El año 2022 ha sido muy intenso electoralmente. Es poco probable que el calendario de 2023 supere a comicios tan reñidos como las presidenciales brasileñas, las francesas o las surcoreanas. Tampoco parece que tengamos a los dos habituales: Israel y Bulgaria, que durante los últimos años no han parado de repetir sus elecciones. Aun así, durante el presente año tenemos citas electorales de gran importancia en todos los continentes. Aunque no tenemos en la lista a grandes potencias cuyo resultado vaya a afectar a escala global, sí tenemos importantes comicios que habrá que escrutar de cerca, pues podrían suponer cambios de gobierno que tengan repercusiones sobre la política regional. Especialmente relevantes serán los resultados de Polonia, Argentina, Turquía o Nigeria. En esta serie haremos un repaso a las elecciones más importantes de 2023, empezando por Polonia.
El voto rural
En Europa la elección estrella de este año es Polonia, donde el actual Gobierno del partido derechista Ley y Justicia (PiS) se tambalea por mantener unida su coalición, la Derecha Unida (ZP), que gobierna desde 2015. Los comicios legislativos serán una prueba a esa unidad y a la gestión del gabinete en el contexto de la guerra de Ucrania y las tensas relaciones con Bruselas. Durante 2022 el gobierno polaco ha estado sujeto a una gran presión por el enorme flujo de refugiados que ha llegado de Ucrania, especialmente a las regiones orientales, de carácter agrario y que son uno de los principales graneros de apoyo al gobernante PiS. Con 1.4 millones de refugiados en suelo polaco –es el país que más acoge– supone un incremento del 3.7% de la población. Si bien Varsovia se muestra unida en su apoyo a Kiev, no dejan de sucederse las tensiones inadvertidas. Muestra de ello podría ser la condena del Gobierno polaco a la celebración en Ucrania –como fiesta nacional– del natalicio del líder ultranacionalista Stepan Bandera, responsable del genocidio de polacos y judíos.
Tampoco han sido pocas las quejas de los agricultores de la provincia fronteriza de Podkarpackie, en el sureste de Polonia, debido a que el grano ucraniano (trigo, maíz, cebada) inunda el mercado polaco ejerciendo una presión a la baja sobre los precios, afectando seriamente los ingresos de los pequeños agricultores en la región más pobre del país. En diciembre de 2022 hubo una protesta en la ciudad de Lublin, donde el líder del movimiento de protesta de agricultores Agrounia afirmó que el precio del maíz ha caído más de un 40% en Polonia en quince días. No es extraño por lo tanto que el gobierno polaco haya empezado a notar una considerable bajada del apoyo en las encuestas en estas regiones. En las presidenciales de 2020 el candidato del PiS, Andrzej Duda, recibió el 91.4% de los votos en la provincia.
El grano ucraniano tiene en realidad como destino los mercados de Oriente Próximo y África según el acuerdo de libre comercio firmado con la Unión Europea para crear corredores seguros por Polonia. Sin embargo, esté se cuela en el mercado nacional pues hay pocos mecanismos de supervisión. Como decía el exministro de Agricultura Jan Krzysztof Ardanowski, del PiS, a DW: “Nadie sabe realmente cuánto grano está llegando a través de la frontera, pues no hay ninguna garantía de que el grano no se quede en Polonia”.
El acuerdo sobre la exportación de grano del Mar Negro facilitado por Turquía sin duda ha aliviado la presión, pero el Gobierno no ha dejado de advertir que esta situación sigue siendo problemática. El primer ministro, Mateusz Morawiecki, declaraba que se bloquearía la venta de grano ucraniano en Polonia. Mientras, el Comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski (PiS), también ponía el acento sobre esta cuestión en diciembre de 2022, declarando ante diputados de la Sejm que era necesario revisar el acuerdo de libre comercio con Ucrania e introducir restricciones a la importación de algunos productos alimentarios: “Conozco las preocupaciones de los agricultores y veo el problema”. El PiS sabe que necesita defender el voto rural para conservar el poder en las elecciones de 2023, el Partido Campesino Polaco, parte de la oposición, podría ser el principal beneficiado, cuyo líder declaraba que alrededor de un tercio del grano ucraniano se filtra a Polonia.
Las divisiones en el Gobierno
A esto debemos sumarle la muerte de dos agricultores polacos en la frontera por un antiaéreo ucraniano desviado durante una de las múltiples salvas de misiles que ha lanzado Rusia contra Ucrania. Aunque este incidente quedo en “nada”, es importante señalar cómo pudo mostrar las divisiones internas ya abiertas en el Gobierno derechista fruto de la guerra de Ucrania. Jaroslaw Kaczynski, líder del PiS, opta por una posición más intransigente, algo que se ve reflejado en su decisión de incluir la cuestión de Smolensk (accidente aéreo dentro de Rusia en el que murió el presidente de Polonia Lech Kaczynski, su hermano) en la votación sobre declarar a Rusia como Estado terrorista, razón por la que la oposición boicoteó la sesión no presentándose a votar la resolución.
En cambio, Andrzej Duda (presidente) y Mateusz Morawiecki (primer ministro) mantienen una posición más pragmática, como líderes del ala moderada, para no poner en peligro las garantías de seguridad de la OTAN. Por esto en el mencionado incidente Duda intento rebajar las tensiones, mientras Kaczynski quiso culpar a Moscú, y no sería extraño que ayudará a filtrar la información a la prensa. En esta batalla interna parece que el cofundador del PiS cuenta con ventaja, y aunque la jubilación de Kaczynski está cerca desde julio de 2022, cuando renunció al cargo de viceprimer ministro, ha indicado que se está concentrando en la sucesión para perpetuar su línea dura.
Esta rivalidad pudo verse en el mes de diciembre de 2022, cuando el ministro de Justicia polaco superó por un estrecho margen una moción de no confianza en la Sejm, pero dejando de nuevo al descubierto las divisiones internas. Zbigniew Ziobro –ministro de Justicia y líder del partido Solidaridad Polonia (SP), socio menor de la coalición– parece que podría ser el heredero de Kaczynski, pues es uno de los promotores de las reformas del poder judicial que han irritado a la Unión Europea provocando la congelación de los fondos de recuperación COVID. Por su parte, el primer ministro Mateusz Morawiecki se ha mostrado recientemente muy crítico con las reformas: “No podemos tener más caos y problemas de los que tenemos actualmente en el poder judicial. El poder judicial ha sido llevado a un estado de semi-colapso, creo que vegetará hasta que haya alguna mejora y tal vez un acuerdo más amplio para las reformas. Hoy está peor que antes”.
Una parte de la coalición gobernante está claro que ve una ventana de oportunidad que ha abierto el conflicto en Ucrania para normalizar la relación con Bruselas y retroceder en algunos aspectos de la reforma judicial para conseguir los fondos para la recuperación nacional. Por el contrario, el ala de Kaczynski considera que este momento ofrece la ocasión de redoblar la apuesta sobre los aspectos más conservadores del Gobierno –como la casi completa prohibición del aborto, el control sobre la prensa o las leyes restrictivas contra el colectivo LGTB– y en su beligerancia hacia Rusia como principal rival. Ziobro y sus aliados han declarado explícitamente que se oponen a nuevas concesiones a Bruselas.
El gobierno ha tratado de maniobrar para conseguir que el primer tramo de los fondos de recuperación comiencen a llegar en la primavera de 2023 (€35 mil millones), lo cual sería un gran éxito para el ejecutivo, pues aliviaría el gasto público, mejoraría notablemente la situación económica del país y proporcionaría al PiS una enorme oportunidad para recuperar la iniciativa política de cara a las elecciones. Si por el contrario Polonia no consiguen los fondos, el gobierno conservador vería seriamente comprometida su credibilidad ante los mercados financieros, estrecharía su margen de gasto público e inversiones y el aumento de los tipos de interés de la deuda pública encarecería aún más el endeudamiento del Estado. Al mismo tiempo, también se pondría en duda la capacidad del partido gobernante para obtener los fondos de cohesión que debe recibir de la Unión Europea para 2021-2027 (€76.500 millones), aún más cruciales.
Por estas razones, desde septiembre de 2022, Morawiecki ha tratado de pactar una reforma con los partidos de la oposición, dejando al margen a Ziobro y su partido. Como la oposición tiene la mayoría en el Senado, estos introdujeron enmiendas al proyecto de ley del Gobierno, pero aquí de nuevo Morawiecki contaba con el apoyo de Ziobro para rechazarlas durante su lectura en la Sejm, para ser finalmente aprobado el proyecto final sin enmiendas gracias, una vez más, al apoyo de la oposición. Pero esta compleja maniobra se vio bloqueada ante el veto del presidente Andrzej Duda, que vio amenazados sus poderes, pues la reforma judicial al cuestionar potencialmente la legalidad de los nombramientos del presidente, ponían en entredicho su prerrogativa constitucional de nombrar jueces.
Para ampliar: El nuevo liderazgo de Polonia en Europa
La Unión Europea ha percibido estas tensiones dentro de la coalición optando por hacerse a un lado, también por el papel que juego Polonia en el conflicto de Ucrania y la tendencia del bloque comunitario a gravitar hacia el este de Europa en su liderazgo. Bruselas ha paralizado sus procedimientos por el Estado de derecho sobre Varsovia a la espera del resultado de las elecciones de 2023 (también para conseguir el apoyo del Gobierno polaco en presionar a Hungría, aprovechando la brecha que se ha abierto entre ambos gobiernos por la política de Orbán hacia Rusia). Esto no quiere decir que Bruselas no tenga su candidato preferido en la oposición, pero está claro que no quieren galvanizar al gobierno dando argumentos al ala dura y cohesionando a una coalición que da muestras de división. A 30 de diciembre de 2022, el partido Ley y Justicia lideraba las encuestas nacionales con un 37%, mientras el opositor la Plataforma Cívica (PO), de centroderecha liberal, liderada por Donald Tusk, mantiene un 29% de apoyo.
Estos apoyos son muy ajustados para mantener la mayoría ganada en 2019, cuando la coalición Derecha Unida obtuvo el 43% de los votos, aunque quizá podrían gobernar con el apoyo de la plataforma ultraderechista Confederación (7% en las encuestas). Por esta razón hemos tenido anuncios en tono populista como la reclamación del Gobierno polaco de reparaciones de guerra de hasta 1,3 billones de dólares por las pérdidas causadas por la ocupación de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 2022. O el anuncio del primer ministro Morawiecki en enero de 2023 de que está a favor de recuperar la pena de muerte, retirada del código penal en 1997.
Por su parte, Donald Tusk –que fue primer ministro de 2007 a 2014 y, más tarde, presidente del Consejo Europeo– está intentando enmarcar la votación como un referéndum sobre el futuro de Polonia en la Unión Europea. En este sentido, Tusk está tanteando formar un frente unido contra el PiS que podría incluir a Polonia 2050 (10% en las encuestas), de centro, a la alianza Lewica (la Izquierda, 9%) y al Partido Campesino de Polonia (6%). No obstante, el fracaso en Hungría de un experimento similar para derrotar a Viktor Orban pone en duda la efectividad de tales coaliciones. Por otro lado, si los partidos de la oposición consiguieran el gobierno, necesitarán una mayoría de tres quintos de los diputados para anular un veto presidencial.
Suscríbete y accede a los nuevos Artículos Exclusivos desde 3,99€
Si escoges nuestro plan DLG Premium anual tendrás también acceso a todos los seminarios de Descifrando la Guerra, incluyendo directos y grabaciones.
Apúntate a nuestra newsletter
Te enviaremos cada semana una selección de los artículos más destacados, para que no te pierdas nada.