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Las claves del quinto plenario del Partido Comunista Chino

Quinto Plenario del XIX Comité Central del PCCh. Fuente: Xinhua

El 29 de octubre finalizó el quinto plenario del XIX Comité Central del Partido Comunista Chino, el cónclave más importante del órgano que reúne a los principales líderes del país. Durante cuatro días a puerta cerrada los presentes debatieron sobre los ejes fundamentales que deberán guiar el XIV Plan Quinquenal (2021-2025) y la política china en los próximos 15 años (Objetivos 2035) para materializar la metamorfosis hacia una “gran nación socialista, moderna, próspera y poderosa”.

El comunicado del quinto plenario, si bien refleja una actitud triunfalista -como es habitual en los documentos oficiales chinos- declarando el cumplimiento de los objetivos del XIII Plan Quinquenal (2016-2020), también hace hincapié en la “complicada situación internacional” y las “arduas tareas de reforma interna, desarrollo y estabilidad”, desafíos a los que Beijing deberá hacer frente. El partido es consciente de que la “revitalización de la nación” se encuentra en momento crítico dado el actual contexto internacional y doméstico, ambos perjudicados por el enfrentamiento con Estados Unidos, la pandemia del Sars-Cov-2 y la ralentización económica.

Así pues, el XIV Plan Quinquenal y los Objetivos 2035 se centran en establecer la senda económica, política, militar y social que el PCCh deberá seguir en los próximos años para convertir a China en una gran potencia socialista y, asimismo, allanar el camino para cumplir el sueño chino promulgado por Xi Jinping. Aunque los documentos finales no se aprobarán hasta la celebración de la Asamblea Popular Nacional en marzo de 2021, se pueden esbozar las principales ideas gracias a las declaraciones de los líderes chinos y las conclusiones publicadas del quinto plenario.

La finalidad del presente artículo, por lo tanto, reside en detallar en qué consiste el sueño chino, examinar los puntos clave que se han tratado en la reunión del XIX Comité Central -que guiarán la elaboración del XIV Plan Quinquenal y los Objetivos 2035- y analizar el contexto en el que se planifican.

El sueño chino de Xi Jinping

Simultáneamente al proceso de crecimiento socioeconómico experimentado desde 1978, también se ha producido una progresiva transformación en la identidad e intereses de China. Beijing ha tratado de elaborar una estrategia orientada a construir y proyectar al exterior la imagen de una Gran China que refleje mejor su nuevo estatus en el sistema internacional. Bajo el mandato de Xi Jinping, la identidad del gigante asiático ha entrado en una nueva dimensión al presentarse como una gran potencia de primer nivel, adoptando una mentalidad mucho más activa en su política exterior.

Esta nueva identidad puede verse reflejada en la promoción del sueño chinocomo marco ideológico y económico orientado a garantizar la estabilidad interna, el crecimiento socioeconómico y la legitimidad del partido. Aludiendo a “las dificultades y los sacrificios inusuales” experimentados por el pueblo chino durante el siglo de la humillación, Xi llama a través del sueño chino a superar los lastres del pasado y materializar la “gran revitalización de la nación china” para transformarla “en un país socialista moderno, próspero, poderoso, democrático, civilizado y armonioso”.

Lejos de ser un discurso meramente propagandístico, el sueño chino se ha convertido en la principal hoja de ruta en la formulación y articulación de las políticas, tanto internas como externas, del gigante asiático. Si bien el concepto tiene una definición ambigua, que concede a Beijing la posibilidad de reconfigurarla en base al contexto del país, el sueño chino podría resumirse, en gran medida, como la ambición del PCCh de convertir China en una nación “moderadamente acomodada” para 2021 y una nación “plenamente desarrollada” en 2049, fechas que conmemoran los centenarios del partido y de la República Popular, respectivamente.

Las ideas específicas que subyacen del sueño chino se pueden vincular con las siguientes dimensiones:

Primero, reposicionar a China en el lugar que le corresponde en el sistema internacional, donde debe jugar un papel determinante, que perdió durante el siglo de la humillación. Con ello, Beijing pretende conseguir que la comunidad internacional no reconozca a China como un mero país en desarrollo, sino que la considere como una gran potencia en el sistema global que está dispuesta a asumir las responsabilidades que le corresponden en el marco de la estructura institucional internacional.

Segundo, construir un país fuerte económica, militar, política, tecnológica y científicamente, siempre en armonía con el “socialismo con peculiaridades chinas” promovido por Deng Xiaoping. El objetivo final aquí se centra en lograr la modernización del país y el bienestar colectivo, así como mejorar el nivel de vida del pueblo chino, eliminando la pobreza, reduciendo las desigualdades entre el campo y la ciudad y aumentando el poder adquisitivo de las familias.

Xi Jinping en el Gran Salón del Pueblo, Beijing. Fuente: Kevin Frayer, Getty Images

Tercero, garantizar que el PCCh se perpetúe en el poder, especialmente en el contexto actual donde los problemas internos -ralentización económica, contaminación, desigualdad, separatismo, etc.- y externos -creciente hostilidad de las potencias occidentales- amenazan con deslegitimizar la gobernanza del partido.

Cuarto, fomentar “el espíritu nacional centrado en el patriotismo” y la “unión del pueblo de todas las etnias del país” a través del nacionalismo y la recuperación del legado confuciano. En el XIII Plan Quinquenal se fijó utilizar el sueño chino y los valores socialistas para “construir consenso, unir diferentes fuerzas y fortalecer la identidad nacional, la conciencia de estado de derecho, el sentido de responsabilidad social y la conciencia ecológica en todo el país”.

En definitiva, el XIV plan quinquenal del PCCh y los Objetivos 2035 reafirmarán el ideario político, económico e ideológico promovido por Xi Jinping desde 2013 y se centrará, en última instancia, en alcanzar los objetivos finales establecidos en la estrategia del sueño chino. Por lo tanto, como se estableció en el XIII Plan Quinquenal, será obligación del PCCh elaborar un “enfoque estratégico para establecer bases más firmes para lograr los dos objetivos del centenario y el sueño chino de rejuvenecer la nación”.

Ideas generales del quinto plenario

Desarrollo socioeconómico

El comunicado del quinto plenario reconoce que China enfrenta “profundos y complejos cambios que desafían el desarrollo del país”, que agravan los “problemas del desarrollo inadecuados” e incrementan la “incertidumbre e inestabilidad”. Si bien no se mencionan explícitamente, la paralización de las cadenas de suministro durante la pandemia, la ralentización económica, la guerra comercial con Estados Unidos o las desigualdades existentes entre el campo y la ciudad son algunos de los retos a los que Beijing deberá hacer frente.

Como respuesta, los líderes chinos acelerarán la “construcción de un nuevo patrón de desarrollo” bautizado como “circulación dual”, que priorizará el desarrollo interno, el “ciclo doméstico”, pero sin descuidar la inversión y el comercio exterior, “el ciclo internacional”. El PCCh pretende, de este modo, reducir la dependencia del exterior impulsando, especialmente, el consumo interno que, en 2019, tan solo representó el 38,8% del PIB. Así, Beijing ambiciona elevar el PIB per cápita al nivel de un país moderadamente desarrollado, sin establecer objetivos específicos, y fomentar un crecimiento “sostenido y saludable” marcado por la “calidad y la eficiencia significativamente mejoradas”.

Poco o nada se insinúa sobre futuro de iniciativas de política exterior como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB por sus siglas en ingles) o la Nueva Ruta de la Seda. Respecto a esta última, a pesar de que el comunicado menciona que se promoverá “el desarrollo de alta calidad y la construcción conjunta de la Franja y la Ruta”, es posible que entre en un periodo más conservador, con proyectos más modestos y con mayor participación de empresas privadas, debido al deterioro económico de los Estados partícipes. De hecho, según China Global Investment Tracker (CGIT), el gigante asiático tan solo ha invertido 23,45 mil millones de dólares entre enero y noviembre de 2020, muy lejos de los 106,15 mil millones desembolsados en 2019.

El XIX Comité Central, por otro lado, también se compromete a reducir significativamente las desigualdades campo-ciudad impulsando la “nueva urbanización”, iniciativa elaborada en 2014 que busca “promover la conversión ordenada de los migrantes rurales en urbanos, optimizar los patrones de urbanización, mejorar la sostenibilidad de las ciudades y promover la integración”.

Un trabajador en el Puente de la Amistad China-Maldivas, construido con ayuda de Beijing en el marco de la Nueva Ruta de la Seda. Fuente: Reuters

Tecnología e innovación

Una de las grandes diferencias respecto al quinto plenario de 2015 es la importancia que los líderes chinos han otorgado al fomento de la innovación y la autosuficiencia tecnológica. Precisamente, Wang Zhigang, ministro de Ciencia y Tecnología, declaró que es la primera vez que un plan quinquenal dedica un capítulo independiente a este sector. Esta decisión, como todas las cuestiones políticas en China, no es casual.

La administración Trump, con el pretexto de “proteger la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos”, ha emprendido una intensa campaña para debilitar el sector tecnológico del gigante asiático. En agosto de 2020, el Departamento de Comercio impuso sanciones contra Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC), el mayor fabricante de chips del país, y restringió a Huawei el acceso a microprocesadores producidos con tecnología estadounidense, obligando a numerosas empresas como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) a cortar sus lazos con la compañía de Ren Zhengfei. Asimismo, China continúa siendo extremadamente dependiente del exterior en este sector, importando anualmente más de 300.000 millones de dólares en semiconductores, más que cualquier otro producto, incluido el petróleo.

Esta vulnerabilidad, aprovechada por Estados Unidos, ha empujado a Beijing a acelerar sus planes de alcanzar la soberanía tecnológica y convertirse en un líder mundial en innovación. En el comunicado del quinto plenario se señala que estos dos ámbitos deberán ocupar una “posición central” en la modernización del país en los próximos 15 años. No obstante, conscientes de que todavía necesitan la ayuda de occidente para lograr la independencia tecnológica, Wang Zhigang matizó que China “no cerrará la puerta al mundo, más bien al contrario; seguirá con su política de apertura”.

En esta línea, según informan varios medios como Financial Times o Bloomberg, China elevará para 2025 el gasto en I+D (investigación y desarrollo) al 3% del Producto Interior Bruto (PIB), incrementándose 0,8 puntos respecto al nivel actual. Xi Jinping también se ha comprometido a invertir 1.4 billones de dólares en los próximos seis años para fortalecer la industria de alta tecnología como redes móviles, 5G o inteligencia artificial. Asimismo, es preciso recordar que en 2015 Beijing presentó Made in China 2025, proyecto centrado en convertir el país en una potencia tecnológica de fabricación pionera y alta gama, así como fomentar el desarrollo en diez sectores estratégicos como las nuevas energías, la robótica, ingeniería marítima, equipamiento médico o tecnología aeroespacial.

Modernización del EPL

El PCCh busca convertir al Ejército Popular de Liberación (EPL) en una fuerza militar moderna para 2027, año en el que se conmemora su centenario. “Desarrollar, fortalecer de manera integral el entrenamiento y los preparativos militares, mejorar la capacidad estratégica para defender la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo y garantizar que el objetivo se logre en 2027”, reza el comunicado del quinto plenario. Se trata de la primera vez en el que los líderes chinos incluyen el centenario del EPL entre los ejes estructurales del entramado estratégico del sueño chino, alzando de esta forma a las Fuerzas Armadas al mismo nivel que el propio Partido y la República Popular.

Esta decisión se establece en un contexto de creciente tensión militar en el Indo-Pacífico con Estados Unidos y otras potencias regionales como Australia, la India o Japón, quienes tratan de socavar la influencia del gigante asiático en la región. La reunificación de Taiwán y el posible conflicto que esto conllevaría también han influido en la mentalidad del XIX Comité Central del partido. Por lo tanto, es previsible que Xi Jinping continúe con la mayor reestructuración y modernización que el EPL ha experimentado desde la época de Mao Zedong, campaña que inició ente 2016 y 2017 para “construir una fuerza de combate indestructible” que “salvaguarde los intereses de China a nivel de soberanía, seguridad y desarrollo”.

Guardias de honor del PLA en Beijing. Fuente: EPA-EFE

Protección medioambiental

El XVIII Congreso del PCCh, celebrado en noviembre de 2012, supuso un punto de inflexión en la transición ecológica de China. La nueva generación de dirigentes encabezada por Xi Jinping decidió incluir la “construcción de una civilización ecológica” entre las principales prioridades del partido, lo que suponía la búsqueda de una sociedad comprometida con el ecosistema. El 24 de mayo de 2013, asimismo, el líder chino reiteró la necesidad de “respetar la naturaleza, adaptarnos a ella y protegerla, persistir en la política nacional básica del ahorro de recursos y protección medioambiental”.

Este cambio de paradigma en la élite política del país tenía una sencilla explicación: hacer frente a la contaminación y los problemas relacionados con el cambio climático que ponen en peligro el crecimiento socioeconómico y la legitimidad del partido comunista. Según un estudio de la Universidad China de Hong Kong, la alta contaminación provoca en al año la muerte prematura de más de 1.1 millones de personas y la pérdida de hasta 38.000 millones de dólares.

China se ha posicionado como el país que más emisiones de gases de efecto invernadero emite a la atmosfera, aglutinando cerca del 27%, lo que equivale a más de 13.000.000 kilotoneladas de CO2. El gigante asiático es extremadamente dependiente del carbón, el combustible fósil más contaminante, y su extracción en las provincias de Mongolia Interior y Shanxi genera “pueblos del cáncer”. El 40% de los ríos están seriamente contaminados y los niveles de polución del aire son alarmantes. En esta coyuntura, la presión social exigiendo cambios estructurales se ha intensificado en los últimos años a través las redes sociales y actos de protesta. Según una encuesta de Pew Research Center publicada en 2015, la contaminación del aire es la segunda mayor preocupación de la sociedad china por detrás de la corrupción.

En este contexto, como informa Xinhua, Beijing continuará con el objetivo de “hacer nuevos avances en la construcción de una civilización ecológica y lograr resultados notables en la transformación verde de la producción y el estilo de vida”. Si bien se ofrecen pocas pistas sobre cómo se llevará a cabo la transición, es previsible que el gobierno chino fomente el gasto en energías renovables -sector en el que ocupó en 2019 la primera posición como mayor inversor con 83,4 mil millones de dólares- y la energía nuclear -según la Universidad de Tsinghua el gigante asiático cuadruplicará su capacidad nuclear en 2060 respecto a niveles actuales-, así como acelerar la descarbonización -el uso de este fósil ha decaído 11 puntos en los últimos 8 años, del 70,2 al 59%- la forestación y la promoción de los vehículos eléctricos -se espera que para 2025 el 20% de las ventas totales de automóviles sean eléctricos-.

Asimismo, cabe recordar que Xi Jinping se comprometió en la Asamblea General de la ONU a alcanzar el pico de emisiones contaminantes antes de 2030 y conseguir la neutralidad de emisiones para 2060. Los próximos 15 años, por lo tanto, serán claves para vislumbrar si China es capaz de alcanzar los objetivos a largo plazo propuestos en materia medioambiental.

Líderes chinos durante el quinto plenario del PCCh, con Xi Jinping en el “núcleo”. Fuente: Xinhua

Xi Jinping, líder del PCCh

Todo parece indicar, al menos hasta la fecha, que el único impedimento que imposibilite a Xi Jinping continuar siendo el máximo dirigente del PCCh es su edad o, en su defecto, su estado de salud. La introducción de los Objetivos 2035, amén de establecer un marco temporal más factible de planificar -a caballo entre los dos centenarios-, también entrevé que el mandatario chino permanecerá en el “núcleo” del sistema político chino al menos hasta 2035, cuando cumplirá 82 años. Una edad mucho más realista para liderar el camino hacia la modernización socialista que los 96 años que tendría en 2049.

Es necesario tener en cuenta que en 2018 la Asamblea Nacional Popular aprobó -2.958 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones- una reforma constitucional para eliminar el límite de dos mandatos presidenciales que obligaría a Xi abandonar el poder en 2023.

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