La resolución del conflicto de Nagorno-Karabaj parece que se acerca a su fin tras 30 años de tensiones. La operación militar de Azerbaiyán del 19 de septiembre acabó en 24 horas tras la rendición de la autoproclamada República de Arstaj al comprobar que nadie acudía en su ayuda. Días después, el 28 de septiembre, las autoridades de Arstaj anunciaban la disolución de todas las instituciones. Ante esta situación, decenas de miles de armenios –más de 65.000 en la primera semana– han abandonado la región que era su hogar desde hacía numerosas generaciones. ¿Estamos ante una limpieza étnica de armenios en Nagorno-Karabaj?
¿Qué es una limpieza étnica?
Antes de poder analizar la situación es preciso detenerse en entender qué es una limpieza étnica. Según las Naciones Unidas, “no hay una definición precisa”, sin embargo, una Comisión de Expertos desarrolló una serie de informes durante el contexto de las guerras de Yugoslavia que analizaban a fondo el concepto. Los informes sostienen que consiste en “(…) la homogeneización étnica de una zona mediante el uso de la fuerza o la intimidación para expulsar de ella a personas de determinados grupos”. Posteriormente, la misma agencia publicó una definición más precisa en su informe final, describiendo la limpieza étnica como “(…) una política deliberada diseñada por un grupo étnico o religioso para expulsar por medios violentos e inspiradores de terror a la población civil de otro grupo étnico o religioso de determinadas zonas geográficas”.
A lo largo del siglo XX y XXI –por no alejarnos de la inmediata actualidad histórica– se han producido varios episodios que han sido catalogados como limpiezas étnicas. Uno de los casos es Myanmar: el gobierno, con el ejército como protagonista, fue acusado de realizar una limpieza étnica de 750.000 civiles de étnica roshingya en 2017 que tuvieron que huir a Bangladesh. Otro de los casos más recientes es el de Etiopía en el contexto de la guerra que atraviesa el país. La violencia no solo se tradujo en combates armados, sino en una campaña de limpieza étnica del gobierno etíope y el ejército eritreo contra los tigray asentados en el norte de Etiopía. Miles de civiles tigray fueron forzados a abandonar sus hogares por la fuerza. En Europa también ha habido casos de limpiezas étnicas, particularmente durante las guerras de Yugoslavia, con el desplazamiento forzoso de miles de civiles croatas, bosnios o serbios.
Contexto de la crisis en Nagorno-Karabaj
A la hora de poder entender lo que está ocurriendo en Nagorno-Karabaj es preciso analizar el contexto de la crisis. El origen inmediato de esta disputa entre Azerbaiyán y Armenia lo podemos trazar hasta febrero de 1988, cuando la región autónoma de Karabaj, ubicada en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán –pero de mayoría armenia–, solicitó su incorporación a Armenia. Estos sucesos vendrían seguidos de una oleada regional de violencia interétnica que, sumada al progresivo colapso de la Unión Soviética, llevaría a ambos países a la guerra abierta en 1992. El conflicto, que duró hasta 1994, acabó con una victoria armenia y el establecimiento de facto de la República de Nagorno-Karabaj, Estado no reconocido que cambiaría su nombre a Arstaj en 2017, vinculado fuertemente a Ereván. Tras la Primera Guerra de Nagorno-Karabaj solo se llegó a un acuerdo de alto el fuego que no resolvería las tensiones.
30 años de fracasos diplomáticos y continuas escaramuzas darían como consecuencia una nueva guerra en 2020. Azerbaiyán se proclamó vencedor indiscutible debido a su gran superioridad militar, derivada no solo del asesoramiento turco y la compra de equipamiento israelí, sino de su clara ventaja económica. El aumento del precio del barril del petróleo permitiría a Bakú tener acceso a abundantes reservas de hidrocarburos y adquirir de esta forma nuevo material militar para modernizar su ejército. Como ejemplo revelador, en 2020 Bakú destinó 3.5 veces más de gasto en defensa que Armenia. Tras la Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj, el contexto internacional y regional seguiría beneficiando a Azerbaiyán debido al estallido de la guerra en Ucrania. Rusia, tradicional aliado de Ereván, vería perder su influencia en la región, mientras que la Unión Europea firmaría un acuerdo energético con Bakú para reducir su dependencia del gas ruso. Armenia, y, por ende, los armenios de Nagorno-Karabaj, se encontrarían solos ante las aspiraciones azeríes que se verían cumplidas tras la intervención militar ya comentada. Azerbaiyán decidiría “resolver” el conflicto manu militari.
La situación de abandono internacional y regional, donde tanto Armenia, como Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea se mantuvieron inoperantes, y la superioridad clara de Azerbaiyán, hizo que las autoridades de Arstaj se rindieran ante la imposibilidad de poder llevar a cabo una defensa en condiciones.
¿Por qué hay una limpieza étnica en Nagorno-Karabaj?
Tras la operación militar de Azerbaiyán y la rápida rendición de Arstaj hemos sido testigos de como miles de civiles étnicos armenios abandonaban la región. Bakú y sus aliados turcos han asegurado que se trataba de una “decisión voluntaria”, mientras que si analizamos el contexto de la crisis podemos argumentar que los armenios se han visto forzados a huir debido a las represalias que podían esperar del gobierno azerí. Primero de todo, debemos dejar claro que Azerbaiyán es un régimen autoritario donde los derechos humanos, la libertad de expresión y la democracia brillan por su ausencia. Por tanto, es entendible que miles de armenios no quieran verse dominados por la autoridad de un país como Azerbaiyán.
Más allá de eso, hay que destacar el nacionalismo profundo que está arraigado en Azerbaiyán, siendo fomentado desde las instituciones como forma de confrontación contra los armenios. En 2023, el mismo Consejo de Europa publicó un informe en el que denunciaba “el uso de un lenguaje en la esfera pública que propaga estereotipos racistas y perpetúa animosidades” contra los armenios. Esto no es una cuestión nueva ni mucho menos, en 2008 encontramos un informe de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) donde también advierte de “la propaganda antiarmenia y la difusión del odio llevadas a cabo por Azerbaiyán”.
Como es esperable, la violencia verbal deriva en violencia física, no solo por las intervenciones militares azeríes, sino por los crímenes de guerra que han cometido los soldados de Azerbaiyán en los últimos años. En otoño de 2022, durante una de las múltiples escaramuzas en la zona, salió a la luz un vídeo en el que se veía a soldados azeríes asesinando a prisioneros de guerra armenios. Además, las imágenes de tropas azeríes profanando cadáveres armenios se han hecho habituales desde hace años, tanto en las guerras anteriores como tras la intervención militar de hace escasos días. En este sentido, recientemente se han podido ver imágenes de militares de Azerbaiyán saqueando hogares de civiles armenios en Nagorno-Karabaj.
Por último, cabe recordar que antes de la intervención militar, Nagorno-Karabaj ha sido sometido a un duro bloqueo por tierra por parte de Bakú. El corredor de Lachín, única vía que conecta el territorio con Armenia, fue bloqueado primero por “activistas” azeríes y después por el ejército tras la instalación de un puesto de control. Durante nueve meses los habitantes de Nagorno-Karabaj sufrieron importantes privaciones de comida, medicina, combustible y electricidad. A pesar de las denuncias de los civiles, las instituciones internacionales y diversos gobiernos, Bakú negaría en repetidas ocasiones que estuviese bloqueando a los 120.000 armenios que habitaban el enclave. Producto de la crisis humanitaria –y sin poder llegar prácticamente ayuda humanitaria del exterior– se reportó la muerte de varias personas por inanición, además de que los abortos espontáneos se triplicaron como consecuencia de la desnutrición.
La Comisión de Expertos de la ONU, ya anteriormente citada, enumeró una serie de ejemplos de lo que constituyen medidas coercitivas que implican una limpieza étnica: “asesinatos, torturas, detenciones y encarcelamientos arbitrarios, ejecuciones extrajudiciales, violaciones y agresiones sexuales, lesiones físicas graves a civiles, confinamiento de la población civil en guetos, expulsión, desplazamiento y deportación forzosos de la población civil, ataques militares deliberados o amenazas de ataques contra civiles y zonas civiles, utilización de civiles como escudos humanos, destrucción de bienes, robo de bienes personales, ataques contra hospitales, personal médico y lugares con el emblema de la Cruz Roja/Media Luna Roja, entre otros”. Bajo estas premisas y tras desarrollar la situación de crisis de Nagorno-Karabaj, se puede definir que la huida de miles de civiles armenios de la región constituye una limpieza étnica.
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