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El auge de la extrema derecha en Europa: 3 fechas que marcaron su ascenso

Por Ignacio González Casado.

Después del final de la Segunda Guerra Mundial, los partidos europeos de extrema derecha quedaron reducidos a la mínima expresión y desaparecieron del espectro político, dando paso a las socialdemocracias, a los partidos conservadores y a los de centro, que gobernaron durante la segunda mitad de siglo. A día de hoy, la extrema derecha forma parte del gobierno de nueve países de la Unión Europea además de tener representación parlamentaria en casi todos los estados que la conforman.

El auge de estos partidos en Europa tiene su inicio a finales del siglo pasado, y para entender los resultados que registra a día de hoy, es imprescindible repasar tres fechas que marcaron su ascenso:

1999: “Nosotros estamos al mando”

Aunque esta frase fue pronunciada por Pia Kjærsgaard del Partido Popular Danés —organización nacionalista y conservadora, a diferencia de la concepción democristiana que tienen los ‘Partido Populares’ en Europa— en 2001, quien primero encarnó esta idea fue Jörg Haider, líder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ).

Jörg Haider en la Parlamento austríaco, 2 de marzo de 1994. Fuente: CVCE.eu

Nacido en 1950 en Carintia, una región al sur de Austria de la que sería gobernador y en la que moriría en un accidente de tráfico en 2008, Haider ganó las elecciones generales de su país en 1999 y transformó al FPÖ en el primer partido de extrema derecha en llegar al poder en Europa. Con un discurso populista, cargando contra el establishment político, contra los extranjeros y abiertamente euroescéptico, el Partido de la Libertad de Haider empezó a consolidarse en Austria a finales de los ochenta y principios de los noventa.

En 1986, el FPÖ obtuvo el 9% de los sufragios, cifra que casi duplicaría cuatro años más tarde consiguiendo el 17% de los votos en 1990. Pero sin duda fue en 1999 cuando verdaderamente dieron la sorpresa: obtuvieron los mejores resultados de cualquier partido de extrema derecha en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

El FPÖ pasó a ser la segunda fuerza política del país por detrás de los socialdemócratas, y trasladó al Partido Popular austríaco (ÖVP) al tercer puesto. Tras duras negociaciones, sería con los populares con los que finalmente conformarían el ejecutivo en el año 2000 y con el que suscitaría la preocupación de toda Europa: la extrema derecha ahora estaba en el gobierno.

La sentencia internacional no se hizo esperar y la Unión Europea paralizó las relaciones militares con Austria, que también tuvo que lidiar con la ausencia de los embajadores estadounidense e israelí de Viena. Cuatro años más tarde y tras el desgaste que supone el poder, Haider fue testigo de cómo su apoyo se reducía de ese 27% alcanzado en 1999 al 10% que obtuvo en los comicios de 2002.

El Partido de la Libertad austríaco volvió a ganar notoriedad tras las generales de 2017 al formar gobierno con el Partido Popular, pero el ‘Ibizagate’, una filtración que pone en evidencia los lazos del entonces líder del FPÖ con la oligarquía rusa, tumbó la coalición e hizo que se convocaran elecciones anticipadas en 2019. Este escándalo se reflejó en los resultados de los nuevos comicios, y el Partido de la Libertad quedó relegado a la tercera fuerza política, dando paso al gobierno de coalición entre los populares y los verdes que preside Sebastian Kurz en la actualidad.

El caso de Haider y el FPÖ fue el precedente de un fenómeno que estaba recorriendo Europa y que ya empezaba a mostrar sus primeros efectos a comienzos de siglo. Lo que empezó en Austria pronto se extendió por toda la Unión, dando como resultado el aumento en aquellos años de las cifras del Frente Nacional en Francia, donde Jean-Marie Le Pen —padre de Marine Le Pen, actual líder del partido— llegó hasta la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente a Jacques Chirac en 2002. Otros partidos como Vlaam Blok en Bélgica y Lijst Pim Fortuyn en Países Bajos registraron su mayor número de votos recién entrados los 2000, pero acabarían por disolverse ilegalizado por racismo en 2004 el primero y por el asesinato de Pim Fortuym —líder del partido— en 2008 el segundo.

2008: Crisis financiera, social y política

La crisis financiera de 2008 removió los cimientos de la sociedad europea y cuestionó el papel y la implicación de la Unión Europea con sus estados miembros, que empezaron a mostrarse cada vez más desconfiados hacia esta.

Mario Draghi, presidente del BCE desde 2011 hasta 2019, durante los peores años de la crisis. Fuente: Reuters.

La quiebra de Lehman Brothers y el desplome del sistema financiero mundial provocaron la mayor recesión que había vivido la organización supranacional hasta la fecha. Ante esta situación, la UE —cuyas instituciones y políticas financieras demostraron ser ineficaces frente a la crisis— optó por salvar la Unión Económica y Monetaria y proteger el euro. Los estados miembros, especialmente aquellos cuyas economías se vieron más afectadas, al no tener el control monetario y como había anunciado Keynes, vieron cómo aumentaban las cifras de desempleo ante la recesión que estaban sufriendo.

Esta destrucción de puestos de trabajo, la consecuente reducción de la clase media europea y el descontento social, serían el caldo de cultivo perfecto para la aparición de partidos extremistas y populistas, tanto de izquierdas como de derechas, como alternativa a unos partidos tradicionales que no habían dado la talla: la desaparición de la estabilidad económica supuso la desaparición de la estabilidad social y política.

Las consecuencias de la crisis no se reflejaron inmediatamente en los parlamentos nacionales pero, en los años siguientes y a raíz de este hecho, renacería un sentimiento que explicaría el ascenso de estos partidos extremistas de discurso populista: el euroescepticismo.

El rechazo hacia la Unión Europea era algo que llevaba existiendo desde sus inicios, pero la crisis financiera y sus efectos reforzaron esta idea, propiciando así el auge y aparición de partidos que la encarnaron. La percepción de una Unión incapaz de solventar los problemas económicos producidos por la crisis financiera, que atenta contra la soberanía económica nacional imponiendo medidas de austeridad y reajustes presupuestarios, y que desplaza la riqueza hacia las recién llegadas economías del Este —de 2004 a 2007 la UE pasó de tener 15 estados miembros a 27, muchos de ellos sin superar los requisitos económicos y políticos—, hizo que Bruselas fuera vista por muchos como el enemigo número uno.

Los efectos de esta crisis financiera y social fueron una de las principales causas del aumento del apoyo a partidos como Alternativa por Alemania, Verdaderos Finlandeses o la formación de Vox en 2013. Pero, sin duda, uno de los ejemplos más claros de este rechazo hacia la Unión fue el vivido en Reino Unido que acabó con su salida.

El euroescepticismo siempre ha encontrado un gran apoyo al otro lado del Canal de la Mancha debido al modelo de capitalismo anglosajón, que aboga por una economía más desregulada, liberal y sometida a un control propio. Tras la crisis financiera y los errores de la UE, este sentimiento resurgió dando lugar a campañas como leave.EU, Business for Britain o Vote Leave. Esta última destaca por ser la más importante al estar respaldada por figuras clave del Partido Conservador como Boris Johnson, máximo representante del leave, además de partidos independentistas y de extrema derecha como el UKIP o el Partido Nacional Británico.

Estos partidos mejoraron sus resultados en los años previos al 2016 gracias al euroescepticismo y los datos económicos, y endurecieron sus discursos y sus líneas políticas. El resultado fue la salida del Reino Unido de la UE, el aumento del conservadurismo y la polarización política de una sociedad dividida entre Leave y Remain.

Otro ejemplo de euroescepticismo y desencanto político lo encontramos en dos de los países cuyas economías se llevaron la peor parte: Grecia e Italia.

Tras el rescate heleno en 2010 y las medidas de austeridad impuestas por la Unión Europea, aunque el grupo de extrema derecha y euroescéptico Amanecer Dorado pasó de no tener representación política en 2009 a conseguir 21 escaños en 2012, fue Syriza la formación que mejor encarnó este rechazo hacia la Unión. Este partido de izquierdas liderado por Alexis Tsipras, pasó de conseguir un 4.6% de los votos en 2009, a casi un 27% en 2012 y formar parte del gobierno en 2015 con el 36% de los votos, quedándose a 1 escaño de la mayoría absoluta. En Italia ocurrió algo parecido. El Movimiento 5 Estrellas —también de izquierdas y crítico con la UE— consiguió ser el partido más votado en los comicios de 2013, uno de los años en el que los efectos de la crisis se notaron más fuertemente.

2015: Refugees not welcome

El año 2015 fue el año de la crisis de los refugiados en Europa. La guerra civil siria desplazó a millones de personas que se sintieron atraídas ante la prosperidad económica y social de la Unión, aunque en muchas partes de ella todavía se notaran los estragos de la crisis financiera. Turquía —situada entre la UE y Oriente Medio— se vio inundada con más de tres millones de sirios que querían cruzar al otro lado, y la UE ofreció 3.000 millones para el cuidado de los refugiados en suelo turco. Ankara reforzó las condiciones para quedarse con los refugiados proponiendo una mayor adhesión económica y jurídica con la UE, y amenazó con abrir las puertas de Europa si estas no se cumplían. A finales de 2015 y fruto de las amenazas de Erdogan y la ineficacia de las políticas de vecindad europeas, se registró una gran ola de llegadas cuyo pico más alto se dio el 20 de octubre con 10.000 nuevos ingresos.

Aunque los acuerdos de 2016 con Turquía lograron frenar el tráfico de refugiados, el daño ya estaba hecho y la extrema derecha puso su punto de mira en los “extranjeros invasores”. También fue en estos años donde Europa sufrió una ola de atentados cuyos episodios más importantes empezaron ya en 2015 con Charlie Hebdo y la sala Bataclan.

La retórica antiinmigración y proteccionista se empezó a endurecer —no sólo— en los partidos de extrema derecha y, gracias al miedo generalizado y la sensación de amenaza que provocaron estos hechos, las formaciones políticas de ultraderecha lograron salir más reforzadas.

Volviendo a Reino Unido, la cuestión migratoria fue otra de las piezas claves que explica su salida de la Unión. En 2015 el Brexit fue sinónimo de border, y la campaña del Vote Leave cimentó la otra mitad de su discurso en base al miedo de que Turquía entrara a formar parte de la UE y los movimientos migratorios que esto supondría para el país. En Francia, el Frente Nacional de Marine Le Pen, que ya había sido el partido más votado en 2014 al Parlamento Europeo, también se nutrió de esta crisis y, aunque en las presidenciales de 2017 perdiera contra Macron, volvió a repetir como primera formación francesa en Europa en 2019. Pero, sin duda, la mayor campaña contra los refugiados fue comandada por países con un peso fundamental en las principales rutas de entrada de personas: Italia por la ruta del Mediterráneo central y el Grupo del Visegrado por la ruta del Este.

El Grupo del Visegrado, una unión sin instituciones intergubernamentales ni políticas formales compuesta por Polonia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa, ha sido un bastión del conservadurismo y el proteccionismo dentro de la Unión Europea desde su entrada en 2004. Este grupo ha rechazado abiertamente las políticas migratorias de la UE y lleva bloqueando las cuotas de refugiados desde 2015, poniendo en evidencia las carencias de los Convenios de Dublín y el Nuevo Pacto sobre migración y asilo. La cuestión de los refugiados fue una de las causas por las que en Polonia el PiS repitiera en el poder con mayoría absoluta en 2019, y en Hungría el Fidesz de Viktor Orbán conformara su tercer gobierno consecutivo en 2018, mejorando sus resultados de 2014. Ambos países forman la línea dura dentro del Grupo del Visegrado y, aunque Eslovaquia y la Republica Checa hayan acogido un número de refugiados muy por debajo del estipulado por la Unión Europea, tanto Polonia como Hungría no han admitido ninguno. Fuera de la UE y también en los Balcanes, el VMRO-DPMNE de Macedonia del Norte también siguió una estrategia de ‘cero refugiados’ cerrando sus fronteras a principios de esta crisis.

La cuestión de los refugiados a través del Mediterráneo central también mejoró los resultados de partidos como la Liga Norte en Italia. La llegada de miles de personas procedentes de Libia fue una de las causas por las que el apoyo a Matteo Salvini aumentara del 4% en 2013 al 17% en 2018, permitiéndole así formar gobierno con el Movimiento 5 Estrellas. Esta coalición duró poco y en menos de un año ya se había disuelto. La formación de Matteo Salvini, sacó adelante una moción de censura contra el primer ministro Giuseppe Conte para convocar elecciones anticipadas y este acabó dimitiendo. Pero en menos de un mes, Conte anunciaba la formación de un nuevo gobierno entre el M5S y el Partido Democrático, arrastrando a la Liga Norte a la oposición.

La irresponsabilidad y el individualismo que Conte le reprochaba a Salvini, el afán de protagonismo de este dentro del gobierno y su labor durante su año al mando del Ministerio del Interior —entre lo que destaca sus incendiarias declaraciones contra los inmigrantes, los ocurrido con el Open Arms y la situación de Lampedusa— han facilitado su salida del ejecutivo. El descontento por su actuación en el gobierno y esta maniobra política que los han dejado fuera, ha dado lugar a que la Liga Norte lleve desplomándose en las encuestas desde 2019, propiciando el ascenso de Fratelli d’Italia, que recoge el testigo —y los electores— de Salvini y promete llevar a cabo lo que la Liga Norte no ha sabido hacer: defender Italia, como reza su leitmotiv.

Matteo Salvini. Fuente: Blastingnews.

Conocer estas tres fechas es indispensable para entender el ascenso de la extrema derecha y los populismos en Europa en la actualidad. Desde finales de los noventa, estos partidos han tenido una gran presencia en la agenda setting de los medios, en la vida pública europea, y han influido de manera directa o indirecta en las políticas nacionales, haciendo que los partidos tradicionales hayan adoptado algunos de sus preceptos y reforzado sus discursos.

Con menor fuerza que en 2008, el euroescepticismo sigue siendo uno de los pilares fundamentales de los populismos de izquierdas y de derechas. Sin embargo, el final de la era Trump y la respuesta europea al coronavirus junto con la necesidad de los estados miembro de recibir los fondos del Plan de recuperación europeo, pueden ayudar a aliviar este sentimiento y fomentar la cohesión frente al auge nacionalista. En contrapunto, con el riesgo que supone la reentrada del virus desde el exterior y los controles y cierres de fronteras por el COVID-19, todo apunta a que volveremos a ser testigos del resurgir del rechazo hacia los extranjeros de fuera de la Unión.

Aunque 2020 no haya sido un buen año para la extrema derecha esta se encuentra lejos de desaparecer, y podemos estar seguros de que esta seguirá formando parte de la nueva normalidad de la política europea.

BIBLIOGRAFÍA:

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CIBOD, 5W, (2019). El auge de la ultraderecha en Europa. Cibod. Disponible en: https://www.cidob.org/es/noticias/lineas_de_investigacion_geograficas/europa/video_el_auge_de_la_ultraderecha_en_europa

GONZÁLEZ ENRÍQUEZ, Carmen, (2015). La crisis de los refugiados y la respuesta europea. Real Instituto Elcano. Disponible en: http://www.realinstitutoelcano.org/wps/wcm/connect/720dbb004a9fd99f84e48e207baccc4c/ARI67-2015-GonzalezEnriquez-Crisis-refugiados-respuesta-europea.pdf?MOD=AJPERES&CACHEID=720dbb004a9fd99f84e48e207baccc4c

ORTIZ DE ZÁRATE, Roberto, (2020). Cuáles son los gobiernos de la UE: partidos, coaliciones, primeros ministros. Cibod. Disponible en: https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/organismos/union_europea/cuales_son_los_gobiernos_de_la_ue_partidos_coaliciones_primeros_ministros

POLITICO, (2020). Poll of Polls. Politico. Disponible en: https://www.politico.eu/europe-poll-of-polls/

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