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Liz Truss, Rishi Sunak y el nuevo gobierno conservador del Reino Unido

Liz Truss es la nueva primera ministra del Reino Unido. Boris Johnson caía forzadamente el 7 de julio de 2022 pero seguiría en su oficina en ejercicio hasta la elección interna de un nuevo liderazgo que, sin una moción parlamentaria opositora, implicaría la elección automática de un nuevo primer ministro conservador en Reino Unido. Sin adelanto electoral.

Gabinete de Boris Johnson con la presencia al fondo de Rishi Sunak
Gabinete de Boris Johnson con la presencia al fondo de Rishi Sunak. Fuente: Wikimedia

Los laboristas hicieron gestos para que no ocurriera pero la mayoría abrumadora de los conservadores evitó el precipicio partidista. Mientras los de Keir Starmer confiaban en el transfuguismo de los múltiples descontentos entre las filas conservadoras por la dimisión en diferido de Boris Johnson, los tories preferían asumir que no habría un gobierno interino pero evitar perder el poder ya que se había abierto el camino a la sucesión. El problema residía en que de cara a 2024 ese nuevo gobierno perdía unos valiosos meses, dejando espacio para que Johnson siguiera sacudiendo al partido con nuevos escándalos y salidas de tono como las que llevaron a la tensión con sus compañeros.

¿Quién debía ser el sucesor inmediato de Boris Johnson?

La opción preferida de los que buscaban el derribo de Boris Johnson era que Dominic Raab, ex ministro de Exteriores y por aquel entonces viceprimer ministro del gobierno, se pusiera al frente del gabinete de manera interina. La existencia de esa figura para el segundo puesto era novedosa desde la salida del liberal Nick Clegg del gabinete de David Cameron en 2015 y podía facilitar el consenso antes de la campaña entre los distintos sectores del partido. Sin embargo, Boris Johnson se había enrocado y negaba su salida rápida incluso cuando 59 miembros de su gabinete dimitieron en un par de días. Por lo que se conformaron tres líneas en el partido: los que buscaban propiciar el colapso del gobierno con su salida rápida, los fervientes partidarios de Johnson y la línea de políticos que pedían su dimisión pero conformaron un grupo que negociara con él.

En el primer grupo se situaron dos importantes ministros, los que propiciaron el estallido de dimisiones en el partido: Rishi Sunak, ministro de Economía, y Sajid Javid, ministro de Sanidad. En el segundo grupo estaba la principal favorita del ala derecha del partido a la sucesión, Liz Truss, ministra de Exteriores, junto a otras fieles de Johnson como Nadine Dorries, ministra de Cultura y Deporte. Pero el tercer grupo, con grandes perfiles haciendo presión por la salida de Johnson, incluía a Grant Shapps, ministro de Transportes; Priti Patel, ministra de Interior; Nadhim Zahawi, sustituto de Sunak en Economía desde hacía dos días; Anne Marie Trevelyan, ministra de Comercio Internacional; Kwasi Kwarteng, ministro de Comercio; Brandon Lewis, ministro para Irlanda del Norte; y Simon Hart, ministro para Gales. Junto a la salida de Sunak y Javid, varios ministros del tercer grupo se unieron a la presión por la destitución, cayendo Simon Hart y Brandon Lewis. También se cayó la ministra de Educación recién nombrada, Michelle Donelan, quien había llegado en sustitución de Zahawi cuando este marchó a Economía. Pero la pérdida llegó a superar los 60 miembros del gabinete al sumarse la destitución del crítico Michael Gove y la dimisión un nuevo secretario de Estado, Lord Grimstone, en apoyo de Johnson una vez se confirmó su caída en diferido.

Para expandir: El colapso del gobierno británico. «For Boris Johnson the party is over».

Lo importante de este rosario de nombres es entender la nueva balanza de pesos en el gobierno y en el partido. Dominic Raab se descartó para la sucesión por lo que la pelea quedaba entre los ministros y los ex ministros, liderando sus respectivos sectores frente a otros nombres que venían de cuadros medios y altos. Ben Wallace, el poderoso ministro de Defensa, también se descartó. La incógnita de la también importante Priti Patel se mantuvo hasta el final pero no llegó a confirmar su candidatura. Mientras que Patel había sido cercana con Johnson y luego formó parte del grupo que pidió su dimisión, Wallace se mantuvo de perfil al asegurar que no podía dimitir por responsabilidad con el Estado, al ostentar la cartera clave de Defensa. Con la salida de 6 ministros, Boris se enrocó e hizo nuevos nombramientos para continuar al frente varios meses. Pero había consenso en el Comité 1922, encargado de la sucesión y de algunos cambios normativos a tal fin, para acelerar al máximo los plazos. Para ello sería imprescindible reducir el número de candidatos.

¿Cómo ha sido la transición en el Reino Unido?

Para que un candidato pueda hacer oficial su intención de competir por el liderazgo debe obtener una veintena de avales entre los parlamentarios, incluyendo el de uno que le proponga y otro que le secunde. De los 11 políticos con intención de presentarse, 8 llegaron a la segunda fase. Antes de esta etapa se bajaron Rehman Chishti, secretario de Estado de Exteriores; Sajid Javid, ex ministro de Sanidad; y Grant Shapps, ministro de Transportes. Aventajado en los avales parecía ir Rishi Sunak cuando además logró el apoyo de Grant Shapps, sin duda situándole como favorito a la primera posición.

Los contendientes serían Rishi Sunak, Liz Truss, Tom Tugendhat, Kemi Badenoch, Penny Mordaunt, Jeremy Hunt, Nadhim Zahawi y Suella Braverman. En la primera votación, según las nuevas normas y con intención de aligerar la eliminación de candidatos, se aumentó el umbral de votos necesarios de parlamentarios hasta los 30. Los que los obtuvieran pasarían a la siguiente fase, donde se irían realizando votaciones sucesivamente y se eliminaría al que fuera quedando en último lugar para que se realizase una nueva votación a continuación, redistribuyéndose los apoyos hasta quedar solo 2 candidatos. Debían reducirse así los candidatos, en este caso 8, hasta tan solo 2 que puedan enfrentar una votación entre la militancia.

Sucesores de Boris Johnson
Rishi Sunak, Grant Shapps, Sajid Javid, Nadhim Zahawi, Jeremy Hunt, Liz Truss, Suella Braverman, Tom Tugendhat, Kemi Badenoch, Penny Mordaunt y Rehman Chishti (de izquierda a derecha, de arriba abajo). Fuente: Priceofoil

En esta pugna, según un candidato va quedando eliminado, sus apoyos suelen pasar a otro perfil más fuerte dentro de su sector político, por lo que para cada sector es ventajoso acudir con el menor número de candidatos posible. Así se puede concentrar rápidamente el apoyo e incluso realizar votos tácticos para apoyar a los considerados menos potentes del sector rival, como se piensa que ocurrió con la victoria de Boris Johnson en 2019. Y así es como Liz Truss podía ir acumulando apoyos para escalar posiciones ya que Sunak no contaba con una mayoría absoluta de apoyos sino una mayoría simple previa a la redistribución de apoyos.

La competición entre sectores del Partido Conservador

Existe un ala más moderada, que compite por el centro político con algunos sectores laboristas, especialmente desde 2021 con el asentamiento de los “blairistas” y la purga de la izquierda. Por este ala llegaron al poder David Cameron y Theresa May. Mientras que los conservadores más duros se concentran en el ala derechista, asentada en varios pilares durante la elección de 2022: la política fiscal y la política internacional.

Para expandir: El inevitable camino a la derecha del Partido Laborista británico.

Boris Johnson había sido un representante claro de la línea del Brexit duro hasta que firmó el acuerdo con la Unión Europea que llevaría la polémica frontera comercial al mar de Irlanda en lugar de a una frontera dura en la isla, que rompería los Acuerdos de Viernes Santo. Destacaba la independencia que Johnson pudo ejercer frente a los unionistas de Irlanda del Norte, a diferencia de lo ocurrido con el gobierno de May. Pero especialmente desde que Johnson nombró a Liz Truss como nueva ministra de Exteriores se potenció la línea de confrontación que Reino Unido protagonizó con la Unión Europea en general y con Francia en particular en 2021. Desde entonces se anunció una reescritura del Protocolo de Irlanda del Norte así como la jurisdicción de la justicia británica sobre la europea para dirimir contenciosos. Esto se vio como un intento de Johnson por recuperar la línea dura que le había granjeado tantos éxitos en zonas favorables al Brexit como Inglaterra, incluyendo victorias en feudos laboristas del norte de Inglaterra. Sin el peso de los brexiters duros, Johnson era prescindible. Por ello Liz Truss pasó a liderar la línea derechista más beligerante con el acuerdo del Brexit, a pesar de haberse opuesto inicialmente al Brexit, poniendo sobre la mesa su papel al impulsar los cambios normativos durante 2022.

Pero además, Johnson trató de prometer reformas fiscales que fueran en la vía de reducir más los impuestos, una oferta que resultaba de gran atractivo a ese sector derechista y a los liberales. Con la salida de Sunak, el nombramiento de Zahawi y la posterior negociación con el ministro-candidato que había pedido su salida solo dos días después de ser nombrado, se abría el cajón de una nueva reforma fiscal. Zahawi apuntaba a esa propuesta de manera decidida, del mismo modo que Liz Truss. Y los derechistas situaban a Rishi Sunak, su predecesor en el cargo, como un problema para la línea liberal. Sunak había sido el gran artífice de la política intervencionista durante la pandemia, con programas que aunque congelaban ciertas partidas, garantizaban que el Estado cubriera salarios con el mecanismo del Furlough Scheme. Pero Sunak no solo era visto como un intervencionista para los liberales sino que tenía en frente a rivales que abogaban por un enorme incremento en el presupuesto de Defensa, hasta alcanzar el 3% del PIB en el caso de Truss. Sunak no pareció comprometerse con este objetivo, pero la posición de incremento en el belicismo internacional no solo beneficiaba a los halcones, bajo auspicio precisamente de Liz Truss y Ben Wallace, sino que estos recibían el apoyo de la tradición británica antirrusa y de la coyuntura por la guerra de Ucrania y el fortalecimiento de la OTAN.

Junto a Liz Truss, por el bloque situado más a la derecha competirían Suella Braverman, fiscal general; y Kemi Badenoch, secretaria de Estado de Comunidades y Gobiernos Locales. Este espacio se encontraba menos disputado que el de centro-derecha, con perfiles variopintos y no necesariamente alineados como Rishi Sunak, ex canciller; Nadhim Zahawi, canciller; Penny Mordaunt, secretaria de Estado de Comercio; y Tom Tugendhat, presidente del Comité de Exteriores de la Cámara de los Comunes. También a este grupo pertenecían los pre-candidatos Sajid Javid y Grant Shapps. La cantidad de candidatos trató de concentrar el apoyo de Shapps en torno a Sunak. Pero los otros candidatos también mostraban fortalezas como el mencionado giro derechista de Zahawi hacia posiciones fiscales más estrictas en cuanto a recortes de ingresos o a plantear que Boris Johnson pudiera tener un puesto en su gabinete. También Penny Mordaunt se situaba a la cabeza de algunas encuestas, como la de YouGov, al tratarse de un perfil menos expuesto a la primera línea de la política y podía no causar tanto rechazo como los exponentes de las facciones. Pero no había consenso sobre quién era el favorito ya que se había situado a la cabeza alternativamente a Dominic Raab, Ben Wallace, Rishi Sunak, Liz Truss o Penny Mordaunt –con los dos primeros fuera de la contienda-. El octavo candidato, Jeremy Hunt, ex ministro de Sanidad y Exteriores, era visto como el más débil frente a Sunak dentro de las diversas opciones y ya había tratado de hacerse con el puesto, fracasando ante Boris Johnson en 2019.

La campaña por el Reino Unido

La primera triquiñuela llegó desde el perfil de Nadine Dorries, la ministra más fiel a Boris Johnson y quien le animó a continuar en el cargo durante su caída. Dorries apoyaba a Liz Truss pero denunció una campaña del equipo de Sunak para desviar votos de parlamentarios leales a Sunak para que voten a su rival Jeremy Hunt, por considerarle el más débil. La misma estrategia que se achacó a Boris Johnson cuando Hunt superó por poco a Michael Gove en 2019 y fue su contrincante frente a la militancia. De hecho, Gove ha sido muy crítico con Johnson y apoyó a Kemi Badenoch. También la campaña de Zahawi se vio afectada por una redirección de un sitio web a la página de Penny Mordaunt, pero esto sería algo anecdótico.

Liz Truss junto a Boris Johnson en la cumbre de Madrid de la OTAN
Liz Truss junto a Boris Johnson en la cumbre de Madrid de la OTAN | Fuente: OTAN

Los laboristas siguieron planteando desde su gobierno en la sombra que Boris Johnson no podía permanecer esos meses en el cargo, así que aceleraron sus intenciones de realizar una moción de confianza que, de todos modos, le podría dejar en el cargo pero en funciones. La intención era aprovechar el momento de debilidad conservadora frente a un posible refuerzo posterior al cambio de liderazgo. Penny Mordaunt señalaba que ella no convocaría elecciones anticipadas de ser elegida y podría reconstruir el poder tory para 2024, clamando ser el perfil más temido por los laboristas por lo que su elegibilidad sería mayor que la de sus oponentes internos. Keir Starmer, sin embargo, apuntaba contra Rishi Sunak, a lo que el ex canciller respondió mostrándose como el único al que las encuestas daban como preferido a nivel general contra los laboristas de Starmer.

Mientras los liberales criticaban la posibilidad de que Rishi Sunak llegara al poder al considerarle responsable de al menos 15 subidas impositivas. En el mismo sentido señalaba Tom Tugendhat, vinculado con el ámbito de Defensa en un momento coyuntural clave, no queriendo entrar en comentarios sobre los candidatos que no se comprometían con el incremento del gasto en Defensa pero asegurando que él lo llevaría al 3% del PIB.

Los principales políticos conservadores se fueron posicionando. Dominic Raab, igual que Grant Shapps, apoyó a Rishi Sunak, del que se decía que podría llegar a contar con 80 votos a favor entre los parlamentarios. También el ex ministro de Sanidad durante la pandemia, Matt Hancock, y el ex vicepresidente del Partido Conservador, Bim Afolami, y el ex ministro para Gales, Simon Hart, apoyaron a Sunak. Liz Truss logró el apoyo de pesos de la derecha, no solo cercanos a Johnson como Nadine Dorries sino también el de Jacob Rees Mogg, ex líder de la Cámara de los Comunes y secretario de Estado de Oportunidades para el Brexit. El pre-candidato Rehman Chishti, por su lado, apoyó a Tom Tugendhat, quien parecía situarse en cuarta posición en las encuestas tras Mordaunt, Sunak y Truss. Y los otros altos cargos que habían dimitido contra Johnson, Brandon Lewis, ministro para Irlanda del Norte, y Michelle Donelan, ministra de Educación, apoyaron a Nadhim Zahawi. Otro movimiento importante era la renuncia del vice líder del Partido Conservador, Mike Penning, para poder hacer campaña y apoyar a su candidata, Penny Mordaunt.

Las votaciones

El primer corte del día 13 de julio dejó fuera de juego a Jeremy Hunt (18 votos) y a Nadhim Zahawi (25 votos) gracias a la nueva política del umbral en los 30 apoyos. Rishi Sunak había superado los 80 escaños que se comentaban (88 votos) pero veía demasiado cerca a Mordaunt (67 votos), la que era considerada como su principal rival, especialmente tras superar a Truss (50 votos). Kemi Badenoch (40 votos) superó por poco a Tugendhat (37 votos) y a Suella Braverman (32 votos), colocándose en cuarta posición. El sector derecho estaba muy fuerte y parece que lejos de aplacar a Boris Johnson con un centrismo en forma y fondo, se podía profundizar. En ese escenario seguía destacando Liz Truss, la más dura de las candidaturas hacia el interior y el exterior. Si Truss lograba remontar, el Reino Unido entraría en una de sus etapas más derechizadas desde Margaret Thatcher. Rishi Sunak seguía fuerte aunque no alcanzaba las cotas de popularidad de antaño, debido a diversos escándalos como el que atañía a las responsabilidades fiscales de su mujer.

Suella Braverman y Tom Tugendhat serían los siguientes eliminados en las sucesivas votaciones. Con la reducción a 4 del número total de candidatos, la tendencia de la campaña se movía en las dinámicas que se vieron en los debates. El momento clave fue el debate en ITV, donde los perfiles provenientes de las Secretarías de Estado cargaron contra los ministros al acusar a su gestión de todos los males que aquejaban y prometían remediar. Mientras el sector derecho de Liz Truss acusaba a Rishi Sunak de ser el responsable último de la gestión económica que llevaba a Reino Unido al precipicio de una recesión. Sunak se mostró sin tapujos frente a los partidarios de fuertes bajadas de impuestos, señalando que las cosas no funcionarían si él asumiese esas supuestamente sencillas tesis sobre enormes rebajas fiscales. Truss le acusó de llevar a Reino Unido a su etapa con mayores impuestos en 70 años.

La votación de la salida de Tugendhat (31 votos) se saldó con la consolidación de la mayoría insuficiente de Sunak (115 votos) frente a Mordaunt (82 votos), Truss (71 votos) y Badenoch (58 votos). Pero Truss y Sunak, como perfiles más populares y expuestos, se negaron a nuevos debates con las otras candidatas, que se podían ver beneficiadas en exposición por las confrontaciones con los dos grandes pesos políticos del gabinete de Johnson. La batalla se daba, como era habitual en las contiendas conservadoras, a nivel táctico. Las tres mujeres en liza por el segundo puesto eran conscientes de que Sunak podía no necesitar los votos de los seguidores de Tugendhat, así que apelaban al voto útil –especialmente Mordaunt- para pasar el balotaje, mientras Badenoch sugería la importancia de conservar a Tugendhat en un futuro gobierno. Sin embargo, sus seguidores parecían más cercanos a la línea de Sunak que a la de Truss, con las otras dos candidatas como posibilidades intermedias.

Liz Truss debatiendo con Rishi Sunak en la campaña por la sucesión de Johnson
Liz Truss debatiendo con Rishi Sunak en la campaña por la sucesión de Johnson. Fuente: ITV

La cuarta votación dejó finalmente fuera a Kemi Badenoch (59 votos), pero quedando Liz Truss (86 votos) ya muy cerca de Penny Mordaunt (92 votos). Rishi Sunak apenas logró crecimiento (118 votos) y las encuestas le daban como líder pero perdedor para la elección ante la militancia frente a cualquier candidato en los distintos emparejamientos posibles. También le mostraban como uno de los candidatos más débiles frente al laborista Keir Starmer.

Liz Truss era señalada como una de las verdaderas favoritas al unificar el voto de derecha y al lograr el mayor salto de la tercera a la cuarta votación. El momentum era reclamado por los tres pero la última votación era la definitiva entre los parlamentarios. Por ejemplo, Anne-Marie Trevelyan, ministra de Comercio, pasó de estar en la comisión de ministros que fue a Downing Street a pedir la dimisión de Boris Johnson junto a Priti Patel o Grant Shapps, a ser uno de los mayores apoyos de Tom Tugendhat y, tras esperar una estrategia dirigida por el propio Tugendhat, quien rehusó, Trevelyan saltó a apoyar públicamente a Liz Truss. Otros perfiles que apoyaban a Badenoch también anunciaron rápidamente su apoyo a Truss pero era necesario reducir el gap con Mordaunt. Esta, a su vez, se veía reforzada por haber llegado segunda a la última votación sin contar con una importante proyección antes del proceso.

Pero esta concentración del voto de derecha en torno a la candidata más dura propició que Liz Truss llevase, efectivamente, el momentum de la batalla interna y lograse superar a Penny Mordaunt (105 votos) en la última votación. Quedarían así luchando por la sucesión, como apuntaban las encuestas meses antes de la caída de Johnson, los pesos pesados de su gabinete por aquel entonces: Rishi Sunak (137 votos) y Liz Truss (113 votos). A pesar de que las encuestas daban la victoria a Truss, Sunak representaba un sector algo más moderado que vendía su competitividad técnica contra los laboristas. Y es que el que ganase el cargo de primer ministro solo lograría aguantar un máximo de año y medio hasta las próximas elecciones. Pero el derecho a voto para elegir el nuevo gobierno, con la mayoría que Boris logró acaparar para los tories en el parlamento, correspondería solo a la militancia británica conservadora.

Liz Truss era la gran favorita según mostraban las encuestas ya que, con la salida de los otros candidatos, el voto conservador se fue aunando en torno a su figura. Fue recibiendo apoyos alternativamente de candidatos a uno y otro lado del partido, como Tom Tugendhat -a pesr de su negativa inicial-, Kwasi Kwarteng y Nadhim Zahawi. Múltiples rumores comenzaban a situar a estos candidatos eliminados como futuribles para un gabinete de Truss, por lo que iban tomando posiciones a medida que la campaña Truss-Sunak dejaba más y más claro que la militancia quería el giro derechista de la ministra de Exteriores. La duda era si Truss lograría arrasar de la manera que las encuestas pronosticaban. En cualquier caso, Sunak era señalado como débil frente a cualquiera de las otras precandidatas. Pero Truss representaba un perfil testado y muy consolidado entre los miembros del gabinete, los partidarios de Johnson, los detractores de la moderación ante el acuerdo del Brexit, los conservadores y los liberales.

Así que finalmente el 5 de septiembre Liz Truss salía elegida como nueva primera ministra pero con una distancia algo menor de la prevista, aunque ampliamente suficiente: 81.326 votos (57%) frente a los 60.399 votos (43%) de Rishi Sunak. El gabinete de Truss sería más liberal, con la oposición a los impuestos extraordinarios para paliar la crisis como bandera, más otanista y más brexiteer, si todo salía según lo planeado. Liz Truss no solo no contó con Rishi Sunak sino que también eliminó del gobierno de Johnson a cualquier acólito de Sunak, quedando, como hizo Boris Johnson en su momento, rodeada de fieles como Jacob Rees-Mogg, nuevo ministro de Energía y Comercio. Algunos de sus rivales como Penny Mordaunt fueron recompensados con el liderazgo de la Cámara de los Comunes, Kemi Badenoch fue nombrada ministra de Comercio Internacional, Tom Tugendhat secretario de Estado de Seguridad y Suella Braverman, una de las más cercanas, ministra de Interior. Nadhim Zahawi seguiría en el gobierno pero con mucho menor peso al recalar en el Ministerio de Relaciones Intergubernamentales e Igualdad. Además del evidente peso que recibía Braverman, anticipado con la dimisión de Priti Patel, Truss mantuvo a Ben Wallace como ministro de Defensa, quedando su anterior puesto en Exteriores en manos de James Cleverly. Kwasi Kwarteng sería el nuevo canciller o ministro de Economía y Thérèse Coffey la nueva viceprimera ministra y ministra de Sanidad. Los nombramientos fueron en sí una declaración de intenciones de cara al año de gobierno que restaba ante las elecciones decisivas de 2023.

Actualización: tras 45 días de gobierno, la salida de Kwasi Kwarteng y Suella Braverman, el presupuesto que apostaba por fuertes bajadas de impuestos a los ricos mientras se incrementaba enormemente el gasto para cubrir las facturas de la energía, la intervención del Banco de Inglaterra y la caída en las encuestas, caía el gobierno de Liz Truss convirtiéndose en el más breve de la historia del Reino Unido. Todos los sectores, incluyendo el regreso de Boris Johnson, cerrarían filas en torno a Rishi Sunak y, sin un gran proceso interno como el que aupó a Truss, fue elegido nuevo líder el 24 de octubre de 2022.

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