Polonia es el país más importante para la OTAN y la Unión Europea en Europa del Este. Desde la invasión rusa de Ucrania, Polonia ha ganado preponderancia en el terreno internacional. Las críticas sobre su Estado de Derecho o los derechos LGTBI han sido sustituidas por el apoyo a Ucrania y la presión a Rusia. En Varsovia se sienten reforzados y con más confianza en la UE y la OTAN tras años de posición hostil a Moscú, ahora los polacos son una de las voces más escuchadas en Europa convirtiéndose en uno de los líderes de la política contra Rusia.
Polonia y su política hacia el Este
La gran problemática geopolítica de Polonia se puede resumir en que es una potencia media que históricamente se ha visto amenazada por dos grandes potencias en sus dos flancos. Sin embargo, en la actualidad, Alemania es un socio y aliado, además de que está en gran medida desmilitarizada. Por tanto, Varsovia percibe a Rusia como la mayor amenaza para su seguridad, sensación que se agrava teniendo en cuenta que no tienen la capacidad para enfrentarse por sí solos a Moscú, necesitando la colaboración de terceros países.
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En ese sentido, los sucesivos gobiernos polacos establecen como un asunto existencial la defensa del Este Europeo pese a que este objetivo no ha sido siempre la preocupación de algunos de sus aliados europeos. En su visión, las principales catástrofes que ha sufrido Polonia son derivadas de la política hostil de sus vecinos –la invasión durante la Segunda Guerra Mundial o la hegemonía del poder soviético son ejemplos significativos–. Los ejes de la política exterior polaca se basan en una postura claramente hostil hacia Rusia, mientras que, por otro lado, se busca aumentar los vínculos con Estados Unidos para que ejerza como aliado y protector.
En este contexto, Ucrania ha tomado un rol importante en la política exterior polaca desde 1991. En Varsovia hay un consenso político general en la idea de defender a su vecino y fomentar su adhesión a la Unión Europea. Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, uno de los principales objetivos de Varsovia ha sido mantener buenas relaciones con Ucrania y Bielorrusia, países que actúan como zona de amortiguamiento frente a Rusia.
Desde la independencia ucraniana, Polonia ha pensado que una de las mejores maneras de estabilizar su flanco este es procurar la integración para sí misma y sus vecinos en las estructuras euro-atlánticas. Tras unirse finalmente a la Unión Europea, Varsovia ha aspirado a luchar por defender la admisión de Kiev como Estado miembro. Es en 2004, cuando empieza a tener una política más asertiva en el Este, tras años de recuperación económica y política. En la llamada “Revolución Naranja” el liderazgo polaco tendría un papel importante como mediador entre los manifestantes y el gobierno ucraniano. Aunque Varsovia fracasaría en su intento de conseguir que Ucrania se convirtiera en país candidato de la UE.
Sería en 2008 cuando en Polonia se promovería un foro europeo con el objetivo de facilitar las candidaturas a la UE de Ucrania, Georgia y Moldavia. Una cuestión considerada como vital para el interés nacional, pero que, desde el prisma polaco, no se estaba tomando en serio en Bruselas. En ese momento, las capitales europeas no estaban tan convencidos de poner el pie en el “patio trasero” ruso ante el temor de una respuesta contundente del Kremlin.
Sin embargo, con las protestas del Euromaidán, esa postura se atenuó mostrando un apoyo más claro al giro geopolítico de Kiev. Polonia, por su parte, se convertiría en uno de los principales destinos de los refugiados ucranianos y seguiría su política de apoyo a Kiev y de hostilidad hacia Moscú. Aun así, después de 2015 y tras la llegada al poder del partido de derechas Ley y Justicia, la posición de Polonia y su política de defensa de Ucrania, se vio deteriorada debido a sus enfrentamientos con Bruselas y estados miembros como Alemania y Francia a cuenta del Estado de Derecho y los derechos LGTBI.
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En la OTAN, por otro lado, Polonia siempre ha buscado reenfocar los esfuerzos de la alianza atlántica en Europa del Este. En ese sentido, Varsovia enviaría aproximadamente 40.000 soldados a luchar en Iraq y Afganistán con la esperanza de ser visto como un socio fiable y ganarse de esta forma el favor de Washington. Sin embargo, no participaría en la intervención de la OTAN en Libia, un escenario con intereses más europeos. Esto demostraría que Varsovia ve a la organización como una alianza principalmente con Estados Unidos. De hecho, Polonia ha buscado durante los últimos años trabajar más su relación con Washington más allá del marco de la OTAN, especialmente durante la administración Trump, para incrementar la disuasión militar.
Polonia gana peso en Europa
Como se ha comentado anteriormente, los polacos y los bálticos se sienten reforzados por su histórica posición hostil a Rusia tras la invasión de Ucrania. Varsovia, además, ha mostrado una superioridad moral respecto a sus socios occidentales, en particular frente a Berlín o París, a quienes ha criticado por querer negociar con Moscú. Esta actitud también tiene su explicación por los años de críticas en Europa hacia las políticas sociales de Polonia que han sido acusadas de no cumplir con los estándares europeos. Sin embargo, en la actualidad, dichas críticas se han diluido con el inicio de la invasión.
Polonia es uno de los principales apoyos de Kiev, tanto en la acogida de refugiados ucranianos –casi dos millones– como en el envío de ayuda económica y militar –incluyendo tanques–. Además, ha defendido diplomáticamente al gobierno ucraniano, mientras que otros Estados miembros se han mostrado más tenues a respaldar incondicionalmente al liderazgo ucraniano. Por otro lado, la Comisión Europea ha entendido la necesidad de dejar atrás la presión a Varsovia adoptando como prioridad ayudar a Ucrania y presionar a Rusia en la guerra.
Polonia domina la narrativa europea frente al conflicto en territorio ucraniano, convirtiéndose en el principal defensor de Kiev. Por ejemplo, en marzo, tras una visita a Ucrania, el liderazgo polaco pediría mandar al país una fuerza de paz de la OTAN, algo que fue rechazado categóricamente por Washington y varias capitales europeas occidentales. El primer ministro polaco Morawiecki aprovecharía para publicar en su cuenta de Twitter: “Queridos ciudadanos de España, de Francia, de Austria o de Italia: ¿es su confort más importante que las lágrimas y la sangre de los niños ucranianos?”.
Varsovia cuenta con diversos aliados en la UE. Evidentemente los países bálticos que comparten la misma sensación de inseguridad ante Rusia, pero también la República Checa y Eslovenia. Pero, recientemente el gobierno polaco parece que puede sumar para su causa a la Italia de Giorgia Melonia. Roma puede convertirse en un gran aliado pues es uno de los fundadores de la UE y una de las principales economías de la zona euro. Varsovia y Roma –Meloni concretamente– no solo comparten la visión frente a la Guerra de Ucrania sino también en su idea de la “Europa de las naciones”, así como la defensa de unos valores conservadores. Por otro lado, las relaciones con Budapest se han visto deterioradas debido a la posición menos hostil de Hungría frente a Rusia. El grupo de Visegrado se resiente sin la buena sintonía entre sus líderes.
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También se podría destacar los enfrentamientos con Alemania. La principal crítica a Berlín sería su “falta de apoyo” a Kiev, sobre todo en el envío de armas. Además, el gobierno polaco aprovecharía el deterioro de la imagen alemana en Europa para pedir reparaciones por la invasión y ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. El liderazgo polaco además ha acusado a Berlín de “querer incrementar su influencia” en la UE quitando la unanimidad en el Consejo. El Primer Ministro polaco, subiendo el tono, aseguró que deben “derrotar la amenaza del imperialismo dentro de la UE”. Hay que tener en cuenta que Varsovia está en contra de una mayor integración europea, se ha mostrado reticente a la autonomía estratégica por temor a que eso significase un mayor desacople con Washington. Como ya se ha comentado, Polonia es defensor de la “Europa de las naciones”, es decir, de seguir manteniendo, o aumentando, la soberanía nacional de cada Estado miembro.
La pregunta pertinente es si desde Bruselas están calibrando el hecho de la mayor influencia que está ganando Polonia y de sus consecuencias respecto al proyecto europeo. Varsovia tiene una visión de la UE alejada de la que supuestamente defienden las instituciones europeas. Pensar solo en el corto plazo –en este caso la guerra en Ucrania–, podría abocar a un deterioro interno, no solo de su proceso de integración, sino de sus mismos valores.
Polonia como potencia militar ¿y nuclear?
Polonia ha tenido desde 2014 como objetivo primordial desarrollar sus Fuerzas Armadas para ejercer disuasión frente a Rusia. Con este cometido, ha dedicado grandes sumas de dinero a la compra de material militar, desde drones turcos hasta tanques estadounidenses, con la mirada siempre puesta en la amenaza desde el Este. Las autoridades polacas no han escondido el hecho de que buscan que el país sea la principal potencia militar de Europa.
En octubre de 2021, de hecho, Polonia anunció un aumento significativo de la inversión en defensa con la finalidad de expandirlas y modernizarlas. El ejército polaco pasaría de 150.000 soldados a 300.000 para el año 2035, convirtiéndose así en el ejército más grande de la UE. El líder del partido de gobierno Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, afirmaría que la ampliación del ejército era consecuencia de las “ambiciones imperialistas de Rusia y el desafío migratorio” con Bielorrusia.
Tras la invasión rusa de Ucrania, Varsovia subió la apuesta, ya que declaró que aumentaría el PIB en Defensa del 2.5% –como estaba previsto en 2021– al 5%, un gasto muy por encima de lo exigido por la OTAN. Además, en primavera de 2022, Polonia firmó un acuerdo por valor de 4.900 millones de euros para comprar 250 tanques estadounidenses Abrams, para así remplazar los 240 tanques de origen soviético enviados a Ucrania. Varsovia es un gran comprador del material militar estadounidense ya que cuenta entre sus arsenales con los cazas F-16 y en 2020 firmaría un acuerdo de compra de 32 cazas F-35 por valor de 4.600 millones de euros.
Recientemente, Corea del Sur también se ha convertido en un socio militar muy importante. El equipamiento que vende Seúl no solo es más barato que sus contrapartes estadounidenses y europeas, sino que los tiempos de entrega se ajustan a los comprometidos en los contratos. Polonia ha firmado un importante contrato de defensa por valor de entre 10.000 y 12.000 millones de dólares por el cual adquiere 48 aviones de combate FA-50, 180 tanques K2 “Black Panther” –pensados para que lleguen a finales de 2022– y un indeterminado número de obuses autopropulsados K9. Las autoridades polacas han defendido que con este contrato incrementa “significativamente la seguridad nacional y la fuerza del ejército”. El Ministerio de Defensa ha afirmado que el acuerdo de defensa con Corea del Sur supone la adquisición para Polonia de 1.000 tanques K2, 600 obuses autopropulsados K9 y tres escuadrones de aviones de combate FA-50.
Esta serie de compras por parte de Polonia no es bien recibida en capitales europeas como París, cuyo objetivo es alcanzar una Europa de la defensa con armas europeas, con especial importancia de fabricación francesa. Varsovia es bien consciente de esto y de hecho ha afirmado que la presión de Europa sobre la cuestión del Estado de Derecho ha causado que busquen socios en otros lugares.
Otra cuestión destacable en Polonia es el anuncio de la construcción de dos plantas nucleares, las primeras que albergaría el país. El primer ministro anunció en octubre que una empresa estadounidense se encargaría de la construcción de la primera planta nuclear con el objetivo de reducir la dependencia con el carbón, un recurso escaso y caro en estos momentos. Varsovia ha elegido a la empresa estadounidense para subrayar la importancia de sus relaciones con Washington en un momento de confrontación clara con Moscú. La empresa surcoreana Korea Hydro & Nuclear Power (KHNP) se encargará de construir la segunda instalación nuclear. Por otra parte, el gobierno polaco también anunció estar en conversaciones con Estados Unidos para albergar armas nucleares. El presidente Duda aseguró que había una “oportunidad potencial” para el “intercambio nuclear”, aunque desde Washington no ha habido señales a este respecto.
Como conclusión, es posible que, dado el contexto de tensiones con Moscú, la importancia de Polonia crezca en la UE, pero sobre todo en la OTAN. Un triunfo ruso en Ucrania podría hacer que el nivel de tensión con Polonia y los Bálticos aumentase ante la percepción de amenaza. Varsovia buscará profundizar sus vínculos militares con Estados Unidos y la Alianza Atlántica para que no haya ningún cuestionamiento sobre el artículo 5 de mutua defensa. El objetivo claro es la disuasión y el compromiso de que será protegido ante cualquier amenaza o ataque proveniente del este.
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