Por Alejandro López.
El frágil equilibrio del federalismo étnico en Etiopía se salió de los enfrentamientos comunitarios puntuales con la guerra de Tigray. Desde ese momento, diversos nacionalismos, luchas por el poder e insurgencias se disputan la hegemonía federal, regional y local. Entre ellos se encuentra el tradicional choque por la frontera de los Estados de Afar y Somali, que hasta ahora había quedado opacado por una suerte de arreglos para la demarcación.
El factor Issa en Afar
A los combates intensos en el frente afarí de la guerra de Tigray contra las fuerzas federales y las estatales de Afar en la Zona 4 y, según algunos reportes, en la Zona 1, habría que sumar la llegada de efectivos de todas partes de Etiopía, como los oromo. La tensión con los somalíes ya estaba presente pero hasta ahora había sido posible negociar el conflicto fronterizo por la vía política. Unos meses después del inicio de la guerra de Tigray, en abril de 2021 se dio un incidente de cierta importancia en la frontera Afar-Somali que dejó en torno a un centenar de muertos, aunque las escaramuzas se extienden desde octubre de 2020, pero los representantes políticos se comprometieron a resolverlo mediante las negociaciones. Hay que señalar que, aunque la idiosincrasia del conflicto es genuina y no se relaciona con Tigray de manera directa, sí que es necesario contextualizarlo porque los enfrentamientos interétnicos en todo el país se han agudizado desde el inicio de la guerra en noviembre de 2020.
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Concretamente este histórico conflicto se enmarca en el acuerdo mediado por el gobierno federal en 2014 para la anexión de importantes territorios de población somalí issa a la Zona 3 de Afar, incluyendo las localidades de Gedamayitu, Undufo y Adaytu. La tensión entre los dos Estados, como se ha mencionado, ha ido en aumento con los años. El debilitamiento del nacionalismo somalí y del tribalismo ogadén dentro de éste ha fortalecido causas identitarias ajenas al pan-somalismo. En 2019 la región Somali rompe el acuerdo fronterizo con Afar, en 2020 vuelven las escaramuzas y se conminan a negociar un nuevo marco, pero en 2021 las escaramuzas escalan y se convierten en enfrentamientos abiertos en la ciudad de Gedamayitu. Junto a estos sucesos se producen protestas por toda la frontera ante lo que la portavocía de Somali calificó de “masacre de cientos de civiles” issa en Gedamayitu. El caso concreto respondería a la presencia de milicias afar atacando a la población local issa.
Los manifestantes somalíes, que protestaban por toda la frontera a causa de los enfrentamientos, acusaban al ejército federal de Etiopía de dar apoyo a las milicias afar, ya que la seguridad de la zona especial somalí –Zona 3- estaba a cargo de manera mixta de Afar y el gobierno federal. Esta acusación es de extremada importancia puesto que las alianzas y equilibrios que sostienen a Abiy Ahmed son muy frágiles, con oposición interna e insurgencia en Benishangul-Gumuz, gobierno paralelo e insurgencia en Oromia, insurgencia en Gambella, nacionalismo desbocado y conflicto Agaw en Amhara, así como la acusación de Somali. En el marco de las protestas somalíes los manifestantes cortaron infraestructuras como la importante comunicación ferroviaria Addis Abeba-Djibuti y varias carreteras.
Para saber más: Manifestantes bloquean el corredor Etiopía-Djibuti tras enfrentamientos interétnicos.
Lo que no se estaba alcanzando a bloquear con la extensión de la guerra de Tigray a la Zona 1, lo cortarían los somalíes de manera simultánea al conflicto. Y los somalíes ya habían anunciado con la ruptura del acuerdo que se harían cargo de la seguridad de la zona para proteger a la población issa de Afar, aunque sin cruzar los bordes administrativos.
El rompecabezas somalí
Las tensiones entre los Estados de Afar y Somali no son nuevas en absoluto. El de Somali es, junto con el de Oromia, uno de los conflictos históricos más importantes de Etiopía. Desde 2018, Abiy Ahmed ha cambiado mucho la geopolítica etíope con el acuerdo de paz con Eritrea, el apoyo conjunto de los enfrentados Oromia-Amhara y el estrechamiento de relaciones con su antigua enemiga Somalia. El caso de Ogadén había enturbiado históricamente las relaciones entre Etiopía y Somalia, como parte del reclamo pan-somalista para reunir en un Estado federal somalí a todas las poblaciones somalíes. El sueño de la Gran Somalia se acabaría con el revés que sufriría Somalia desde la Guerra Fría con Etiopía –la URSS apoyando a los etíopes y EEUU a los somalíes de Siad Barre- hasta la guerra civil y el Estado fallido con el dominio de Al-Shabaab y la independencia de facto de Somalilandia. El Frente de Liberación de Ogadén protagonizó la reclamación irredentista como milicia dentro de Etiopía, ya que el clan Ogadén era el mayoritario en la región hoy conocida como Somalí. ¿Pero quién es exactamente la población Issa?
Para saber más: Somalilandia: el sueño de la Gran Somalia cada vez más lejos.
La somalí es una nación distribuida entre los países de Etiopía, Djibuti, Somalia y Kenia. Pero Somalia, a diferencia de muchos de los países de la región, presenta una homogeneidad étnica que no por ello ha garantizado ningún tipo de estabilidad mayor. Esto deja claro que en muchos casos las luchas étnicas son soterramientos de enfrentamientos por el poder. El caso somalí no es distinto pero se desplaza hacia la importancia de los clanes y los subclanes dentro de la homogeneidad bajo la etnia somalí. Los Darod y los Hawiye son dos de los clanes con mayor presencia entre las élites políticas de Somalia, a menudo con mayor importancia de sus reuniones que las de otros procesos políticos. Los otros clanes somalíes son los Dir, los Isaaq y los Rahanweyn. Los Ogadén, un subclan Darod, incluso propugnaron convertir el Estado somalí de Etiopía en el Estado de Ogadenia, ya que en el lado etíope de la frontera era éste el clan mayoritario. La segunda mayor concentración por clanes en Somali, Etiopía, es la de los Issa, un subclan Dir.
En la región Somali, por lo tanto, se distribuyen los clanes Ogadén (Darod) en la parte central, Issa (Dir) al norte fronterizo con Afar y Djibuti, Habr Yunis y Habr Awal (Isaaq) al norte fronterizo con Somalilandia, Degodia (Hawiye) al sur fronterizo con Kenia y Jubalandia, y Rahanweyn en la difusa línea fronteriza con Suroeste y HirShabelle. Es importante entender la distribución para comprender las implicaciones que tendrá Somali con la etnia afar en Djibuti o el Estado de Afar, en Etiopía.
Djibuti, campo de batalla colateral
En los 3 primeros días de enfrentamientos en Afar entre las milicias afar y las protestas issa, que acusaban también al gobierno federal etíope, se superó el saldo de 300 víctimas mortales. Fuentes somalíes hablaban de más de 500 civiles muertos, especialmente mujeres y niños. La cantidad de muertos extendió las protestas por zonas donde convivía población afar e issa. Dado que el clan Issa es mayoritario en Djibuti, allí se reprodujeron las protestas y los enfrentamientos contra los afar, que apenas representaban un 30% de la población. Sobre el 1 de agosto estallaron choques entre jóvenes de las distintas etnias, entrando los somalíes en barrios afar para iniciar lanzamientos de piedras contra sus viviendas. Pero la población de Djibuti es mayoritariamente somalí, en una proporción mayor del clan Issa, con lo que las fuerzas de seguridad y las élites de gobierno también lo son. Otros grupos menores de somalíes en Djibuti tras los Issa (Dir) son los Habr Awal (Isaaq) y los Gadabursi (Dir). De hecho, el propio Presidente de Djibuti, Ismail Omar Guelleh, también es del clan Issa y acababa de ser reelegido hasta 2026 con un 98’4% de los votos para su quinto mandato consecutivo –gobierna desde 1999- ante el boicot de todos los opositores salvo un independiente casi desconocido.
El gobierno yibutí reconoció los enfrentamientos, con los daños ocasionados, donde se incluirían la destrucción de propiedades e incendios, y llamó a la calma. Pero los implicados en los ataques contra los afar serían en gran medida policías y miembros de seguridad de origen somalí issa. El Ministro de Interior añadió que no permitirían “que un conflicto tribal en Etiopía se transportase a Djibuti” y se ordenó el despliegue de tropas en la frontera con Etiopía.
El epicentro de los choques se situó en la ciudad de Djibuti, capital del país, sobre los barrios de Warableh, Balbala y Arhibah. Además de los daños materiales, especialmente contra los afar, se produjeron al menos 10 muertes. Ante estas muertes, se dieron protestas con un escenario inverso al visto en Afar con las mayorías somalíes, siendo ahora los afar los que salieron a manifestarse contra las matanzas. En zonas de mayor proporción afar, como las localidades de Tadjoura o Randa, al norte del país, la policía issa les dispersó con armas de fuego dejando varios heridos.
Djibuti es un país muy delicado para la desestabilización porque aun con los cinco mandatos seguidos de Guelleh y el boicot electoral, no ha habido sonadas acusaciones contra su democracia como sí ha habido contra Somalia, Eritrea y Etiopía. Al contrario, Estados Unidos felicitó a Guelleh por su victoria con un 98’4% de los votos. Este país acoge instalaciones militares de numerosos y diversos países como Estados Unidos –incluyendo parte del contingente retirado de Somalia-, Francia –cuyos intereses en Djibuti fueron amenazados por Al-Shabaab-, Italia, Japón o China –única base militar del mundo que mantiene China en el extranjero-, así como ha habido diversos países más interesados.
El gobierno federal etíope podría haberse visto en aprietos ya que un posicionamiento en un conflicto interétnico le situaría con un nuevo frente y un nuevo enemigo. La seguridad que proporcionaba junto a los Afar en la Zona 3 dejaba a los somalíes con ánimos de venganza, lo cual puede ser peligroso si los Tigray logran un peso suficiente para renegociar un contrato social con las etnias. De hecho el gobierno federal ha tenido que lidiar con el corte del corredor Addis Abeba-Djibuti durante días, con las pérdidas económicas que conlleva, sin capacidad de reacción. Los issa han trasladado su ánimo de respuesta a los lugares donde son mayoría como Djibuti y, de nuevo, el gobierno federal etíope podría haber sufrido las consecuencias ante el despliegue militar yibutí en la frontera con Etiopía y la persecución contra los afar. La tensión que Etiopía está exportando a toda la región puede salir muy cara si escala.
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