La Guerra Siria es probablemente el conflicto más importante de la segunda década del siglo XXI, lo que empezó como unas protestas en 2011 derivó en una mini guerra mundial donde intervinieron los principales actores regionales y globales. En este artículo se hablará de cómo la decisiva participación de Teherán ayudó a decantar la balanza a favor del bando gubernamental.
Irán se ha mostrado como el principal valedor del gobierno sirio en la guerra, acudiendo en su ayuda en el momento más frágil para Damasco. La Corrupción, mala formación y falta de moral inundaban las filas del ejército sirio, pero todo cambió cuando Irán y Hezbolá entraron en acción, gracias a su esfuerzo, el gobierno consiguió recuperar la iniciativa con sendas victorias en Qusayr y Ghouta
Una alianza que viene de lejos
La alianza entre la Siria de Assad y la República Islámica de Irán se remonta a la guerra Irán- Iraq de los años ochenta. Damasco fue el único apoyo de Teherán en la contienda, debido a la rivalidad que existía entre Hafez Al Assad y el también baazista Saddam Hussein.
Vía AFP
Históricamente Damasco y Bagdad siempre han rivalizado por la primacía del mundo musulmán, ya desde tiempos de los abasidas y los omeyas. La llegada del baazismo a principio de los 60 no hizo sino acrecentar el enfrentamiento, principalmente porque cada actor quería erigirse en líder de la unidad árabe. En las décadas 70 y 80 no fueron extraños los intentos de sabotaje mutuos y las muestras de apoyo a insurgentes locales. Por ejemplo Saddam Hussein apoyó el levantamiento que llevaron a cabo los Hermanos Musulmanes contra el gobierno de Hafez al Assad a finales de los 70.
A pesar de los que muchos creen, esta asociación tiene poco que ver con una supuesta identidad religiosa compartida, de hecho el alauismo fui considerado una herejía por Teherán hasta que en los ochenta, Irán declaró al alauismo como una rama del chiismo, un movimiento que hay que interpretar como un reforzamiento de la alianza entre ambos países.
Históricamente el alauismo ha sido una minoría perseguida en Siria, concentrada en una zona montañosa del noroeste del país. Un pueblo belicoso que supuso problemas tanto para otomanos, quienes quisieron convertirles al sunismo, como para los colonizadores franceses, aunque estos últimos decidieron utilizarles en su política de “divide y vencerás”. Todo cambió para los alauitas con la toma del poder de Hafez al Assad, se produce una política de respeto a la minoría, acompañada por un aumento de poder e importancia del alauismo dentro del aparato estatal sirio.
La alianza Siria-Irán tiene sus fundamentos en intereses geoestratégicos. Irán, Siria, y Hezbolá forman el “Eje de la Resistencia”, un pacto contrario a los intereses de Estados Unidos e Israel en la región. Siria sirve a Irán como plataforma logística desde la que apoyar a la milicia libanesa Hezbolá. Fue el puente aéreo Teherán-Damasco el que permitió a Irán reponer los arsenales de Hezbolá tras la guerra con Israel en julio de 2006.
Recordemos que Siria e Israel se han enfrentado en tres ocasiones ya, en 1948 en la guerra Árabe-Israelí, en 1968 en la Guerra de los Seis Días y en 1973 en la Guerra del Yom kippur. Tel Aviv y Damasco siguen en disputa por los Altos del Golán, territorio conquistado por Israel que reclama Siria. Por otra parte en la creación de Hezbolá en 1982 tuvo una gran influencia la Revolución Islámica iraní, Teherán envió medio militares y financieron que ayudó a consolidar a la organización y luchar más eficazmente contra la ocupación israelí del Líbano. No es sin embargo hasta el siglo XXI cuando se empieza a usar el término “Eje de la Resistencia”, el propio Bashar al Assad se refirió a la Guerra Siria como “un conflicto entre el Eje de la Resistencia y sus enemigos en la región y en el mundo”. Remarcando que “Irán no tolerará, de ninguna manera, la ruptura del Eje de la Resistencia, del cual Siria es parte intrínseca”.
Sira, un país clave para Irán
Teherán valora enormemente su alianza con Damasco ya que es su único socio árabe de largo plazo, lo cual le es útil para disipar la noción de una brecha histórica entre árabes y persas. La antipatía de Irán hacia Israel (que comparte con Siria) es uno de los principales pilares de la política exterior iraní, por principios y como parte de su estrategia para ganar aceptación en el mundo islámico.
Hace años que entre Irán y Arabia Saudí se está librando una “guerra fría” por la hegemonía de Oriente Medio. La Guerra Siria ha sido el principal teatro bélico de este enfrentamiento, aunque posteriormente se haya trasladado a la Guerra de Yemen después de que se produjera la intervención directa saudí en 2015.
Desde el comienzo de la guerra siria, Irán apostó todas sus cartas por Bashar al Assad, cuya supervivencia considera un asunto de seguridad nacional. Teherán no se puede permitir que el presidente sirio sea derrocado, ya que significaría perder a su principal aliado en la región en favor de sus enemigos. El primer objetivo de la intervención iraní fue evitar que Assad corriera la misma suerte que Ben Alí en Túnez o Gadafi en Libia, evitando que en Damasco se asentase un régimen favorable a Arabia Saudí o Turquía. En la actualidad con la guerra ganada por el bando gubernamental, ese peligro ha desaparecido. Con su activa implicación en la guerra siria, Irán pretende preservar su esfera de influencia en Oriente Próximo; un arco chií que une al país iraní con Líbano, pasando por Siria e Iraq. Para ello se ha basado en la creación de milicias chiíes afines en los distintos países de Oriente Medio.
La fundación de milicias extranjeras por parte de Irán tiene varias explicaciones; algunos expertos hablan del carácter mesiánico de la política exterior de Irán, los iraníes desearían exportar las ideas de su revolución y demostrar así que su modelo político es el mejor para las sociedades islámicas. Esta idea define en parte la política exterior iraní, pero no la explica en su totalidad. La política exterior iraní tiene un gran elemento pragmático, utiliza a la religión como excusa para sus intervenciones, pero en el fondo se trata de una manera de aumentar su peso en la región. O en el caso sirio por ser un asunto de seguridad nacional, de propia supervivencia, ya que Teherán es consciente de que sus enemigos desean la desaparición de su régimen.
Irán entra en escena en Siria
La intervención iraní en la guerra siria se ha basado en tres niveles, un frente importante dentro de su conflicto contra Estados Unidos, la guerra fría con Arabia Saudí y la lucha contra los salafistas, especialmente ISIS y los grupos asociados a Al Qaeda.
Para expandir: Mapa de la Guerra Siria
En un primer momento en 2011, no había gran entusiasmo en Irán en apoyar a Bashar al Assad. Después de todo, la República Islámica había celebrado la Primavera Árabe cuando esta amenazaba a regímenes conservadores aliados de Occidente. La opinión pública iraní era contraria a la intervención en Siria, e incluso el expresidente Ahmadineyad criticó al Gobierno sirio acusándolo de reprimir con dureza las manifestaciones. Sin embargo tales reparos fueron dejados de lado cuando Estados Unidos junto con estados suníes como Arabia Saudí, Qatar y Turquía comenzaron a apoyar a grupos armados sirios. Clérigos suníes empezaron a utilizar un discurso cada vez más sectario para atacar al gobierno sirio, por otra parte la irrupción de ISIS y grupos afiliados a Al Qaeda reforzaron dicha narrativa.
Desde 2011 el apoyo brindado por Irán se ha basado en el envío de miles de millones de dólares en dar apoyo al gobierno sirio tanto a nivel militar como logístico, además de entregas de petróleo y ayuda humanitaria. El apoyo económico brindado por Teherán ha sido capital para la supervivencia de Damasco, ya que en 2011, el gobierno sirio entró en bancarrota. El montante de la ayuda económica iraní no están claros, según las fuentes, la financiación rondaría los 12.000 millones de dólares.
Pero donde Irán creó las condiciones que cambiaron la guerra, fue en el terreno militar. El general Qasem Soleimani, máximo responsable de las Fuerzas Quds, cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria, se trasladó a Siria para dirigir las operaciones militares. Fue el encargado de enviar a miles de combatientes chiíes de distintos países (Iraq, Afganistán, Pakistán), incluida la milicia libanesa Hezbolá, para luchar del lado gubernamental. Sus fuerzas fueron imprescindibles para que Assad aguantase, llegando a participar en las principales ofensivas gubernamentales. Soleimani transformó los comités populares en un nuevo cuerpo del ejército, con una estructura más sólida, las NDF (Fuerzas de Defensa Nacional), preparados para proteger las ciudades o participar en las ofensivas. Estas fuerzas paramilitares cuentan entre 50.000 y 100.000 efectivos, en su mayoría alauís, pero también están integrados cristianos, drusos y suníes. La Guardia Revolucionaria iraní y Hezbolá se encargaron de su entrenamiento.
Para expandir: Qassem Soleimani, el general iraní.
Irán se encargó del envío de milicias chiíes de diversos países de Oriente Medio para apoyar al gobierno sirio en la guerra. Se calcula que los efectivos de estos grupos ascendían a 65.000 combatientes, entrenados, armados y financiados por la Guardia Revolucionaria. Las principales milicias que fueron enviadas a suelo sirio fueron; provenientes de Iraq, Organización Badr, Brigada Abu Fadl, Movimiento al-Nujba. De Afganistán tenemos a Fatemiyun, y por supuesto la libanesa Hezbolá, la más importante de los grupos armados enviados.
La intervención de la Guardia Revolucionaria y de Hezbolá en 2013 en la guerra supuso un punto de inflexión. La ofensiva de al-Qusayr (Homs), permitió la reconquista de buena parte de Homs impidiendo a los rebeldes conquistar la ciudad. Fue una victoria gubernamental importante después de un año de derrotas del ejército sirio.
A partir de 2013, Hezbolá ya combatía en todo el territorio sirio, en Alepo por ejemplo, junto con otras milicias chiíes, contribuyeron de manera importante en la ruptura del asedio de las zonas gubernamentales.
Hezbolá y las milicias chiíes también tuvieron un papel fundamental a principios de 2015 cuando lanzaron una ofensiva contra las posiciones de ISIS en el norte de Damasco. Esto tuvo como resultado la recuperación de grandes extensiones de territorio en la frontera sirio-libanesa, así como la puesta bajo asedio de importantes localidades de los alrededores de Damasco.
Las milicias chiíes demostraron ser una pieza clave en las victorias del ejército sirio. Su estrategia se basó en; velocidad, concentración rápida de tropas en puntos concretos, contemporización y ataques en múltiples frentes. Nadie duda ya que Damasco haya salido vencedor, Bashar al Assad le debe en parte su supervivencia a Teherán, cuya posición se ha visto reforzada en la región.
El coste para Irán de la guerra siria ha sido muy grande, no sólo en pérdida dinero, sino en coste humano. El millar de bajas sufridas por la Guardia Revolucionaria iraní, incluyendo oficiales de alta graduación, muestra el alto nivel de implicación en la guerra siria. Hezbolá ha sufrido también gran cantidad de bajas, unas 1.500 aproximadamente, pero también ha adquirido gran experiencia de combate, además de haber visto crecer su popularidad y armamento crecer.
Como no podía ser de otra forma Teherán también pretende beneficiarse del desenlace de la guerra. Irán ha mostrado su deseo de explotar las ricas minas de fosfatos situadas en las proximidades de Palmira durante un período de 99 años, así como retomar la construcción del oleoducto que atravesaría Iraq hasta la costa de Siria. La República Islámica también anunció el establecimiento de bases navales en Siria y Yemen, lo que reforzaría considerablemente su influencia en la zona, por otra parte Teherán está muy interesado en conseguir grandes contratos para la reconstrucción de Siria.
El arco chií y la tensión en Oriente Próximo
Irán avanza hacia su objetivo estratégico de afianzar un corredor terrestre desde Teherán hasta el Mediterráneo, atravesando las regiones chiíes de Iraq, lo que otorgaría a la República Islámica un acceso directo a sus aliados en Siria y Líbano. Esta ruta supondría el mayor “premio” hasta la fecha para Irán desde su intervención en la guerra siria. El corredor facilitaría el desplazamiento de combatientes pro iraníes entre Iraq, Siria y Líbano, así como el flujo de armamento para la milicia libanesa Hezbolá.
Se puede decir que la estrategia iraní ha dado sus frutos, su éxito más importante se produjo en los 80 con la creación de Hezbolá, pero ha ido más allá, con la creación de milicias afines en Iraq, Afganistán, Pakistán, Yemen (huthies), hasta las milicias suníes en Palestina como Hamás. Aún así, Teherán no ejerce un control efectivo sobre estos grupos, lo que se traduce en que cada actor lleve a cabo su propia agenda.
Ante este reforzamiento de la posición iraní, desde 2018 Israel ha comenzado una campaña de bombardeos aéreos preventivos contra objetivos de Hezbolá, la Guardia Revolucionaria iraní y milicias chiíes en la región. Los ataques israelíes han llevado a un aumento de la tensión entre los diferentes actores, llegando incluso a un conato de enfrentamiento entre Hezbolá y Tel Aviv en septiembre de 2019.
Vía AP
Las tensiones continuaron aumentando en los meses siguientes con los intercambios de fuego entre las PMU (milicias iraquíes pro iraníes) y Estados Unidos, desembocando en el asedio de la embajada estadounidense en Bagdad. Como mensaje a Irán, Washington decidió asesinar al general Qasem Soleimani desencadenándose una fuerte crisis en Oriente Medio.
En cuanto a la guerra siria en sí, Irán ha ido perdiendo protagonismo en detrimento de Rusia. Recordemos que Moscú intervino directamente en la guerra en septiembre de 2015, inclinando la balanza definitivamente del lado gubernamental. La aviación rusa desbordó a los rebeldes, pero lo que dio el empuje final fue su habilidad para negociar treguas en infinidad de frentes para concentrarse en otros. Además de ser capaz de desactivar políticamente todas las iniciativas diplomáticas desde el exterior para intervenir en Siria. Por mérito propio Rusia se ha convertido en el principal interlocutor y mediador con las potencias regionales.
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