civiles desarmados que no participaban en el conflicto o incluso se encontraban en plena huida. Los habitantes de la ciudad trataron de refugiarse en los bosques, pero eso no aseguraba sobrevivir ya que los soldados eritreos fueron allí y ejecutaron a las personas que estaban trabajando en los campos, según relatan los testigos.
Otros trataron de refugiarse en sus propios hogares, pero eso no les sirvió de nada ya que los soldados les sacaron de allí para ejecutarles. Según las mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional, los soldados preguntaban específicamente por los hombres, y estos fueron la mayor parte de las víctimas encontradas. Los asaltantes detuvieron a un número indeterminado de ellos, y Amnistía Internacional habla de miles de hombres de varias edades. Los hombres detenidos dijeron que los soldados los golpearon, abusaron de ellos y les robaron sus pertenencias y les advirtieron que habría más asesinatos si encontraban algún tipo de resistencia. La organización declara en su informe “Las amenazas de los soldados eritreos dejaron en claro que los asesinatos del 28 y 29 de noviembre, y en particular los objetivos de los hombres en edad de luchar, representó un esfuerzo coordinado para aterrorizar a la población para que se sometiera y disuadir nuevos ataques.”
Durante el asalto los soldados robaron maquinaria indispensable para la vida en la ciudad, como bombas de agua y vehículos. Las tiendas tampoco se salvaron, sobre todo las que contenían víveres y medicamentos. En las casas saqueaban víveres, utensilios de cocina y muebles.
El día 29 fue un día de entierros masivos en Axum pero los soldados continuaban allí y disparaban a los que intentaban enterrar a sus amigos, vecinos y familiares. Durante esa jornada se prolongaron los bombardeos que empezaron desde la zona de la iglesia de la ciudad donde se estaban enterrando la mayoría de los muertos.
Al día siguiente era el aniversario de la iglesia local de Santa María, que en otras circunstancias habría sido celebrado y habría atraído a gente de todo el país. Sin embargo, este año Axum se había vestido de luto para seguir enterrando a las víctimas, que parecían no tener fin. Los muertos se iban enterrando en las cercanías de las iglesias locales, muchos sin recibir ritos religiosos.
Tras la masacre la vida se volvió muy difícil para la gente que aun habitaba allí. A los cortes eléctricos y de internet que ya se sufrían se unen la escasez de agua y alimentos. Los habitantes se ven obligados a beber agua sin potabilizar directamente de los ríos, lo que aumenta exponencialmente el riego de sufrir enfermedades. Esperemos que no se llegue a una situación de emergencia sanitaria en Axum, ya que también se saquearon los medicamentos de la ciudad, lo que pone en grave riesgo a población que sufría enfermedades crónicas de anterioridad. Los soldados habían robado a la población sus medios de subsistencia por lo que actualmente sobreviven como pueden. El Gobierno etíope les decía que abran las tiendas pero ¿con qué, si todo había sido robado?
Amnistía Internacional solicita una investigación a nivel internacional sobre lo ocurrido y solicita al Gobierno acceso sin restricciones a organizaciones humanitarias y a medios de comunicación. Por el momento el Gobierno solo ha otorgado acceso sin restricciones a la ayuda humanitaria. Este es uno de los requisitos que el Gobierno Tigray había puesto para iniciar las conversaciones de paz, entre los que se encuentran la total retirada de las tropas Tigray.
El conflicto se inclinó a favor del Gobierno Federal Etíope cuando su ejército capturó la capital de Tigray, Mekelle. Actualmente el Gobierno se dedica a perseguir a los miembros destacados del TPLF mientras continúa reinando la escasez de información. Este informe es un punto importante de partida para aclarar qué ha ocurrido y buscar responsables.
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