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Rendición de Nagorno-Karabaj tras la operación relámpago azerí

Dron azerí supervisa el abandono de las posiciones militares artsajíes tras la rendición de Nagorno-Karabaj
Dron azerí supervisa el abandono de las posiciones militares artsajíes tras la rendición de Nagorno-Karabaj.

La contienda definitiva por el control de Nagorno-Karabaj que se inició con los bombardeos azeríes el 19 de septiembre terminó rápidamente al día siguiente con la constatación de que Ereván no pensaba implicarse en un conflicto a gran escala por defender a la no reconocida República de Artsaj.

La falta de apoyo procedente del gobierno del primer ministro armenio Nikol Pashinyan, así como la ausencia de asistencia de países que veían Artsaj como un mal menor si no se atacaba suelo armenio soberano –Irán y Rusia principalmente–, dejaban a Artsaj sin muchas opciones. Las autoridades artsajíes también tenían una coyuntura desfavorable sobre el terreno: la apertura de más de cuatro frentes de entrada por los que Azerbaiyán pudo avanzar decenas de kilómetros en un día, la orografía desfavorable debido a la toma azerí de importantes zonas montañosas en la guerra de 2020 y la entrega de territorio clave para la conexión con Armenia estipulado en el acuerdo de alto el fuego subsiguiente. Este escenario permitía a Azerbaiyán asfixiar aún más el enclave, que seguía bajo un estricto bloqueo tras meses de crisis humanitaria. Asimismo, los avances más importantes de la actual invasión azerí se localizaron en el flanco noroccidental, desde Kalbajar, para recuperar su territorio internacionalmente reconocido.

Para ampliar: Estalla la tercera “guerra” de Nagorno-Karabaj

Varios pesos importantes del Parlamento Europeo intentaron llevar la cuestión al Consejo Europeo para aplicar sanciones a Azerbaiyán. Estados Unidos trató de mediar entre Bakú y Ereván con sendas llamadas y Francia convocó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. No obstante, antes de que ninguno de estos actores pudiera siquiera reunirse, Rusia medió para promocionar un alto el fuego que controlase su debilitada posición en el Cáucaso. Cabe recordar que el primer día de la operación militar azerí se saldó con fuertes protestas en Ereván contra el gobierno de Pashinyan por traición a los armenios de Nagorno Karabaj y contra la embajada rusa por no defender a su aliado armenio.

Azerbaiyán había aceptado una negociación con las autoridades de lo que consideraban su provincia rebelde, pero bajo precondición de una disolución de las fuerzas armenias, lo que implicaba una rendición previa a la conversaciones de paz sobre el futuro estatus. El gobierno artsají, tras diversas reuniones de alto rango, anunció que aceptaba las demandas azeríes: disolución de las fuerzas armadas de Artsaj, entrega del arsenal, salida y rendición de todas las fuerzas de Armenia en Nagorno-Karabaj y alto el fuego con desarme supervisado por Rusia. Tras estos hechos, las autoridades de Artsaj y Azerbaiyán acordaron un encuentro en Yevlakh donde se negocie la hoja de ruta para la reintegración política de Nagorno-Karabaj en Azerbaiyán, lo cual requeriría la disolución de la República de Artsaj.

Para ampliar: La frontera imposible (I): Artsaj

Armenia será el siguiente actor en negociar con Azerbaiyán bajo la amenaza de un nuevo conflicto. La no defensa de Nagorno-Karabaj en este tercer estallido –cuarto si se cuenta la guerra de los 4 días de 2016- era solo una parte, que Ereván ya había expresado estar dispuesta a ceder, de las demandas azeríes. A partir de ahora se volverá a poner el foco en el reclamo azerí de unificar su territorio principal con el enclave de Najicheván y la frontera con Turquía arrebatando la propia a Armenia e Irán. La segunda incógnita quedaba en torno al futuro de la población armenia, evacuada parcialmente por las fuerzas rusas, pero cuyo estatus podría avanzar hacia una región con autonomía limitada, una asimilación o un éxodo y una limpieza étnica. Las protestas en Armenia volvían a ser, asimismo, un tercer termómetro de la tensión social que se estaba viviendo contra la dejación de Pashinyan y su gobierno de defender el territorio habitado por los armenios. Una revuelta social o militar no queda descartada en Armenia.

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